sábado, 31 de diciembre de 2022

365 NUEVAS OPORTUNIDADES ESTÁN ESPERANDO




Con mis mejores para un Nuevo Año 
en el que la luz venza a la oscuridad, 
el conocimiento a la ignorancia, 
la serenidad a la crispación 
y la solidaridad al egoísmo. 
Abrazos desde el corazón.

viernes, 23 de diciembre de 2022

UNA NAVIDAD MÁS ALLÁ DEL TIEMPO Y DEL ESPACIO

Artículo publicado en El Día el 23 de diciembre de 2022

Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 24 de diciembre de 2022




“24 de diciembre. Cierro los ojos y puedo sentir un intenso frío en mi rostro. Soy una niña sacando vaho por la boca mientras escribe su nombre en los escaparates, la nariz pegada a los cristales. Está nevando y, pese a mis airadas protestas, mi madre me ha puesto botas, gorro, bufanda y guantes. Donde yo nací, el suelo está hoy resbaladizo y la gente recorre las gélidas calles apresuradamente, las manos llenas de paquetes, los corazones llenos de sentimientos, las mentes llenas de recuerdos. Cierro los ojos y, a mi paso, puedo ver el fulgor de las luces del imponente Árbol de Navidad que se yergue, orgulloso y colorido, en medio de la pamplonesa Plaza del Castillo. A sus pies, un precioso Belén de figuras clásicas representa el Nacimiento de Jesús. Cierro los ojos y puedo escuchar los sones de los villancicos de mi infancia, las zambombas, las panderetas, los gritos de un castañero ansioso por hacer su agosto a final de año. Cierro los ojos y puedo oler, presidiendo la mesa, el maravilloso aroma del cardo cocinado por mi tía con primor, de la bandeja de turrón, del vino rosado. No falta nadie. Somos felices. Es Nochebuena. 

24 de diciembre. Abro los ojos y, a mi paso, palmeras y flores de Pascua jalonan la Rambla santacrucera. Donde yo vivo, la atmósfera es cálida y el cielo azul, una bóveda perfecta. Año tras año, la Navidad con sol me sigue pareciendo un milagro. Lejos quedan ya mi niñez y mi ciudad. Mis padres partieron en sendas primaveras, ella una noche, él una tarde, pero antes me regalaron la compañía permanente de su espíritu. Deseo de todo corazón que mis hijos, sus nietos, continúen reviviendo estas fiestas ahora y siempre. La gente seguirá recorriendo las calles. La iluminación navideña decorará de nuevo avenidas y callejuelas. Y en mi tierra de adopción arroparán al Recién Nacido con una manta esperancera. Y se oirán los mismos villancicos, las zambombas, las panderetas. Y las truchas no estarán rellenas de jamón sino de batata, poniendo el broche ideal a la velada. Y no faltará nadie, ni los presentes ni los ausentes, que nos acompañarán en la memoria de una noche más allá del tiempo y del espacio. Somos felices. Es Nochebuena.” 

Este año, más que nunca, se vuelve necesario celebrar estas fechas tan señaladas desde la esencia, porque somos conscientes de que cada momento es único, de que las cosas importantes son aquellas que no se ven y de que cada detalle marca la diferencia. De que, a pesar de las circunstancias adversas que últimamente se acumulan, somos fuertes y nos adaptamos de la mejor manera a cada situación. Y de que, a través de pequeños gestos, se contribuye a aflorar la alegría y la unión. Necesitamos sentirnos juntos desde el corazón y saber que, con nuestro esfuerzo, retornaremos a tiempos mejores. Porque, sea cual sea el concepto de cada persona sobre la Navidad, lo cierto es que constituye una oportunidad única para reflexionar en familia, dejar atrás los recuerdos negativos y mirar hacia delante, como lo hicieron los Reyes Magos al seguir la luz de la Estrella que iluminaba sus pasos hacia Belén. Ojalá cada adorno, cada villancico y cada acto de celebración sirvan para crear ese atmósfera de amor y paz que tanto necesita el mundo. 

