viernes, 18 de diciembre de 2015

LAS ETERNAS CICATRICES DE LOS ABUSOS SEXUALES



Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 18 de diciembre de 2015

Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 24 de diciembre de 2015




El abuso sexual infantil es el tabú más profundo en todas las culturas y civilizaciones desde hace siglos y, aunque no existe un perfil único de las víctimas, los expertos coinciden en que los abusadores las buscan entre los seres más vulnerables, indefensos y desprotegidos. Por eso, los niños encabezan el grupo de riesgo más elevado y las consecuencias físicas y psicológicas que les acarrean son funestas. 

Estas prácticas repugnantes se producen en los más diversos ámbitos, incluido muy especialmente el doméstico. Y no se debe caer en el error de que son las familias desestructuradas o de bajo nivel económico las más proclives a las mismas. La triste realidad es que se dan en todas las clases sociales. Para colmo, al suceder en un entorno supuestamente afectivo, los niños dependen todavía más de esos adultos llamados a protegerles y de quienes no pueden escapar. Además del agravante emocional que les une al agresor, se añade la circunstancia de que la comisión de los hechos puede ser más frecuente e impune. Es por ello que la sociedad y el Estado estamos llamados a tomar medidas para superar esta lacra que nos denigra. 

Abundando en la cuestión, el Consejo de Ministros, a propuesta del titular de la cartera de Justicia, acaba de aprobar dos Reales Decretos cuya relevancia práctica está fuera de toda duda. El primero desarrolla el Estatuto de la Víctima del Delito y regula las Oficinas de Asistencia a las Víctimas, cuyo objetivo es asegurar su protección y garantizar sus derechos en plenitud. El segundo crea y regula la organización y funcionamiento del Registro Central de Delincuentes Sexuales, que permitirá la prevención de este tipo de delincuencia cuando las víctimas sean menores de edad. 

El fin último es establecer un sistema eficaz para impedir que los autores de delitos sexuales tengan acceso o ejerzan profesiones, oficios u actividades que impliquen contactos habituales con menores. En el citado Registro se incluirán los datos de los condenados por sentencia firme por delitos contra la libertad sexual y por trata de seres humanos con fines de explotación sexual (incluida la pornografía), con independencia de la edad de la víctima y del condenado. Se incorporará asimismo el código genético (ADN) siempre que se establezca por resolución judicial, para posibilitar su seguimiento y control dentro y fuera de nuestras fronteras, a través de mecanismos de cooperación con autoridades policiales y judiciales de otros países, particularmente del entorno de la Unión Europea. Lamentablemente, se han producido en el pasado casos de descoordinación entre las autoridades del Viejo Continente que ahora se articularán con este instrumento. 

La información sobre los inscritos no será pública, accediendo a ella tan sólo jueces, Tribunales, Ministerio Fiscal y Policía Judicial y quedando siempre constancia de la gestión realizada. Además, dichos certificados podrán extenderse sin consentimiento de los interesados, siempre que exista una petición expresa de las entidades públicas de protección de menores -para valorar la situación de desprotección de un menor respecto de sus progenitores, tutores, guardadores o acogedores- y de las autoridades judiciales o policiales extranjeras inmersas en una investigación. Los propios interesados podrán igualmente solicitar la certificación, lo mismo que aquellos órganos de la Administración que lo precisen preceptivamente para un trámite, previo consentimiento de la persona afectada. En cualquier caso, se garantiza la gratuidad de la expedición del documento. 

En la actualidad existen alrededor de 45.000 condenados por agresión, abuso sexual, acoso, prostitución, maltrato, exhibicionismo y corrupción de menores que se verán afectados por la creación de este Registro Central de Delincuentes Sexuales, cuya operatividad será inmediata desde ahora. Así, quienes pretendan trabajar con pequeños deberán acreditar su ausencia registral, desde trabajadores de guardería a boy scouts, desde catequistas a entrenadores deportivos, sin olvidar a los profesionales de la docencia. Confío en que de ahora en adelante mejore este escenario tan demoledor en el que la inocencia y la felicidad infantiles son asesinadas a diario.



martes, 15 de diciembre de 2015

LOS NUEVOS ANALFABETOS




Leer la columna de Pedro Simón en El Mundo es mi primera parada obligada en las mañanas de los sábados. Hace tiempo que se ha convertido para mí en un ejercicio absolutamente imprescindible, convencida de estar ante una de las mejores plumas del periodismo actual. 

