En cuanto el séptimo mes asoma en el calendario me
enfrento invariablemente a la misma pregunta, formulada por amigos y vecinos:
¿este año tampoco vas a los Sanfermines? Y de mi boca brota idéntica respuesta:
no, las fiestas que yo conocí pasaron a mejor vida hace décadas para nunca más
volver.
Sólo yo sé hasta qué punto me llena de tristeza reconocer
que la Pamplona que me vio nacer, elegida en 2012 la mejor ciudad para
vivir de toda España, sufre una lamentable mutación entre los días 6 y 14 de
julio, nueve jornadas en las que los excesos derivados de sus fiestas
patronales la convierten en un enclave cuyos habitantes aparecen a los ojos del
mundo entero como unos beodos crónicos.
Sería muy injusto por mi parte afirmar que no existen salvedades
a estos comportamientos tan degradantes, o que no sea posible disfrutar también
de actividades lúdicas, culturales y religiosas alejadas del etilismo y del
desmadre mayoritarios. Pero, por desgracia, no son más que eso, meras
excepciones alejadas a años luz de la regla general y limitadas a un sector de
la población que o está integrado por niños pequeños o ronda casi la tercera
edad.
El bueno de San Fermín -como pasa con tantos y tantos santos
y vírgenes que ejercen su patronazgo en la inmensa mayoría de nuestros pueblos
y ciudades- no es más que una burda
excusa para justificar ese descontrol que se inicia con el lanzamiento del
chupinazo y concluye con el “Pobre de mí”. Atraídos por el incívico reclamo de
un “todo vale” ganado a pulso, las hordas de visitantes toman las calles
pamplonesas dispuestas a divertirse al máximo y a olvidar sus problemas
cotidianos a lo largo de una semana ininterrumpida. Hasta ahí, perfecto, si no
fuera porque, de un tiempo a esta parte, parece imposible que las masas lo pasen
bien si no pierden el control de sus actos, naturalmente con la inestimable
colaboración del alcohol y del resto de drogas que proliferan en el mercado. Como
consecuencia de esta realidad -tan triste como recurrente- los sujetos se
animalizan y pierden toda capacidad de
pensar en nada que trascienda a su egoísta concepto de la diversión, en
el que, obviamente, la solidaridad no encuentra hueco. Es inútil apelar al
respeto por el descanso de los niños, o por el bienestar de los ancianos, o por
las necesidades de los enfermos. Ahora no, ahora lo que toca es destrozar el
mobiliario urbano, esparcir la basura, orinar por las esquinas y aparearse por
los rincones, aunque sea a plena luz del día. Y mucho ojo con afear las
conductas ajenas porque, en el mejor de los casos, te acusan de rancio y, en el
peor, te mandan a Urgencias con un botellazo en la frente.
Capital navarra al margen, comportamientos similares se
reproducen en el extenso abanico de nuestras romerías y fiestas populares, desde
los Carnavales a las Fallas, desde la Feria de Abril al Pilar. Por ello, resulta imprescindible decir alto y claro que estas
conductas son rechazables desde todos los puntos de vista y que deben ser
denunciadas y, en la medida de lo posible, evitadas en futuros festejos. No es de
recibo que el resto de la ciudadanía tenga que exponerse a situaciones de
riesgo o
esté obligada a presenciar escenas denigrantes que nada tienen que ver con un
ocio digno.
Enhorabuena por tus 30.000 visitas. Y por todas las que vendrán en el futuro, que serán muchas más. Sigue escribiendo. Tu habilidad con el lenguaje y tu precisión con la palabra, son una fuente constante que tiene que seguir brotando. Ánimo y felicidades. Besos y abrazos. Admiración y reconocimiento. En definitiva, muchas cosas se esconden tras estas líneas que te dedico de corazón.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu felicitación, Gerardo. Pero aún mayor agradecimiento por el apoyo que me brindas a diario, en lo personal y en lo profesional. A menudo te lo digo pero raramente te lo escribo. Hoy lo hago desde lo más profundo del corazón. Prometo no abandonar la pluma aunque, como tú bien sabes, en ocasiones ésta sea una compañera demasiado voluble y caprichosa. Pero, en todo caso, prescindir de la palabra ya no me es posible. Por suerte, las letras me acompañarán hasta el final.
ResponderEliminarQuerida Myr, yo también me sumo a la felicitación de Gerardo por tus 30.000 visitas. sabes que soy tu más ferviente admiradora y que te quiero! Enhorabuera también por tu mayor logro: tu matrimonio con Gerardo, vuestro amor y la mutua admiración que sentís el uno por el otro: la admiración me parece una de las necesarias bases para la relación de pareja.
ResponderEliminarAh, y totalmente de acuerdo con esta entrada sobre los sanfermines.
besicos forales. Rose.
Muchas gracias de nuevo, Rosa.
ResponderEliminarMe tienes muy mal acostumbrada con tantas muestras de afecto. Me quedo sin palabras para transmitirte cuán importantes son para mí tu apoyo y tu amistad permanentes.
Todo mi cariño, ahora y siempre.
MYRIAM