Por mi parte, una temporada más retomaré mi columna habitual a mediados de enero. Agradecidísima como siempre por poder expresar mis pensamientos con libertad y desde el respeto, les traslado emocionada mis mejores deseos de una muy Feliz Navidad y Año Nuevo. Que así sea.



viernes, 16 de diciembre de 2022

EL DERECHO A LA INTIMIDAD Y A LA PROPIA IMAGEN EN LA INFANCIA



Artículo publicado en El Día el 16 de diciembre de 2022

Artículo publicado en La Provincia el 17 de diciembre de 2022


Cualquiera que frecuente las redes sociales observará un fenómeno que se produce con una, en mi humilde opinión, improcedente frecuencia. Se trata de la práctica recurrente de colgar en ellas numerosas fotografías de bebés, niñas, niños y jóvenes, a menudo la propia descendencia. No pongo en duda los inmejorables sentimientos que impulsan a dichas publicaciones, pero lo cierto es que las personas adultas que no calibran suficientemente las consecuencias asociadas a estos actos son legión. La tentación de compartir los testimonios gráficos de los cumpleaños, las competiciones deportivas, las fiestas escolares o los viajes vacacionales les persigue sin descanso y no todos son capaces de resistirse a ella. 

Sin embargo, al menos en otros países de nuestro entorno, más de uno se lo pensará dos veces si no quiere ser castigado judicialmente y abonar una considerable multa. Así por ejemplo, una mujer italiana fue condenada hace no demasiado tiempo a retirar de Facebook todas las noticias, datos, imágenes y videos en los que aparecía su hijo de 16 años, quien la denunció ante los tribunales por exponer a diario en la citada red social aspectos íntimos de su vida personal. El hartazgo y el malestar del joven habían llegado a tal extremo que durante la vista solicitó al juez su traslado a los Estados Unidos para proseguir allí los estudios, con el fin de poner tierra de por medio y evitar así esa alarmante sobreexposición de sí mismo. El fallo, que sentó precedente, también puso fin a una mediática disputa cuyo origen se remontaba a un previo enfrentamiento legal entre sus progenitores. 

En esta era digital, donde cualquier detalle de una vida puede ser compartido, se origina cada vez más la coyuntura de que un padre o una madre inmersos en un proceso de separación o divorcio acudan a la Justicia para solicitar la eliminación de las imágenes de sus hijos e hijas en aras a una tutela más adecuada. En aquel concreto caso, su Señoría sentenció a favor del adolescente, al avalar sus razonamientos centrados en que, debido al uso constante y sistemático de las redes sociales por parte de su progenitora, todas sus amistades sabían lo que está haciendo día sí, día también. De hecho, quedó plenamente probado que la protesta del chico no podía tacharse de simple capricho y que recurrió a los tribunales al sentirse abrumado y superado por las circunstancias. 

En España, la atribución de colgar fotografías o grabaciones de los y las menores en Internet se asocia a la patria potestad inherente a la paternidad y a la maternidad, y rara vez se ha cuestionado ese derecho sobre los vástagos. No obstante, según la Ley de Protección de Datos, los afectados, una vez cumplan catorce años, pueden decidir sobre el uso de su imagen, por considerarse que ya poseen suficiente madurez para decidir sobre puntos tan determinantes de su personalidad. Y la propia imagen, desde luego, lo es. Asimismo, conviene tener muy presente que la infancia goza de una tutela reforzada por la Convención de los Derechos del Niño, aprobada en Nueva York en 1989, y que nuestro Código Civil impone a los padres el deber de cuidarlos y educarlos, lo que incluye una apta utilización de su perfil público. 

Si no se atienen a su cometido, la Justicia puede intervenir para protegerles ante posibles riesgos, entre ellos el de una excesiva exposición en Internet. Concretamente en 2014, el Tribunal Supremo definió a las RR.SS. como lugares abiertos al público potencialmente perjudiciales para los niños y niñas, ya que podrían ser etiquetados o buscados por individuos malintencionados. Ahora que comienza el periodo de vacaciones navideñas, tan proclive a las celebraciones colectivas, creo que es preciso apelar de nuevo al sentido común y llevar a cabo un ejercicio de empatía, poniéndonos en el lugar de unos seres en construcción que se ven impotentes ante algunas decisiones de sus padres y madres, por mucho que detrás de ellas se esconda un amor infinito.

lunes, 12 de diciembre de 2022

CONCIERTO INAUGURAL DE NAVIDAD




Ayer, por ser segundo domingo de diciembre, se celebró el Día Internacional del Canto Coral, una efeméride destinada a homenajear a aquellas personas que se dedican a este bello arte. 

Como integrante del Coro Carmen Rosa Zamora, aprovecho la oportunidad para felicitar de corazón a todos los miembros de este maravilloso grupo.

Comunico asimismo que el próximo viernes tendrá lugar nuestra actuación navideña inaugural.

