Estoy perdidamente enamorada de mi tierra de adopción, por más que en mi corazón también albergue a la bellísima Navarra que me vio nacer.
Ni en mil vidas podré agradecer la sensación de pertenencia que las Islas Afortunadas y sus excepcionales gentes me regalan con cada nuevo amanecer.
Así que en esta jornada de celebración, y bajo el sol tinerfeño que esmalta los colores de nuestra bandera, me dispongo a inundar de luz y sosiego todo mi ser.
Feliz Día de Canarias.
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