viernes, 30 de junio de 2017

LA OBLIGACIÓN CONSTITUCIONAL DE DEFENDER A LA FAMILIA



Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 30 de junio de 2017

Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 3 de julio de 2017




El denominado Derecho de Familia abarca todo lo referente a las relaciones personales y patrimoniales de los integrantes de dicha institución y, aunque procede del Derecho Civil, cuenta con unas particularidades muy notables que llevan a considerarlo una rama jurídica autónoma. Dividido en tres áreas que comprenden las relaciones matrimoniales y de pareja, la filiación (bien sea matrimonial, extramatrimonial o adoptiva) y las instituciones de guarda legal (a saber, patria potestad, tutela y curatela), desde hace años se viene solicitando de manera insistente por parte de determinados sectores profesionales y doctrinales la creación de una jurisdicción propia. 

A consecuencia de los cambios sociales experimentados en los últimos tiempos, la progresión numérica y el incremento de peso específico de las materias que lo conforman constituyen una realidad innegable. Con esta medida, pues, se daría una respuesta satisfactoria a la dimensión que han ido adquiriendo estos procedimientos ante los tribunales de nuestro país. También es preciso tener en cuenta que, a día de hoy, los Juzgados de Familia sólo funcionan en las grandes ciudades, mientras que en el resto de poblaciones y núcleos rurales las cuestiones de referencia se dirimen en los Juzgados de Primera Instancia e Instrucción. Allí los jueces se encargan de asuntos pertenecientes a ambos órdenes por lo que, sin duda, unos tribunales exclusivos de Familia mejorarían este sensible escenario. 

Se han llevado a cabo en las recientes décadas notables modificaciones legales en atención a las transformaciones de hábitos y convicciones de la ciudadanía. Leyes como la de Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres o la de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género dan fe de ello. Sucede lo mismo con situaciones sobrevenidas, como la extinción o el mantenimiento de las pensiones alimenticias a los hijos mayores de edad que ni estudian ni trabajan. Se trata, pues, de nuevos retos con los que a diario se topan los profesionales de la Abogacía. 

Conscientes de que los conflictos en la esfera familiar se mueven a la misma velocidad que la evolución de la sociedad donde se generan, la problemática estriba en que, con mayor frecuencia de la deseable, las citadas reformas legislativas no se abordan de modo acertado. A menudo, el legislador prescinde de la opinión de los juristas expertos en la materia y, tanto Parlamentos como Gobiernos, realizan tan relevante misión sin tener en cuenta las aportaciones de quienes ejercen el Derecho de Familia en la primera línea. De hecho, estos procesos superan el veinticinco por ciento de los litigios producidos en España, volumen que justifica que desde los Colegios de Abogados y la Asociación Española de Abogados de Familia, se estime necesaria la existencia de jueces, fiscales, secretarios judiciales y letrados especializados, con el fin de entender correctamente los comportamientos y las figuras jurídicas asociadas a un campo mucho más complejo de lo que pudiera parecer a simple vista. 

En mi opinión, las ventajas de unos tribunales específicos de Familia resultan incuestionables y la fundamental es que se mejoraría sustancialmente el servicio a los justiciables, como sucede en otros países que ya se han sumado a esta opción con resultados positivos. Está claro que, si la especialización tiende a imponerse en otros terrenos, el Derecho no debe ser una excepción y algunas de las razones que sustentan tal afirmación ya han quedado expuestas. Pero es que, además, existe otra todavía más poderosa: la defensa de la familia como obligación, establecida en el artículo 39 de nuestra vigente Carta Magna. 

Para concluir, quiero insistir una vez más en mi permanente cruzada en favor de la Mediación, una excelente vía alternativa de resolución de conflictos que trata de evitar su judicialización y que resulta particularmente apta para resolver las discrepancias enmarcadas el seno familiar, si bien su aplicación puede extenderse a otros muchos ámbitos (civil, mercantil, laboral, comunitario, escolar…). Pero la familia es la piedra angular de la sociedad y su defensa nos concierne a todos los ciudadanos. Sin excepción.



martes, 27 de junio de 2017

LA EJEMPLARIDAD COMO MODO DE VIDA




El pasado martes 20 de junio tuve la fortuna de acudir a un magnífico encuentro dentro del Ciclo de Conferencias organizado por el Real Casino de Santa Cruz de Tenerife, cuyo protagonista fue Javier Gomá Lanzón (Bilbao, 1965), una de las figuras más destacadas de nuestro país en ese noble arte que es pensar

Filósofo y escritor, el actual director de la Fundación Juan March se implica en dotar de significado a lo que hacemos en nuestro día a día. Reviste de filosofía la cotidianeidad y así lo vuelca en sus artículos. Doctor en Filosofía y Licenciado en Filología Clásica y Derecho, buena parte de su producción literaria circula en torno a la ejemplaridad. 

