Acaba de cumplirse el cincuentenario del fallecimiento
de Luis Cernuda, miembro imprescindible de la Generación del 27 y, sin ningún
género de duda, mi favorito de cuantos poetas integran este insigne grupo de
escritores. A menudo recurro a su Antología Poética para desintoxicarme de mis incursiones lectoras en el ensayo y la novela y debo confesar que nunca me defrauda.
Cualquiera de sus poesías podría ilustrar esta entrada de mi blog pero me decantaré por una en
particular: SI EL HOMBRE PUDIERA DECIR LO QUE AMA. Constituye una buena muestra
de que para cualquier artista tan sólo existe un tema más inspirador que el
amor: el desamor.
Es difícil asistir a una declaración más
desgarradora que la que transmite en sus tres últimos versos.
Y ello me lleva a concluir que su autor no murió hace medio siglo sino que sigue vivo en cada una de sus sentidas y cautivadoras palabras.
Con mi más profunda admiración, hoy las comparto.
Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.
Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.
Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.
Gracias por este valioso regalo, Myr. Besos forales. Rose.
ResponderEliminarEs un placer compartir sensibilidades tan elevadas como la de Luis Cernuda. En los tiempos que corren, además, resulta una magnífica terapia.
ResponderEliminarAbrazos santacruceros más veraniegos que otoñales.
MYRIAM