martes, 28 de junio de 2011

VIVIR DE OTRA MANERA ESTÁ EN NUESTRAS MANOS

Colaboración para el Magazine del Colegio Hispano Inglés de Santa Cruz de Tenerife


Coged las rosas mientras podáis, veloz el tiempo vuela.
La misma flor que hoy admiráis, mañana estará muerta.

Walt Whitman


CARPE DIEM es una locución latina que significa “aprovecha el día” y fue acuñada por el poeta romano Horacio, una de las plumas satíricas más relevantes de la historia de la literatura, que murió ocho años antes del nacimiento de Cristo. Profundizando en el espíritu de su máxima, se podría concluir que es otra forma de decir “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy” o  “vive cada momento de tu vida como si fuese el último”. 

Esta expresión se hizo muy popular hace un par de décadas gracias a la extraordinaria película del director australiano Peter Weir El club de los poetas muertos (1989). En ella, un profesor de literatura centraba sus esfuerzos en extraer de los alumnos las mejores cualidades que albergaban en su interior. Su empeño consistía en transmitirles, además del temario de su asignatura, la seguridad necesaria para que se enfrentaran al futuro con confianza y con ilusión, en ofrecerles las pautas de un desarrollo personal pleno y en trasladarles una visión de la vida dominada por el optimismo. Este docente, interpretado por el actor Robin Williams, no se cansaba de alertar a los adolescentes que asistían a sus clases sobre la ineludible necesidad de quedarse con lo bueno, de desechar lo malo, de no rendirse nunca, de luchar por un ideal.  Sólo así, al final de su existencia,  podrían volver la vista atrás y afirmar que su paso por el mundo había dejado alguna huella positiva. Resultaba sumamente emocionante observarle subido en lo alto de un pupitre mientras explicaba a su auditorio de hombres del futuro que, desde aquella perspectiva, el mundo se vislumbraba distinto, se podía apreciar de otra manera. Aquellos muchachos que empezaban a VIVIR con mayúsculas apenas salían de su asombro ante tan innovador discurso, acostumbrados hasta entonces a otros maestros más tradicionales e inflexibles.

El guión de la cinta condensa un conjunto de ideas tan atrayentes como que el día de hoy no se volverá a repetir o que resulta imprescindible vivir cada instante, no alocada, pero sí intensamente, mimando cada situación, escuchando a cada compañero, intentando realizar sueños positivos, buscando el éxito del otro, en permanente examen de la asignatura fundamental: el amor. Aquel enamorado del lenguaje había conseguido llegar al corazón de sus discípulos gracias a dos cualidades infalibles para acceder al mundo infantil y juvenil: la sinceridad y la sencillez. Sin duda, con su afirmación de que todos necesitamos ser aceptados pero sin dejar de defender  nuestras convicciones -aunque el resto de la manada no las comparta-, les dejó una gigantesca herencia.

Yo comparto plenamente esa  filosofía pero, por desgracia, percibo a diario que el ritmo frenético que nos impone la sociedad actual nos impide apreciar en su plenitud el principal don que poseemos: la vida misma. Somos víctimas de un modelo de desarrollo social que, aunque nos brinda los mayores avances científicos y tecnológicos, paradójicamente nos condena a no poder disfrutar adecuadamente de uno de nuestros bienes más preciados: la propia familia. Mujeres y hombres  nos vemos sometidos al yugo de los horarios laborales,  persuadidos con buena fe de que, satisfaciendo las necesidades materiales de nuestros hijos -a veces en exceso-, transitamos por un camino que nos conducirá al éxito. Las consecuencias prácticas derivadas de este actual modelo de sociedad nos alertan de que estamos cometiendo un grave error.

