Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 12 de diciembre de 2014
Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 15 de diciembre de 2014
Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 15 de diciembre de 2014
No existe
para mí mayor cruzada que aquella que se centra en respetar, defender y mejorar
la vida de los más pequeños. Rechazo de un modo visceral la manipulación de la
infancia y la utilización de los niños para fines que, no sólo no les competen,
sino que, además, les perjudican. La visión de un
chiquillo vociferando consignas ideológicas, agitando banderas o enarbolando símbolos
me indigna, amén de considerarla denunciable. Por eso mismo, me repugna
enterarme de noticias como la que protagonizan varios padres de alumnos de un
colegio religioso concertado de Barcelona, a cuyos responsables acusan de
instrumentalizar la tradicional representación navideña de “Els Pastorets” con
el fin de adoctrinarles en favor de la secesión de Cataluña.
El grupo de
progenitores afectados ha decidido denunciar los hechos a través de las redes
sociales, una medida que ha causado hondo malestar en el presidente de la AMPA
y en el concejal de Educación de turno -partidarios de una queja más discreta y
menos mediática-, quienes aseguran que el peculiar libreto ha sido fruto
inocente de la inspiración literaria de los protagonistas de la función escolar
(circunstancia, por otra parte, harto improbable). Y es que cuesta creer que
unos tiernos pastorcillos de 5º de Primaria (entre 10 y 11 años) sean los
autores de un villancico cuyas estrofas incluyen unos contenidos tan
incompatibles con el espíritu navideño como los siguientes: "Estamos
hartos de pagar impuestos / para dárselos a Madrid. / Queremos ya la
independencia / se nos acaba la paciencia. / Que Rajoy se joda ya / queremos
ser independientes. / Ea, pastores, vayamos contentos / que nos espera nuestro
Dios".
Semejante
canto doble a la pedagogía y al mensaje cristiano no ha hecho sino encender la
mecha de la polémica más agria, por lo que supone de falta de respeto al
alumnado en su conjunto, a los padres que se decantan por una postura contraria
al independentismo y a los ciudadanos de las demás autonomías españolas que
pueden sentirse aludidos por la más que discutible comparativa tributaria. No
obstante, llueve sobre mojado, ya que el curso pasado fueron sus compañeros de
Sexto los encargados de rodar un video para la asignatura de Inglés en el que,
entre otras iniciativas sectarias, portaban esteladas, lo que provocó duras críticas
provenientes de un sector de padres y, simultáneamente, la indiferencia más
absoluta por parte de las autoridades académicas.
Desgraciadamente,
la utilización de los menores con fines políticos no es infrecuente en
determinados territorios españoles cuyos gobernantes condenan al ostracismo y
al desprecio al resto de la ciudadanía que no comulga con su excluyente ideario
partidista. Es una práctica que conocen a la perfección algunos mandatarios
como el actual presidente de la Generalidad, Artur Mas, acostumbrado a hacer
uso y abuso de la televisión pública catalana como instrumento de manipulación
infantil, cuando difunde imágenes de criaturas a las que está privando, por
culpa de sus directrices educativas, de un mínimo de capacidad crítica para
llegar a ser futuros ciudadanos de una comunidad, mal que le pese, plural y
diversa.
Y, visto
lo visto, la obsesión de los nacionalistas se torna cada vez más insufrible. Ya
no les basta con el incumplimiento de las sentencias judiciales, ni con la
imposición del catalán como única lengua vehicular, ni con la propagación de su
falsa versión de la Historia de España. También pretenden politizar el ocio de
los niños, inculcándoles su férreo y unívoco modelo de convivencia y de
pensamiento. Personalmente, abogo por extremar el
celo a la hora de educar a los niños en el respeto y la tolerancia, huyendo de
esa tendencia tan humana al maniqueísmo y tratando de evitar que juzguen lo que
no conocen o que alimenten la idea de un mundo dividido en función de las
opciones políticas, religiosas, sexuales o lúdicas de quienes lo habitan. Sólo
así les otorgaremos ese puesto de privilegio que merecen dentro de toda
sociedad.
http://www.laopinion.es/opinion/2014/12/12/villancicos-vehiculo-adoctrinamiento-politico/580386.html
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