En la última, titulada APPNALFABETOS, desgrana verdades que levantan ampollas y que deberían hacer reflexionar a más de uno. A continuación refiero algunas de ellas: 

En la calle la gente ya no se mira y por eso pasa de largo. 

En los semáforos ya nadie le abre la ventanilla al tullido, sino que abre el WhatsApp. 

En la oficina, te dice algo por correo electrónico un compañero que se sienta a un metro de ti. 

En casa todos comunican, pero nadie dialoga. 

También alude a El Roto (“Gracias a las nuevas tecnologías, me informo al segundo y lo olvido al instante), a Hans Magnuns Enzensberger y su “Elogio del analfabeto”- en el que contraponía la capacidad de contar de forma oral, el tesón, la imaginación, el buen oído y la ruda sabiduría del antiguo analfabeto a la memoria atrofiada, la banalización, la poca capacidad de concentración y la sobreinformación trivial de los llamados nuevos analfabetos- y a Jonathan Franzen, cuando dice que las nuevas tecnologías están dejando obsoletos nuestros viejos valores (“Nuestra entusiasta sumisión a la tecnología digital ha llevado a la atrofia de capacidades humanas como la empatía y la introspección. Ha llegado el momento de reafirmarnos, de comportarnos como adultos y de poner en su sitio a la tecnología”). 

Sólo un dato más. En palabras de Simón, un dato despertador. Un dato concertina. Un dato electroshock. Lo primero que hace el 76,4% de los españoles nada más levantarse y lo último que hace antes de acostarse no es leer, darle un beso al hijo, contarle un cuento, hacer el amor o asomarse un rato al mundo por la ventana. Es consultar el móvil. 

Pues eso.

viernes, 11 de diciembre de 2015

QUIEN BIEN TE QUIERE, NO TE HARÁ LLORAR



Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 11 de diciembre de 2015

Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 20 de diciembre de 2015





Coincidiendo con la celebración cada 25 de noviembre del Día Internacional contra la Violencia de Género, todos los años suelen ver la luz informes provenientes de las más diversas instituciones que constatan una circunstancia muchísimo más habitual de lo que nadie pudiera imaginar. Por increíble y anacrónica que parezca, la triste realidad es que el modelo adoptado por un considerable número de hombres y mujeres a la hora de establecer sus vínculos afectivos apenas ha evolucionado desde la caverna. Los demostrables avances femeninos en materias de toda índole se dan de bruces con unas estadísticas que ponen de manifiesto la reproducción de unos roles tradicionales que asocian a las hembras con la complacencia y a los varones con la protección. 

De los últimos estudios sobre este alarmante fenómeno se desprende que continúan calcándose los estereotipos que otorgan a los chicos determinados rasgos como la valentía y la agresividad y a las chicas otros como la ternura y la comprensión. Así, ocho de cada diez encuestados opina que ellas están llamadas a complacer a sus novios mientras que éstos han de asumir la misión de protegerlas. Para salvaguardar mi salud mental, prefiero no saber de qué hablan cuando hablan de complacer y de proteger aunque, visto lo visto, sospecho que nuestras coincidencias al respecto serán nulas. Asimismo, sorprende muy negativamente la vinculación lógica (incluso positiva) que establecen entre amor y celos, o la aceptación tácita de prácticas tan rechazables como la revisión de los mensajes de móvil y la prohibición de utilizar determinadas prendas de vestir (convenientemente aderezadas con la excusa del enamoramiento). Y preocupa esta visión tan sesgada porque, mediante una simple asociación de ideas, algunas mujeres encontrarían naturales y aceptables las manifestaciones violentas de su pareja y tenderían a justificarlas y hasta a comprenderlas. 

Es espeluznante comprobar cómo las adolescentes de las sociedades occidentales viven bajo una falsa apariencia de igualdad, que reside en hechos tan puntuales como la posibilidad de fumar y beber alcohol en la misma medida que sus compañeros, o de mantener relaciones sexuales tempranas sin las limitaciones de antaño, o de frecuentar idénticos ambientes hasta altas horas de la madrugada. Así de triste. Sin embargo, es con el desempeño de la actividad profesional llamando a sus puertas cuando comprueban por desgracia la brecha todavía tan notable que las separa de la mitad masculina de la población. De hecho, centrándonos en el ámbito de la conciliación familiar y laboral, y pese a que el noventa por ciento contesta sobre el papel que las tareas del hogar deben repartirse entre todos sus miembros, el mismo porcentaje reconoce que es una fémina (abuela, madre o hermana) quien se encarga de estas cuestiones, mientras que el resto de la familia, en el mejor de los casos, tan sólo ayuda. 

