El día 5 de octubre de 2019 un joven militar tinerfeño, Alejandro Torres González, murió en la costa norte de la isla de Tenerife tras haber sufrido un desgraciado accidente. Desde esa fatídica fecha su madre, Natalia, ha entablado una batalla sin tregua para conseguir un puesto de salvamento marítimo que impida que una tragedia semejante pueda volver a repetirse (adjunto video con su mensaje):
Hoy deseo compartir mi pequeña aportación en forma de carta a su blog, "No te tocaba a ti", al tiempo que solicito la firma en la plataforma Change.org para que este objetivo se convierta en realidad. Porque las causas justas deben ser defendidas y apoyadas siempre.
https://www.change.org/p/mi-hijo-muri%C3%B3-en-el-mar-dediquen-recursos-al-salvamento-mar%C3%ADtimo-en-tenerife?redirect=false
Natalia:
No sé si estas palabras te llegan pronto o tarde, porque el tiempo es sólo un parámetro y, para mí, poco importante. Como la edad. En todo caso, aquí las tienes, recién salidas de mi corazón y no sin dificultad. Porque curiosamente, amiga, aunque pensaba que brotarían de mi ser a borbotones, me ha costado un mundo sacarlas a la luz. A mí, que con ellas hago magia. Que desde niña han sido mis muletas para poder expresarme, para demostrar mis afectos, para defender mis batallas, para conjurar mis miedos. Para todo menos para escribirte a ti (Matizo. Para escribirte a ti con Ale observándonos desde fuera, como Velázquez a sus Meninas). Ale. Qué inmenso se me hace invocarle. Desde que supe cuánto nos unía a las dos, no he olvidado ni un solo día semejante sobredosis de coincidencias con el Caballero Legionario a quien di la vida y que en su momento también fue mi faro, la luz que me salvó de las tinieblas, el ser que me convirtió en la mujer más feliz del mundo. Alejandro y Miguel. Físicamente tan parecidos, con sus boinas y su valentía, con su porte y su dignidad, con su entrega y su devoción por nosotras, sus madres, y a cargo ya de una unión indisoluble que trasciende al tiempo y al espacio. Porque Ale es eterno y, como sucede con los héroes de la Edad Antigua, extiende su polvo de estrellas para recordarnos que su misión no acaba con su temprana e injusta partida, sino que se extiende a diario, cálida y confortable, luminosa y fragante, para que jamás olvidemos que estuvo, que está y que estará, desde el alfa a la omega, para compelernos a dar siempre nuestra mejor versión.
Gracias por el texto porque nos ayuda a recordar que debemos gratitud a infinidad de personas que nos han acompañado, lo hacen y lo harán a lo largo de nuestra vida. Las que no están físicamente, permanecen más unidas que nunca a nuestro corazón, las añoramos e incluso invocamos para que hagan de avanzadilla cuando estamos en una encrucijada. Todo es mágico, Myriam... como tus palabras . Un abrazo, otro para Natalia y un recuerdo para todas las madres que en ocasiones tienen el corazón en vilo.
ResponderEliminarGracias a ti siempre, Teresa, por la generosidad que compartes desde tu inmenso corazón. Eres un regalo de la vida y no veo la hora de darte uno de esos abrazos luminosos que tanto reconfortan.
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