martes, 3 de octubre de 2017

LA EPIDEMIA DE SOLEDAD SE ACRECIENTA






Me entero con enorme tristeza de que la epidemia de soledad ya supera a la obesidad como amenaza para la salud. Asimismo, la entrada en escena de Internet ha aumentado la comunicación pero no ha reducido el aislamiento social. Estas conclusiones son resultado de un trabajo extremo que incluye 2 metaanálisis, 200 investigaciones y 300.000 individuos en Estados Unidos, Europa, Asia y Australia que constata que la soledad entendida como aislamiento social puede representar mayor amenaza para el sistema sanitario que el sobrepeso, y que la conexión social puede reducir en un 50% la muerte prematura de quienes están (y no sólo se sienten) completamente solos. 

Existen potentes evidencias de que la soledad aumenta el riesgo de mortalidad y su magnitud supera muchos de los principales indicadores de salud habituales. En España, un informe conjunto entre la Fundación Axa y la Fundación ONCE en 2015 también advirtió de que los españoles se sienten solos. En él sus autores afirman que los Gobiernos no tienen capacidad para que una persona deje de sentirse sola y que, así como los medios de comunicación -sobre todo la radio- han acompañado a quienes se han sentido solos en nuestro país a lo largo del siglo XX, ahora lo hace WhatsApp. 

Preocupan los jóvenes y la pérdida del denominado "grupo de la calle", cuando ésta era algo más segura de lo que ahora es. Parece que las redes sociales proporcionan compañía pero es evidente que no, ya que no sustituyen el contacto personal. Sin embargo, esos mismos gobernantes sí tienen responsabilidad sobre la soledad de sus ciudadanos y por ello deben velar por la salud de la población, lo que exige poner en marcha políticas activas de promoción de la salud, incluidas las que potencien el apoyo social, las actividades de ocio, las relaciones sociales y la comunicación. La tecnología no sólo no parece capaz de frenar tal epidemia sino que, además, ha conseguido alterar la percepción que de ella se tiene. 

Las personas se conectan cada vez más digitalmente, pero la prevalencia del aislamiento social continúa aumentando. Relacionarse con los otros ha dejado de ser una obligación para convertirse en algo opcional. Cotidianamente, la mayoría de las relaciones no exigen compromiso. La televisión, los chats o los foros son formas de estar sin ser. Dice el escritor Santiago Alba Rico que la soledad sigue siendo pasto de artistas, intelectuales y poetas y, siempre que no sea forzada y dolorosa, es tan necesaria para la sociedad como el silencio para la música, tan necesaria para la amistad como el pudor para el erotismo y tan necesaria para la supervivencia como el pan. 

Sin embargo, el problema se genera cuando se trata de una situación impuesta por las circunstancias. En ese caso, va acompañada de una tristeza infinita. Por eso, aplaudo con emoción la puesta en marcha del Programa de Acompañamiento de Mayores por parte de Cáritas Diocesana, una iniciativa de la que hablaré con mayor profundidad en las próximas semanas. Queda mucho por hacer. Hagámoslo, pues.

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