martes, 31 de enero de 2017

EL MUNDO EN MINIATURA







Escuchando un programa radiofónico durante la mañana del domingo, me llamaron la atención los porcentajes que englobarían a la población de nuestro planeta si sólo fuéramos cien personas las que habitáramos en él. 

El resultado sería el siguiente: 

-48 hombres y 52 mujeres. 

-10 homosexuales y 90 heterosexuales. 

-86 alfabetizados y 14 analfabetos. 

-70 adultos y 30 niños. 

-30 blancos y 70 de otras razas. 

-61 asiáticos, 13 africanos, 13 americanos, 12 europeos y 1 de Oceanía. 

-50 hablarían otros idiomas, 17 chino, 9 inglés, 8 hindú, 6 ruso, 6 español y 4 árabe. 

-99 no cursarían estudios superiores y 1 estaría graduado. 

-76 dispondrían de electricidad y 24 no. 

-48 no podrían hablar y actuar de acuerdo a su conciencia y 52 sí. 

-20 vivirían con miedo a las guerras y 80 en paz. 

-83 accederían a agua potable y 17 no. 

-6 atesorarían el 59% del dinero y provendrían de USA, 74 el 39% y 20 el 2%. 

-50 pasarían hambre la mayor parte del tiempo, 20 presentarían desnutrición y 30 tendrían siempre comida suficiente.   

-33 serían cristianos, 24 ateos, 19 musulmanes, 13 hindúes, 6 budistas y 5 no se definirían. 

-20 consumirían el 80% de la energía y 80 el 20%. 

-68 respirarían aire fresco y 32 contaminado. 

Pese a las lógicas reservas sobre su fiabilidad, he querido compartir estos porque creo que merece la pena reflexionar sobre ellos.

viernes, 27 de enero de 2017

DEBATIRSE ENTRE PASAR POR EL ARO O COMULGAR CON RUEDAS DE MOLINO



Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 27 de enero de 2017





Pasan los años, los lustros y las décadas, pero las condiciones laborales de las mujeres siguen constituyendo un sonoro canto a la desigualdad. Y no me refiero sólo a la patente diferencia de salarios, pese a realizar el mismo cometido que un hombre y ostentando idéntica categoría profesional. Ni tampoco, por diversas circunstancias, a la flagrante brecha económica a la hora de percibir la pensión de jubilación. 

A ambas discriminaciones les precede la del trato que se nos suele dispensar en las entrevistas de trabajo. Como regla general, se nos coloca en la tesitura de responder a determinadas cuestiones que conciernen exclusivamente a la esfera privada y sobre las que un varón raramente se ve interpelado. Menos mal que algo está cambiando en este terreno. De hecho, ya se considera ilegal indagar sobre aspectos íntimos de una persona y, en breve, tampoco se podrá solicitar su fotografía en una oferta de empleo. 

No hace tanto tiempo la escena solía desarrollarse más o menos así. Los entrevistadores habían efectuado una criba inicial en virtud de la foto que se adjuntaba obligatoriamente al curriculum y, acto seguido, iniciaban con calma su encomienda centrándose en asuntos tales como la formación académica, el conocimiento de idiomas, la experiencia previa, el grado de motivación o las pretensiones económicas de la candidata. Pero de repente, sin venir a cuento, procedían a recabar aquellos datos “adicionales” que, a la postre, marcarían la diferencia entre unas y otras. 

Desde el presuntamente inofensivo ¿tienes novio? al más contundente ¿estás casada?, pasando por el no menos inquietante ¿tienes planes de boda a corto plazo?, se abría un abanico de posibilidades que, en función de las respuestas, situaba directamente a las más infelices en la casilla de salida. Superada con mayor o menor fortuna la contrariedad de tener pareja, se hacía preciso abordar el espinoso asunto de la progenie que, con toda probabilidad, arruinaría la rentabilidad empresarial de las futuras parturientas. ¿Está dentro de sus planes más inmediatos tener hijos? “Hombre, pues ahora mismo no sabría decirle. Sólo si tengo posibilidades de darles de comer con cierta asiduidad (por aquel entonces ya se encadenaban los contratos temporales como si fueran los pasos de un viacrucis). Lo que no me gustaría es dar a luz con cuarenta y cinco años y condenarles a tener una abuela en vez de una madre”, estaban tentadas de confesar las aspirantes al puesto antes de, obviamente, cerrar el pico y someterse a los caprichos del destino. 

