martes, 29 de junio de 2021

PRIMERA INVITADA DE "LAS MAÑANAS ASEME"





Ha supuesto para mí un verdadero honor ser la primera mujer invitada al nuevo programa de Raquel Valle "Las Mañanas Aseme". 

Demostramos en nuestra entrevista que la Mediación y la Comunicación forman un magnífico tándem. 

Comparto a continuación el enlace de audio con la emisión del espacio. 

Enhorabuena, Raquel, y muchísima suerte en este apasionante reto. 

Gracias de corazón.




viernes, 25 de junio de 2021

EL PRIVILEGIO DE CUMPLIR AÑOS



Artículo publicado en El Día el 25 de junio de 2021

Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 26 de junio de 2021



Recién iniciado el verano llega también mi cumpleaños con incuestionable puntualidad y lo cierto es que, desde hace más de medio siglo, me acompaña la misma ilusión por celebrar esta fecha, a pesar de que mi entusiasmo resulte, en ocasiones, incomprensible. Desde luego, no será porque no me afane en explicar que la otra alternativa a soplar velas es indudablemente peor. Sin embargo, no siempre triunfo en mi empeño. Y bien que lo siento. Tal vez sea porque ahora se impone la denominada gerascofobia como patología propia de estas caprichosas sociedades del Primer Mundo. Ese miedo a envejecer suele sustentarse en una serie de suposiciones, aunque no siempre acertadas, de lo que ocurre a medida que las personas van cumpliendo años. 

En algunos casos, se manifiesta como una cierta inquietud sobre lo que será de ellas con el paso del tiempo. En otros, deriva en un verdadero miedo irracional a hacerse mayores, a acumular arrugas, a padecer una posible discapacidad, a quedarse sin dinero o a sufrir soledad y aburrimiento. Sea como fuere, existen numerosos mitos sobre el envejecimiento que pese a ser, como mínimo, cuestionables, han calado en la sociedad generando estereotipos, prejuicios y conceptos erróneos que conllevan un sinfín de sentimientos negativos. Vale la pena poner el foco en los más habituales. 

Se afirma, por ejemplo, que los mayores tienen formas de pensar anticuadas cuando, en honor a la verdad, tampoco todos los jóvenes piensan de modo uniforme. Otro comentario muy recurrente se centra en la inevitable pérdida de memoria. Sin embargo, ser anciano no impide por sí mismo poseer una mente lúcida ni equivale a experimentar demencias seniles o deterioros cognitivos. Con frecuencia se alude también a la genética como herencia inexorable, pero la realidad indica que la salud y el bienestar dependen de los hábitos de vida saludable, una tarea estrictamente individual. Por otra parte, jubilación no es sinónimo de inactividad, habida cuenta que no tiene por qué acarrear una merma de la creatividad y puede orientarse, sin ir más lejos, a la realización de gratificantes tareas de voluntariado. 

Resulta igualmente paradójico con qué ligereza se entroniza socialmente a la juventud como un valor per se, a la par que se asocia la senectud con la amargura, por más que esté comprobado que los ancianos se recuperan antes y de mejor manera de las pérdidas y las tristezas, demostrando que no es tanto cuestión de edad como de actitud. Volviendo a la cruel cronología, recientes estudios sociológicos establecen que los varones pierden su atractivo cuando cumplen cincuenta y cinco años. Hay que ver cómo afinan los expertos en materia de atracción sexual. Ahora bien, a cuenta de esta patochada todo parece indicar que, tanto hombres como mujeres, estamos perdiendo el norte en mayor o menor medida. 

De entrada, nosotras salimos derrotadas en la comparación porque, para cuando el medio siglo llama a nuestra puerta, llevamos como mínimo tres lustros luchando a brazo partido en pos del imposible de la eterna juventud. Y no seré yo quien critique el respetable deseo de lucir una buena imagen. De lo que me quejo es de la desproporción en la que caemos en ocasiones, ya que no existe lucha más estéril que aquella que nos enfrenta al ya citado paso del tiempo. A menudo recuerdo con emoción que, cuando era una niña, las madres nos esperaban a las puertas de los colegios con sus surcos, sus lorzas y sus varices, pero a mí me parecían, cada una a su estilo, siempre maravillosas. 

