En la tarde de ayer tuve
el honor de llevar al Salón de Plenos del Parlamento de Canarias para su posible lectura el discurso que mi admirada Clara Campoamor dirigió a sus
compañeros diputados en las Cortes el 1 de octubre de 1931. Esta actividad
forma parte del Curso de Oratoria y Locución Audiovisual que comencé en el mes
de septiembre y terminaré en julio. Las palabras de Campoamor son un
faro para todas las mujeres que luchamos por la igualdad, la justicia y la paz.
De sus sabias reflexiones extraeré un par de fragmentos muy reveladores, no sin
antes agradecer de todo corazón a mi maestro Manuel Herrador, a Centauro
Congresos y a mis queridos compañeros su entrega y cariño infinitos.
Yo, señores diputados, me siento ciudadano antes que mujer,
y considero que sería un profundo error político dejar a la mujer al margen de
ese derecho, a la mujer que espera y confía en vosotros; a la mujer que, como
ocurrió con otras fuerzas nuevas en la Revolución Francesa, será indiscutiblemente
una nueva fuerza que se incorpora al derecho y no hay sino que empujarla a que
siga su camino.
No dejéis a la mujer que, si es regresiva, piense que su
esperanza estuvo en la dictadura; no dejéis a la mujer que piense, si es
avanzada, que su esperanza de igualdad está en el comunismo. No cometáis,
señores diputados, ese error político de gravísimas consecuencias. Salváis a la
República, ayudáis a la República atrayéndoos y sumándoos esa fuerza que espera
ansiosa el momento de su redención.
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