La proximidad de las fechas
navideñas exacerba si cabe en las personas tóxicas ese nefasto carácter del que
hacen gala durante el resto del año. Desgraciadamente, he conocido y padecido a
muchas de ellas, aunque agradezco que me hayan servido como modelos
involuntarios de lo que nunca he querido ser.
El hecho es que, mientras existen
seres humanos que despliegan en sus actividades diarias un derroche de amor,
equilibrio y positividad y se dedican a entregar una parte de sí mismos al
prójimo, otros cargan un saco de decepciones, problemas y negatividad que van
esparciendo permanentemente por el camino de la vida.
Suelen creerse en posesión de la
verdad absoluta y, en consecuencia, consideran que su forma de proceder está plenamente
justificada. Se pueden encontrar en cualquier parte, dentro de la propia
familia, en el ámbito laboral o entre los amigos y conocidos, y son fácilmente
reconocibles merced a su carácter hiriente, agresivo e inflexible.
A menudo se exaltan cuando se les
contradice y se caracterizan por no respetar las opiniones distintas a las
suyas. El rasgo que mejor les define es su incapacidad de aceptar a los demás
tal y como son, con sus pros y sus contras, sus luces y sus sombras, sus
virtudes y sus defectos. Se haga lo que se haga, con ellas nunca se acierta, debido a esa patología
que les impide ser felices y percibir el lado bueno de las cosas.
Siempre contribuyen a generar
ambientes de tensión y nerviosismo, de tal manera que, cuando abandonan cualquier
reunión, la atmósfera mejora invariablemente y en su ausencia se restablece la
sensación de alivio originaria.
Presentan un compendio de
frustración, inseguridad, resentimiento, crítica, necesidad de aprobación y
baja autoestima, todo ello con el inevitable trasfondo de la envidia, el pecado
más habitual y el que mayor sufrimiento produce en quien lo arrastra.
Por ello, es imprescindible
detectarlas con prontitud y, sobre todo, alejarse de ellas lo antes posible. Lo
deseable es que, al igual que elegimos objetos o actividades que nos resulten
gratos y beneficiosos en detrimento de otros perjudiciales y desagradables,
hagamos lo propio con las personas que se cruzan en nuestro destino y optemos
por aquellas que nos aporten belleza espiritual y equilibrio emocional.
Colguémonos un cartel virtual que
rece “Reservado el derecho de admisión” y huyamos de las personas tóxicas.
Myr: Cómo te agradezco estas píldoras mañaneras de sabiduría, sensibilidad, humor y amor, prudencia y valentía...! Cada día aprendod e ti y disfruto contigo. Gracias por ser mi amiga! Rose
ResponderEliminarComo bien sabes, tu amistad la cuento entre mis mayores tesoros. Las razones son tantas y de tanta entidad que sería imposible enumerarlas. Pero ten por seguro yo gano con ella más que tú.
ResponderEliminarGracias por tu apoyo permanente, incondicional y lleno de cariño verdadero.
Siempre unidas.
MYRIAM
....no sabes Myriam lo mucho que se repite tu historia en cada familia y cada grupo de amigos o compañeros de trabajo. Un bravo por su iniciativa de hacerlo publico y de traer un poquito mas de luz a un tema de urgencia vital para la intervencion de estas personas y su necesario desenmascaramiento..
ResponderEliminarMuchísimas gracias por su comentario. Me sirve de acicate para profundizar en la difícil pero apasionante senda de las relaciones interpersonales. Cada vez detecto más soledad y deshumanización en la sociedad en la que vivimos y esa realidad me preocupa. A veces basta un pequeño golpe de timón para cambiar el rumbo de nuestros destinos y huir de las personas tóxicas es un primer paso imprescindible.
ResponderEliminarUn abrazo cariñoso.
MYRIAM
Así es, Jesús.
ResponderEliminarMuchas gracias por su comentario.
Un cordial saludo.
MYRIAM