viernes, 25 de febrero de 2011

LA UTILIZACIÓN DEL SÉPTIMO ARTE COMO HERRAMIENTA PEDAGÓGICA

Artículo publicado en "La Opinión de Tenerife" el 25 de febrero de 2011



Acaba de iniciarse el segundo cuatrimestre en la Universidad de La Laguna y me consta que el Departamento de Derecho Constitucional de la Facultad ha organizado, como actividad complementaria, la proyección de una serie de largometrajes relacionados con dicha asignatura, cuyas materias se imparten en los dos primeros años de la carrera. Los alumnos ya han tenido la oportunidad de visionar la película que abre el ciclo, “Leones por corderos” (2007), dirigida e interpretada por Robert Redford, a quien acompañan en el reparto los actores Meryl Streep y Tom Cruise. Sé también de primera mano que el debate que se suscitó a la finalización de la cinta  resultó particularmente enriquecedor para todos los asistentes  y reveló que los jóvenes del campus lagunero están llenos de inquietudes y dispuestos a aportar sus puntos de vista para solucionar los graves problemas sociopolíticos que nos afectan actualmente. Me parece una extraordinaria noticia que las nuevas generaciones no se resignen a vivir en un mundo marcado por las desigualdades y contaminado por  la idea de un futuro de perspectivas más que sombrías. El hecho de que renieguen de este ambiente de pesimismo en el que hoy por hoy nos desenvolvemos me llena de esperanza.


Confieso que, desde que tengo memoria, siento una enorme pasión por el séptimo arte. Mis recuerdos y experiencias vitales se mezclan indisolublemente con esta desmesurada afición  al cine. Al hilo de lo que quiero transmitir, hace algún tiempo cayó en mis manos una peculiar novela titulada “CINECLUB” cuyo autor, David Gilmour, es un prestigioso crítico cinematográfico canadiense. En ella, el escritor confesaba sin reparos cómo recurrió a determinadas películas en busca de ayuda, anhelando reconducir la trayectoria de un hijo adolescente  que llevaba meses manifestando unos comportamientos tan negativos que le perjudicaban seriamente. El joven se negaba a estudiar, tampoco quería trabajar y consumía los días y las semanas dedicado a actividades poco recomendables, de modo que su padre llegó a un pacto con él. Podía dejar de ir al instituto, eludir cualquier empleo y dormir a deshoras pero, a cambio, tenía que mantenerse alejado de las drogas y ver tres películas a la semana en compañía de su progenitor. El muchacho cayó en la trampa aceptando de inmediato y, contra todo pronóstico, inició tras aquella decisión el camino hacia su salvación personal.  Gracias a títulos tan dispares como “El ladrón de bicicletas”, “Desayuno con diamantes”, “El padrino” o “¡Qué bello es vivir!” aquel hombre angustiado consiguió recuperar una relación paterno filial que estaba perdida e impartió a su hijo una trascendental lección de vida asistido por una cuidada selección de obras maestras de la gran pantalla.


No se trata de sustituir el sistema educativo tradicional ni de utilizar esta alternativa exclusivamente en los denominados “casos perdidos” pero, como cinéfila empedernida, defiendo las bondades de los fotogramas como instrumento pedagógico complementario, particularmente para quienes cursan sus estudios en Primaria y Secundaria. Aunque han transcurrido varias décadas, guardo el grato recuerdo de que en mi colegio se organizaba con gran éxito una actividad extraescolar la tarde de los viernes que consistía en proyectar un largometraje y celebrar un posterior cinefórum. Con más razón ahora, que vivimos una época marcada por las nuevas tecnologías, se podrían reproducir iniciativas similares en beneficio de los niños y los adolescentes, habida cuenta que utilizan a diario todo tipo de pantallas, desde la televisión al ordenador pasando por las consolas o los móviles. Así, en vez lamentarnos en vano por la mala influencia que ejercen determinadas cadenas televisivas sobre nuestros menores, podríamos contrarrestarla con una adecuada utilización de otras imágenes en aras de su mejor formación como seres humanos, tanto en los propios centros educativos como en nuestros domicilios. Por suerte, existen cientos de filmes con los que conseguir esta meta.




jueves, 24 de febrero de 2011

LÁGRIMAS DE SANGRE




Hay días que no merecen amanecer y hoy es uno de ellos. Te levantas por la mañana y la actualidad te sacude un puñetazo en mitad del rostro, dejándote noqueada por el impacto y sin más alternativa que seguir con la rutina diaria de uniformes, desayunos, mochilas, colegio, despacho, supermercado, comida, más despacho, más colegio, meriendas, tareas, baños, cenas y así, hasta el infinito. Bendita rutina cuando está bañada de amor y respeto.