Porque los ojos se pueden operar, pero la mirada no. También los labios, pero no el discurso. Lo más inteligente, además de cuidar nuestro aspecto sin caer en el exceso, sería afanarnos en mimar nuestro interior que, aunque no se ve, está ahí y nos va a acompañar el resto de nuestra vida. Sospecho que todos resultaríamos mucho más atractivos y, además, reconoceríamos el inmenso privilegio que supone seguir sumando vueltas al sol.

viernes, 18 de junio de 2021

TRAGEDIAS QUE NOS DESGARRAN EL ALMA


Artículo publicado en El Día el 18 de junio de 2021

Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 19 de junio de 2021




Estoy tristemente segura de que otro verano negro para la violencia machista se dispone a dar comienzo. Después le seguirá el otoño y, más tarde, el invierno. Así, hasta el infinito. Y la siniestra lista de cadáveres irá aumentando en tanto en cuanto no se aborde este escalofriante fenómeno desde su raíz, que no es otra que la todavía vigente desigualdad real entre hombres y mujeres en nuestra sociedad. Atendiendo a las cíclicas encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), diríase que este problema tan sangrante no ocupa el lugar prioritario que, sin duda, merece entre las preocupaciones de la ciudadanía española. Aun así, el reciente y alarmante repunte estadístico parece que por fin está removiendo las entrañas de nuestra sociedad. 

Por desgracia, y a tenor de los resultados obtenidos, las sucesivas tomas de medidas legislativas y gubernamentales, aunque ayuda, no es ni mucho menos suficiente, como demuestra la deriva de los acontecimientos desde la aprobación de la Ley contra la Violencia de Género. Se impone, por lo tanto, una reflexión sobre el origen del mal, que no es otro que la falta de igualdad verdadera entre ambos sexos. Es esa descompensación tan arraigada en nuestros entornos la que es necesario extirpar desde la pedagogía en la infancia y la adolescencia. De lo contrario, seguirá dando fruto y, unida a la perversa colaboración de determinadas plataformas publicitarias y medios de comunicación, provocará que cada año salgan de las aulas generaciones de jóvenes incapaces de distinguir el maltrato aunque lo tengan delante de su rostro, y que promociones enteras de chavales vean perfectamente normal el hecho de controlar a sus parejas en ese espeluznante universo virtual en el que están inmersos. 

Hay una vía óptima para hacerles entender que la vida no es eso y que las relaciones humanas han de basarse en el respeto mutuo y en el rechazo al modelo de superioridad de los unos sobre las otras: la educación escolar y familiar. Hace apenas un mes que confesaba en otro de mis artículos mi absoluta incapacidad para comprender actuaciones de este tipo, así como mi voluntad de no tratar de encontrarles una explicación, porque de sobra sé que no la hay. Ya no me resisto a aceptar que la maldad existe, por muy desolador que me resulte. Ya no achaco al extravío ni a la enfermedad mental el origen de actuaciones tan horrendas que, cuando llegan a mi conocimiento, me noquean. Ya no me cuesta admitir que no todas las conductas tienen una respuesta razonable, ni me supera el hecho de que entre nosotros haya gente mala que no padece ninguna patología física ni psíquica, sino que encarna la maldad por la maldad, al margen de cualquier otra consideración. 

Precisamente por ello, estoy convencida de que este cruel sinsentido no se solucionará únicamente incrementando los indicadores de riesgo o implementando nuevos protocolos institucionales, por más que sean una contribución y se valore la buena voluntad que les acompaña. En cambio, impartir en las aulas desde las edades más tempranas una asignatura con carácter obligatorio y para todos los niveles formativos sí puede resultar sumamente efectivo, porque los valores que se transmitan a las nuevas generaciones conformarán a buen seguro su comportamiento en la edad adulta. En este sentido, las propuestas de los expertos aluden a la formación del profesorado, a los contenidos curriculares, a la implicación del alumnado y a la colaboración parental. Pocas tragedias como ésta conllevan una responsabilidad tan colectiva y, puesto que lamentablemente no podemos devolverles la vida a quienes se les ha arrebatado del modo más cruel, afanémonos en evitar que otras víctimas se vean abocadas a unos finales tan inhumanos, recurriendo para ello a la educación como la mejor opción para combatir la desigualdad de género y la violencia que de ella se deriva, y con la esperanza puesta en rebajar esta cuota de monstruos que nos desgarran el alma.