A la hora de encontrar explicaciones a estos comportamientos tan recurrentes, y sin olvidar el peso específico de la labor educativa ejercida por padres y profesores, se torna imprescindible actuar individual y socialmente contra dos enemigos muy poderosos: la televisión e Internet. La influencia perversa que, tanto las series televisivas como los videos musicales, ejercen sobre los chavales neutraliza cualquier esfuerzo dialéctico que se realice para combatir esta actual deriva juvenil. Tanto los guiones de las primeras como las letras y las imágenes de los segundos fomentan el mantenimiento de arquetipos machistas y reflejan patrones mentales que cualquier individuo con dos dedos de frente rechazaría de plano, transmitiendo unos modelos extremadamente alejados de lo que debería ser una relación sentimental basada en el respeto y en la igualdad. 

Mientras se sigan emitiendo programas como "Mujeres y hombres y viceversa" y las megaestrellas de la música se sirvan de videoclips plagados de permanentes connotaciones sexuales para permanecer en el candelero, ésta será una batalla perdida. Es por ello que los próximos responsables políticos que resulten elegidos en las urnas el 20 de diciembre deben abordar este sobrecogedor problema social de forma absolutamente prioritaria.

martes, 8 de diciembre de 2015

TIEMPO DE ESPERA







8 de diciembre. Festividad de la Inmaculada Concepción de María. Siempre ha sido, es y será el día en el que empieza la cuenta atrás. Antes, con nuestros padres. Ahora, con nuestros hijos. Idéntico ceremonial.

La caja de cartón, decorada con motivos navideños, abandona el armario en el que ha permanecido once largos meses. Una a una, ordenadamente, colocamos las hermosas figuritas de barro sobre la alfombra, a la espera de que, durante treinta días muy especiales, ocupen ese lugar que les da su verdadero sentido.

En primer lugar, el portal. Sobre su tejado, el pequeño de la casa extiende harina blanca ayudándose de una cucharilla de postre. Con cuidado. Que la “nieve” cubra cada palmo.

A continuación, a izquierda y derecha, la Virgen y San José, dejando entre ambos el espacio preciso para que ese Niño Jesús que está de camino pueda encontrar acomodo.  El musgo y la arena harán el resto.

Detrás, la mula y el buey, una frente a otro, mirándose con recelo, expectantes.

Sobre un cielo imaginario de espejo, el ángel que anuncia la buena nueva compartirá cada noche con una estrella de papel de plata que guía desde Oriente a los Reyes Magos.

Cerrando el cortejo, a lomos de los camellos y en compañía de sus pajes, Melchor, Gaspar y Baltasar han sido los últimos en salir de su escondite. El día 8 de enero serán los primeros en retornar a él.

Navidad 2015. Bienvenida.






viernes, 4 de diciembre de 2015

NAVIDADES BLANCAS Y NAVIDADES LAICAS



Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 4 de diciembre de 2015




A mí me parecía imposible diseñar una celebración laica de la Navidad, esto es, sin Belenes ni villancicos, llamada únicamente a ensalzar las virtudes del inminente solsticio de invierno. Sin embargo, Carmenas y Colaus mediante, salta a la vista que está llamada a convertirse en el enésimo logro de la modernidad, en dura pugna con los Bautizos y las Primeras Comuniones civiles, fenómenos también de reciente creación y que, en boca de sus inventores, consisten en unas fiestas de glorificación de la infancia y la adolescencia. No me cabe duda de que en el fondo de estas novedosas alternativas subyace una intensa presión (disfrazada, eso sí, de respeto a la diversidad) por parte de algunos representantes políticos y sociales, cuyo objetivo prioritario consiste en eliminar de la vida pública toda referencia religiosa y en construir otra sociedad en la que no exista tiempo ni lugar para dioses, y muy en particular para el Dios de los cristianos, a todas luces el que más les incomoda. Afirman que es “lo propio” en un Estado laico, que se trata de la “condictio sine qua non” para poder vivir en paz dentro de una comunidad plural, en la que cada uno mostrará o no su fe de puertas para adentro, en la intimidad del hogar, cual catacumba romana de nuevo cuño. 

