Atendiendo a su intensidad,
su duración, su sinceridad y su calidez, de nuestro modo de abrazar se pueden
extraer diversas conclusiones. Hay abrazos suaves o firmes, breves o extensos,
profundos o superficiales, verdaderos o falsos, y suelen reflejar el grado de
afecto de quien los brinda, su capacidad de entrega emocional y el lugar que el
abrazado ocupa dentro de su corazón.
No hay duda de que el
contacto físico constituye una necesidad básica para el bienestar emocional del
ser humano. En ocasiones, una mera caricia, un apretón de manos o un pellizco
en la mejilla contienen un mensaje que, traducido en palabras, superaría a las
del capítulo de una novela. Sin embargo, nuestra civilización –por cierto, no
es la única- se ha visto influenciada negativamente por una herencia cultural
poco partidaria de expresar las emociones abiertamente, asociando este
comportamiento a la debilidad y a la vulnerabilidad. Además, nos aboca a la
tendencia errónea de sexualizar y, por tanto, malinterpretar, cualquier gesto
que tenga su origen en el tacto.
En mi opinión, es una
verdadera lástima, sobre todo si tenemos en cuenta que nos hallamos ante una de
las más eficaces medicinas para el cuerpo y para el alma desde la infancia a la
ancianidad. Algunos experimentos llevados a cabo en el campo de la psicología
confirman la teoría de que las personas que no mantienen ningún tipo de
contacto físico caminan por la vida con mayor infelicidad y peor estado de
ánimo. Curiosamente, la tradición ha dotado al género femenino de mayor
permisividad desde el punto de vista social, resultando las mujeres más
beneficiadas a la hora de expresar sus emociones.
Asimismo, si se observa una
foto fija de la sociedad actual, es fácil apreciar que los supuestos avances
tecnológicos nos alejan todavía más de las relaciones cuerpo a cuerpo para
convertirnos en seres más fríos e individuales y, sinceramente, creo que no
deberíamos incurrir en ese grave error. Por ello, abogo fervientemente para que,
tanto hombres como mujeres, demostremos cada día nuestros sentimientos
valiéndonos de los cinco sentidos, con palabras y con gestos, desde la mente y
desde el corazón, sin dar nada por supuesto.
Cuánto siento no poder darte uno fuerte ahora mismo!!!!
ResponderEliminarTu Rose
Desde esta preciosa isla de Tenerife en vísperas de Carnaval, te mando un abrazo, aunque virtual, lleno de intenso cariño.
ResponderEliminarCada día que amanece es uno menos que me queda para poder dártelo en persona.
Te quiero mucho, amiga.
MYRIAM
Pues yo peco de "abrazadora", y además no me arrepiento. Sigo los sabios consejos de mi referente (léase mi madre), y los reparto entre mis amistades con total alegría. A ver si nos encontramos pronto y te regalo uno bien apretado.
ResponderEliminarMuacs!
Pocas personas habrá que tengan un referente mejor que el tuyo. Con suerte lo tendrán igual. Mejor, lo dudo mucho.
ResponderEliminarQuedo a la espera de ese regalo en forma de abrazo apretado. Ojalá no se retrase demasiado.
Mil besos.
MYRIAM