Aquella especie de interrogatorio policial parecía no tener fin, siendo la disponibilidad para viajar y la movilidad geográfica los siguientes puntos objeto de la curiosidad de los reclutadores. ¿Cuenta usted con vehículo propio? “Por supuesto, señor. Y aprobé el examen de conducir a la primera”. ¿Y supondría para usted algún problema que le enviáramos a nuestra delegación de Pernambuco en caso de necesidad? “En absoluto. Por el contrario, mi intrépido espíritu aventurero me define, casi tanto como mi imperiosa necesidad de pagar las facturas a primeros de mes” (nueva reflexión que quedaba aprisionada entre los dientes y la punta de la lengua de las solicitantes, sin ningún riesgo de que llegara a oídos de su implacable interlocutor). 

Pues bien, a día de hoy todavía continúa asumiéndose la idea de que la responsabilidad de la crianza y el cuidado de los niños recae principalmente sobre sus progenitoras, por más que se vaya avanzando en el equilibrio de roles. Ello explicaría, entre otros motivos, la bajísima tasa de natalidad que aqueja a nuestro país. Aun así, reconforta saber que ese requerimiento de mostrar cuerpos y almas en los procesos de selección, además de vergonzoso, es ilegal. Como lo es también tantear acerca de las inclinaciones sexuales, las preferencias políticas, los tratamientos médicos, las creencias religiosas o los orígenes raciales de cualquier entrevistado. Tomen, pues, buena nota.



martes, 24 de enero de 2017

REFLEXIONES CON TRASFONDO DE TEMPORAL





En primer lugar, la noticia: 

"Según informó a Europa Press un portavoz de la unidad, los 122 militares desplegados en la A-31 a la altura de Almansa (Albacete) y los 91 de la A-3 entre Buñol y Requena (Valencia) estuvieron trabajando toda la noche para retirar la nieve que en las últimas horas atrapó a centenares de vehículos en las citadas vías. 

Tras una jornada en la que el temporal había provocado que cientos de personas tuvieran que pasar varias horas bloqueados en la carretera, en mitad de la nieve, en distintos lugares de Valencia, Murcia, Cuenca y Albacete, la Unidad Militar de Emergencias (UME) consiguió despejar las autovías A-3 y A-31 y continuó ayudando en otros lugares afectados por el temporal. 

El Ministro de Fomento pidió perdón por la situación en las carreteras. "


Y,  a continuación, el comentario que comparte conmigo una persona que conoce muy bien mi corazón: 

“Mientras el Ejecutivo pide perdón, el Ejército (UME) y la Guardia Civil dan solución a los problemas causados ante la falta de previsión tanto de los Gobiernos de las Comunidades Autónomas como del Gobierno Central (Fomento). Pero en lo que yo quiero hacer hincapié es en el hecho de que el Ejército y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado siempre están ahí ante cualquier emergencia. 

Ahora es cuando todos sus detractores callan. Lástima que, cuando tengan solucionada la papeleta, volverán a su discurso de siempre. Todos sabemos quiénes son. Nosotros no hemos mirado de qué ideología eran los afectados, ni si eran independentistas o nacionalistas. Tan sólo hemos visto a personas que precisaban ayuda. Tampoco nos hemos fijado si se nos necesitaba en Toledo, en Barcelona, en Bilbao o donde fuera. 

Sin embargo, cuando todo esto pase, muchos volverán a despotricar, volverán los independentistas, volveremos a escuchar "fuera el Ejército, fuera la Guardia Civil, fuera la Policía” (por otra parte, nada a lo que ya no estemos acostumbrados). Pero lo que más duele es que esos que piden perdón y salvan la cara a nuestra costa, luego callen y rían las gracias de quienes nos echan de los sitios. 

Mucha autonomía, mucha Historia y muchos sueldos altos, pero luego el que quita la nieve es un soldado que gana 900 euros al mes o un Guardia Civil que gana 1.400, mientras ellos ganan más de 6.000. Aun así, sabemos que hay millones de españoles que nos quieren y eso es lo que nos hace seguir adelante".

