martes, 30 de abril de 2019

CANTAR Y ENCANTAR




El pasado sábado 27 de abril participé junto a algunos de mis queridos compañeros en el II Encuentro Coral Intergeneracional, celebrado este año en el elegante Paraninfo de la Universidad de La Laguna. 

Formar parte del Coro Adulto "Carmen Rosa Zamora" de la Escuela Municipal de Música de Santa Cruz de Tenerife es, a día de hoy, una de mis mayores satisfacciones. Gracias infinitas a nuestra directora, Dácil Martín Luis, y a nuestra pianista, Carmen Nieves Cabrera Pérez, por su entrega y profesionalidad. 

Al final, el cariño que nos profesamos en equipo siempre tiene premio y se demuestra en nuestras actuaciones.



viernes, 26 de abril de 2019

PRIMERAS COMUNIONES A SALVO DE DESENCUENTROS FAMILIARES




Artículo publicado en El Día el 26 de abril de 2019

Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 27 de abril de 2019





Aunque a los propios afectados les resulte difícil de asumir al principio, la tozuda realidad demuestra que la separación de una pareja no evita que el mundo siga girando ni que las actividades habituales continúen llevándose a cabo. Las estadísticas indican que, de la misma manera que cada persona es un mundo, cada fracaso sentimental presenta también unas características propias e intransferibles. Algunos acaban en un mero abandono de domicilio. Otros, con un procedimiento de divorcio de mutuo acuerdo. Otros, por el contrario, requieren la vía contenciosa, que a menudo conlleva un alto nivel de sufrimiento. En ocasiones, la custodia resultante es compartida. A veces, en cambio, se otorga en exclusiva a uno de los progenitores aunque, por fortuna y en justicia, los avances en este terreno están resultando muy notables en los últimos tiempos. 

Sea como fuere, es innegable que a lo largo de la nueva etapa que las partes afrontan por separado tendrán que seguir compartiendo los momentos más especiales de la andadura vital de sus hijos, cuando los hubiere. Eventos tales como festivales de fin de curso, graduaciones universitarias, cumpleaños o competiciones deportivas se sucederán en el futuro y, según cómo estén dispuestos a abordar su asistencia o participación en los mismos, los efectos sobre los más pequeños de la casa resultarán beneficiosos o perjudiciales, quedando grabados a fuego y de por vida en la memoria de sus protagonistas. Debido a mi experiencia profesional, conozco por desgracia casos extremos en los que cualquier posibilidad de entendimiento entre los padres no pasa de ser una mera utopía. Sin embargo, por lo que se refiere al resto, mi forma de ser me impide resignarme y me obliga a insistir en la importancia de una actitud adulta y positiva de los progenitores durante el transcurso de estos acontecimientos tan entrañables e irrebatibles. 

Todos hemos sido niños y hemos deseado compartir nuestras fechas más señaladas con ambas figuras y, por ende, tanto con la familia materna como con la paterna. Puesto que en las próximas jornadas tendrán lugar numerosas ceremonias en sus correspondientes parroquias, quiero centrarme especialmente en el sacramento de la Primera Comunión. Coincidiendo con el inicio del curso escolar, sacerdotes y catequistas convocan a reuniones periódicas a los padres de los niños que comulgarán durante el mes de mayo y, a fin de concretar los detalles relativos al citado acto, tanto los párrocos como quienes imparten la preceptiva catequesis infantil comunican diversos contenidos de interés para los adultos cuya presencia se requiere. En la actualidad ya no es infrecuente coincidir con menores cuyos padres están separados o divorciados y, tristemente, no pocos de estos se amparan en sus respectivos regímenes de visitas como excusa para incrementar los desencuentros. 

Los motivos para la discusión son infinitos y van desde la propia decisión de hacer o no la Primera Comunión a la asistencia conjunta o la inasistencia al acto, desde la consideración de los gastos como ordinarios o extraordinarios a la elección de la fecha o a la confección de la lista de invitados y de posibles obsequios. En definitiva, se trata de una oportunidad perdida de modo irresponsable para que los chiquillos puedan disfrutar, lejos de la tensión y de la angustia, de un momento único en sus vidas. En este sentido, me gustaría transmitir la idea de que, en ocasiones especiales como las ya referidas, no es que se exija una relación cordial ni un despliegue de gestos de cariño por parte de los afectados por una ruptura sentimental. Basta con que, aunque les cueste un sobreesfuerzo, muestren una disposición desde el respeto y las buenas maneras para compartir la alegría de esos hijos en común o, cuando menos, para no arrebatársela. Trasladarles el mensaje de que la rabia y el rencor son sentimientos más poderosos que el amor es un riesgo que ningún adulto cabal debería estar dispuesto a correr.





martes, 16 de abril de 2019

EN EL ATRIL






Todo esfuerzo tiene su recompensa y a mí me acaba de llegar en forma de Diploma del Curso de Oratoria y Locución Audiovisual impartido por mi admirado Manuel Herrador en la sede de Centauro Congresos. 