Numerosos psicólogos, pedagogos y expertos en educación afirman con rotundidad que la infancia y la adolescencia son las dos etapas clave en la formación de la personalidad del ser humano y que es el momento óptimo para dedicar a los menores, en la medida de lo posible, todo nuestro tiempo, si es preciso renunciando a otras ocupaciones o posponiéndolas para mejor ocasión. “Veloz el tiempo vuela”, nos recuerda el brillante autor Walt Whitman en su poesía. Parece que fue ayer cuando los bebés dormían en nuestro regazo y, casi sin darnos cuenta, hoy son tan altos que nos sacan la cabeza. No perdamos esa oportunidad única que no volverá jamás. No nos resignemos a compartir techo y comida con unos hijos desconocidos, regalémosles horas, conversemos más con ellos y rememoremos ahora y siempre las sentidas palabras del profesor Keating:

“Ningún alumno en ninguna época debe olvidar que, a pesar de todo lo que les digan, las palabras y las ideas pueden cambiar el mundo”.

viernes, 24 de junio de 2011

LOS ADOLESCENTES Y EL ALCOHOL: BEBO, LUEGO EXISTO

Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 24 de junio de 2011




La utilización de las bebidas alcohólicas es tan antigua como el mundo. Resulta difícil imaginar un evento o una fiesta popular que no giren alrededor del alcohol, conformando un estilo de vida ampliamente extendido y socialmente aceptado de buen grado en la mayoría de los países de nuestro entorno. Trasciende así a la consideración de comportamiento meramente individual para convertirse en un hábito de enraizado componente colectivo. En honor a la verdad, es preciso reconocer que, de unos años a esta parte, se ha instalado en la sociedad en la que vivimos un modelo de ingesta alcohólica asociada al ocio que nada tiene que ver con el formato tradicional al que antaño estábamos acostumbrados.

La incorporación generalizada y cada vez más temprana de los adolescentes a este modo de diversión ha marcado un antes y un después en comparación con el de sus generaciones precedentes. Se ha ido consolidando progresivamente un patrón juvenil de consumo caracterizado por llevarse a cabo sobre todo durante los fines de semana y cuya particularidad estriba no tanto en el hecho de que se beba –quien más, quien menos, ha bebido o bebe, antes y ahora- sino en una forma compulsiva de beber que contempla la borrachera como punto de partida ineludible para pasarlo bien.

Pocas experiencias resultan más descorazonadoras que presenciar los comas etílicos de niños de apenas catorce años o asistir al momento en el que sus padres acuden a recogerles tras la llamada de aviso de los servicios sanitarios de urgencia. Ya es hora de preguntarse qué está fallando en nuestra sociedad del bienestar para que los menores que forman parte de su estructura se expongan viernes, sábados y domingos a perder el conocimiento con una litrona en la mano sobre un charco de vómitos y orín. Porque, aunque en un primer momento,  la desinhibición que provoca la bebida facilite a los chavales la apertura de algunos canales de comunicación, el peaje que tienen que pagar para perder sus miedos es carísimo, ya que les enfrenta a determinadas sustancias cuyo abuso produce, no sólo tolerancia, sino también dependencia física y psíquica.

Es obvio que una aspiración fundamental para cualquier joven es desarrollar sus actividades fuera del control paterno en esas horas que se reserva para sí y que considera ajenas a la supervisión adulta. Pero no es menos cierto que, si antes, lo habitual para un quinceañero era salir a las cinco de la tarde y regresar a las once de la noche, ahora intercambian ambos dígitos de las agujas del reloj para desesperación de unos progenitores sometidos al chantaje de “a todos mis amigos les dejan” e incapaces de poner límite a unos horarios que no tienen ni pies ni cabeza. La noche sirve a sus hijos de perfecto escenario para identificarse con sus iguales, para sentirse rebeldes, para imaginarse dueños de sus actos.

En el lenguaje juvenil beber es sinónimo de disidencia, de emancipación, de afirmación de la identidad, pero cuesta admitir que, si se hace de forma descontrolada, acarrea una serie de gravísimas consecuencias que van desde la alteración de la vida familiar al bajo rendimiento escolar, pasando por el riesgo de embarazos no deseados, las enfermedades de transmisión sexual o los accidentes de tráfico. Esta vertiente del ocio asociado inevitablemente al alcohol es uno de los principales fracasos a los que la ciudadanía se ve abocada a diario y requiere ser abordado seriamente y con la máxima prioridad por parte de todos los agentes sociales implicados, empezando por las propias familias y siguiendo por los centros educativos, los medios de comunicación a través de campañas informativas y las administraciones públicas con las medidas de prevención y control que están obligadas a tomar. Sencillamente, porque la unión hace la fuerza.



