Artículo publicado en la revista de habla hispana "La Ruptura" el 5 de marzo de 2013
Recientemente
han saltado a la palestra dos ejemplos muy mediáticos que ilustran una
circunstancia más frecuente de lo que a simple vista pudiera parecer. Hablo de
la solicitud de cambio de custodia de las hijas de Eugenia Martínez de Irujo y
Francisco Rivera y de Rocío Carrasco y Antonio David Flores, respectivamente.
Sin necesidad de recurrir a casos que afectan a personajes famosos, yo misma he
atendido profesionalmente a personas que de la noche a la mañana se han
encontrado con que sus ex parejas han conseguido comprar la voluntad de sus
hijos adolescentes hasta el punto de hacerles abandonar al miembro a quien
judicialmente se había atribuido la guarda y custodia.
En
otras palabras, la llegada a la adolescencia de los hijos de divorciados
propicia en aquéllos su deseo de solicitar el cambio de custodia, amparándose
por regla general en las malas relaciones existentes con el progenitor custodio.
Hasta la fecha, y como quiera que los jueces (muchas veces de forma injusta) la
han concedido mayoritariamente a las madres, la pretensión de los jóvenes se ha
centrado en irse a vivir con algunos padres, más proclives a satisfacer sus
caprichos. A nadie se le escapa que el paso de la infancia a la juventud es una
etapa muy conflictiva en lo tocante a la convivencia, habida cuenta que los
chavales se resisten a determinadas normas e imposiciones. Adaptarse a unos
horarios, limitarse a unos gastos, restringir el acceso a las redes sociales o
prohibir determinadas conductas constituyen una fuente de conflictos en el seno
familiar. Por ello, sería muy conveniente que, llegados a este punto, los
adultos demostraran su condición de tales y evitaran estos métodos de
manipulación que se traducen en victorias pírricas de dudosa conveniencia para
el futuro de sus hijos.
En
todo caso, ya desde un punto de vista objetivo, para que prospere la
modificación de la atribución de la guarda y custodia han de cumplirse ciertos
requisitos, entre ellos la incapacidad acreditada del progenitor custodio o la
demostración de que su conducta resulte perjudicial para el menor. Dentro de
este apartado podemos incluir el padecimiento de enfermedades nerviosas o la
necesidad de tratamiento psiquiátrico. También puede esa falta de idoneidad sobrevenir
por una concurrencia de circunstancias lesivas para los intereses y derechos
del niño. Pero fundamentalmente será necesario el cumplimiento de un tercer
requisito: que la situación derivada no sea más perjudicial para el menor que
la situación existente (Principio del “favor filii”). Dicho de otra manera, que
no se debe cambiar si hasta el momento ha dado buenos resultados.
Asimismo, es
requisito procesal, siempre que se estime necesario, oír a los menores que
tengan suficiente juicio, ya sea de oficio o a petición del Ministerio Fiscal, de
las partes, de los miembros del Equipo Técnico Judicial o del propio menor. En
este sentido, el párrafo último del art. 770.4 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil permite al Juez, de forma excepcional, recabar el auxilio de
especialistas en la exploración de la madurez psicológica.
Por
último, y abundando en el tema objeto de este artículo, ha de valorarse la
racionalidad de las pretensiones del menor, en el sentido de que no obedezcan a
un mero capricho pasajero sino que respondan a una voluntad autónoma, firme y
decidida que, aun así, no vincula al juzgador, quien no puede acordar una
modificación de tanta trascendencia en base al mero deseo del joven y sin que
concurran otras circunstancias objetivas.
Desde
estas líneas apelo a reconsiderar esa tentación tan rechazable de comprar la
voluntad de los hijos con dinero y prebendas. La experiencia profesional me
dicta que, a medio y largo plazo, constituye un veneno para las relaciones
paterno filiales.
Myriam, muy buen artículo. Explicado todo con una claridad meridiana.
ResponderEliminarMuchas gracias por sus palabras.
ResponderEliminarEste tema me afecta profundamente y me gustaría que mis reflexiones sirvieran de apoyo a los numerosos afectados por esta realidad tan triste.
A quienes cometen este desmán, recordarles que no olviden que, más pronto o más tarde, uno recoge lo que siembra.
Un saludo.