El locutor, con la voz levemente quebrada, transmite a sus oyentes la noticia, otra noticia, la enésima noticia, la enésima muerte, la enésima atrocidad. Pero esta vez con un ingrediente más espantoso, más nauseabundo si cabe. Un ángel de cinco años observa fijamente el cadáver de su madre sobre un charco de sangre, las baldosas pintadas de rojo. Como telón de fondo, el silencio de la noche, la oscuridad. Espera a que amanezca. Con inexplicable puntualidad y en la soledad más absoluta acude a su lejana escuela y se dirige a algunos profesores que están en la puerta. Letra a letra, palabra tras palabra, es el momento de decirlo: MI PAPÁ  HA MATADO A MI MAMÁ.  


Se llamaba Montse, 44 años, agente de seguros, dos hijas, apuñalada por la espalda, duodécima víctima de la violencia de género del año en curso. Nunca más volverá a llevar a su ángel al cole.


La policía se afana en localizar al asesino, que ha huido después del crimen.


Yo me trago las lágrimas mientras me pregunto qué se puede hacer para frenar esta escalada de dolor.    

lunes, 21 de febrero de 2011

RESEÑA LITERARIA



Por pura coincidencia, terminé la lectura de la novela “Cada siete olas” el pasado lunes, día de San Valentín.
Tras haber leído su primera parte, “Contra el viento del norte”, y antes de afrontar el desenlace de la inquietante historia de amor que allí se narra, decidí cambiar de tercio con un par de libros de temática muy alejada. Necesitaba un poco de oxígeno después de haber sido testigo de esa relación sentimental tan compleja como poco convencional que mantienen sus protagonistas.
Emmi y Leo son el paradigma de una "vía alterna" de enamoramiento cada vez más frecuente, la que nace, crece y, en ocasiones, muere, a través de Internet. Su particular idilio, fruto de un error informático aparentemente intrascendente, mueve al lector a la reflexión, sumergiéndole en un universo de soledades compartidas.

El miedo del individuo a no ser aceptado por el otro como verdaderamente es se hace un hueco en el novedoso mundo virtual y halla en él  un escondite perfecto donde poder transformarse en valentía, incluso en osadía, como la oruga en mariposa.
Interesante propuesta la del escritor austríaco Daniel Glattauer (1961), quien nos guía con habilidad a través de los más oscuros recovecos del alma y la mente humanas, ésos que, por temor al rechazo, el ser racional se niega a mostrar.

viernes, 18 de febrero de 2011

CATÁLOGO DE ESPECIES A EXTINGUIR: II. LOS ECOLOGISTAS A DISCRECIÓN

ARTÍCULO PUBLICADO EN "LA OPINIÓN DE TENERIFE" EL 18 DE FEBRERO DE 2011





Hace escasos días, junto al café y al bocadillo mañaneros, me desayuné con la noticia de que la organización Ecologistas en Acción había decidido interponer una denuncia contra el alcalde de Madrid y la concejala encargada del área en el Ayuntamiento de la capital del Reino, imputándoles un delito contra el Medio Ambiente recogido en el artículo 325 del Código Penal. Parece ser que en las últimas semanas se han alcanzado unas cotas de contaminación inasumibles, no sólo en la Villa y Corte, sino también en otras grandes urbes como Barcelona o Valencia, y que los demandantes en cuestión han procedido a señalar con nombres y apellidos a los, según ellos, responsables del aumento de dicha nube tóxica. Pero lo más chocante es que sólo se han centrado en la “boina” que cubre la céntrica metrópoli, sembrando en mí la duda razonable de si las emisiones contaminantes de la Ciudad Condal son, valga el símil futbolístico, de Segunda División.