jueves, 23 de junio de 2011

COMIENZA LA AVENTURA




Este jueves 23 de junio comienza una experiencia única para cuarenta jóvenes estudiantes, veinte canarios y veinte senegaleses. El Gobierno de Canarias, a través de la Dirección General de Relaciones con África, organiza una nueva edición de África Andando junto con el Ministerio de Educación Elemental, Media y Secundaria de la República de Senegal  y cofinanciada por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER). Se trata de un programa que promueve  la libertad, la justicia y la responsabilidad, además de reforzar los valores para la convivencia y el servicio a los demás. Persigue estrechar los lazos de amistad, conocimiento y cooperación entre Canarias y África.
Será un camino de aprendizaje y sensibilización al desarrollo social desde la práctica en el que los chicos adquirirán experiencias sobre el terreno. Tendrán lugar visitas, juegos, conferencias, debates y talleres con el fin de que los jóvenes expedicionarios obtengan una visión completa de este país subsahariano. La expedición canaria, a su vez, mostrará a los participantes senegaleses diversos aspectos de la realidad de las siete islas del archipiélago.
El contacto directo con sus gentes y la posibilidad de aprender con el ejemplo serán claves en esta experiencia que persigue romper la dinámica habitual de los adolescentes a una edad clave para su evolución. A lo largo de diecisiete días los cuarenta seleccionados recibirán una importante formación teórica y práctica en el campo de la cooperación y el desarrollo de los pueblos. Un concurso de redacción cuyo tema era “Cómo puede colaborar la juventud canaria a la mejora del continente africano” ha sido su puerta de entrada para disfrutar de unas vivencias que a buen seguro quedarán grabadas para siempre en su memoria.
Definitivamente, la vida es una caja de sorpresas. Jamás hubiéramos podido imaginar que nuestro hijo fuera uno de los elegidos para vivir esta apasionante aventura pero es una circunstancia que nos llena de orgullo y felicidad.
¡Buena suerte Miguel! 


sábado, 18 de junio de 2011

UN COLEGIO, UNA VIDA



COLABORACIÓN PARA LA REVISTA DEL COLEGIO

URSULINAS DE JESÚS

LICEO MONJARDÍN




Recuerdo con claridad mi primer día de colegio. Era una mañana de septiembre de 1969, con el otoño pamplonés en ciernes. A mis cinco años recién cumplidos, el uniforme impecable y la melena recogida en una coleta, me dirigí de la mano de una madre preciosa, ambas expectantes, a un antiguo inmueble situado en la Avenida de las Navas de Tolosa. Allí nos recibió una monja sonriente y bonachona, con hábito y toca grises, que nos robó para siempre el corazón. Ese ángel en la tierra respondía por aquel entonces al nombre de Mère Dolores -antes de recuperar su Mª Luz de nacimiento- y durante décadas fue la mejor recepcionista a la que ningún centro escolar podía aspirar ni en sus mejores sueños. En aquellas viejas aulas, mientras a miles de kilómetros de distancia el hombre pisaba la Luna por primera vez, aprendí a leer y a escribir, a sumar y a restar, a jugar y a rezar.

Muy pronto nos trasladamos a la sede actual de la Calle Aoiz, un imponente convento presidido por un gran rosetón que se vislumbra desde la lejanía. Mi etapa de EGB se extendió hasta los catorce años y en ella atesoré multitud de conocimientos y experiencias que me han acompañado hasta el día de hoy, marcando imborrablemente mi personalidad. Desde la Primera Comunión celebrada en la Capilla de claros mármoles hasta las clases de canto de Don Benjamín, pasando por los intensos partidos al balón prisionero entre internas y externas durante los recreos o  los filetes rusos del comedor, mi infancia transcurrió velozmente en un ir y venir de clases lectivas y entrenamientos de baloncesto. Aquel particular universo femenino habitado por niñas de toda edad y condición, profesoras dotadas de mayor o menor empatía y monjas sabedoras de que los nuevos tiempos tocaban a su puerta para transformar algo más que sus vestimentas, sigue ocupando buena parte de mis recuerdos más preciados.

