Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 19 de octubre de 2013
Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 22 de octubre de 2013
Dice
la escritora Almudena Grandes que la estética de la juez Mercedes Alaya empezó
a inquietarle mucho antes que su ética. Y argumenta semejante salida de tono
aludiendo a la habilidad de aquella para combinar prendas y complementos de
vestir y a su virtud para no manifestar el menor signo de cansancio físico
cuando entra a los juzgados de Sevilla, pese a aunar en su esbelto cuerpo la
doble condición de madre de familia y de profesional de la judicatura. Tamaño
despliegue de pruebas de cargo coloca a la sagaz literata ante un dilema de
compleja resolución: la jurista, o no es humana o no es de fiar. E inspirada
por su férrea ideología progresista, se inclina por la segunda opción, habida
cuenta que la magistrada está haciendo estragos en las filas sindicalistas y
correligionarias que tan bien conoce y defiende.
A
mí, sin embargo, me inquieta infinitamente más la ética de la novelista que su
estética, en la que, por razones obvias, ni siquiera me molestaré en entrar. Y
ello es así porque revela a partes iguales una envidia impropia de una
feminista y un sectarismo impropio de una intelectual de su talla. Con dicha
actitud no solo ha quedado a la altura del barro sino que, además, ha provocado
el efecto contrario al que pretendía: engrandecer la figura de su víctima, que,
a buen seguro, no habrá encontrado todavía hueco para escuchar sus feroces
diatribas radiofónicas, tan ocupada como está en encarcelar a chorizos y
mangantes al por mayor, con el cuartel general
de operaciones en los despachos de la Junta de Andalucía.
Desconozco
las razones por las que Mercedes Alaya luce un aspecto tan espléndido. Puede
que haya heredado una afortunada genética y que tenga predilección por la moda.
Tal vez lleve una vida muy ordenada fuera de su horario de trabajo, acuda al
gimnasio con asiduidad y se alimente de modo saludable. Quizá, sencillamente,
la naturaleza haya sido benévola con ella y, amén de elegante y esbelta, cuente
con una inteligencia y una capacidad de trabajo superiores a la media. Pero, en
todo caso, de despertar en mí algún sentimiento, sería el de admiración por el
durísimo trabajo que realiza a diario, a menudo en un ambiente agresivo y de
incomprensión. De hecho, el Juez Decano de la capital hispalense ha tenido que
solicitarle escolta policial y la Junta de Jueces de Instrucción ha aprobado
esta misma semana un comunicado de apoyo tras los lamentables incidentes de
sobra conocidos.
Resulta
muy desalentador que una mujer de la personalidad y trayectoria de Grandes descienda
al plano personal como vía de desahogo de otras frustraciones, llamémoslas,
jurídicas. Le garantizo a la autora de “Las edades de Lulú” que a los letrados
también nos toca padecer con más frecuencia de la deseada sentencias que consideramos
injustas para nuestros clientes. Existen juzgadores buenos, regulares y malos
pero yo acato sus decisiones aunque las deplore, porque creo que es mejor vivir
en un Estado de Derecho que en territorio comanche. Lo que jamás se me
ocurriría es aludir a su talla, su peso o su ausencia de ojeras para
desprestigiar la toga que visten o para poner en entredicho sus cualidades como
padres o madres, máxime cuando lo que en el fondo subyace es una amarga discrepancia
política. Es sumamente decepcionante a estas alturas del siglo XXI toparse con
congéneres más machistas que esos hombres a quienes critican por tratar a las
mujeres como meros objetos.
En cualquier caso, y a modo de terapia hormonal
sustitutiva, recurrir al sabio refranero castellano es siempre un acierto. Para
muestra, un botón: la suerte de la fea, la guapa la desea. A ver si así se
relaja más de una.
http://www.laopinion.es/opinion/2013/10/19/suerte-fea-guapa-desea/504752.html
http://www.laopinion.es/opinion/2013/10/19/suerte-fea-guapa-desea/504752.html
No tengo ni idea de los comentarios, ya sabes que vivo en un mundo paralelo, pero la forma de ser "española" tiene mucho de lo que dices, entramos al trapo enseguida sin saber los entresijos de cada situación y tomamos partido en función de los intereses. La edad pasa factura a todo el mundo y seguir siendo locuaz es cuestión de suerte.
ResponderEliminarBesos y buen fin de semana amiga
Gracias por tu aportación, Maite. Aprendo a diario de personas como tú. Sólo aspiro a que los años no me priven de llevar a la práctica esa coherencia que tanto defiendo. De sobra sabes que no resulta nada fácil.
ResponderEliminarUn beso y feliz fin de semana.
MYRIAM