Esa tardanza a la hora de ampliar el elenco de imputados me produce cierta perplejidad, culpa sin duda de mi deformación profesional y me obliga a plantearme la siguiente cuestión: ¿por qué los integrantes de Ecologistas en Acción no cargan también contra el regidor barcelonés y su mano derecha en cuestiones medioambientales? No me gustaría pensar que la razón sea su pertenencia, respectivamente, al Partido de los Socialistas de Cataluña y a Iniciativa por Cataluña-Los Verdes porque, de ser así, tan intermitentes activistas perderían toda credibilidad. A nadie se le escapa que la mayoría de las organizaciones en defensa de animales, plantas, energías renovables y desarrollos sostenibles de toda índole se sitúan en la izquierda política, lo cual me parece muy respetable. Pero, asimismo, creo que no deberían atribuirse en exclusiva la defensa de unas causas que también se abordan desde otros espectros ideológicos. Y convendrán conmigo en que algunos de sus planteamientos son, como mínimo, incoherentes, máxime cuando aparcan el ecologismo para limitarse a hacer política pura y dura. De entre una larga lista -y para abreviar-, citaré tan sólo un ejemplo ilustrativo y, además, reciente.

Se refiere a la polémica creada a cuenta del maltrato que sufren los toros de lidia en el transcurso de los festejos taurinos. El Parlamento catalán ha prohibido las corridas tradicionales pero sigue autorizando y hasta subvencionando una variante de utilización de los astados consistente en infligirles una selección de injurias que no favorecen precisamente al bienestar de tan nobles animales. Escudándose en la preservación de las tradiciones autóctonas y apoyada por varios colectivos color esperanza, la mayoría de esa Cámara autonómica ha resuelto que estas prácticas no resultan tan perjudiciales para las reses como las asociadas al toreo y al rejoneo. Sin embargo, omiten otra razón de peso que subyace en semejante decisión: renegar de cualquier influencia asociada a la España de charanga y pandereta que tanto repudian.

Los países desarrollados son las principales víctimas de su propio progreso y los ciudadanos no podemos pretender disfrutar de él  sin pagar ningún peaje. Si las industrias no prohíben los vertidos tóxicos, si ningún individuo renuncia a viajar en coche, si no apostamos por reciclar nuestra continua generación de residuos, la contaminación seguirá aumentando, con o sin documentales de Al Gore. Si utilizamos calefacción en invierno y aire acondicionado en verano, si deseamos telefonía fija y móvil, si agotamos los yacimientos de minerales, de algún sitio habrá que conseguir los recursos energéticos. Creo que, tanto determinados ecologistas como algunos expertos que adoptan las decisiones en materia medioambiental aprovechando los banquetes de las cumbres sobre el cambio climático, deberían reflexionar sobre la coherencia y la viabilidad de sus posicionamientos ya que, por desgracia, la economía y la política nos atan a todos de pies y manos.



martes, 15 de febrero de 2011

LOS JUECES LES AJUSTAN LAS CUENTAS A LOS BANQUEROS

ARTÍCULO PUBLICADO EN "LA OPINIÓN DE TENERIFE" EL 15 DE FEBRERO DE 2011



Se llama José Antonio y tiene 47 años aunque, en realidad, podría tener cualquier nombre y cualquier edad. Para lo que les voy a contar, da lo mismo. Es un hombre que, desde el pasado 26 de enero,  ha recuperado la tranquilidad e incrementado su nivel de confianza en el futuro, rotas las ataduras que le ligaban a un pasado lleno de deudas y sinsabores. Su historia, por desgracia, se repite mil veces al día en esta etapa de crisis económica que a todos nos está tocando vivir. Su caso particular, que incluye el drama del desahucio y el embargo, no es original. Comparte esa penosa circunstancia con otros José Antonios de otras provincias, de otras profesiones y de otros años de nacimiento. Sin embargo, él ha saltado a las cabeceras de los informativos y a las primeras planas de los periódicos al protagonizar involuntariamente un hecho insólito. La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Navarra ha dictado un auto judicial en el que decide que la entidad financiera que había embargado su casa por falta de pago no puede pedirle para saldar la deuda más dinero que el que pueda obtener con el propio inmueble hipotecado. En otras palabras, y para que quede claro, que el banco debe conformarse sólo con la vivienda en cuestión.