Nueve inolvidables meses de aprendizaje y compañerismo vividos junto a unas personas adorables que permanecerán para siempre en mi corazón. Tal es mi pasión por comunicar. 

Si esos atriles hablasen…



viernes, 12 de abril de 2019

LA POLÍTICA COMO DECEPCIÓN



Artículo publicado en El Día el 12 de abril de 2019

Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 13 de abril de 2019




Rara vez escribo de Política. Por lo tanto, y sin que sirva de precedente, apelo a que se considere este artículo como mero desahogo personal coincidiendo con el pistoletazo de salida de la campaña electoral. Dadas las circunstancias, no he tenido más remedio que blindarme psicológicamente ante la que se avecina, aunque, visto lo visto, sospecho que no me va a servir de nada. Ni los ejercicios de respiración, ni los tapones para los oídos, ni el apagón informativo contribuirán al resultado deseado. La previsible y antiestética pegada de carteles, unida a los cansinos reportajes en prensa, los recurrentes anuncios radiofónicos y las insoportables tertulias televisivas me sumirán en la más profunda negritud. 

Enfrentarme a tal sobredosis de despropósitos me aboca cíclicamente a la búsqueda de algún paraíso perdido en el que nuestros actuales representantes tengan reservado el derecho de admisión, incluido su bochornoso idioma, el politiqués, que ni ellos mismos son capaces de descifrar. Encontrar a alguno que se exprese de modo inteligible y aporte ideas originales constituye una ardua labor no exenta de riesgo, dado que suelen abonarse a la ausencia de imaginación, al uso de obviedades y, últimamente, al enfrentamiento verbal más desolador. Mientras tanto, carentes al parecer de aptitudes para alcanzar acuerdos, nos bombardean sin piedad con desvaríos del tipo “desde el minuto uno vamos  a poner negro sobre blanco nuestras líneas rojas para establecer una hoja de ruta”. Y todo así.

A partir de ahora, pues, cambiaré mi itinerario habitual hacia el trabajo para no coincidir en el trayecto con ninguno de esos tipos sonrientes que se afanarán en llevarme a su huerto. Por fortuna ocupo una franja de edad intermedia, lo cual me libera de que, o bien me pellizquen en los mofletes, o bien me suelten uno de sus campanudos discursos mientras echo la partidita de cartas. Salvado el escollo inicial del encontronazo no deseado, llegaré al despacho y, en cuanto abra el buzón, colisionaré a buen seguro con una caterva de sobres de publicidad partidista. Más candidatos. Más promesas. Más hartazgo. 

En ese preciso instante, amparada en la afortunada tesitura de hallarme sola y, por ende, inmune a ser tachada de ordinaria, comenzaré a proferir una sarta de exabruptos irreproducibles a través de estas líneas. Sin embargo, más pronto que tarde, no me quedará más remedio que decidirme por unas concretas siglas, aunque sólo sea para continuar dando ejemplo de democracia a la carne de mi carne. Y, también para no variar, convendré que, aunque mi voto sea un gota de agua en medio del Atlántico, es mío y no estoy por la labor de desperdiciarlo. 

Lo más probable es que, fiel a mi estilo, ponga mis principios a salvo de esta mediocre oferta cuatrienal y prescinda de nuevo de todos aquellos que, a la diestra y a la siniestra, llevan varias legislaturas defraudándome, esos irrespetuosos aspirantes a cargos que nos toman por tontos a los votantes cuando afirman que no es viable saber de antemano con quién compartirán el lecho en cuanto acabe el recuento de voluntades y que defienden, pero siempre a balón pasado, las bondades de la tan discutible democrática aritmética.

Estoy saturada de ministros sin categoría, de diputados que perciben miles de euros mensuales sin siquiera acudir a un mínimo de sesiones parlamentarias, de listas cerradas a cal y canto salpimentadas de imputados por corrupción, de responsables del hundimiento financiero que nos siguen mirando a los ciudadanos por encima del hombro, de magistrados supuestamente prestigiosos que obedecen sin rechistar las consignas de quienes les nombraron y de periodistas insensatos que se dedican a apagar fuegos con gasolina para elevar los porcentajes de audiencia de sus programas. 

