Líbreme
Dios de establecer comparativas con el género masculino. Es otra batalla
perdida que no pienso entablar. Mujeres y hombres somos complementarios y
necesarios. Nadie sobra. Todos sumamos y del otro podemos y debemos aprender.
Sentadas
estas bases para evitar susceptibilidades no deseadas e interpretaciones
erróneas, quiero trasladar a esta página las reflexiones que el actor, director
y adaptador teatral Miguel del Arco, de quien soy coetánea, plasma en la
columna “Sobre ellas”, que se publica en el magazine semanal “Yo Dona”, una de
las variadas lecturas que acompañan mi desayuno de los sábados. Su última
propuesta es la actualización de “El misántropo” de Moliére.
Considera
Del Arco (en adelante, cito palabras textuales) que siempre habrá más misántropos
que misántropas. Y es que, en su opinión, la mujer no tira la toalla con
facilidad ni se esconde cuando cree que ya no hay nada que hacer. Tiene muy marcado
el deseo de supervivencia y es mucho más social. Además, domina el lenguaje
mucho antes y resuelve las cosas hablando.
Para
él, lo que singulariza a hombres y mujeres en esta sociedad es la inteligencia
emocional. Así, son ellas las encargadas de mantener la empatía con el entorno
y de que la familia esté cohesionada en el terreno de los sentimientos, trabajo
que, a su entender, no ha sido valorado ni pagado, lo cual supone una gran
injusticia histórica.
También
se muestra convencido de que nosotras somos más curiosas, nos interesan más
cosas, queremos saber de todo y conocer el mundo lo más de primera mano
posible. En definitiva, que somos más activas, mientras que los hombres optan
en mayor medida por replegarse.
Por
lo que a mí (una enamorada de las palabras) respecta, Del Arco acierta, aunque
también conozco (bien es cierto que menos que mujeres) hombres muy sensibles, llenos de inquietudes y dispuestos a dar la cara en cualquier ocasión.
Probablemente, nuestra diferencia más notable estribe en esa
característica de “dominar el lenguaje y resolver las cosas hablando”. Es
imposible no suscribir esa idea y no apostar por conseguir dicha meta. Es un esfuerzo que merece la pena realizar.
Myr,
ResponderEliminarComparto totalmente tanto los rasgos estereotípicos de ambos sexos que describes, como la consideración de que mujeres y hombres somos complementarios y necesarios, que todos sumamos y que del otro podemos y debemos aprender.
Ojalá los hombres se encontraran más cómodos verbalizando y compartiendo con los demás sus inquietudes y preocupaciones! Es de lo más terapéutico!
Besicos forales
Rose.