martes, 15 de junio de 2021

VEINTE AÑOS DEL ESTRENO DE "AMÉLIE"



Se cumplen veinte años del estreno de una de mis películas de referencia, “Amélie”. Se trata de una comedia romántica francesa dirigida por Jean-Pierre Jeunet, autor también del guión, en colaboración con el novelista Guillaume Laurant. Protagonizada por Audrey Tautou como Amélie y bajo el lema “Ella va a cambiar tu vida", la cinta fue distribuida en Estados Unidos por Miramax y en España por Manga Films. Con un presupuesto de apenas diez millones de dólares, recaudó más de ciento setenta en todo el mundo, treinta de ellos en los Estados Unidos. 

Narra la historia de la joven camarera Amélie Poulain quien, el mismo día que se entera de que Lady Di fallece en un accidente de tráfico, descubre que en su baño hay una pequeña caja que contiene juguetes, fotografías y cromos que un chico escondió cuarenta años atrás. Decide entonces buscarlo y entregarle dicho contenido. Una vez lleva a cabo la devolución y nota la positiva reacción de su dueño, Amélie halla entonces un nuevo propósito para su vida: lograr que las personas que están a su alrededor se sientan felices. 

El largometraje recibió cinco candidaturas al Oscar, incluyendo las de mejor película de habla no inglesa, guión y fotografía. Estuvo asimismo nominada al Globo de Oro a la mejor película de habla no inglesa, ganando dos BAFTA (guión original y diseño de producción), cuatro César (película, director, música y diseño de producción), cuatro galardones del Cine Europeo y el Premio del Público del Festival de Cine de Toronto.

Colaboración para el blog "Cine en pantalla grande", de Gerardo Pérez Sánchez

viernes, 11 de junio de 2021

SOBRE LA LEGALIDAD ÉTICAMENTE ILÍCITA


Artículo publicado en El Día el 11 de junio de 2021

Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 12 de junio de 2021




Vivimos tiempos de decepción. Las bases sobre las que cualquier sociedad de altura tendría que sustentarse no pasan de ser, al menos en la nuestra, meras acepciones que adornan los diccionarios y las enciclopedias, pero cuya virtualidad es prácticamente nula. Algunos altos cargos y representantes políticos se conducen a menudo de una forma tan siniestra que el ciudadano de a pie pierde por completo la noción de lo que significan conceptos tan sagrados como legalidad, legitimidad, justicia y ética, y tiende a confundirlos. 

Guiada por un afán aclaratorio y utilizando un lenguaje coloquial, diré que se entiende por “ley” cada una de las normas o preceptos de obligado cumplimiento que una autoridad establece para regular, obligar o prohibir una cosa, generalmente en consonancia con la justicia y la ética. En cuanto a la “legalidad”, dícese de la cualidad de lo que es conforme a la ley o está contenido en ella, mientras que al hablar de “legitimidad” se alude a la conformidad y adecuación a la ley o, también, a la facultad que avala al órgano que la dicta. Por otra parte, y como términos relacionados con los anteriormente citados, el concepto de “justicia” define la virtud que inclina a dar a cada uno lo que le pertenece o corresponde, reservándose a la “equidad” la justicia del caso concreto. 

Inspiradoras e íntimamente relacionadas, entre otros, con el ámbito jurídico, se sitúan (o, al menos, deberían situarse) la “moral”, que es la cualidad de las acciones humanas con respecto al bien y al mal, y la “ética”, entendida como la disciplina filosófica que estudia precisamente ese bien y ese mal y sus relaciones con la moral y el comportamiento humano, o también como el conjunto de costumbres y normas que dirigen o valoran dichas conductas. De modo que, cuando nos asomamos a la actualidad y asistimos a la relación infinita de despropósitos e indignidades -cuando no, delitos- con los que nos mortifican ciertos sujetos privilegiados, es fácil concluir que el papel lo aguanta todo. 