Llevo demasiados años soportando la falacia de que, en alguna medida, yo también fui culpable de la crisis, así que ya sólo aspiro a que, sea cual sea el próximo escenario gubernamental, no se le ocurra a nadie señalarme con el dedo y espetarme que tengo lo que me merezco. Porque por ahí no paso.

https://eldia.es/criterios/2019-04-12/2-politica-decepcion.htm    

martes, 9 de abril de 2019

XXVIII CONGRESO INTERNACIONAL FE-CULTURA








"CUIDAR O DESHUMANIZAR - LA SOCIEDAD DE LOS CUIDADOS COMO RESPUESTA" ha sido el sugerente título del XXVIII Congreso Internacional Fe-Cultura que, organizado por el ISTIC en colaboración con la Universidad de La Laguna, se ha desarrollado entre los pasados días 3 y 6 de abril.

En la presente edición he tenido el inmenso honor de participar por partida doble. El jueves, compartiendo una experiencia con los alumnos del proyecto "Mójate y Descubre-te" de la Asociación MEDIASCAN (Mediadores de Canarias) y el viernes, moderando una mesa redonda integrada por ponentes de reconocido prestigio académico. 

Ha constituido una oportunidad de oro para acercarse a conocer una sociedad del futuro en la que los seres humanos deben ser SIEMPRE los protagonistas.




viernes, 5 de abril de 2019

LA "SOCIEDAD DE LOS CUIDADOS" COMO RESPUESTA



Artículo publicado en El Día el 5 de abril de 2019

Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 6 de abril de 2019





Bajo el lema “Cuidar o deshumanizar - La sociedad de los cuidados como respuesta” se está celebrando estos días en Tenerife el XXVIII Congreso Internacional Diálogo Fe-Cultura organizado por el Instituto Superior de Teología Islas Canarias en colaboración con la Universidad de La Laguna. Los objetivos concretos de este congreso se dirigen a establecer los límites entre una sociedad basada en el individualismo, el descuido de los valores humanos y el uso de la tecnología como refugio, y una utilización integradora de los avances tecnológicos para que dichos valores sociales y familiares conformen la primera línea de las prioridades sociales. 

Como viene siendo habitual, este evento se desarrolla a través de ponencias, talleres, coloquios, experiencias, mesas redondas, comunicaciones libres, pósters y actuaciones musicales, a los que se añade la tradicional entrega de premios de los concursos literarios, de dibujo y multimedia en los que participan, de forma individual o colectiva, numerosos alumnos de centros escolares de la isla. En este sentido, resulta fundamental instar a las nuevas generaciones a aportar su visión sobre aspectos tan esenciales como la conciencia ciudadana, el respeto a la libertad, la importancia de la responsabilidad, la práctica de valores, la relevancia de la amistad, el ejercicio de la generosidad y de la disponibilidad de cara al prójimo, la colaboración mutua, la solidaridad y el aporte de soluciones a fenómenos tan alarmantes como la pobreza, la soledad y el abandono. 

Un año más, diversos ponentes de reconocido prestigio se dan cita en el Aulario del Campus de Guajara y en el edificio del Seminario Diocesano para trasladar sus reflexiones sobre asuntos de hondo calado relacionados con la temática de la edición, entre ellos el posthumanismo como signo de un cambio de época, el deber de cuidar a las víctimas de abusos en el seno de la Iglesia, los métodos y recursos para el acompañamiento familiar, la calidad de vida en relación a las personas con discapacidad intelectual, la tecnohumanidad o el cuidado como paradigma en el mundo contemporáneo, por citar sólo algunos. El necesario debate sobre la superación del modelo del denominado “Estado de Bienestar” en aras de una “Sociedad de los Cuidados” está, pues, encima de la mesa y se trata de activar a toda la ciudadanía para que tome parte y se involucre con firmeza en esta nueva era. 

Es preciso aspirar al desarrollo humano integral a través de vertientes como el enfoque de capacidades, la reciprocidad, la proximidad, la gratuidad y la colaboración intergeneracional. En definitiva, urge promover la cultura de la ayuda en el marco de la fraternidad. Sin duda queda camino por delante pero, cuanto antes comencemos a transitarlo, antes redirigiremos esta sociedad del siglo XXI a superar retos como el aislamiento, la violencia o el utilitarismo. Mención aparte merece la reconsideración del papel asignado tradicionalmente a las mujeres en el ámbito de los cuidados y que, en mi opinión, debe ser revisado y corregido. 