Mientras cursaba BUP y COU, mi adolescencia se abrió paso enfrentándome a extensos temarios  bajo la estrecha supervisión de un equipo docente cuyos exámenes se puntuaban del 1 al 10, cuya autoridad no se discutía y cuyas alumnas no éramos carne de psicólogo por el mero hecho de que nos llamaran la atención. Jamás tuve dudas a la hora de escoger entre letras o ciencias. El veneno de las palabras ya había tomado la decisión de ser mi eterno huésped, sin duda presagiando el placer que le depararían las asignaturas impartidas por Celina Compains y Rosa Azanza, mujeres cultas y fuertes a las que tanto admiro y debo. Y llegó el año 82 y, con él, los compañeros de Larraona, el adiós al colegio, el Mundial de Fútbol de España y el acceso a la Facultad de Derecho dispuesta a convertirme en abogada de causas justas, unas veces ganadas y otras perdidas.

Nueve años después regresé al edificio por un doble motivo de celebración: el Centenario de la Congregación de las Madres Ursulinas de Pamplona y mi boda. Mis queridos padres, ésos a quienes ni la temprana muerte ha conseguido arrancar del corazón de su única hija, volvieron a ocupar los mismos bancos de antaño para verme vestida de blanco con el mismo orgullo, con idéntica ilusión, dando la razón a ese bolero que insiste en que “veinte años no es nada”.

Ni siquiera cuarenta, afirmo yo desde el 2 de mayo de 2011, fecha en la que he vuelto desde mi Tenerife de adopción para, de la mano de mi inolvidable compañera y amiga Rocío Imaz, recorrer el ahora denominado Liceo Monjardín. Sólo me resta dar las gracias a todos sus responsables -los pasados, los presentes y los futuros- por este magnífico proyecto educativo. Me hace muy feliz constatar junto a mi esposo e hijos que aquel espíritu de antaño sigue más vivo que nunca.


PÁGINA 29

miércoles, 15 de junio de 2011

LOS HIJOS COMO ARMA ARROJADIZA EN LAS RUPTURAS SENTIMENTALES

Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 15 de junio de 2011



La pasada semana saltó a las primeras planas de los periódicos la noticia de que un hombre divorciado había recurrido al Defensor Andaluz del Menor para interponer una denuncia, después de esperar durante más de tres semanas a que la tutora de su hija, que tiene dieciséis años y cursa Primero de Bachillerato, tuviera a bien ponerse al teléfono -ni siquiera pretendía reunirse con ella personalmente-  para informarle de sus calificaciones escolares. El denunciante  manifestó asimismo que su ex mujer  había incumplido de manera sistemática el régimen de visitas durante los tres últimos años, hasta el punto de que la ya adolescente ni siquiera conocía a una nueva hermana de padre nacida durante este período.
Este caso particular no deja de ser uno más de los que recalan en los despachos y que nos sirven a los abogados para reafirmarnos en la extrema importancia de garantizar el derecho fundamental de todo menor a relacionarse adecuadamente tanto con su padre como con su madre y de seguir manteniendo vivos todos sus vínculos afectivos, que también incluyen al resto de parientes. Sin embargo, con demasiada frecuencia somos testigos de la utilización de los niños como arma arrojadiza en los fracasos sentimentales. Bajo la muy controvertida denominación de Síndrome de Alienación Parental se esconde, sin ningún género de dudas, uno de los rostros más sutiles del maltrato infantil. Esta conducta, más habitual de lo que a simple vista pudiera parecer, produce daños irreparables en el bienestar emocional de las víctimas inocentes que la padecen, máxime porque la infancia es probablemente la etapa más hermosa en la evolución hacia la madurez y, en atención a su especial vulnerabilidad, debería ser protegida con un especial celo.
Por ello, acordar el mantenimiento  de la relación afectiva con ambos progenitores tendría que ser para éstos el principal punto a resolver cuando ya han resuelto zanjar sus vínculos, además de una oportunidad de oro para demostrar ante quienes más quieren que su felicidad es lo primero, manteniéndoles al margen de unas rencillas que les sobrepasan y de las que no son en absoluto responsables. Por regla general, el conflicto entre los cónyuges surge, no tanto por la decisión de poner punto final a la convivencia como por hacer partícipe de esa ruptura a su prole, que suele verse abocada a tomar partido en una guerra que le genera sentimientos de culpabilidad, impotencia e inseguridad, así como estados de ansiedad y depresión. En ocasiones, es triste comprobar que son los propios chiquillos quienes asumen un papel protector sobre el miembro de la pareja al que consideran más débil, desempeñando de este modo una función que no les corresponde bajo ningún concepto. Esta responsabilidad sobrevenida puede llevarles incluso a rechazar cualquier contacto con la otra parte implicada en el proceso y a justificar dicha postura ante cualquier instancia, jueces incluidos.
Tanto hombres como mujeres implicados en causas de divorcio o separación deberían ser capaces de entender que  esos regímenes de visitas cuyo incumplimiento llevan a cabo para perjudicar al otro miembro de la pareja, tienen su razón de ser y no son fruto de un capricho de nuestro sistema judicial. Su fin último es asegurar el derecho de todo vástago a conservar unos lazos afectivos insustituibles y a proporcionarle modelos de roles alternativos, además de  contribuir a que quien ostenta la guarda y custodia pueda descansar de ese cometido en las fechas estipuladas. La paternidad ha de ser ejercida desde la madurez y el equilibrio, huyendo de la humana tentación de la venganza. Aunque requiera un sobreesfuerzo, hay que trazarse como meta no hacer extensiva la ruptura afectiva a la relación paternofilial. No se me ocurre una demostración más generosa del verdadero amor.

