viernes, 26 de julio de 2019

"VACACIONES" Y "DEBERES" NO SON CONCEPTOS CONTRADICTORIOS


Artículo publicado en El Día el 26 de julio de 2019

Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 29 de julio de 2019




A finales del pasado mes concluyeron las clases en colegios e institutos y numerosos padres volvimos a casa, además de con nuestros hijos, con un Libro de Vacaciones debajo del brazo. Unos, siguiendo las recomendaciones de los profesores para reforzar los conocimientos adquiridos por los chicos a lo largo del curso. Y otros, a pesar de las buenas calificaciones de los vástagos, convencidos de que un repaso veraniego es beneficioso para encarar los retos venideros. No obstante, también algunos rechazaron la oferta, por considerar que verano y deberes son conceptos contradictorios y hasta excluyentes. La conveniencia de dedicarle un mínimo de atención extra a la Lengua y a las Matemáticas se ha convertido en el enésimo debate de este país nuestro, tan proclive a enfrentar posturas que, en honor a la verdad, no son opuestas. 

Parece que en España estamos condenados al blanco o al negro. No hay matices. O los chiquillos tienen que estar acostándose y levantándose tarde, viendo atardeceres en la playa, jugando al fútbol con sus amigos y leyendo todos los tebeos del mundo o, por el contrario, deben estar la totalidad de la jornada haciendo deberes, repasando asignaturas, enfrentándose a lecturas nada apetecibles o practicando cálculo sin parar. Personalmente, no puedo compartir la primera apreciación, convencida como estoy de que veinticuatro horas dan para mucho, siempre y cuando se distribuyan con cabeza. Defiendo que, aunque su intensidad varíe, los hábitos y las rutinas no tienen por qué desaparecer de un plumazo durante los períodos vacacionales. La responsabilidad, la disciplina y el esfuerzo no distinguen un mes de otro y, por el bien de los menores, tendrían que seguir aplicándose en julio y agosto. 

Eso sí, distribuir adecuadamente el tiempo resulta imprescindible para abordar las actividades estivales, ya estén centradas en el ocio y la diversión o en la realización de tareas académicas y domésticas. De hecho, se trata de una oportunidad de oro para que los más pequeños de la casa se involucren en trabajos tales como ordenar, limpiar, hacer la compra y cocinar. De ese modo, valorarán en su justa medida el permanente esfuerzo que llevan a cabo sus madres y padres en este terreno. Abundando en la cuestión, varios estudios científicos han demostrado que en dos meses y medio al margen del estudio se desaprende, se llega a septiembre en baja forma intelectual y se tarda más de lo deseable en recuperar el ritmo de aprendizaje. Quienes consideramos que los chavales deben dedicar un rato diario a fijar conocimientos y a adquirir cultura, pensamos asimismo que dicha circunstancia no les impedirá construir castillos de arena, ver películas, practicar deportes o jugar con las videoconsolas. Esas siete horas en las que ahora no están en el colegio son demasiadas para desperdiciarlas saltando de la cama al sofá y del sofá a la cama. 

Además, los adultos no disponemos de las mismas vacaciones y, por lo tanto, hemos de aguzar el ingenio para cubrir esos largos ratos de separación familiar. A modo de orientación, existen propuestas lúdicas para todas las edades, muchas de ellas gratuitas, que se difunden a través de los medios de comunicación. Desde luego, la solución ideal no estriba en dejar que los niños, sobre todo si van camino de la adolescencia, hagan de su capa un sayo y opten por no dar palo al agua o, peor aún, por pasarse las horas muertas con un mando en la mano, abonados a una realidad tan virtual como perjudicial. Vale la pena, pues, ofrecerles también en vacaciones una alternativa educativa perfectamente compatible con la diversión, tratar de que se entusiasmen con la adquisición de nuevos conocimientos, aspirar a que asocien el concepto de “estudio” al de una mejora en todos los sentidos y apostar por la preparación continua, con la mirada puesta en un futuro que va a llegar mucho antes de lo que se imaginan. Volvemos en septiembre.

https://www.eldia.es/opinion/2019/07/26/vacaciones-deberes-son-conceptos-contradictorios/995654.html

martes, 23 de julio de 2019

"UN PUERTO VIOLETA"






El próximo día 25 tendrá lugar otra cita ineludible de la mano de Charter 100 Tenerife. Nuestra Asociación de Mujeres Profesionales participará en una interesantísima jornada centrada en el estado de la igualdad y la conciliación laboral en la actualidad. 

Será una magnífica oportunidad para escuchar a dos grandes compañeras charterianas: Maite Salazar, responsable de Recursos Humanos de Puertos de Tenerife, y Reyes de Miguel, la primera (y todavía única) bombera de nuestra maravillosa isla. 