Cuando se habla de agradecimiento a salvo de demagogias, poco más se puede añadir. Y, desde luego, yo no lo haré.


viernes, 20 de enero de 2017

POBREZA ENERGÉTICA Y POBREZA ÉTICA



Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 20 de enero de 2017

Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 21 de enero de 2017





El pasado mes de noviembre una mujer de 81 años murió tras un incendio en su domicilio de la localidad catalana de Reus. Por lo visto, una vela que había encendido para iluminarse prendió el colchón de la habitación en la que dormía. En el momento del suceso la víctima estaba sola en casa, aunque compartía techo con una nieta. A ambas les habían cortado la luz desde septiembre por falta de pago y, pese a que les correspondía una ayuda social en concepto de electricidad, no habían llegado a tramitarla. Los encargados de la investigación se decantaron por la teoría del infortunado accidente, desconociéndose hasta el momento si la anciana se durmió sin apagar la llama o si, tal vez de regreso de una visita al lavabo en mitad de la noche, se cayó, con tan mala suerte de provocar el percance. 

Esta misma semana, mientras tomaba un café a primera hora, presencié la entrevista que un reportero estaba realizando a otra señora mayor, titular de una pensión no contributiva, que, mientras se envolvía en una gruesa manta de lana, relataba al joven periodista las penurias de su realidad diaria, en este caso agravadas por la ola de frío que están padeciendo en tierras peninsulares. Sus exiguos ingresos de apenas seiscientos euros no le alcanzan para hacer frente al suministro eléctrico, de modo que, cuando pulsa los interruptores, no se produce respuesta alguna. No tiene luz. Tampoco calefacción, lo que le ha ocasionado un principio de pulmonía que está siendo supervisada por su médico de cabecera. 

Sentada en un sillón junto a una mesa camilla, rodeada de fotos familiares colgadas de las paredes, con el cabello blanco y unas ansias extraordinarias de vomitar su desdicha, respondió con firmeza a las preguntas de su interlocutor. Y, tras despedirla desde el estudio (no sin antes brindarle un apoyo tan sincero como estéril), los responsables del programa televisivo en cuestión dieron paso a la cobertura de la cumbre de Presidentes Autonómicos donde, espectacular banquete mediante, se preveía abordar, entre otros asuntos, el de la sangrante pobreza energética, descrita teóricamente como “aquella situación en la que los ingresos son nulos o escasos para pagar la energía suficiente para la satisfacción de las necesidades domésticas”. Otra de sus acepciones alude a “cuando se destinan por obligación una parte excesiva de los ingresos a pagar la factura energética de la vivienda”. 

Obviamente, no se trata de un fenómeno exclusivo de nuestro país, como tampoco lo son sus consecuencias respecto a la exclusión social y el deterioro de las condiciones de vida de millones (repito, millones) de personas. En toda Europa se ha instaurado asimismo la tragedia cada vez más creciente y menos silenciosa de no poder encender ni un solo aparato eléctrico por miedo a lo que después refleje la factura, suponiendo que todavía las compañías del sector no hayan procedido a cortarle al usuario el suministro por falta de pago. De poco o nada está sirviendo el llamamiento del Comité Económico y Social Europeo para “proteger a los ciudadanos frente a la pobreza energética e impedir su exclusión social”, así como para “tomar medidas para garantizar a cualquier persona en Europa un acceso fiable a la energía a precios razonables, porque la energía es un bien común esencial, debido a su papel indispensable en todas las actividades cotidianas, que permite a cada ciudadano tener una vida digna, mientras que carecer de él provoca dramas”. 

Cuando estas líneas vean la luz (nunca mejor dicho), el Viejo Continente estará sufriendo la peor ola de frío siberiano en décadas. Miles de hombres, mujeres y niños se expondrán a soportar temperaturas inhumanas. Algunos se quedarán por el camino. Otros, abandonados en los campos de refugiados. Otros muchos, olvidados en nuestras propias ciudades. Y todos, víctimas inocentes de una pobreza ética de insoportables dimensiones que nos denigra como especie.


martes, 17 de enero de 2017

UN LECTOR VIVE MIL VIDAS




Se han dado a conocer recientemente los últimos datos del Centro de Investigaciones Sociológicas sobre hábitos de lectura en España y, como todos los años, los resultados son demoledores. Me limitaré a un solo dato: cuatro de cada diez españoles no lee NUNCA y de los seis restantes habría también mucho que hablar. 

Hace ya algún tiempo escribí en las páginas de este blog que me entristece profundamente constatar que en mi país cada vez se lee menos, se escribe peor y se habla de un modo más deplorable -prensa, radio, televisión y redes sociales incluidas-. Por desgracia, mi postura no ha variado ni un ápice.