sábado, 11 de junio de 2011

NI CONFORMISMO NI RESIGNACIÓN



Leí recientemente en un suplemento dominical una entrevista realizada a la escritora Isabel Allende en la que manifestaba algunas ideas que comparto.
Una de ellas es que nunca ha descubierto nada atrayente en el mundo de las drogas, cuya idealización en la época hippie se debió, en gran parte, al desconocimiento de sus consecuencias pero, sobre todo, a que se trataba de otro tipo de sustancias radicalmente distintas de las actuales. A día de hoy, por su condición de abuela de tres adolescentes, sabe a ciencia cierta que los jóvenes consumen determinados estupefacientes con los que, en apenas una sesión, se arriesgan a fallecer. Su última novela, "El cuaderno de Maya", cuya firma de ejemplares tendrá lugar hoy en la Feria del Libro de Madrid, trata precisamente sobre este tema.
En otra de sus confesiones, con la que coincido plenamente, se refiere al concepto de familia. No en vano, sufrió en sus propias carnes el drama de perder a una hija de veintiocho años, víctima de una enfermedad metabólica. Ella, esposa de norteamericano y residente en Estados Unidos, forma parte de un clan latino muy unido, una especie de tribu del que es la matriarca y en la que sus miembros conforman una estructura de gran fortaleza. Por ello, le resulta muy chocante que en los países sajones mimen extraordinariamente a los niños mientras son pequeños pero, apenas terminan el instituto, les lancen a abrirse camino a toda prisa, sea en las universidades o fuera de ellas, dando así por zanjada la convivencia en un hogar al que sólo regresan, en el mejor de los casos, para celebrar el Día de Acción de Gracias y la Navidad, renunciando voluntariamente a un contacto más personal y de carácter continuado.
Personalmente, me cuesta un gran esfuerzo comprender esas supuestas bases científicas o sociológicas sobre las que algunas culturas defienden que lo más conveniente para el  desarrollo de sus miembros es una rápida resolución de su futuro, preferiblemente –y ahí es donde discrepo abiertamente-, lejos de sus núcleos familiares, como si éstos constituyeran un lastre para su evolución. A quienes pretendemos compartir con nuestros hijos algunas horas al día aunque estén en plena adolescencia y no renunciamos a disfrutar junto a ellos de unas jornadas de vacaciones anuales, se nos acusa con frecuencia de intentar prolongar más allá de lo razonable esa mutua necesidad de afecto y compañía. En definitiva, de ir “contra natura”.
Ni que decir tiene que respeto cualquier opción, convencida de que todos los padres intentan acertar con el modelo elegido. Pero, por lo que a mí respecta, ni me conformo ni me resigno, y menos aún con la llegada de un nuevo verano que me llena de felicidad por la sencilla razón de que dispongo de más tiempo libre para estar con los míos, con independencia de la edad que tengan.

lunes, 6 de junio de 2011

CATÁLOGO DE ESPECIES A EXTINGUIR: III. LAS FEMINISTAS EXCLUYENTES


Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 6 de junio de 2011


La tan tristemente traída y llevada Real Academia Española de la Lengua define el término Feminismo en su primera acepción como “doctrina social favorable a la mujer, a quien concede capacidad y derechos reservados antes a los hombres”, mientras que existe una segunda definición que alude al “movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres”. Poco que objetar, pues, a tan nobles ideales dignos de todo elogio.