En su último libro, “La imagen de tu vida”, aborda además la perdurabilidad después de la muerte. Habla de lo que somos y de lo que dejamos en este mundo cuando nos vamos de él, y afirma que el fallecimiento es la condición indispensable para valorar a alguien de forma definitiva. Para Gomá, con el adiós a la existencia se va lo accidental y queda lo elemental. Por mucho que uno se conozca, sigue siendo un misterio para sí mismo. 

El verdadero conocimiento de las personas es póstumo: "Mientras uno vive, la imagen está en gestación y puede variar. Se fija con la muerte. Es en ese momento cuando se aprecia. Sólo con la muerte aprendes el significado de la palabra jamás". Y, aunque el tránsito no sea igual para todos ellos, quienes fallecen dejan un ejemplo a aquellos que les sobreviven. Esa es su gran obra. Su legado eterno. El autor enlaza este convencimiento con su propia experiencia de la muerte de su padre, ocurrida en 2015, indicando que los progenitores son ese itsmo que une a los seres humanos con su infancia. Si se hunde esa conexión, desaparece la niñez. 

El ideal de la ejemplaridad, por tanto, nos exhorta a cada uno de nosotros a dignificar nuestra propia vida y a producir, mientras vivamos, un impacto positivo en nuestro círculo de influencia. Pero será al extenderse al reino de la posteridad cuando descubra su torso más general, definitivo y memorable. En palabras del ensayista, no existe superior tarea que aprender a ser mortal, que asumir nuestra mortalidad bajo un yo cotidiano, un yo del montón, sin relieve. También sin dramatismo (me atrevo a añadir). Se trata de vivir y morir con dignidad y de, al final del camino, poder sentir que se ha sido una buena persona.

Nada más. Nada menos.

viernes, 23 de junio de 2017

TOCA, BESA, ABRAZA



Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 23 de junio de 2017

Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 26 de junio de 2017






No hay duda de que el contacto físico constituye una necesidad básica para el bienestar emocional del ser humano. En ocasiones, una mera caricia, un apretón de manos o un pellizco en la mejilla contienen un mensaje que, traducido en palabras, superaría las del capítulo de una novela. Sin embargo, algunas civilizaciones se han visto influenciadas negativamente por una herencia cultural poco partidaria de expresar las emociones abiertamente, asociando este comportamiento a debilidad y vulnerabilidad. Además, se abonan a la tendencia errónea de sexualizar y, por lo tanto, malinterpretar cualquier gesto que tenga su origen en el tacto. 

Es una verdadera lástima, sobre todo si se tiene en cuenta que nos hallamos ante una de las más eficaces medicinas para el cuerpo y para el alma, desde la infancia hasta la ancianidad. Algunos experimentos llevados a cabo en el campo de la Psicología confirman la teoría de que quienes no mantienen ningún tipo de contacto físico transitan por la vida con mayor infelicidad y peor estado de ánimo. En ese sentido, la tradición ha dotado al género femenino de una permisividad superior desde el punto de vista social, resultando las mujeres más beneficiadas a la hora de expresar sus emociones. 

Pues bien, de todas las posibles manifestaciones del afecto, el abrazo es, sin ninguna duda, mi favorita. Y lo es porque se puede aplicar perfectamente a cualquier persona, con independencia del vínculo sentimental que te una a ella: madre, padre, pareja, hijo, familiar, amigo, amante, vecino o simple conocido. Atendiendo a su intensidad, duración, sinceridad y calidez, de nuestro modo de abrazar se pueden extraer diversas conclusiones. Existen abrazos suaves o firmes, breves o extensos, profundos o livianos, y suelen reflejar el grado afectivo de quien los brinda, su capacidad de entrega emocional y el lugar que el abrazado ocupa dentro de su corazón. 

Por fortuna, en España observamos además la sana costumbre de saludar con dos besos a la gente a la que no conocemos de nada, una práctica que en el resto de países de Europa no se suele imitar. También, para una característica propia de la que, en mi opinión, poder sacar pecho, va y resulta que no es del agrado de los habitantes del Viejo Continente. Como tampoco lo es nuestra tendencia a aparecer por sorpresa cuando no se nos espera, o a llamar a horas intempestivas, o a improvisar planes de un día para otro o, incluso, a salir a cenar sin reserva previa (estoy dispuesta a admitir que, en ocasiones, tanta espontaneidad puede resultar improcedente). 

En todo caso, comparto el criterio de mi admirado Fernando Aramburu cuando afirma en un artículo reciente que en España se abraza bien, lo cual no significa que todo el mundo provisto de Documento Nacional de Identidad esté por la labor. Se conoce que a mí la naturaleza me dotó de una desmesura afectiva que requiere de elevadas dosis diarias y constantes de cariño de ida y vuelta. Lástima que, cuando observo una foto fija de la sociedad actual, me duele constatar que los supuestos avances tecnológicos nos alejan todavía más de las relaciones cuerpo a cuerpo para convertirnos en seres más fríos e individuales y, sinceramente, creo que no deberíamos incurrir en ese grave error. 