Soy una gran convencida de que hablar y escribir bien son signos incuestionables que definen nuestra identidad más profunda. Cuanto mayor sea la perfección en el uso de las palabras, así será de efectiva nuestra capacidad de relacionarnos socialmente. Saber comunicar adecuadamente es una cualidad fundamental en los ámbitos personal y profesional y, por lo tanto, convendría que nos esforzáramos con afán en dominarla. Además, aprender a expresar las ideas de un modo claro y preciso es una capacidad al alcance de todo aquel que esté dispuesto a dedicar un mínimo de su tiempo y de su esfuerzo a tal labor. No en vano somos seres sociales que necesitamos relacionarnos entre sí para transmitir conocimientos, experiencias, sentimientos y opiniones. Y, teniendo en cuenta que el arte de hablar es el arte de persuadir, quienes se expresen con claridad y precisión se abrirán camino en la vida con mayor rapidez y probabilidad de éxito. 

Lo mismo ocurre con la expresión escrita. Escribir correctamente es una de las mejores inversiones que cualquier persona puede realizar, ya que evidencia una educación que incluye la necesaria y asidua dedicación a la lectura, a la par que le abre las puertas para entender y ser comprendido. Sin embargo, al contrario de lo que sucede en otros países de nuestro entorno -muy especialmente los de la esfera anglosajona- el sistema educativo español apenas contempla el aprendizaje de técnicas de oratoria. Allí los alumnos pugnan por salir a la pizarra para exponer un tema delante de sus compañeros. Desde el tono de voz a la postura empleada, desde el contenido a desarrollar al tiempo dedicado para ello, todo es decisivo. La timidez se trabaja para transformarla en autoestima. Han de desinhibirse, enfrentar el miedo, no acobardarse ante los demás y creer en ellos mismos. 

Aquí, sin embargo, es patente nuestro déficit formativo en esta área. A los españoles no nos gusta hablar en público (incluida la clase política) y no acaba de calarnos la idea de que el talento por sí solo ya no es suficiente y de que una persona preparada que, además, sabe hablar, atesora unas posibilidades de futuro muy superiores a las de otra con espectaculares conocimientos pero nulas dotes comunicadoras. Los expertos en la materia afirman con rotundidad que transmitir con eficacia es una habilidad básica y prioritaria, de tal manera que, mejorando la virtud de la oratoria en niños y jóvenes (se puede aprender a hablar en público a cualquier edad pero, cuanto antes se empiece, mejor) se conseguiría un efecto muy positivo en su rendimiento escolar y en su desarrollo profesional, aumentando los niveles de asertividad, liderazgo y empatía. 

Es verdad que cuando se trabaja desde edades tempranas es más fácil dominar su técnica pero, como no tiene fecha de caducidad, basta con la voluntad intemporal de aprender para completar carencias y paliar vicios. Personalmente me llama la atención muy favorablemente que en países como Gran Bretaña o Estados Unidos la dinámica parlamentaria se organice en torno a discusiones abiertas y espontáneas, en clara contraposición a las preguntas redactadas de antemano y a los pesados turnos de intervención propios de nuestros Congreso, Senado y Parlamentos Autonómicos. 

De hecho, también los procesos judiciales los basan en duelos verbales, a diferencia del lento y burocrático modelo hispano. Por suerte para sus ciudadanos, la retórica está en el corazón del debate político, preservando el cordón umbilical que une la oratoria con la práctica democrática. En consecuencia, creo firmemente que enseñar a leer con asiduidad, a escribir con corrección y a hablar en público con destreza deberían ser los tres objetivos absolutamente ineludibles de nuestro sistema educativo. Sin ellos, el resto de conocimientos adquiridos quedarán huérfanos. Porque una sociedad que lee poco, escribe mal y habla peor está abocada al fracaso más absoluto.

viernes, 13 de enero de 2017

CARAS DE ANCHOAS Y ANCHOAS QUE SALEN CARAS


Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 13 de enero de 2017

Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 15 de enero de 2017




Entre los infinitos palabros que tenemos que padecer de un tiempo a esta parte por mor de la globalización y el auge de las nuevas tecnologías, sobresale uno que ha entrado con fuerza en los sufridos hogares que gozan de la presencia de adolescentes en su seno. Me estoy refiriendo al término Youtuber, uno de cuyos exponentes más casposos apareció recientemente en todas las cadenas televisivas, cuando la víctima de una de sus gracietas le propinó un pedagógico tortazo con la mano abierta, para regocijo (me incluyo) de la mayoría de los espectadores del experimento. Es lo que tiene llamarle “cara anchoa” a un sufrido repartidor autónomo. Que te deja los cinco dedos marcados en la cara y tienes que salir por piernas a dar de baja tus perfiles internáuticos. 