Seguimos dando pasos firmes para alcanzar una igualdad REAL y llevar a cabo una conciliación que sea, por fin, sinónimo de CORRESPONSABILIDAD. 


viernes, 19 de julio de 2019

LA ACTUAL OBSESIÓN POR HACERSE FOTOS



Artículo publicado en El Día el 19 de julio de 2019

Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 20 de julio de 2019




Quien vaya a tener la suerte de disfrutar este verano de algunos días de vacaciones comprobará que los archifamosos palos adosados a los móviles se han convertido en imprescindibles compañeros de viaje para buena parte de la población, que con tan socorrido invento inmortaliza momentos de su vida cotidiana sin tener que pedir a un tercero el favor de que les enfoque y apriete el consabido botón. Este acto de autofotografiarse con cualquier excusa (comer una pizza, comprar una prenda de ropa, tomar un mojito, visitar un monumento, darse un chapuzón…) es, de un tiempo a esta parte, la más recurrente actividad de moda para millones de ciudadanos planetarios. 

Debe ser por eso que el anglicismo “selfie” no alude solamente a los autorretratos en sí, sino también a los individuos obsesionados con compartirlos en las redes sociales. Y es que todo parece indicar que quienes publican su imagen de un modo desmedido (incluso, compulsivo) suelen establecer relaciones más bien superficiales y abonarse a un concepto de intimidad, como mínimo, discutible. Precisamente es esta última particularidad la que nos aleja a los primates analógicos como una servidora, acostumbrada desde la cuna al trato cara a cara, de esta práctica tan en boga. Sin embargo, no faltan expertos que indican que para los nativos digitales nacidos a partir de 1980, amistad e intimidad no implican necesariamente presencia física. Ahí lo dejo. 

Aunque yo no sea partidaria de inmortalizarme demasiado a menudo, estoy dispuesta a admitir que tomarse fotos a uno mismo puede resultar hasta divertido, siempre y cuando no se haga cada diez minutos y en todas las poses y escenarios posibles para después, a la velocidad del rayo, colgarlas en el limbo tecnológico. No en vano, Facebook y Twitter han sido las grandes promotoras de esta tendencia, cuya motivación va desde el entretenimiento más inocente a la exhibición de logros para provocar la envidia del prójimo o al loable deseo de compartir momentos felices con el resto de la especie humana. Sea como fuere, opino que detrás de estas exposiciones excesivas se esconden algunas personalidades compatibles con perfiles o modelos de baja autoestima. 

En el primer grupo suelen encajar hombres y mujeres con un elevado concepto de su persona, pagados de sí mismos y escasamente tolerantes a las críticas negativas, por nimias que estas sean. Su máxima preocupación gira en torno al número de “me gusta” o de retweets que obtendrán sus instantáneas. Si, además, anotan en su haber varios comentarios favorables de sus supuestos admiradores, su nivel de popularidad crecerá como la espuma y ya estarán en condiciones de lucir una identidad alternativa, retroalimentada y validada por jurados ajenos que poco o nada conocen de su auténtico yo. 

Por lo que se refiere al segundo bloque, la sobredosis de imágenes puede indicar un grado de autoestima bastante bajo, a la par que una notable necesidad de autoafirmación. Son seres que se hallan en un búsqueda perpetua de la aceptación de los demás. Más aún, de su aprobación, sin ser conscientes del riesgo de que su afición llegue a convertirse en adicción. De hecho, no pocos especialistas en Psicología identifican algunas señales de alarma como antesala de una serie de patologías severas, entre ellas el trastorno obsesivo-compulsivo y la depresión. 

Como sucede en casi todos los órdenes de la vida, en el medio suele estar la virtud y este concreto ámbito no es ninguna excepción. Tratar de potenciar nuestro lado más atractivo (exterior, pero también interior) es comprensible y hasta recomendable. Recibir el reconocimiento ajeno puede incluso suponer una inyección de energía positiva en un momento dado y servir para superar un bache existencial. Palabras amables nunca sobran, particularmente si son sinceras. Pero de ahí a vivir en permanente estado de revista o de cara a la galería, se crea un abismo de superficialidad al que, por pura lógica, no conviene asomarse.

martes, 16 de julio de 2019

DÍA DE AMOR Y DE BONANZA






Que eres loba de mar y remadora,
Virgen del Carmen, y patrona mía,
escrito está en la frente de la aurora, 
cuyo manto es el mar de mi bahía. 

Que eres mi timonel, que eres la guía 
de mi oculta sirena cantadora, 
escrito está en la frente de la proa 
de mi navío, al sol del mediodía. 

