Hace un par de días murió la joven Guacimara
Rodríguez, primera víctima de la violencia de género del año 2013 en la isla de Tenerife. El padre de sus dos
hijos, de 7 y 5 años, le asestó ocho puñaladas mortales de necesidad en
presencia de los niños. El rellano de la undécima planta de su edificio fue el
último escenario que su madre vio en vida.
Si hablo de este concreto crimen (por otra parte,
uno más de la terrorífica lista de fallecidas a causa de esta plaga que no
mengua) no es por casualidad sino porque ha tenido lugar a escasos metros de mi
propia casa y la alargada sombra de la muerte se ha extendido por todo el
distrito santacrucero.
Hasta la fecha, las especies que integran este
particular catálogo de mi cosecha estaban impregnadas de altas dosis de ironía
pero en su octava entrega, como es lógico, se me ha congelado completamente el
sentido del humor.
Y es que, más allá de la repulsa por este asesinato,
más allá de la tragedia de unos menores que han perdido a ambos progenitores
(ella, camino del cementerio y él, camino de la cárcel), más allá de la
desolación que me produce no ver luz al final del túnel de la locura sexista,
lo que me ha provocado una profunda náusea ha sido otra circunstancia sumamente
reveladora. La periodista que cubría el suceso para un diario de la capital
relató que varias vecinas de la difunta, con el paso de las horas, comenzaron a
manifestar un gran nerviosismo ante la imposibilidad de acceder a sus
respectivos hogares como consecuencia del retraso en las diligencias policiales
y funerarias que se estaban llevando a cabo.
La razón no era otra que el temor a que, llegada la
hora de comer, sus maridos no tuvieran la comida a tiempo en el plato. Pero lo
más desolador fue comprobar que tales temores no eran infundados. Cuando
semejantes animales de pesebre entraron en escena iniciaron una serie de
airadas protestas por tan molesto cambio de horario, incapaces de albergar un
mínimo de humanidad ante el cadáver todavía caliente de su convecina.
¿Qué se puede esperar de unos individuos que sólo
piensan en tragar su ración diaria de pienso como si fueran ganado pastuenco? La
respuesta no me deja lugar a dudas: dolor, desesperación y desamor. Y, a veces, HASTA LA MUERTE.
CATÁLOGO HASTA LA FECHA
I. LOS PROGRES (diciembre 2010)
II. LOS ECOLOGISTAS A DISCRECIÓN (febrero 2011)
III. LAS FEMINISTAS EXCLUYENTES (junio 2011)
IV. LOS CONCURSANTES DE REALITIES (julio 2011)
V. LOS POLÍTICOS EN CAMPAÑA (noviembre 2011)
VI. LOS FALSEADORES DE CURRICULUM (febrero 2012)
VII. LOS LIGONES DE TRES AL CUARTO (mayo 2012)
VIII. LOS "ANIMALES DE PESEBRE" (febrero 2013)
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