El fenómeno social que protagonizan estos nuevos reyezuelos de las redes sociales, a los que casi nadie recordará dentro de pocos años, no es especialmente novedoso en cuanto a su esencia, porque la difusión de contenidos banales ha sido muy frecuente a lo largo de la Historia. La diferencia radica en su contemporánea vía de difusión, a un simple toque de ratón o de móvil en manos juveniles, desde cualquier lugar y a cualquier hora del día y de la noche. Inexplicablemente, estos nuevos ídolos de masas están siendo capaces de reemplazar en popularidad a las figuras más icónicas del deporte, la música o el cine dedicándose tan sólo a subir videos de su propia cosecha, emitir opiniones (normalmente a voz en grito) de contenido discutible, comentar videojuegos, publicar tutoriales o rodar filmaciones caseras. 

El caso es que la explicación fundamental de su existencia es la misma desde que el mundo es mundo, a saber, desarrollar una cultura alternativa no coincidente con la de los adultos, ya sea en cuanto a moda, hábitos o gustos artísticos de toda índole, y su auge coincide con esa concreta etapa evolutiva en la que priman la fuerza del grupo, la rebeldía, la necesidad de autoafirmación y la construcción de la identidad personal. La cuestión es que, hasta hace no mucho, la denominada “caja tonta” ostentaba el monopolio de encumbrar o derribar a una estrella, realidad que ya se ha ido al traste definitivamente con la irrupción de una caterva de dispositivos asociados a Internet, a través de los cuales los chavales descubren a sus héroes sin intermediarios. Y el hecho de que un joven anónimo acumule millones de fieles seguidores sin necesidad de negociar con directores de cadenas y al margen de inversiones millonarias resulta, como mínimo, chocante. De modo que, para bien o para mal, es innegable las reglas de juego han cambiado. 

Aun así, mucho me temo que las insensateces que profieren estos peculiares individuos, con ingresos a veces estratosféricos, no se alejarán en exceso de las que compartirán nuestros propios hijos cuando se reúnen con los amigos. En aras de mi estabilidad mental, prefiero pensar que se trata de un sarampión pasajero. Sigo creyendo que la clave radica en educar en valores y en dialogar con los chicos dentro de un clima de normalidad, tranquilidad y respeto hacia sus gustos, aunque a veces nos parezcan una oda a la vulgaridad. 

Apostar por el arte del discernimiento y por la transmisión del sentido crítico no es tarea fácil, pero sólo si disponen de esas herramientas serán capaces de distinguir entre lo imprescindible y lo prescindible, entre lo valioso y lo insignificante. En ese sentido, imponerles nuestra visión del mundo no parece el mejor camino, como tampoco lo es el de la descalificación gratuita de sus mitos ni el del cuestionamiento reiterado de algunas de sus actividades de ocio. Ojalá que cuando alcancen la edad adulta evidencien la evolución lógica de unos jóvenes a quienes se les ha enseñado a razonar y a debatir, a pesar del sobreesfuerzo que ello comporta.


lunes, 9 de enero de 2017

VOLVER A EMPEZAR






En este día de retorno a las rutinas comparto un texto que, en las postrimerías de la Navidad, me envió un ser al que adoro por su talento y su sensibilidad, y a quien agradezco sus muestras permanentes de cariño verdadero.


FELIZ VUELTA A LA NORMALIDAD



“No te deseo un año maravilloso donde todo sea bueno. 

Ese es un pensamiento mágico, infantil, utópico. 

Te deseo que te animes a mirarte y que te ames como eres. 

Que tengas el suficiente amor propio para pelear muchas batallas y la humildad para saber que hay batallas imposibles de ganar por las que no vale la pena luchar. 

Te deseo que puedas aceptar que hay realidades que son inmodificables y que hay otras que, si te mueves del lugar de la queja, puedes cambiar. 

Que no te permitas los “no puedo” y que reconozcas los “no quiero”. 

Te deseo que escuches tu verdad y que la digas, con plena conciencia de que es sólo tu verdad, no la del otro. 

Que te expongas a lo que temes, porque es la única manera de vencer el miedo. 

Que aprendas a tolerar las “manchas negras” del otro, porque tú también tienes las tuyas y eso anula la posibilidad de reclamo. 

Que no te condenes por equivocarte, porque no eres todopoderoso. 

Que crezcas hasta donde y cuando quieras. 

No te deseo que el 2017 te traiga felicidad. 

Te deseo que logres ser feliz, sea cual sea la realidad que te toque vivir. “.