viernes, 31 de mayo de 2019

PARIR EN CASA, UNA TENDENCIA AL ALZA



Artículo publicado en El Día el 31 de mayo de 2019

Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 1 de junio de 2019




Por fortuna, los seres humanos vamos variando nuestra forma de pensar y de actuar a medida que las hojas de nuestros almanaques vitales van cayendo una sobre otra. Conste en acta que no lo digo como una circunstancia negativa sino, muy al contrario, asociada a una muestra de inteligencia y de capacidad de evolución. Me parecería preocupante que mantuviéramos la misma visión de las cosas con dieciocho años que con medio siglo, como si las experiencias vividas no nos hubieran dejado huella alguna. En este sentido, y teniendo en cuenta que los avances experimentados en el último siglo nos han permitido alargar y mejorar nuestra calidad de vida, me sorprende la tendencia actual de renunciar a hábitos y medidas que implican una mayor seguridad sanitaria. 

Sin ir más lejos, ahora se consideran gestos de modernidad y rebeldía prácticas tales como las de fomentar el consumo de leche cruda, evitar la vacunación de los niños o dar a luz en casa. Por supuesto que defiendo la capacidad de decisión de las mujeres a la hora de afrontar la inigualable experiencia de traer un hijo al mundo, si desean vivir un momento tan íntimo con anestesia o sin anestesia, si les resulta viable solicitar una u otra postura en el tramo final del proceso -bien sea tumbada, sentada o de pie-, incluso si desean escoger uno u otro acompañante con quien compartir tan inolvidable instante. Ahora bien, como cada parto es distinto y entraña cierto riesgo, pienso que decantarse por un centro hospitalario garantiza una atención adecuada en el caso de que surja cualquier contratiempo o imprevisto. 

Insisto. Nada más lejos de mi intención que inmiscuirme en la esfera privada de nadie pero, sinceramente, me resultan muy difíciles de entender determinadas alternativas que ponen en peligro, no sólo a las propias parturientas, sino también a los bebés que están en camino. Por chocante que resulte, hay quien considera una agresión y hasta una violación el hecho de que las matronas realicen tactos genitales a las futuras madres para constatar cómo va progresando la dilatación uterina. Escuchar manifestaciones de este tenor y hacer memoria es todo uno ya que, en mi caso particular, jamás me sentí agredida, ni mucho menos violada, por los profesionales que atendieron mis partos cuando introdujeron sus dedos y sus espéculos en mi vagina. Por el contrario, me inundó una tranquilidad infinita, con independencia de las molestias y los dolores padecidos, al pensar que estaba en manos expertas y que, en caso de necesidad, los avances de la Medicina, desde el instrumental a la anestesia pasando por la higiene y los conocimientos de los facultativos, se pondrían a mi disposición y a la de mis bebés. 

Desconozco el porcentaje de madres que ha optado y que, a buen seguro, seguirá optando por estos partos alternativos, aunque me consta que a veces han tenido que acudir a la carrera a los hospitales tradicionales, ya sea para dar a luz con éxito, ya sea para tratar a contrarreloj a sus vástagos de determinadas patologías que podrían haber sido evitadas. Defiendo sin ambages la libertad individual y respeto profundamente, aunque no las comparta, elecciones de lo más diverso. Pero, por encima de todo, considero que el interés de los menores debe primar siempre sobre las preferencias de los adultos, padres incluidos, máxime en ámbitos como el sanitario, que les afecta de un modo tan directo y determinante. 

Probablemente fue lo mismo que pensó una juez de Oviedo cuando el pasado mes de abril obligó a una parturienta que sobrepasaba las cuarenta y dos semanas de gestación a dar a luz en un centro médico a instancias de los responsables del mismo, que solicitaron dicha orden judicial convencidos de que la niña que estaba a punto de nacer se hallaba en peligro de muerte. Por cierto, tanto la madre como la hija se encuentran en perfecto estado, así que... enhorabuena.

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