Obviamente, estos Magistrados han prendido la mecha de una bomba que tiene visos de explotar de ahora en adelante en no pocos procesos del mismo tenor. Como se imaginarán sin dificultad, la banca ha puesto el grito en el cielo ante una decisión tan rompedora como, en mi opinión, justa. Cuando, en su momento, el José Antonio de nuestra historia acudió a la oficina de su pueblo a pedir un préstamo para comprar un techo perpetuo pensó que si, en el peor de los casos, le vinieran mal dadas, bastaría hacer las maletas con todo el dolor de su corazón y devolver a quienes reclamaban sus cuotas impagadas aquel caserón que con tanta ilusión se había decidido a adquirir. Pero el pobre ingenuo no contaba con que, años después, la economía pintaría color de hormiga y la nueva tasación de aquellas cuatro paredes, inferior a la que se había realizado en la época de vacas gordas, ya no sería suficiente para cubrir el importe que debía a los prestamistas, quienes, raudos y veloces, y con el respaldo de la Ley Hipotecaria, no dudaron en bloquearle desde la nómina hasta la Declaración de la Renta para recuperar la pasta.

Se me dirá que la banca es un negocio y  no una ONG. Se me dirá que la Justicia se basa en las leyes y que, por lo tanto, las entidades financieras se limitan a cumplirla. Se me dirá también que este precedente es inconveniente y peligroso, porque ahora cerrarán (¿todavía más?) el grifo del dinero ante el riesgo cierto de no poderlo recuperar en su totalidad. Pero yo sigo en mis trece. Como persona, me alegro en el alma de que este ciudadano vuelva a tener motivos para levantarse de la cama por las mañanas. Y, como humilde jurista, me enorgullece que existan jueces y magistrados con una visión más amplia del Derecho y capaces de HACER JUSTICIA, incluso aunque los bancos se escuden en que han actuado conforme a la ley. Por lo pronto, este auto judicial es firme y no cabe recurso alguno en otra instancia superior. No hace falta ser un lince para sospechar que el poderoso Don Dinero acudirá al Tribunal Constitucional pidiendo socorro. Ni siquiera descarto que allí triunfe. Pero lo que sí tengo claro es que, gracias a decisiones como ésta de mis admirados paisanos, nuestra sociedad avanza por el buen camino. Retomando el espíritu de la conquista de la luna, se trata de un pequeño paso para el hombre pero un gran paso para la humanidad.

domingo, 13 de febrero de 2011

ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE EL AMOR MATERNAL



Esta mañana de domingo, leyendo la prensa diaria, ha llamado mi atención un artículo publicado en el Magazine de El Mundo relativo a los distintos enfoques sobre el concepto de instinto maternal. Contra todo pronóstico, cada vez hay más mujeres que aseguran no saber de qué va ese impulso primario que supuestamente todas las féminas traen de serie (sic) y también hay quien afirma que se trata exclusivamente de un invento cultural.

La filósofa y escritora francesa Elisabeth Badinter, que ya en 1981 escribió la obra ¿Existe el amor maternal?, vuelve a incidir sobre el mismo tema treinta años después en su último libro El conflicto, la mujer y la madre,  aportando nuevas reflexiones sobre un tema tan vigente como discutido. En una entrevista adjunta, la autora afirma que el modelo de “buena madre” que prima en la actualidad representa un paso atrás en la liberación de la mujer. Asimismo, defiende que ya no se puede hablar de las mujeres como un bloque unitario y que, en su opinión, el género femenino se posiciona en dos bandos distintos y hasta opuestos.

En uno, gracias o por culpa del psicoanálisis infantil, cuyos especialistas han convertido a los menores en seres que exigen cada vez más cuidados por parte de la adulta -que asume su crianza como un trabajo a tiempo total-, se alinean las que consideran que el niño es lo primero y que la mujer viene después. El otro lo integran quienes no se resignan a dejar de compaginar sus deberes de madre con los deseos y necesidades propios de su condición femenina.

La lectura del artículo en cuestión me ha servido para reafirmar mi profunda convicción de que es injusto e improcedente hacer distingos entre buenas madres y malas madres. Conozco a mujeres de todo tipo, con instinto maternal y sin él. Tengo amigas a las que Elisabeth Badinter encuadraría sin dificultad en sus teóricos grupos A y B. Y, desde luego, a todas ellas las considero las mejores madres para sus hijos. Me niego a juzgar ni la capacidad de amar ni el nivel instintivo de ninguna de mis congéneres como si se tratara de una competición deportiva. Por el contrario, me enorgullece comprobar a diario que en su ánimo está el dar lo mejor de sí mismas a aquéllos a los que un día trajeron a este mundo.

