La llamada inesperada de una
antigua compañera de promoción que visita Tenerife por motivos profesionales.
Emoción sincera por el
reencuentro.
Ganas de recordar el pasado y de diseñar
el futuro.
Sentido del humor a prueba de
crisis.
Una mañana cálida y soleada.
Un paseo en coche por Santa Cruz
recorriendo sus coloridas ramblas llenas de flores y salpicadas de edificios emblemáticos,
atravesando sus anchas avenidas que limitan con el Océano Atlántico y que son testigos
de los cruceros que atracan a diario en el puerto.
Mesa y mantel en una tasca
lagunera, con repertorio sabandeño de fondo, degustando queso asado con mojo,
bacalao con pisto y vino de la tierra para acompañar nuestras confesiones de
luces y sombras.
Otro paseo, esta vez a pie, por
las calles de La Laguna, ciudad Patrimonio de la Humanidad que, paso a paso, nos
da fe de los motivos de ese nombramiento. Los balcones de madera, los patios
interiores presididos por altas palmeras, los conventos con olor a incienso,
las callejuelas empedradas, el silencio…
Un té y un café al aire libre,
rodeadas de strelitzias y conversando sobre nuestras dos grandes pasiones: el
cine y la literatura.
Y el regalo de un pañuelo de seda
azul que conservaré siempre como recuerdo de una jornada muy especial.
Es verdad. La vida nos da
sorpresas y, en muchas ocasiones, lo único que nos pide es que nos dejemos
sorprender, que recojamos los guantes que nos lanza, que sepamos burlar a la
rutina.
Yo lo hice ayer y fui muy feliz.
OLÉ MI NIÑA, QUÉ LUJO DE AMIGA! TE QUIERO! ROSE
ResponderEliminarGracias tesoro.
ResponderEliminarMe has alegrado el día con tu comentario.
Un beso muy fuerte desde las faldas del volcán.