Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 19 de diciembre de 2014
Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 22 de diciembre de 2014
Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 22 de diciembre de 2014
No pasa un solo día de Dios en el que no tenga que
padecer en los medios las declaraciones “políticamente correctas” de los
dirigentes de turno, haciendo uso de los dos géneros, masculino y
femenino, a la hora de exhibir su muy mejorable verborrea. Continúan
reproduciendo aquellos mantras del ex lehendakari Ibarretxe (“vascos y
vascas”), la diputada Carmen Romero (“jóvenes y jóvenas”) o la otrora ministra
Bibiana Aído (“miembros y miembras”), bordeando el ridículo y alejándose años luz de
la forma habitual de expresión de los ciudadanos de a pie.
Recuerdo que hace algunos años se editaron unos manuales de
lenguaje no sexista, elaborados por una serie de expertos presuntamente
animados por la buena fe y por el afán de lucha en pro de la igualdad de la
mujer. Y, en efecto, sus contenidos eran bienintencionados, pero chocaban
frontalmente con la belleza y la economía del lenguaje. De hecho, la Gramática
Española establece que, en las lenguas románicas, el masculino es el llamado
género no marcado -es decir, el que el sistema activa por defecto- y abarca a
los individuos de ambos sexos. Así, cuando decimos “el alumno debe acudir a
clase”, nos referimos a todos los alumnos. En idéntico sentido, también el
singular lo es frente al plural (“la mujer ha estado históricamente
discriminada” se refiere a las mujeres como colectivo) y el presente frente al
pasado y el futuro (si digo “mañana no hay reparto”, quiero decir que no lo
habrá al día siguiente). Sin embargo, a nadie se le ha ocurrido hasta la fecha romper
una lanza en favor de la visibilidad de plurales, pretéritos o porvenires,
aunque, visto el nivel de nuestros representantes populares, no descarto
cualquier ocurrencia de este tenor.
Lo cierto es que, excepción hecha del ámbito de la política,
no se ha producido a nivel social la pretendida consolidación de aquella
iniciativa. Se ve que el común de los ciudadanos no está por la labor de
retorcer el lenguaje hasta el infinito, repitiendo artículos, sustantivos y adjetivos
en sus dos versiones como respuesta a un conflicto bastante artificial. Más les
valdría a las Administraciones centrar sus esfuerzos en tomar medidas
verdaderamente efectivas contra la discriminación femenina, porque las cifras
asociadas a la violencia contra las mujeres son absolutamente inasumibles. No
conozco a ninguna que no desee contribuir a la emancipación definitiva y a la
auténtica igualdad con el hombre en todos los campos, pero, para ello, no
parece muy necesario forzar las estructuras lingüísticas y abrir una brecha
entre el lenguaje oficial y el real.
En mi infancia, cuando se aludía al término “niños”
(sustantivo de género no marcado), las niñas nos dábamos por aludidas sin
mayores traumas y así hemos ido creciendo hasta el día de hoy. Por eso, mi
impresión es que las conquistas sociales poco tienen que ver con el idioma, por
otra parte lo suficientemente deformado y prostituido ya. Es más, conceptos
como médica, abogada, arquitecta o ingeniera, perfectamente correctos y
admitidos por la Real Academia Española, presentan una considerable resistencia
a su uso por parte de las propias licenciadas, que se decantan (en mi opinión,
inexplicablemente) por su acepción masculina, al parecer dotada de un prestigio
más acendrado. Se me ocurre que las propias Universidades harían bien en imprimir
los títulos académicos también en femenino.
En conclusión, y aunque respeto a quienes defienden la idea
contraria, esa medida de cambiar el lenguaje para ver si, de ese modo, cambia
la sociedad que lo utiliza como herramienta de comunicación, es ingenua y de
escasa utilidad. Lo auténticamente útil es recorrer el camino en sentido
inverso: cambiar dicha sociedad para que, entonces, determinados aspectos de su
lenguaje, dignos de ser revisados y mejorados, también cambien. Lo demás son
brindis al sol y atentados al oído.
¡¡UN ARTÍCULO GENIAL QUE APLAUDO Y CORROBORO!! YA ESTÁ BIEN DE DARLE PATADAS INÚTILES AL LENGUAJE Y AL DICCIONARIO. UN SALUDO. FELIZ NAVIDAD.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Juana, tanto por su comentario como por su condición de seguidora de mi blog.
ResponderEliminarAportaciones como la suya me animan a continuar en la línea que me he trazado.
Yo también aprovecho la ocasión para desearle una muy feliz Navidad y un año 2015 lleno de ventura.
Un abrazo muy cariñoso.
MYRIAM