Pero curiosamente, para desactivar tal argumento, el art. 16.3 de nuestra Constitución establece que el Estado español es aconfesional, concepto que, tal y como aprendí años ha en la facultad de Derecho, no es exactamente sinónimo de laico. La aconfesionalidad de un Estado alude a la no profesión por parte del mismo de una religión propia, y así poder proteger las religiones que libremente quieran profesar sus ciudadanos. Ello se explica porque ninguna sociedad es aconfesional, de suerte que sus miembros pueden ejercer, entre otras, la libertad religiosa (que incluye manifestarse y actuar públicamente según las propias convicciones, siempre con el debido respeto y bajo el estricto cumplimiento de la legalidad). 

Por el contrario, la laicidad se fundamenta en la distinción entre el plano secular y el plano religioso, y promueve la autonomía de la esfera civil y política respecto de la religiosa y eclesiástica (que tampoco equivale a la esfera moral). Por lo tanto, no quiere decir en absoluto que el Estado deba desentenderse por completo del fenómeno religioso. Más bien, si pretende ser verdaderamente democrático, deberá reconocer y garantizar a la ciudadanía un sistema de libertades públicas que incluyan la ideológica y la de la formación moral, de acuerdo con esas convicciones ya aludidas. 

Cosa distinta es que ciertos gobernantes asuman la opción del laicismo (que nada tiene que ver con la aconfesionalidad ni con la laicidad y que sacrifica una deseable neutralidad por el camino) y traten de imponerla a través de algunas decisiones, como mínimo, discutibles. Porque el laicismo es un ideología cuya componente de hostilidad o, en el mejor de los casos, de indiferencia hacia la religión, choca frontalmente con la idea de libertad religiosa. Según sus defensores, lo religioso, en el caso de no extirparse de raíz, debe quedar confinado a ese ámbito de privacidad (a este paso, casi de clandestinidad) al que me refería anteriormente. Pero eso sería tanto como aceptar que lo público se agota en lo estatal y, por fortuna, no es verdad. 

Existen múltiples realidades públicas que exceden a las estatales. Negarlo es no admitir la distinción misma entre sociedad y Estado, y abrazar una concepción totalitaria de éste. Es obvio que se puede garantizar a todo ciudadano el ejercicio de su religión a través de las correspondientes manifestaciones asociadas, sin poner por ello en riesgo la independencia de dicho Estado. Lo que no parece de recibo es la actual cruzada en contra de algunos actos tan tradicionales e inofensivos como la colocación de un Belén municipal o el ensayo de villancicos en una escuela, con la excusa de que alguien pueda sentirse ofendido o marginado. Definitivamente, es el mundo al revés.




martes, 1 de diciembre de 2015

CÓDIGO ÉTICO PARA LA INFANCIA VULNERABLE





La organización internacional Aldeas Infantiles creó en 2014 un “Código ético periodístico para infancia vulnerable” que ha vuelto a ser suscrito por la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), con la intención de ser participativo. Se ha contado con la colaboración de profesionales implicados en temas de menores y en él se ofrecen consejos para mejorar la calidad de las informaciones que afectan a los más pequeños de nuestra sociedad. 

No se debe anteponer el afán por incrementar la audiencia a la protección de los menores y por ello es preciso denunciar los comportamientos de los medios de comunicación que quebranten los derechos de los niños. Su capacidad de difusión y su función de servicio público exigen una responsabilidad y un grado de compromiso que es preciso tener presente al ejercer la profesión. 

Este código creado por Aldeas Infantiles aconseja a los periodistas, entre otros puntos, que informen de los niños pensando por un momento que podrían ser sus hijos, con el fin de tratar la noticia con el rigor y la sensibilidad que merece todo niño. Se ha vuelto a elaborar un nuevo informe anual con propuestas que tratan de paliar la presencia de niños desprotegidos en los medios de comunicación. 

Puesto que cualquier noticia relacionada con niños de la infancia vulnerable que crea estereotipos es un freno a su desarrollo futuro, resulta imprescindible abogar por un pacto de Estado por la infancia y por un pacto mediático por los derechos de los niños. De ese tratamiento respetuoso depende que las nuevas generaciones crezcan y se desarrollen protegidas y libres.



viernes, 27 de noviembre de 2015

EL AMOR NO ES UNA CIENCIA EXACTA




Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 27 de noviembre de 2015

Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 7 de diciembre de 2015





Siempre he creído firmemente que el amor no tiene edad. Lástima que mi percepción no sea compartida por el común de los mortales y se tambalee en el momento en el que un romance extemporáneo se cierna amenazante sobre familiares, amigos o conocidos. Por lo visto, determinados prejuicios no cambian ni un ápice con el paso de los siglos y uno de ellos es la diferente valoración social que conlleva mantener una relación sentimental, dependiendo de si la balanza de primaveras se inclina a favor del hombre o de la mujer. 