Por ello, abogo fervientemente para que, tanto hombres como mujeres, demostremos a diario nuestros sentimientos valiéndonos de los cinco sentidos, con palabras y con gestos, desde la mente y desde el corazón, sin dar nada por supuesto. Las muestras de amor nos ayudan a sobrevivir y, para cuatro días que vivimos, situarnos a la defensiva no parece la mejor opción. Evitar un abrazo (como si el prójimo fuera contagioso o tuviéramos un “numerus clausus” de ellos) es uno de los posicionamientos más tristes por el que los seres humanos pueden apostar. Desde aquí recomiendo a los reticentes que hagan la prueba. Que se den una oportunidad. Y les garantizo que se sorprenderán con los resultados.

viernes, 16 de junio de 2017

EL "TURISMO DE BORRACHERA" SALE DEMASIADO CARO



Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 16 de junio de 2017

Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 20 de junio de 2017





Existen en España determinados destinos vacacionales que año tras año aumentan sus cotas de degradación a base de etilismo (con sus correspondientes vomitonas, orines y resacas) y broncas callejeras (con sus correspondientes molestias vecinales y destrozos mobiliarios e inmobiliarios). Para algunos energúmenos, pasear desnudos por las calles, beber hasta perder el conocimiento e intercambiar felaciones por consumiciones gratis pueden resultar actividades muy divertidas y apasionantes, pero la cruda realidad es que afectan al negocio turístico español y devalúan una de las fuentes de ingresos prioritaria de nuestro país, todavía convaleciente de una brutal crisis económica. 

Este repugnante fenómeno denominado “turismo de borrachera” atrae a hordas de jóvenes (extranjeros, en su mayoría) a ciertos enclaves mediterráneos que frecuentemente abren las portadas de los telediarios gracias a un escándalo o, peor aún, a una tragedia con difunto incluido. Perder allí la cabeza durante una semana les sale apenas a 400 euros por cabeza. Además, los organizadores de estos viajes al borde del mar los publicitan con la eufemística calificación de “rito de paso hacia la edad adulta”, lo que en cristiano viene a significar la incursión en el desmadre más absoluto e ilimitado: las primeras aventuras sin supervisión de los padres, la exaltación de la amistad entre compañeros de estudios y la explosión de la hormona llevada al extremo, todo ello aderezado con ingestas masivas de alcohol y drogas. De hecho, debido al habitual estado de ebriedad de los afectados, a menudo se registran accidentes -a veces con resultado de muerte, por saltar de un balcón a otro de los hoteles en los que se hospedan- y denuncias por robos y violaciones. 

No obstante, cualquier motivo sirve para que estas bestias pardas den rienda suelta a su lado más salvaje. El más reciente ha sido la espectacular remontada de la selección escocesa en el partido clasificatorio del Mundial 2018 disputado contra Inglaterra, y que puso la mallorquina Magaluf patas arriba, con invasión de la calzada por parte de una muchedumbre borracha dedicada a arrasar locales de ocio y a agredirse física y verbalmente. Dichos incidentes tuvieron lugar apenas 24 horas después de que otros veinte turistas se exhibieran en pelotas a plena luz del día y en primera línea de playa, ajenos a la presencia de numerosos niños en un parque infantil adyacente. Es obvio que el esfuerzo realizado en los dos últimos veranos, tanto por el Ayuntamiento como por los miembros de la Policía Municipal, para mejorar la imagen de este emplazamiento (y que ya estaba dando sus frutos, con la llegada de visitantes de mayor poder adquisitivo y mejor perfil personal) se puede ir al traste con episodios de este tenor. 

Sucede lo mismo con el Saloufest, un pseudofestival que se celebra en primavera en el pueblo tarraconense de Salou y que, aun siendo temporada baja, genera en el municipio un impacto económico de cinco millones de euros (me indica esta mañana un amable lector de Salou que ya no se celebra dicho evento, gracias a los esfuerzos realizados por los responsables municipales. Lamento mi error al incluirlo en este artículo y expreso mis disculpas más sinceras, a la vez que me alegra conocer la noticia, ya que es un enclave al que me unen recuerdos muy felices de mi infancia. -VER COMENTARIOS A LA ENTRADA DEL BLOG-). Los consistorios que acogen estas correrías viven, pues, en una permanente paradoja. Por un lado, les interesan las ganancias que estos desparrames inyectan en sus presupuestos y que resultan fundamentales para la supervivencia de zonas de monocultivo turístico. Pero, por otro, el injustificable salvajismo acaba con su reputación y les condena nacional e internacionalmente a arrastrar el estigma de ser territorios comanches. 

