El caso de Diana Moya saca a la luz las lagunas que presenta el modelo de las parejas de hecho y revela la flagrante falta de información general sobre la diferencia de derechos que existe entre los matrimonios y las meras uniones personales.
El relato que hace esta madrileña sobre la denegación de la pensión de viudedad y sus problemas con la herencia pone negro sobre blanco las desigualdades no suficientemente conocidas entre estas dos opciones de compromiso sentimental. Ahora ella es viuda y familia numerosa sin serlo, porque en lugar de contraer matrimonio con José, que falleció hace dos meses, ambos prefirieron hacerse pareja de hecho, desconociendo al firmar las decisivas especificidades en cuanto a los aspectos fiscales, hereditarios y de gestión del patrimonio común. Por ejemplo, en su lugar de residencia, la Comunidad de Madrid, las madres con dos hijos a su cargo no se consideran familia numerosa, mientras que las viudas con dos hijos sí lo son. Es más, en España a los matrimonios con descendencia sólo se les exige llevar un día de casados para acceder a la citada pensión.
La afectada ha hecho pública su dramática situación en un post titulado 'El engaño de las parejas de hecho', cuya clarificadora lectura recomiendo abiertamente. Para ello, basta con pinchar sobre el enlace adjunto:
Abundando en la misma idea, el presidente de la Asociación Española de Abogados de Familia, Gonzalo Pueyo, afirma estar acostumbrado a ver pasar por su despacho a parejas jóvenes, convencidas de que las uniones de hecho y los matrimonios civiles son iguales. "Cuando las parejas me preguntan que qué es mejor, siempre les recomiendo lo mismo: casaros. Pero no por ideología, sino porque las características del matrimonio están tan estudiadas y tan legisladas que hay muy poquitas dudas en los efectos económicos y fiscales. A las parejas de hecho, salvo en Navarra y en el País Vasco, no se les garantizan los mismos derechos ni se les permite heredar o tributar de forma conjunta".
Otro malentendido, advierte el letrado, concierne a la separación: "La mayoría de las personas creen que es mejor hacerse pareja de hecho porque, si terminan la convivencia, será más fácil separarse. Y no es así. Si existen bienes comunes e hijos de por medio comienza una dinámica de pleitos, con los costes judiciales que ello conlleva".
El principal problema radica en que no existe un registro único de parejas de hecho a nivel estatal, mientras que sí existe uno de matrimonios civiles. Por lo tanto, las meras uniones se rigen por las legislaciones regionales.
En el círculo más próximo a la protagonista de esta historia, su propia hermana había planeado formalizarse como pareja de hecho pero, visto lo visto, ha decidido que se casa.
Personalmente, siempre he sido una firme defensora del matrimonio, sea religioso o civil y, como profesional del Derecho, también recomiendo firmemente esta opción para evitar ulteriores problemas que, por desgracia, la vida se encarga de proporcionar. Y casos como el de Diana Moya me reafirman en la postura.
¡Pobre mujer! La de veces que hemos comentado en la cuadrilla si ambas opciones (matrimonio civil y pareja de hecho) tenían los mismos derechos...
ResponderEliminarPues ya ves, ejemplos como el de Diana Moya sirven para aclarar unas cuantas cuestiones de gran trascendencia, no sólo para los miembros de la pareja sino, sobre todo, para sus descendientes y demás familiares.
ResponderEliminarCon independencia de mi respeto hacia el resto de las opciones, creo que la del matrimonio sigue siendo la más recomendable y, además, la más inteligente. A las pruebas me remito.
Feliz fin de semana preveraniego,