En honor a la verdad, tal circunstancia suele despertar una curiosidad malsana, convirtiéndose de inmediato en fuente inagotable de murmuraciones sobre la autenticidad del enamoramiento en cuestión, envenenado ya desde su origen por la sombra de la sospecha. Tradicionalmente, se ha considerado como normal, razonable y socialmente aceptable que, cronológicamente hablando, el varón supere a la mujer. De hecho, la alternativa de que el canoso de turno se decante por una joven treinta años menor que él para compartir su vida jamás se ha censurado con el mismo ardor que si es una señora entrada en años la que, con idéntica finalidad, escoge a un muchacho que le acompañe día y noche. Mientras que el talludo se convertirá inmediatamente en la envidia de los de su sexo, la madurita, por razones alejadas de toda lógica, será el blanco perfecto de las chanzas no sólo masculinas, sino -lo que me resulta más incomprensible- también femeninas. 

Por otra parte, criticar al prójimo es una especialidad que en España se practica con inusitada devoción. De los siete pecados capitales, la envidia, comparada con los otros seis, no tiene rival dentro de nuestras fronteras. Bien es cierto que, ni todas las jovencitas que se enganchan a un cincuentón lo hacen movidas por un sentimiento puro, ni todos los veinteañeros que se pasean del brazo de una jubilada adoran su forma de ser. El recelo, además, gana peso específico cuando se constata que la trilogía formada por el dinero, la fama y el poder sobrevuela los cielos de tan improbables tortolitos. En todo caso, y mal que nos pese a algunos románticos militantes, el vínculo afectivo entre una mujer madura y un hombre joven continúa acarreando infinidad de críticas aceradas y sirve de inspiración al más zafio humor de barra de bar. 

Sin obviar el escenario anterior, es innegable que la incorporación al ámbito profesional de ese cincuenta por ciento de la población que, hasta hace bien poco, se veía abocado irremisiblemente a casarse y tener hijos para no sentirse un verso suelto, ha removido las estructuras sociales. Por fortuna, en pleno siglo XXI, vivir en compañía es, para la mayoría de las féminas, una opción. Siempre y cuando disfruten de una mínima independencia económica, la edad de sus candidatos no pasa de ser un mero dato estadístico, y ni siquiera de los más decisivos. Lo verdaderamente relevante es comprobar si tan sobrevalorada cifra se corresponde, amén de con su aspecto exterior, con su espíritu y sus ganas de vivir, parámetros -en mi modesta opinión- infinitamente más importantes. Cuando dos individuos de diferentes generaciones se enamoran, lo presumible es que cada uno de ellos aporte un toque único a la relación y que sus diferentes experiencias se unan para enriquecer ese nuevo y voluntario proyecto en común. 

Por consiguiente, el miedo al qué dirán nunca debe ser un motivo para que la cronología actúe como freno a la hora de elegir acompañante, por la sencilla razón de que el amor no es una ciencia exacta. Se puede ser profundo y maduro con veinticinco años y estar lleno de energía y de ilusiones con setenta. El reloj biológico no debe erigirse como referencia para buscar pareja, aunque sólo sea para dar la razón a ese antiguo proverbio griego que defiende que “el corazón de los amantes es siempre joven”.

martes, 24 de noviembre de 2015

OTRO AÑO MÁS EN LA CRUZADA





MAÑANA SE CELEBRA DE NUEVO 
EL DÍA INTERNACIONAL DE LA 
ELIMINACIÓN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO 



La violencia contra la mujer es una violación de los Derechos 

Humanos y constituye una pandemia global.



Hasta un 70% de ellas sufre violencia a lo largo de su vida.



Es consecuencia de la discriminación que sufren tanto a 

nivel legal como en la práctica, y de la persistencia de las 

desigualdades por razón de género.



Afecta e impide su avance en muchas áreas, incluidas la 

erradicación de la pobreza, la lucha contra el SIDA, la paz y 

la seguridad.



Se trata de un tipo de violencia evitable y su prevención es 

posible y esencial.




Millares de ellas son anualmente víctimas de trata, lo que las 

condena a la prostitución, a los trabajos forzados, a la 

esclavitud y a la servidumbre, niñas incluidas.




SIN EMBARGO,  

EXISTE UNA PUERTA ABIERTA 

A LA ESPERANZA



Sigamos en la lucha.

Todos juntos.

Sin cerrar los ojos.

Sin dar la espalda al problema.

Educando en igualdad.

Desde el respeto.

Con verdadero amor.