Nosotras no cuidamos por definición, ni esta misión es, ni mucho menos, vocacionalmente femenina. Tampoco estamos especialmente dotadas para ella, como se nos ha hecho creer de un modo oportunista desde que el mundo es mundo. Sin embargo, la asumimos prácticamente en su totalidad, como una suerte de designio innato. Nos encargamos de los hijos cuando nacen y crecen, de los mayores cuando envejecen o dejan de tener autonomía por sí mismos, y de los enfermos y dependientes desde el momento en que requieren de atenciones. Hasta donde yo sé, a un hombre jamás se le consignó como profesión en el DNI "sus labores", tal y como figuraba hasta hace bien poco en los documentos de tantas y tantas congéneres, y que se traduce en ese trabajo rutinario, agotador, infravalorado, no retribuido ni reconocido, y desarrollado durante casi veinticuatro horas al día los trescientos sesenta y cinco días del año. Por lo tanto, ya va siendo hora de que los hombres también sean cuidadores. Es tiempo de corresponsabilidad.

martes, 2 de abril de 2019

"DOLOR Y GLORIA"





COLABORACIÓN PARA EL BLOG "CINE EN PANTALLA GRANDE", de Gerardo Pérez

Yo clasifico a los directores de cine en dos grupos bien definidos: los que ruedan películas con la intención de dar a los espectadores lo que quieren ver y los que lo hacen para trasladar al público lo que ellos, como artistas y creadores, desean contar. Almodóvar, como todo gran cineasta, pertenece al segundo. A partir de ahí, su obra podrá gustar en mayor o menor medida, pero es incuestionable su condición de creador auténtico, honesto consigo mismo y, por ende, con los aficionados al Séptimo Arte. Reconozco que sus títulos más cómicos, extravagantes y rompedores no conectan conmigo. Sin embargo, cuando se torna más dramático y sensible, sí es capaz de conmoverme, generando ese vínculo mágico entre narrador y oyente, entre quien plasma emociones en imágenes y quien termina por hacerlas suyas y sintiéndolas como propias. 

“Dolor y gloria” constituye una especie de monólogo del realizador manchego ideado a modo de tratamiento para esas patologías que padece y que le atormentan. Se trata de una cinta sentida y sensible donde se concibe la melancolía tal y como la definió el escritor francés Víctor Hugo: la alegría de estar triste. O, para ser más preciso, se recrea en unos recuerdos de sentimientos ya perdidos con el fin de seguir conectado a un pasado de sufrimiento y gozo que nunca volverá a ser presente, por mucho que jamás abandone la mente de su protagonista. En esta suerte de terapia, Almodóvar nos regala varias secuencias sublimes en las que abunda la sensibilidad y que con las que consigue que asomen algunas lágrimas. Y, precisamente debido a esa esencia de soliloquio redentor más propio de un desahogo de diván que del guion de una historia con un comienzo y un final convencionales, algunas partes del metraje parecen desentonar o, cuanto menos, no encajar por completo. 

Todo se dispone al servicio de la curación espiritual del autor, más que a la construcción de una trama cinematográfica al uso. Si no se empatiza con el personaje, el largometraje puede resultar un tanto caótico e insulso pero, a poco que se participe del melodrama, el espectador acompañará de la mano al director por un trayecto que encandila y conmueve. Salvador Mallo es un aclamado director de cine en su ocaso y cuya memoria le transporta constantemente hacia su pasado, a su infancia en el pueblo valenciano de Paterna y al recuerdo de sus primeros amores. El dolor físico producido por las enfermedades que padece se engarzará en un coctel de sentimientos almacenados en su mente del que forman parte sus deseos, sus miedos y, de forma permanente, la figura de su madre. Atormentado por no poder seguir rodando, recurrirá a la escritura como vía de escape para superar sus obsesiones y, sobre todo, para no olvidar. 

Resulta imposible desvincular de la figura de Pedro Almodóvar cuanto acontece en la pantalla grande a lo largo de toda la proyección. Desde la similitud física del protagonista hasta el contenido del relato, cada palabra que sale de la boca del personaje principal conduce directamente a la fuente original, que no es otra que el propio realizador. El “sello Almodóvar” se refleja aquí de forma absoluta. Los colores, el tipo de encuadre de la cámara, las obsesiones, los gestos, el timbre de voz…, todo ello hunde sus raíces en el interior del cineasta más internacional y popular de la cinematografía española. Ganador de un Oscar al mejor guion por la magnífica “Hable con ella” y dos más en la categoría de mejor film de habla no inglesa, a los que hay que añadir un sinfín de galardones, es un artista que no tiene nada que demostrar y que únicamente se dedica a expresarse con entera libertad. 

Dentro del apartado interpretativo destaca sobremanera la actuación de Antonio Banderas, que lleva a cabo un viaje introspectivo creíble, efectivo y certero al alma de su alter ego. Pese al escaso parecido físico existente entre ambos, la comunión que se alcanza es tal que consigue obnubilar el ojo del espectador, quien termina por ver en imagen al propio Almodóvar. Forman parte del sobresaliente reparto coral los actores Asier Etxeandia (“La novia”), Leonardo Sbaraglia (“Relatos salvajes”, “Intacto”), Julieta Serrano (“Mujeres al borde de un ataque de nervios”) y Penélope Cruz (“Volver”, “Todos lo saben”).