El drama surge cuando teoría y práctica se enfrentan irremisiblemente y esa coletilla que adorna la definición de “ley” (“generalmente en consonancia con la justicia y la ética”) no pasa de ser una quimera, un brindis al sol, un ramillete de buenas intenciones. Es justamente entonces cuando a los ciudadanos de a pie, los que respetamos el ordenamiento jurídico, los que pagamos religiosamente los impuestos, los que cumplimos las sentencias judiciales y los que no tenemos tarjetas opacas o sobres por debajo de la mesa con los que irnos de clubes de alterne ni de restaurantes de cinco tenedores, no nos consuela conocer las diferencias entre lo legal, lo legítimo y lo lícito, porque nos sirve más bien de poco. Y es que, visto lo visto, es tan perfectamente posible aprobar e imponer una ley ilícita e ilegítima por poderes legales, aunque moralmente reprobables (véase el caso de las dictaduras genocidas y los regímenes totalitarios), como esgrimir ante los tribunales la literalidad de unas normas al servicio de un poder moralmente ilícito e ilegítimo, situado por encima del bien común de los ciudadanos y carente de consenso social. 

Dicho de otra manera, puede que la legalidad aluda al contenido de la ley pero, cuando ésta se interpreta torticeramente, se convierte en éticamente ilícita y socialmente ilegítima. Tener que lidiar con esta realidad me sigue afectando profundamente. Me resulta desesperante constatar el abismo que en muchas ocasiones separa lo legal de lo moral y, por qué no decirlo, de lo decente. Así que, cada vez que escucho a quienes saquean nuestras arcas y a quienes se burlan de nuestro ordenamiento jurídico utilizar como argumento de defensa que sus actuaciones se enmarcan dentro de la legalidad, me pregunto hasta cuándo voy a poder convencer a mis hijos de que la honestidad ha de acompañar permanentemente su proceder.

martes, 8 de junio de 2021

YO TAMBIÉN ME SUBO AL BARCO DE ALE






El día 5 de octubre de 2019 un joven militar tinerfeño, Alejandro Torres González, murió en la costa norte de la isla de Tenerife tras haber sufrido un desgraciado accidente. Desde esa fatídica fecha su madre, Natalia, ha entablado una batalla sin tregua para conseguir un puesto de salvamento marítimo que impida que una tragedia semejante pueda volver a repetirse (adjunto video con su mensaje):


Hoy deseo compartir mi pequeña aportación en forma de carta a su blog, "No te tocaba a ti", al tiempo que solicito la firma en la plataforma Change.org para que este objetivo se convierta en realidad. Porque las causas justas deben ser defendidas y apoyadas siempre. 

https://www.change.org/p/mi-hijo-muri%C3%B3-en-el-mar-dediquen-recursos-al-salvamento-mar%C3%ADtimo-en-tenerife?redirect=false 

Natalia: 

No sé si estas palabras te llegan pronto o tarde, porque el tiempo es sólo un parámetro y, para mí, poco importante. Como la edad. En todo caso, aquí las tienes, recién salidas de mi corazón y no sin dificultad. Porque curiosamente, amiga, aunque pensaba que brotarían de mi ser a borbotones, me ha costado un mundo sacarlas a la luz. A mí, que con ellas hago magia. Que desde niña han sido mis muletas para poder expresarme, para demostrar mis afectos, para defender mis batallas, para conjurar mis miedos. Para todo menos para escribirte a ti (Matizo. Para escribirte a ti con Ale observándonos desde fuera, como Velázquez a sus Meninas). Ale. Qué inmenso se me hace invocarle. Desde que supe cuánto nos unía a las dos, no he olvidado ni un solo día semejante sobredosis de coincidencias con el Caballero Legionario a quien di la vida y que en su momento también fue mi faro, la luz que me salvó de las tinieblas, el ser que me convirtió en la mujer más feliz del mundo. Alejandro y Miguel. Físicamente tan parecidos, con sus boinas y su valentía, con su porte y su dignidad, con su entrega y su devoción por nosotras, sus madres, y a cargo ya de una unión indisoluble que trasciende al tiempo y al espacio. Porque Ale es eterno y, como sucede con los héroes de la Edad Antigua, extiende su polvo de estrellas para recordarnos que su misión no acaba con su temprana e injusta partida, sino que se extiende a diario, cálida y confortable, luminosa y fragante, para que jamás olvidemos que estuvo, que está y que estará, desde el alfa a la omega, para compelernos a dar siempre nuestra mejor versión.