En ella interpretaremos un entrañable repertorio de villancicos que hará las delicias de quienes deseen acompañarnos. 

Les esperamos.

viernes, 9 de diciembre de 2022

LA AYUDA AL PRÓJIMO COMO FORMA DE VIDA



Artículo publicado en El Día el 9 de diciembre de 2022



A principios de esta semana, el 5 de diciembre, se ha celebrado el Día Internacional del Voluntariado, generándome la reflexión de que determinadas tragedias asociadas a la inmigración, los conflictos bélicos, la pobreza o la enfermedad nos sacuden con frecuencia las entrañas y nos colocan ante la máxima verdad de la vida, que no es otra que la absoluta certeza de la muerte, a veces cuando menos se la espera. Por ello, a la vista de situaciones de este tenor que, día sí, día también, abren los telediarios e ilustran las portadas de los periódicos, me resulta preocupante constatar que la insolidaridad todavía tiñe nuestra moderna existencia, esa de cuyo progreso y desarrollo presumimos a voz en grito, esa en la que los seres humanos demostramos nuestra verdadera talla o la ausencia de ella. 

Lo cierto es que el individualismo sigue abriéndose paso con fuerza y siempre encontramos alguna excusa para no colaborar con los más necesitados, aludiendo a que sus problemas no nos competen y derivando la solución de los mismos a un Estado del Bienestar que, tristemente, hace aguas. Descargamos nuestra conciencia con una facilidad pasmosa y a velocidad de crucero. Sin embargo, el egoísmo no debería convertirse jamás en nuestro patrón de conducta, precisamente porque es la antítesis de la humanidad y lo contrario a la esencia que nos diferencia del mundo animal, por más que sean los propios animales quienes habitualmente nos den grandes lecciones de buen comportamiento. En este sentido, me repugna la reacción incalificable de algunos energúmenos en las redes sociales –a menudo, escombrera de insensateces-, que muestran la bajeza moral de quejarse por el retraso en las emisiones de sus programas favoritos a consecuencia de las coberturas informativas de determinados sucesos luctuosos de interés general. Por no hablar del propio tratamiento que de dichas noticias se lleva a cabo en ciertos medios de comunicación, que prefieren decantarse por el sensacionalismo carroñero en detrimento del respeto y la intimidad de las víctimas de los dramas. 

No obstante, y a pesar de todo, existen sobradas razones para la esperanza, máxime ahora que la Navidad está a la vuelta de la esquina. Contrarrestando el fenómeno anterior y devolviéndonos la fe en la raza humana, se alzan esa multitud de hombres y mujeres solidarios y acogedores que abren sus mentes y sus corazones sin exclusión, que detectan el tipo de atención que requieren las circunstancias extremas, que manifiestan su disponibilidad para la escucha y que hacen de la ayuda al prójimo una forma de vida. Suelen presentar un perfil creativo y proclive a la organización, que les permite planificar sus actuaciones de auxilio al margen del paternalismo. Están acostumbrados a trabajar en equipo y capacitados para instruir a otros compañeros en las tareas que acometen. Conocen de primera mano la realidad que les rodea, ya sea social, política o económica, y su compromiso por construir una sociedad más digna les moviliza con rapidez ante cualquier eventualidad inesperada, máxime si adopta la figura de una catástrofe. Destinan esa faceta de su personalidad a mitigar en la medida de sus posibilidades el dolor ajeno, compartiendo con los afectados unas penas tan intensas que ni siquiera se pueden expresar con palabras. 

Pertenecientes a sectores profesionales de lo más diverso, desde bomberos a policías, pasando por miembros de organizaciones no gubernamentales, sanitarios o religiosos, dan lo mejor de sí mismos regalando a los demás parte de su tiempo y de sus conocimientos. Son esos conciudadanos y conciudadanas que, sin saberlo, nos cruzamos a diario y de los que debemos sentirnos orgullosos y agradecidos. Porque, siendo verdad que el destino juega sus cartas y que nunca sabemos qué nos depara, no es menos cierto que la unión hace la fuerza y que ingredientes como la solidaridad, la generosidad, la compasión, la empatía y el mutuo apoyo nos sirven para elaborar una medicina óptima para el cuerpo y para el alma.

lunes, 5 de diciembre de 2022

"CARRERA POR LA VIDA"





Agradezco de todo corazón a mi queridísima amiga Hermi Tacoronte su invitación para participar en esta magnífica campaña de apoyo y solidaridad. 