martes, 1 de febrero de 2011

CLASES PARTICULARES PARA AFRONTAR LA MUERTE

ARTÍCULO PUBLICADO EN "LA OPINIÓN DE TENERIFE" EL 1 DE FEBRERO DE 2011


Hace más de una década sufrí en mis propias carnes una experiencia personal que habría de marcar mi futuro. Varias estancias hospitalarias precedieron a la muerte de mi madre y aquel período que ambas compartimos me sirvió para comprender que hay otros mundos en los que la enfermedad, la soledad y el dolor son compañeros inseparables. Mundos frecuentados por cuerpos enfermos que se sienten solos y desamparados. Mundos habitados por profesionales de la medicina y la enfermería, por voluntarios, por religiosos y por empleados de las áreas más diversas que, en la mayoría de los casos, son un modelo de entrega y solidaridad. Mundos en los que familiares y amigos están sometidos al yugo inexorable de los horarios de visita. Mundos temporal o definitivamente alejados de la felicidad, de la tranquilidad, de la cotidianeidad.

Desde entonces, siempre me he preguntado por qué no nos educan para la muerte desde que somos niños. Si la única certeza con la que nace el ser humano es la de saber que más pronto o más tarde morirá, no sería tan descabellado que existiera un protocolo educativo que nos sirviera para afrontar de un modo positivo tan inevitable realidad. La larga etapa de aprendizaje que durante nuestra infancia tiene lugar en las aulas sería la más idónea para que nos informaran y nos formaran, junto al resto de materias tradicionales, sobre la comprensión y posterior aceptación de nuestra caducidad innata. Sin duda, nos ahorraríamos mucho sufrimiento y sería la mejor orientación para  valorar nuestra vida en su justa medida y aprovecharla intensamente.

No hay duda de que la muerte es una constante fuente de preocupación para el ser humano. En mi opinión, pocas son las personas que no tuercen el gesto cuando se aborda este tema y, en función de la postura que adoptan al respecto, las divido básicamente en dos grupos. El primero lo integrarían quienes dicen no temer el momento de su despedida terrenal y el segundo los que se horrorizan ante la perspectiva del final de su existencia. Confieso que yo aún no tengo claro de cuál formar parte. Dependo de mis estados de ánimo. Pero, en todo caso, unos y otros compartimos la misma sensación de vacío interior ante el fallecimiento de un ser querido.

La pérdida de un amigo íntimo fue el detonante que impulsó al magnífico guionista Peter Morgan a escribir la conmovedora historia de Más allá de la vida, última película dirigida por el maestro Clint Eastwood que, a través de estas líneas, me atrevo a recomendar abiertamente. Transmite el escritor con sorprendente sinceridad la terrible soledad que padeció cuando, de la noche a la mañana, perdió a un compañero muy cercano y se vio sin ninguna muleta en la que apoyarse para superar una situación tan dura como inesperada. Explica en sus entrevistas de promoción del largometraje cómo, días después del óbito, podía percibir con claridad una presencia que le acompañaba y que él asociaba al ser querido que acababa de desaparecer. Sin prejuicios y desde el convencimiento de que las almas emprenden el camino hacia una dimensión desconocida pero continúan influyendo en quienes compartieron su andadura mortal, Morgan entrelaza tres emocionantes relatos de seres que han sufrido experiencias cercanas a la muerte. Con seriedad, huyendo del sentimentalismo y construyendo un mensaje de esperanza, la cinta conecta con ese universo de miedos y dudas en el que, en ocasiones, todos nos vemos inmersos.

Exigimos respuestas. Necesitamos consuelo. Muchos recurrimos a la fe. Otros, los más fieles defensores de la máxima “ojos que no ven, corazón que no siente”, abogan por la negación total. Nada de hospitales, nada de tanatorios, nada de cementerios, intentando en vano protegerse del dolor con esa actitud. Algunos, los menos, acuden a gabinetes de videncia movidos por la imperiosa necesidad de contactar con sus muertos, de darles un último beso, de zanjar conversaciones interrumpidas bruscamente cuando baja el telón. Así que la suma de todas estas circunstancias me lleva a considerar que nuestra fragilidad ante el tránsito desconocido por excelencia, seamos mujeres u hombres, jóvenes o viejos, creyentes o ateos, nos convierte en alumnos más que cualificados para recibir clases de la más trascendental asignatura pendiente: aprender a afrontar la muerte.