Las enormes desventajas de este turismo de borrachera son innegables y, en ese sentido, ya son muchas las ciudades en las que se está luchando por ahuyentarlo. Personalmente, encuentro muy sencillo reconducir el modelo. Claro que, como sucede con tantas otras patatas calientes políticas y sociales, se precisa de un firme ejercicio de voluntad y valentía por parte de sus representantes públicos. Sin duda, estos se expondrán a ser la diana de todo tipo de presiones y amenazas por parte de quienes no se resignan a renunciar a un negocio tan rentable como repugnante. Sin embargo, en esta vida hay que elegir continuamente entre lo correcto y lo incorrecto. No es nada fácil pero, desde luego, vale la pena.



martes, 13 de junio de 2017

viernes, 9 de junio de 2017

SOBRE PIERNAS ABIERTAS Y MENTES CERRADAS



Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 9 de junio de 2017

Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 14 de junio de 2017





Habiendo sobrepasado ya el medio siglo de vida, recuerdo a la perfección lo que ha costado que las mujeres se desprendieran de ciertas reglas incomprensibles, entre ellas, la de la obligación de cerrar las piernas. No hace demasiado tiempo, la que montaba en moto o a caballo como un hombre era considerada directamente una marimacho. Por desgracia, a día de hoy se sigue recurriendo a la utilización de chicas jóvenes como florero de competiciones y eventos o como adorno de contraportadas de prensa deportiva. 

También resulta repugnante el trato diferencial que aún se dispensa a la soltería en función del género, o la comprensión social que genera la promiscuidad masculina en comparación con la femenina. Por no hablar de la subsistencia como especie de los bocazas que expelen comentarios zafios sobre tetas y culos. Se trata de realidades que, sin ser computables como delitos o faltas graves, nos reducen a la condición de hembras. 

Pero, dicho esto, me temo que mi forma de entender el machismo no coincide en muchos aspectos con la de la CUP y la de Mujeres en Lucha, que comparten las recientes iniciativas de apoyar sendas campañas contra el despatarre masculino, por considerar que se trata de una práctica machista. Hasta la fecha, los medios de transporte lucían unas pegatinas en las que se obligaba a ceder los asientos a embarazadas, personas con carrito de bebé y gente mayor o con alguna discapacidad. Pero, por lo visto, había un detalle adicional en el que muchos usuarios no habíamos caído y que nos afecta cada vez que utilizamos el transporte público: la incomodidad de tener al lado a un hombre que esté invadiendo nuestro espacio con sus piernas. 

Y, así como a nosotras nos han enseñado desde pequeñas a sentarnos con las rodillas muy pegadas, deducen que a ellos les han transmitido otra idea de jerarquía y de dominio territorial. De modo que, para estas representantes políticas y asociacionistas, la invasión de la zona anexa es una muestra de micromachismo que puede incomodar físicamente y ofender moralmente a las sufridas viajeras femeninas. Con sinceridad, a mí no se me hubiera ocurrido semejante explicación ni en sucesivas reencarnaciones, ya que lo único que detecto es una muestra de mala educación como otra cualquiera (si me apuran, un poco más desagradable). 

El caso es que el citado colectivo feminista ha pedido al Ayuntamiento de la capital de España que se coloquen carteles contra el manspreading (se conoce que, si lo dicen en inglés, les suena mejor). Se ha anunciado desde el área de Políticas de Género y Diversidad, después de que se iniciara una recogida de firmas pidiendo esta novedad en los autobuses de la Empresa Municipal de Transportes y en los vagones del Metro. La colocación de las pegatinas comenzará la semana que viene. Frente al sí del Consistorio presidido por Manuela Carmena, la Comunidad de Madrid -liderada por Cristina Cifuentes- ha indicado que no contempla ninguna medida concreta, puesto que el Reglamento de Viajeros ya dice que a cada uno le corresponde un asiento. 

Ante semejante panorama, las omnipresentes redes sociales han comenzado a aglutinar comentarios de detractores y defensores de la apertura de los miembros inferiores masculinos. Para unos, consiste en una postura meramente biológica: aquello que tienen en la entrepierna les impide juntar las rodillas sin sufrir incomodidades. Para otros, tras la ausencia de cortesía, se esconde un pernicioso gesto de dominación del macho. Pero para la mayoría es, simple y llanamente, un ejemplo más de falta de urbanidad, sin ánimo lúbrico añadido. 

En resumen, ni entiendo la prioridad de la propuesta -como si no hubiera necesidades más perentorias que atender- ni comparto que se inviertan fondos públicos en una campaña institucional de este tenor. Debe ser que cuando voy en guagua o en tranvía me sumerjo en actividades tan gratas como leer u oír música y no me da por fijarme en las entrepiernas del sexo contrario.