No obstante, y a título personal, nunca me he sentido especialmente identificada con una corriente cuyos errores de planteamiento han obrado en su contra, soslayando algunas innegables virtudes que, siquiera desde una perspectiva histórica, se le deben atribuir. Conste que, por mi condición femenina, defiendo plenamente el principio de igualdad de género pero, desgraciadamente, los posicionamientos que, desde la radicalidad y la incoherencia, defiende esta corriente social provocan en mí más rechazo que adhesión.

El lenguaje utilizado para difundir su credo me resulta repetitivo, falso y desesperanzador, ya que se nutre inevitablemente de sentimientos como la venganza y el revanchismo, a todas luces incompatibles con una adecuada reconstrucción social en pro de ese género de cuya bandera se apropian exclusiva y excluyentemente. Y repito - porque no hay más ciego que el que no quiere ver ni más sordo que el que no quiere oír- que no estoy en contra del movimiento reivindicador en sí sino de las ultrafeministas que, empecinadas en rememorar sus eternas cuentas pendientes con el macho, formulan sobre esa base, no sólo una forma de existencia, sino toda una teoría con olor y sabor antiguos.

Seguir respirando por la herida no me parece la mejor de las soluciones para encarar un futuro que siempre compartiremos con la mitad masculina de la sociedad. Resulta paradójico comprobar que el feminismo a ultranza nada tiene que envidiar a un machismo que cualquier ser humano racional, sea varón o hembra, repudia desde las entrañas. Lo mismo podría afirmarse del fanatismo político, sea de izquierdas o de derechas, porque el hecho cierto de que los extremos se tocan admite poca discusión. Siempre he defendido el valor de la palabra para construir discursos coherentes y equilibrados, alejados lo más posible del sectarismo.

Por ello, me decepciona profundamente asistir en estos últimos meses al penoso espectáculo que ofrecen algunas de mis congéneres cuando, amparadas en una ideología otrora respetable y necesaria, pretenden dinamitar los pilares de la lengua española con infundados argumentos sobre su eventual sexismo. Al parecer, les resulta harto difícil de asimilar que, por citar tan sólo un ejemplo, nuestra gramática común establezca el uso de los sustantivos en masculino plural cuando se refiere a los dos géneros, convirtiéndolos en palabras neutras no discriminatorias y mucho menos misóginas. Ni las reglas gramaticales tienen sexo ni los conceptos que integran nuestros diccionarios poseen capacidad de obrar. Más bien somos los individuos quienes les damos su significado y quienes les atribuimos nuestros odios, antipatías, manías y fobias.

Pero aún hay más. La estrategia femenina más reciente para alcanzar esa justa igualdad se centra en imitar las peores actitudes de su adversario, desde la utilización de un lenguaje cada vez más soez a la reproducción de conductas de fin de semana ligadas al exceso de alcohol y tabaco o a la formación de grupos que, con el propósito de acosar a otras compañeras de clase, se gestan en los patios de los colegios. Para colmo, determinadas (no todas) medidas políticas y legislativas relativas a la discriminación positiva, la violencia de género o la igualdad de trato, han incurrido, y esta vez desde el otro bando, en los mismos errores inadmisibles que pretendían subsanar.

En resumen, que también somos muchas las mujeres que, sin gritos ni pancartas, llevamos décadas luchando personal y profesionalmente por este objetivo y que creemos que a este feminismo anacrónico le ha llegado la hora de hacer examen de conciencia, adaptarse al devenir histórico y alejarse de unos procederes tan intolerantes o más que los de su perpetuo enemigo.


miércoles, 1 de junio de 2011

EN DEFENSA DE LA GRAMÁTICA ESPAÑOLA




Pocas veces recibo correos electrónicos cuyo contenido merezca ser difundido con tanto afán como el que reproduzco a continuación. Tan sólo lamento no ser yo quien lo ha escrito. Vaya por delante mi enhorabuena para su autora.
 