Que tú me salvarás, ¡oh marinera 
Virgen del Carmen!, cuando la escollera 
parta la frente en dos de mi navío,

loba de espuma azul en los altares, 
con agua amarga y dulce de los mares 
escrito está en el fiero pecho mío.

RAFAEL ALBERTI

viernes, 12 de julio de 2019

EL VALOR DE LA PALABRA DADA



Artículo publicado en El Día el 12 de julio de 2019

Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 13 de julio de 2019





Qué tiempos aquellos en los que los negocios se cerraban con un apretón de manos, las promesas se cumplían y coincidían pensamientos, palabras y obras. Está claro que la virtud de la coherencia no pasa por su mejor momento. Encontrar personas que piensen, digan y hagan lo mismo es más difícil que ver llover hacia arriba. Y, por lo que respecta a la escena política, pasamos directamente al ámbito de los milagros. 

Apenas han transcurrido unas semanas desde la celebración de las elecciones generales, autonómicas y municipales y ardo en deseos de comprobar si a la postre los representantes de las distintas formaciones van a cumplir sus promesas preelectorales, al menos quienes no han obtenido la mayoría suficiente de votos para gobernar con comodidad. Ojalá me equivoque, pero los repentinos y sorprendentes cambios de criterio van a ser moneda común a partir de ahora. Y, si no, tiempo al tiempo. 

Lo que parece evidente es que el valor de la palabra dada cotiza claramente a la baja y ello es aplicable a todos los órdenes de la vida, desde el más trascendental al más irrelevante. Ya nada es lo que era. A menudo recuerdo con nostalgia sana aquellas películas del Oeste de las sobremesas de los sábados de mi infancia, en las que el compromiso verbal de los protagonistas era más que suficiente para formalizar un pacto. Claro que yo ya tenía en casa a mi particular Gary Cooper, un padre honesto hasta el extremo y que jamás en su vida quebró un juramento. Por lo visto, se trata de prácticas del pasado, que van desapareciendo al mismo tiempo que quienes las ponían en práctica sin fisuras. Descansen en paz. 

Yo misma, en el ámbito profesional, insisto muy a mi pesar en la importancia de trasladar al papel cuantos datos conciernan a una relación, bien sea contractual o de otra índole, amparándome en la famosa (y, por desgracia, certera) máxima de que “las palabras se las lleva el viento”. Porque en este mundo nuestro que gira alrededor del poder y el dinero, sólo los contratos por escrito evitan complicaciones ulteriores no deseables y son los documentos los que consolidan los vínculos entre las partes de un negocio. Reconozcamos, pues, que la suspicacia y el recelo han ganado la batalla a la confianza y a la buena fe. 

No obstante, tampoco es preciso recurrir a las esferas jurídicas, políticas o financieras para constatar esta realidad tan poco edificante. Lo que algunos maleducados consideran una trivialidad, como llegar tarde a las citas, también es una muestra habitual del poco o nulo valor que se le otorga a la palabra dada y constituye una falta de respeto hacia el otro, que viene a importar al impuntual aproximadamente el cero absoluto y que, como tarjeta de presentación del sujeto en cuestión, no tiene desperdicio. Luego tratará de justificarse acusando a la pobre víctima de su retraso de ser demasiado estricta. Relájate, le dirá, que la vida son dos días. Sin sonrojos. Con un par. 

El propio entorno doméstico es igualmente testigo de esta costumbre tan rechazable -que no tan rechazada-, reproduciéndose idéntico fenómeno con el trato que dispensamos a niños, adolescentes y jóvenes a nuestro cargo. Con frecuencia les generamos falsas expectativas o les ilusionamos con propuestas irrealizables, con lo que supone de correspondiente decepción posterior. Lo cierto es que, una vez acostumbrados a que sus mayores incumplan lo acordado, pretender que después se conviertan en adultos abonados a la sinceridad y al cumplimiento de los compromisos adquiridos no deja de ser una ingenuidad, cuando no una osadía. 

En definitiva, considero que respetar la palabra dada es respetarnos a nosotros mismos, es revelar nuestro grado de integridad y seriedad y, más aún, es demostrar al prójimo que nos importa. Pero, por encima de todo, es el único patrimonio que nos queda cuando ya no nos queda nada.

https://www.eldia.es/opinion/2019/07/12/palabra-dada/992043.html

miércoles, 10 de julio de 2019

EN PLENO ECUADOR SANFERMINERO





Este miércoles 10 de julio, en pleno ecuador de las fiestas de mi querida ciudad, tendrá lugar uno de los actos más entrañables de los Sanfermines: la ofrenda infantil a nuestro Santo Patrón. 

Hoy, desde la distancia, me uno al amor que le profesarán los niños pamploneses en la bellísima capilla de San Lorenzo. 

