Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 6 de octubre de 2017
Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 8 de octubre de 2017
Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 8 de octubre de 2017
Igual que existen mentes que albergan diferentes modos de pensar, existen corazones que defienden diversas formas de amar. Algunos individuos dedican su vida entera a querer a una sola persona. Otros, por el contrario, comparten su existencia con varias parejas. Pues bien, ahora entra en escena una nueva tendencia que, con el nombre de sologamia, consiste básicamente en ejercer el amor propio hasta el extremo de contraer matrimonio con uno mismo. Algo así como el “yo, mi, me, conmigo”, pero elevado a la máxima potencia del compromiso. Y con bodorrio incluido.
Pensarán en buena lógica que se trata de una broma. Sin embargo, se equivocan. Diré en su descargo que se trata de un fenómeno reciente que está ahí para todo el que quiera comprobarlo. Además, visto lo visto de un tiempo a esta parte, mucho me temo que ha llegado para quedarse.
Mientras una terrible epidemia de soledad se extiende como mancha de tinta por nuestro desnortado planeta, surgen del seno de las sociedades desarrolladas (es un decir) hombres y mujeres que, hartos de sufrir en sus propias carnes la mala fama que arrastra la soltería, deciden casarse con su mismidad.
Se trata, sencilla y llanamente, de dedicar su afecto, sus horas, su dinero y sus energías a ellos mismos. Nada de novios, ni de relaciones serias ni de encuentros casuales que, a menudo, conllevan decepciones y fracasos. Aquí se apuesta sobre seguro, con el éxito garantizado y al margen de príncipes azules y de medias naranjas. El cuento de hadas persiste, pero en otro formato.
Ya se han registrado casos de esta reciente moda en países como Canadá, Estados Unidos, Reino Unido e Italia. En el primero, una agencia llamada “Marry Yourself Vancouver”, que opera desde hace más de un año, atribuye el auge de los enlaces de este tipo a un notable incremento en el número de personas solteras. "Ser soltero es la nueva normalidad. ¡Celebra tu estatus!", se publicita la empresa en cuestión para captar a sus potenciales clientes. En cuanto a los norteamericanos, la web "I Married Me" ("Me casé conmigo") vende kits que incluyen la alianza y una colección de tarjetas con mensajes de refuerzo positivo.
Manifiestan los defensores de esta alternativa que, aunque las ceremonias no acarrean efectos legales (lo cual no deja de ser un alivio), suponen todo un símbolo de afirmación social, normalmente reservada a las parejas. Auto darse el “sí quiero” es una vía para gritarle al mundo que tú no necesitas de nadie más para ser feliz. Por consiguiente, qué menos que organizar un festejo por todo lo alto en el que no pueden faltar el vestido blanco, el anillo, las damas de honor y la tarta nupcial. En cambio, los detractores del invento señalan que la originalidad de la propuesta brilla por su ausencia, habida cuenta que reproduce idénticos ritos tradicionales de la institución matrimonial. Además, tachan la opción de narcisista y estrambótica.
De hecho, a las novias más recientes -Laura (italiana) y Sophie (británica)- se les debieron atragantar los langostinos con los comentarios de algunos de sus invitados, desde el “estás loca” al “eres una triste feminista”. Digo yo que, si su intención era dedicarse a ofender a las contrayentes a base de faltas de respeto y críticas hirientes, bien podrían haberse quedado en sus casas y declinar la invitación de las tan, a su juicio, descerebradas amigas y parientes. La latina, inasequible al desaliento, confesó sentirse indiferente ante las diatribas ácidas de sus allegados y que nada ni nadie borraría su sonrisa. Aun así, reconoció que este tipo de bodas no están diseñadas para todo el mundo, dado que requieren un presupuesto considerable y, principalmente, un toque de locura. En este último requisito coincido con ella, desde luego, aunque tal vez yo no lo calificaría de toque sino, más bien, de pedrada. Vivir para ver.
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