CONTRA LA TONTUNA LINGÜÍSTICA, UN POCO DE GRAMÁTICA BIEN EXPLICADA
Por Mercedes Bernad, profesora de un instituto público
Yo no soy víctima de la LOGSE. Tengo 50 años y he tenido la suerte de estudiar bajo unos planes educativos buenos que primaban el esfuerzo y la formación de los alumnos por encima de las estadísticas de aprobados y de la propaganda política.
En párvulos (así se llamaba entonces lo que hoy es "educación infantil", mire usted) empecé a estudiar con una cartilla que todavía recuerdo perfectamente: la A de "araña", la E de "elefante", la I de "iglesia" la O de "ojo" y la U de "uña". Luego, cuando eras un poco más mayor, llegaba "El Parvulito", un librito con poco más de 100 páginas y un montón de lecturas, no como ahora, que pagas por tres tomos llenos de dibujos que apenas traen texto. Eso sí, en “El Parvulito” no había que colorear ninguna página, que para eso teníamos cuadernos.
En Primaria estudiábamos Lengua Española, Matemáticas (las llamábamos "tracas" o "matracas"), Ciencias Naturales, Ciencias Sociales, Plástica (dibujo y trabajos manuales), Religión  y Educación Física. En 6º de Primaria, si en un examen tenías una falta de ortografía del tipo de "b en vez de v" o cinco faltas de acentos, te suspendían.
En Bachiller, estudié Historia de España, Latín, Literatura y Filosofía. Leí “El Quijote” y “El Lazarillo de Tormes”. Leí las "Coplas a la Muerte de su Padre" de Jorge Manrique, a Garcilaso, a Góngora, a Lope de Vega o a Espronceda. Pero, sobre todo, aprendí a hablar y a escribir con corrección. Aprendí a amar nuestra lengua, nuestra historia y nuestra cultura.
Y... vamos con la Gramática. En castellano existen los participios activos como derivados de los tiempos verbales. El participio activo del verbo atacar es "atacante", el de salir es "saliente", el de cantar es "cantante" y el de existir, "existente". ¿Cuál es el del verbo ser? Es "ente", que significa "el que tiene entidad", en definitiva, "el que es". Por ello, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se añade a éste la terminación "-nte". Así, al que preside, se le llama "presidente" y nunca "presidenta", independientemente del género (masculino o femenino) del que realiza la acción. De manera análoga, se dice "capilla ardiente" (no "ardienta"), se dice "estudiante" (no "estudianta"), se dice "independiente" (no "independienta"), "paciente" (no "pacienta"), "dirigente" (no “dirigenta") o "residente" (no "residenta").
Y ahora, la pregunta: nuestros políticos y muchos periodistas (hombres y mujeres, que los hombres que ejercen el periodismo no son "periodistos") ¿hacen mal uso de la lengua por motivos ideológicos o por ignorancia de la Gramática de la Lengua Española? Creo que por las dos razones. Es más, creo que la ignorancia les lleva a aplicar patrones ideológicos y la misma aplicación automática de esos patrones ideológicos les hace más ignorantes(a ellos y a sus seguidores).
No me gustan las cadenas de correos electrónicos (suelo eliminarlas) pero, por una vez, os propongo que paséis el mensaje a vuestros amigos y conocidos, en la esperanza de que llegue finalmente a esos ignorantes semovientes (no "ignorantas semovientas", aunque ocupen carteras ministeriales). Lamento haber aguado la fiesta a un grupo de hombres que se habían asociado en defensa del género y que habían firmado un manifiesto. Algunos de los firmantes eran: el dentisto, el poeto, el sindicalisto, el pediatro, el pianisto, el golfisto, el arreglisto, el funambulisto, el proyectisto, el turisto, el contratisto, el paisajisto, el taxisto, el artisto, el periodisto, el taxidermisto, el telefonisto, el masajisto, el gasisto, el trompetisto, el violinisto, el maquinisto, el electricisto, el oculisto, el policío de la esquina y, sobre todo, ¡el machisto!