¡¡¡VIVA SAN FERMÍN!!!



viernes, 5 de julio de 2019

LA VILEZA DEL MALTRATO ANIMAL EN NOMBRE DE LA TRADICIÓN



Artículo publicado en El Día el 5 de julio de 2019

Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 6 de julio de 2019





En no pocos ámbitos, la raza humana ha avanzado de un modo sorprendente en los últimos siglos. Se han experimentado avances espectaculares en los campos de la ciencia y la tecnología, trazado el mapa de nuestro genoma, llegado a la Luna y progresado en el reconocimiento otrora impensable de algunos Derechos Fundamentales. Sin embargo, aún nos queda un enorme trecho por delante y uno de sus aspectos más rechazable es el relativo al maltrato animal por pura diversión, sustentado sobre una peregrina idea de la tradición entendida como transmisión de ritos, usos y costumbres populares que se mantienen de generación en generación. 

Personalmente, me resulta incomprensible que en pleno siglo XXI el hombre necesite hacer daño a otras especies -incluida la suya propia- como complemento de fiestas y jolgorios. Ahora, con la llegada de las fiestas veraniegas, esta tendencia se acentúa todavía más, traduciéndose en actuaciones denigrantes que reflejan un ínfimo nivel de empatía hacia el medio natural y hacia los seres vivos que lo habitan. Cabe recordar que hasta hace bien poco tiempo se celebraba en la localidad vallisoletana de Tordesillas el famoso festejo del “Toro de la Vega”, una jornada que se remontaba al siglo XV y en la que un astado era perseguido a las orillas del río Duero por lanceros a caballo cuya misión consistía en acorralarlo y atravesarlo con rejones hasta la muerte. Quien lograba darle el puyazo definitivo de gracia era reconocido en el pueblo como un verdadero héroe. 

Por fortuna, la propia fluidez del concepto de Cultura nos está permitiendo desafiar determinado acervo asociado a la atrocidad y, así, la otra cara de este macabro recorrido por las celebraciones más crueles de nuestra tierra la ofrecen algunos pueblos que han sustituido la carne y el hueso por el plástico y el cartón piedra, como sucede con las cabras que se lanzan desde el campanario de la iglesia en Manganeses de la Polvorosa (Zamora) o con los gansos que decapitan en la villa marinera de Lequeitio (Vizcaya). Son dos ejemplos de que la presión social en aras de finiquitar aficiones de todo punto de vista salvajes e indefendibles da a veces resultado. Los defensores de estos espectáculos tan incivilizados aluden habitualmente al factor económico como decisivo para su perpetuación. 

Desde luego, no parece un argumento baladí, sobre todo si quienes lo esgrimen ostentan cargos de representación ciudadana. Porque cuando una práctica ancestral genera pingües beneficios sobre un territorio, resulta harto complicado oponerse a ella enarbolando las controvertidas banderas de la ética y la humanidad. De hecho, los propios políticos suelen ser los más renuentes a arriesgar los sillones enfadando a sus virtuales votantes con unas decisiones tan impopulares. Aun así, a mi juicio no se debe cejar en la aspiración de modificar esta clase de ocio aplicando otras medidas, contempladas si se quiere a largo plazo pero, en todo caso, imprescindibles de ser tomadas en algún momento. Se torna preciso consensuar las posturas de los defensores y los detractores, habida cuenta además que en los primeros suele prevalecer la voluntad de la citada preservación ritual frente a un afán de vejar a las especies. 

Obviamente no se trata de aumentar la brecha entre ambos bandos ni de alimentar más conflictos, sino de ir imponiendo paulatinamente, a través de la educación y de la información, la estima y la protección de todo ser vivo. A estas alturas de la Historia, vivir en comunidad debería significar posicionarse muy lejos de perspectivas arcaicas que entienden la cultura como un conjunto de valores inmutables que han de acarrearse por los siglos de los siglos, aunque representen una apología del sufrimiento gratuito y un atentado a la convivencia decente. Para concluir, es necesario manifestar alto y claro que no todas las tradiciones son dignas de perdurar, máxime si pretendemos que nuestros hijos hereden y compartan un planeta más justo y, por ende, más evolucionado. De lo contrario, habremos fracasado nuevamente como especie.

martes, 2 de julio de 2019

LA INOLVIDABLE EXPERIENCIA DE SER ACTRIZ POR UN DÍA





¿Quién preferiría ser una "chica Almodóvar" en vez de una "chica de Cándido"? 

La duda ofende. Yo, hasta el fin del mundo con mi director favorito y con el extraordinario equipo de Film Experience Express. 

No dejen de vivir de su mano la inolvidable experiencia de ser actor por un día. Entren en www.filmexperienceexpress.com y compruébenlo. Les aseguro que no se arrepentirán. 

Palabra de geisha. Palabra de zombi.