El 25 de junio de 1964 era un jueves de luna llena en el que Pamplona abría sus murallas al estío y mis paisanos comenzaban la cuenta atrás para cantar, bailar y correr delante de los toros, con el capote de San Fermín como testigo de excepción. Me enteré de aquel dato muchísimo tiempo después y de inmediato comprendí por qué el número 4 y el cuarto día de la semana habían sido mis favoritos desde siempre. Sin duda, ya estaba marcada desde la cuna.
El 25 de junio de 2022, el jueves se ha convertido en sábado, la luna en sol y Pamplona en Santa Cruz de Tenerife, celebrando inusitadamente el Carnaval de Día. Cincuenta y ocho veranos de luces y sombras, de penas y alegrías, de amores y desamores, de ilusiones y decepciones, pero con la sonrisa por bandera. Porque así es la vida, así la acepto y así le doy gracias.
Un año más le pido el mismo deseo al soplar las velas: continuar recorriendo mi camino con quienes son esenciales para mí, Gerardo, Miguel y David, sin cuya existencia mi existencia no sería como es, y arropada por el cariño de los que tengo cerca y de los que me acompañan en la distancia. Ese ha sido, es y será siempre mi mejor regalo. Un gran abrazo desde el corazón.
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