Supone para mí un inmenso honor y ya sabe que me tendrá siempre a su entera disposición, porque la causa que abandera junto a la Fundación Carrera por la Vida/Walk for Life lo merece. 

No dejen de sumarse para contribuir así al éxito de esta convocatoria, bien sea de manera presencial o virtual, e inscríbanse ya en el enlace adjunto. 

Las personas con cáncer de mama nos necesitan. 

www.carreraporlavida.org

viernes, 2 de diciembre de 2022

UN MAGNO ANIVERSARIO




Artículo publicado en El Día el 2 de diciembre de 2022

Artículo publicado en La Provincia  (Diario de Las Palmas) el 3 de diciembre de 2022



El próximo 6 de diciembre se cumplen ya cuarenta y cuatro años de la celebración del referéndum en el que el pueblo español votó “sí” de forma mayoritaria a nuestra Constitución. Como viene siendo habitual, dicho acontecimiento se festejará con numerosos actos institucionales y el grueso de los medios de comunicación del país rescatarán con cierta nostalgia de sus hemerotecas aquellos inicios, hoy más que nunca anhelados, de nuestro Estado Constitucional. Tampoco faltarán quienes afronten esta fecha tan señalada con desconfianza y hasta con desprecio, habida cuenta de que no se sienten identificados en absoluto con nuestra Carta Magna. Sea como fuere, considero que existen sobradas razones para la celebración, aunque sin dejar a un lado la necesaria reflexión. 

Y es que la mera opción de limitarse a aplaudir mientras, al mismo tiempo, se elude la obligatoria revisión que requiere el texto constitucional, resulta tan errónea como la de no ensalzar los innegables logros y aciertos que durante estas más de cuatro décadas deben atribuirse a la norma de más alto rango de nuestro país. A lo largo de su articulado se proclaman ideales, derechos y principios sagrados que no cabe ignorar. Resulta paradójico que muchos de quienes hablan del texto con desdén, a menudo se expresan desde la ignorancia amparados en ese sistema de libertades que aquel les garantiza. En su Preámbulo se consagra el deseo de establecer la justicia, la libertad y la seguridad, de asegurar la convivencia democrática y un orden económico y social justo, de consolidar un Estado de Derecho basado en el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular, de proteger a toda la ciudadanía española en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones, así como de configurar una sociedad democrática avanzada y con una digna calidad de vida. Resulta, pues, muy complicado no identificarse con un proyecto de estas características. 

Hay que decir, no obstante, que dichos objetivos se han cumplido sólo en parte, si bien los fines aún no alcanzados o pendientes de consolidación no deben convertirse en armas arrojadizas llamadas a desprestigiar la norma que los proclama sino, en su caso, en una petición de cuentas a tantas y tantos dirigentes que no han sabido desarrollar las correctas políticas para no reducir a simple utopía el citado preámbulo. Dicho esto, tampoco se debe ser tan ingenuo ni tan injusto como para culpar íntegramente a quienes hemos elegido y, en no pocas ocasiones, reelegido en las urnas. Un gran sector de la sociedad ha preferido despreocuparse de la vida pública, justificándose en que ni le incumbe ni le importa, y a menudo ha mirado hacia otro lado ante la corrupción, mostrándose dócil y permisiva con los gobiernos de su cuerda mientras castigaba con dureza a sus adversarios, llevada más por el corazón que por la razón. 

Dejarse influenciar por un titular mediático o por un eslogan atrayente mientras se renuncia a efectuar la imprescindible labor crítica que define a las personas maduras, constituye por desgracia un ejercicio demasiado frecuente en el ámbito electoral. Pero el hecho cierto es que la responsabilidad ciudadana ante la actual situación no se puede negar y nos obliga a cambiar de actitud con urgencia si, al menos, aspiramos a conservar este sistema de convivencia. En definitiva, celebremos, porque hay mucho que agradecer, pero también reflexionemos, porque hay mucho que mejorar. Avancemos por la senda del constitucionalismo. Apreciemos y respetemos sus principios, derechos y libertades. Sigamos confiando en la esencia de un modelo que, sin duda alguna, es el más adecuado para nuestro desarrollo colectivo. Pero no tengamos miedo de reconocer una serie de errores y deficiencias susceptibles de ser enmendados. Modifiquemos la Constitución para perfeccionarla, no para destruir lo que representa. Y no erremos al diagnosticar el origen del problema, que no estriba ni en el sistema constitucional ni en los valores que encarna, sino que radica en la falta de competencia de muchos de nuestros representantes políticos y en una desafección ciudadana que va en aumento.