viernes, 10 de mayo de 2013

DE AMORES OTOÑALES Y HERENCIAS EN PELIGRO


Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 11 de mayo de 2013 
 
 
 
 
De entre los múltiples asuntos que recalan en los despachos de abogados, los relativos a las herencias son, probablemente, aquellos que generan más conflictos y que mejor dibujan la condición humana. Naturalmente, para mal. Cuánta razón tenía Francisco de Quevedo al expresar su certero “poderoso caballero es Don Dinero”. Por eso, nada le hubiera extrañado al insigne escritor del Siglo de Oro leer las recientes noticias acerca de la presunta incapacitación de Alfredo Di Stefano por parte de sus cinco hijos. La firme decisión de “la saeta rubia” de contraer matrimonio con una cuidadora costarricense medio siglo menor que él ha hecho saltar en pedazos todas las alarmas de sus herederos, que vislumbran con horror la sustancial mengua de las ganancias que su progenitor amasó merced a sus habilidades futbolísticas y que, en ausencia de este amor otoñal, recaería exclusivamente en sus filiales manos. Así que, como no están dispuestos a tolerar las supuestas veleidades de su anciano padre, que ha perdido la cabeza por su futura y millonaria madrastra, han decidido incapacitarle por su bien. Por el bien del astro argentino, dicen.

 
Años ha, estuvo a punto de caer en idéntica tentación la también numerosa prole de la mediática Duquesa de Alba, dama de dicción y cabellera peculiares que, cuando conoció al apuesto funcionario Alfonso Díez (cinco lustros les separan) sufrió en cuerpo y alma una transformación similar a la de San Pablo al caer de su montura a las puertas de Damasco. Asistir a los rostros demudados de los seis vástagos de doña Cayetana en los realities de sobremesa fue un espectáculo digno de ver.  Menos mal que, a la postre, depusieron su inicial actitud y, previo reparto del botín materno, accedieron al enlace de la aristócrata con su apolíneo enamorado. Por cierto, que ahí sigue, feliz de la vida, de la Maestranza a Las Ventas, de la Feria de Abril a la Semana Grande donostiarra y de Tailandia a Egipto, demostrando una vitalidad superior a la de cualquiera de sus rancios y grisáceos descendientes.

 
Dadas las circunstancias, y en previsión de que el cabreo de los Di Stefano cree tendencia en otros herederos con similares deseos de pasar por caja antes de tiempo, me permitiré la licencia de advertir que incapacitar a una persona es una decisión sumamente seria que tan sólo se toma en circunstancias muy especiales. Tal y como recoge el artículo 200 del Código Civil, “son causas de incapacitación las enfermedades o deficiencias persistentes de carácter físico o psíquico que impidan a la persona gobernarse por sí misma”. En estas patologías se englobarían los trastornos de personalidad, las ludopatías, la psicosis crónica, los retrasos mentales, el alcoholismo y la drogodependencia. La demanda también puede sustentarse sobre la figura de la prodigalidad o dilapidación de los bienes, aunque tirar el dinero es, amén del motivo menos habitual, el más difícil de acreditar, ya que el demandado no está obligado a acudir al médico y, sin la revisión de un facultativo, no hay procedimiento que valga. Algo me dice que, por suerte para él, el Presidente de Honor del Real Madrid no encaja en ninguno de estos supuestos.

 
No sé qué final le aguardará al romance que mantiene con la mujer que empuja su silla de ruedas. Desconozco asimismo si las intenciones de la flamante novia son tan honorables como las que quieren hacer creer los beneficiarios de su fortuna, carne de su carne y sangre de su sangre. En todo caso, vaya por delante mi felicitación a la singular pareja. Tal y como están las cosas, y puesto que de lo suyo gasta, considero que don Alfredo está en su perfecto derecho de disfrutar de los años que le queden de vida como le plazca. ¿O acaso no fue él quien marcó los goles? Pues eso.

http://www.laopinion.es/opinion/2013/05/11/amores-otonales-herencias-peligro/474794.html


 
 
 
 

 

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