viernes, 4 de junio de 2021

ESCLAVAS DE LA BÁSCULA


Artículo publicado en El Día el 4 de junio de 2021

Artículo publicado en Diario de Mallorca el 5 de junio de 2021





Recuerdo la campaña publicitaria de una famosa marca española de embutidos que se extendió hace años como la pólvora por las redes sociales. Y es que el mensaje que transmitía movía sin duda a la reflexión: “alimentando otro modelo de mujer”. Desconozco si sus promotores consiguieron, además de aumentar sus ventas, fomentar de una vez por todas una apariencia más realista y saludable. Lo cierto es que a estas alturas del almanaque, dietistas y nutricionistas aprovechan para revelar sus informes anuales, en los que avalan que, ante la inminente llegada de la época estival, millones de personas se ponen a dieta, la inmensa mayoría de ellas sin recurrir a la supervisión de un experto en la materia. 

Parece ser que en torno a un 40% de la población femenina se sube al carro de esta práctica, que puede conllevar problemas de salud y derivar en trastornos alimentarios. No obstante, a las primeras de cambio se suelen acabar abandonando, bien sea por aburrimiento o por incapacidad de vencer las numerosas tentaciones gastronómicas. La clase médica lleva lustros alertando, principalmente a las adolescentes, del riesgo de sufrir desórdenes alimenticios cuyo origen se halla en la obsesión patológica por adelgazar a cualquier precio, llegando hasta el 25% el porcentaje de jóvenes dispuestas a perder esos kilos que creen tener de sobra. 

Alcanzar ese ideal de belleza con el que a diario nos bombardean la publicidad y los medios de comunicación constituye, salvo casos excepcionales, una misión imposible. Pretender emular a las estrellas del celuloide o a las divas de la música, además de una fantasía irrealizable, acarrea un cúmulo de inevitables decepciones a quienes centran su existencia primordialmente en el aspecto físico. El panorama actual es de locura, pues la presión del patrón cultural vigente incita a las masas a aplicar esta engañosa filosofía de las apariencias, que se cobra cada año miles de vidas. La moda hace estragos y el coqueteo con la anorexia de numerosas profesionales de la pasarela, unido al diluvio de anuncios de cremas reductoras, alimentos bajos en calorías y aparatos de gimnasia de todo tipo, encuentran terreno abonado en la de por sí titubeante estructura psicológica de unas todavía niñas que se lanzan en pos de unos cuerpos utópicos. 

De ahí a los ayunos cíclicos y a la contabilización detallada de miligramos apenas hay un paso. Por ello, se recomienda a las madres y padres y al entorno cercano extremar la precaución en cuanto a sus hábitos de vida saludable en el ámbito doméstico, dado que los más pequeños de la casa tienden a reproducirlos. Para complicar más si cabe esta situación, las medidas resultan a menudo cuestionables, no siendo tan infrecuente encontrar prendas más estrechas que las correspondientes a su presunto tallaje, lo que genera aún mayores complejos en las potenciales clientas a cuenta de la anchura de sus caderas o la largura de sus piernas. Adelantándose a posibles disgustos en los probadores, resulta desolador conocer los planes dietéticos que diseñan algunos individuos en plena despedida de la primavera, persiguiendo ese recurrente propósito anual que les hace perder, no sólo peso, sino también alegría y estabilidad emocional. Incluso las relaciones sociales de estas esclavas (y también esclavos) de la báscula se ven perjudicadas cada vez que rehúyen cualquier celebración que pueda trastocar su férrea abstinencia. 

Definitivamente, vivimos en un mundo lleno de contradicciones y ya va siendo hora de reflexionar sobre algunas conductas sociales que, objetivamente, no tienen ni pies ni cabeza. Con un mínimo de dos dedos de frente se torna inasumible aceptar el hecho de que, mientras cientos de millones de seres humanos que habitan en países subdesarrollados padecen una hambruna feroz, sus homólogos de las naciones más pudientes les emulen voluntariamente con la triste excusa de lucir una carcasa más atractiva, por más que en su reverso lleve impresa la inexorable fecha de caducidad.