UN JUEVES DE LUNA LLENA
Texto escrito especialmente para el Club de Lectura
Teide 2010
El 25 de junio de 1964 era un jueves de luna llena. A las
puertas del fin de semana, Pamplona abría las murallas al estío y mis paisanos
empezaban la cuenta atrás para cantar, bailar y correr delante de los toros,
con el capote de San Fermín como testigo de excepción. Me enteré de aquel dato
muchísimo tiempo después y de inmediato comprendí por qué el número 4 y el
cuarto día de la semana habían sido mis favoritos desde siempre y por qué he
sido siempre tan lunática. Estaba marcada desde la cuna. “Jueves, buen día para
las mujeres”, recuerdo oírle decir a mi madre, refranera militante, junto a
otras muchas sentencias didácticas que poblaban su discurso, del tipo “si el que
estando bien su mal escoge, del mal que le venga que no se enoje”. Sabiduría
popular. Sabiduría de verdad.
Una mujer irrepetible, mi madre, que nunca se ha ido de
mi lado, ni viva ni muerta. Porque los seres que recordamos no mueren jamás. De
hecho, no transcurre un solo día de mi vida en el que no piense en ella, en el
que no cierre los ojos y rememore su belleza sin rival, su innata elegancia y su
inmensa capacidad de amar. En el que no aspire a reproducir en alguna medida su
trayectoria vital. En el que me resigne a no dar la talla y a multiplicar los
talentos de la parábola que escuchaba en imponentes catedrales y en diminutas
ermitas. En el que no me afane en rentabilizar aquella ingente inversión de
amor y esperanza que, junto a mi padre, depositaron en mi cuenta corriente
virtual, jamás en números rojos.
Un hombre de una pieza, mi padre, que nunca se ha ido de
mi lado, ni vivo ni muerto. Porque los seres que recordamos no mueren jamás. De
hecho, no transcurre un solo día de mi vida en el que no piense también en él,
en el que no cierre los ojos y rememore su sonrisa franca, su mirada azul dentro
del marco de unas sienes grisáceas y su disponibilidad infinita para ayudar al
género humano, sin reservas. En el que
no aspire a que sus nietos conserven en la mente su figura, como un faro
perpetuo. En el que me resigne a no obedecer su consigna de que primero es la
obligación y después la devoción, como hicieron mis abuelos y, antes, mis
bisabuelos. En el que no me afane en
disfrutar del impagable privilegio de estar viva y en reivindicar el lado bueno
de las cosas.
El 25 de junio de 2014, medio siglo después, el jueves se
ha convertido en miércoles, la luna en sol y Pamplona en Santa Cruz de
Tenerife. Cincuenta veranos de luces y sombras, de penas y alegrías, de amores
y desamores, de ilusiones y decepciones. Porque así es la vida y así la acepto.
Y le doy gracias por lo que me ha dado, como Violeta Parra en sus versos. Y de
nuevo pido el mismo deseo al soplar las velas de la tarta: seguir compartiendo
mi espacio y mi tiempo con quienes son esenciales para mí, aquellos que forman
parte de mi biografía, aquellos sin cuya existencia mi existencia no sería como
es. Los que tengo cerca y los que me acompañan desde la distancia. Los que no
me olvidan y a quienes tampoco yo olvido. Los que me quieren y a los que
quiero. Los míos.
Ese ha sido, es y será mi mejor regalo.
MYRIAM
Junio 2014
Precioso, Myr, y felicidades otra vez por esos esplendorosos 50. Qué mejor forma de celebrarlos que recordando a los dos seres más preciosos de tu vida: los que te la dieron. Yo también los recuerdo!
ResponderEliminarBesicos forales
Rose
¿Qué puedo decir? Tan sólo GRACIAS DE CORAZÓN. Ellos también te quisieron. Y mucho.
ResponderEliminarAbrazos que estrenan un otoño.
Myriam, enhorabuena por esta entrada. Es realmente preciosa y me ha hecho recordar cierta ocasión en una buhardilla pamplonesa, una tarde (puede que fuera verano, no lo sé, ya no lo recuerdo) en compañía de tres maravillosas personas tan afortunadas como cariñosas...Me has emocionado. Un beso muy muy grande.
ResponderEliminarPara mí es un honor poder llegar a corazones como el tuyo, tan cercano al mío por razones que van más allá de la sangre.
ResponderEliminarConserva esa sensibilidad siempre y compártela con cercanos y lejanos, conocidos y desconocidos. Tu labor es impagable.
Otro beso en este día de Mercedes y mercedes.