Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 16 de enero de 2014
Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 17 de enero de 2014
Enero inaugura cada año con vocación
de promesa. Todo cambio de almanaque tiene algo de parto y, por lo tanto, de
emoción y de incertidumbre. Un futuro desconocido se abre ante nuestros ojos,
adoptando la forma de un lienzo que aguarda esas pinceladas que lo convertirán
en nuestra última creación. A mayor número de velas en la tarta de la vida, más
obras pictóricas firmadas de nuestro puño y letra. Probablemente, ningún
crítico de arte las calificaría de magistrales pero, al menos, nadie podrá
discutirles ni nuestra autoría ni la buena fe que las inspira.
Empezar desde cero me resulta
siempre un ejercicio muy motivador. Por eso me gusta el mes que acaba de iniciarse,
porque me insinúa que lo mejor está por venir, porque me recuerda que hay
decisiones que tan sólo dependen de mí, porque se trata de un perfecto punto de
partida desde el que todo es posible. De hecho, ya enarbola mi principal propósito
anual: reivindicar diariamente el lado bueno de las cosas. Y lo llevaré a la
práctica con la ayuda de un bolígrafo de tinta verde, apuntando en mi agenda la
mejor experiencia de cada jornada. De este modo, podré recurrir a ese listado
medicinal cada vez que el desánimo y la tristeza toquen a mi puerta.
Dicen que, si la felicidad se asocia
a un trayecto y no a una meta, las posibilidades de alcanzarla aumentan
considerablemente. Por lo visto, y contra todo pronóstico, ser feliz es posible
incluso en épocas de crisis y está al alcance de casi todas las manos. Cada
individuo tendrá que descubrir su fórmula personal e intransferible y, aunque
los medios de comunicación funcionen como trágico escaparate de la convulsa
coyuntura actual, deambular entre la decepción y el hartazgo no es la solución.
Sólo se vive una vez y, mientras podamos abrazar a quienes amamos, reunirnos
con amigos, leer libros, escuchar música, ver amanecer, pasear por la playa o
disfrutar de múltiples actividades ajenas al poder adquisitivo, ni el peor de
los gobernantes nos lo podrá impedir. Ojalá los telediarios nos lo recordaran
de vez en cuando.
Porque cada día, por mal que se presente,
seguro que guarda algún motivo para celebrar el privilegio de estar vivos. Mientras
la calle ruge que son malos tiempos para la lírica, mi innato optimismo pugna por abrirse paso
entre las sombras. Espero triunfar en el intento, porque las experiencias
vividas han educado mi mirada para descubrir el lado bueno de las cosas. No se
trata de una actitud inocente. Tampoco de una pose de cara a la galería. Es más
bien un ejercicio de voluntarismo con argumentos, de firme convencimiento de
que a saber vivir también se aprende. Y seguir teniendo sueños por cumplir es
un magnífico punto de partida para este 2014 recién estrenado que les felicito
de todo corazón.
Uno de los míos será tratar de demostrar que en nuestra sociedad no todo es corrupción e impunidad, aunque sea imprescindible seguir denunciándolas hasta lograr su erradicación. La solidaridad y el compromiso las superan con creces y ponerlo de manifiesto es absolutamente imprescindible para que no perdamos la esperanza.
Uno de los míos será tratar de demostrar que en nuestra sociedad no todo es corrupción e impunidad, aunque sea imprescindible seguir denunciándolas hasta lograr su erradicación. La solidaridad y el compromiso las superan con creces y ponerlo de manifiesto es absolutamente imprescindible para que no perdamos la esperanza.
Genial esta entrada Myr, por todo lo positivo que encierra: ver siempre el lado positivo de las cosas, apuntar la mejor experiencia de cada jornada, disfrutar de las cosas que no cuestan dinero..., la solidaridad y el compromiso de muchas personas con lo que tienen a su alrededor. Genial, digo! Rose
ResponderEliminarUna actitud muy positiva e inteligente, buscar lo bueno de cada día. Me ha gustado mucho, tanto que igual te copio la idea y me pongo a rellenar con tinta verde (que es mi color favorito) todas las páginas posibles de mi cuaderno... Un besazo.
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