Con cada inicio de curso,
con cada cambio de temporada, me asalta inevitablemente la misma reflexión en
torno al paso del tiempo. Constato que la vida es una rueda que avanza sin parar
de girar. Día tras día. Mes tras mes. Año tras año.
Sin embargo, confieso que esta
realidad no me produce ningún rechazo y en todos mis cumpleaños me pregunto qué
me deparará el destino durante las siguientes cincuenta y dos semanas.
Unas veces me ha salpicado
de tragedia. Otras, sin embargo, ha sido la comedia la que se ha impuesto.
Exactamente igual que en mi adorado Séptimo Arte.
En ocasiones ha zarandeado
mi alma con dolorosas despedidas pero, en una suerte de justicia compensatoria,
también me ha cubierto de afectos a través de bienvenidas maravillosas y de
inesperados reencuentros.
Aunque no siempre ha sido
generoso conmigo, me ha brindado los mejores mimbres para trenzar mi personal cesto de esperanza y de
fe en el futuro.
Y aquí sigo, entera y agradecida
por poder disponer todavía de mis cinco sentidos. Consciente del privilegio que
supone ver, oír, tocar, oler y gustar. Con la curiosidad intacta y con la
capacidad de sorpresa aún vigente.
Mientras la calle ruge que
son malos tiempos para la lírica –imposible olvidar a Golpes Bajos: “el azul
del mar inunda mis ojos, el aroma de las flores me envuelve”-, mi innato
optimismo pugna por abrirse paso entre las sombras. Espero triunfar en el
intento porque todo lo que he vivido hasta la fecha ha educado mi mirada para descubrir
el lado positivo de las cosas.
No se trata de una actitud
inocente. Tampoco de una pose de cara a la galería. Es más bien un ejercicio de
voluntarismo con argumentos, de firme convencimiento de que a ser feliz también
se aprende. Y yo no quiero perderme ninguna clase de la asignatura más
importante.
Seguir teniendo sueños por
cumplir es un magnífico punto de partida para este septiembre recién estrenado y a mí, una Cáncer de libro, sueños nunca
me han faltado.
Sueños como el de abrazar a
quienes tanto he querido, quiero y seguiré queriendo.
Sueños como el de pasear en otoño
por los parques de Pamplona.
Sueños como el de continuar
escribiendo.
Gracias:
ResponderEliminarGracias a ti, Antonio y bienvenido al blog.
ResponderEliminarUn saludo.