viernes, 28 de mayo de 2021

"OTRO MUNDO ES POSIBLE Y NECESARIO"


Artículo publicado en El Día el 28 de mayo de 2021

Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 29 de mayo de 2021




El Consejo Social de la Universidad de La Laguna celebró el pasado martes 25 de mayo una nueva entrega de sus “Encuentros con el futuro”, un foro de expertos creado para debatir asuntos de actualidad e interés para la sociedad canaria. En esta ocasión se centró en repasar la situación de los servicios públicos esenciales, la igualdad efectiva entre hombres y mujeres, y la implantación de las nuevas tecnologías a raíz de la pandemia. Abundando en estos aspectos, los excesos producidos por la mala administración de nuestros recursos y la apuesta por otro mundo posible y necesario han inspirado un manifiesto que lleva ese título: “Otro mundo es posible y necesario”. 

En sus líneas se pone de relieve que iniciamos la tercera década del siglo XXI con la esperanza puesta en la salida de la crisis sanitaria global provocada por la pandemia Covid-19 y siendo conscientes de los enormes desafíos que nos plantea el hecho de tener que afrontar sin dilación las consecuencias del cambio climático en todos sus órdenes. Expandidas la precariedad laboral y la vulnerabilidad social tras la gran recesión surgida de la crisis financiera de 2008, urge señalar la necesidad de un cambio de rumbo que permita a las generaciones más jóvenes aspirar a unas vidas plenas y dignas en un contexto que requiere de nuevas políticas que combatan las desigualdades y hagan avanzar los derechos humanos. 

En esta nueva era protagonizada por los avances en la ciencia y la tecnología, y con la inteligencia artificial como vector de grandes transformaciones que derriben fronteras, nos disponemos a formar parte de una sociedad global en la que el conocimiento se extiende rápidamente y las evidentes transformaciones han llegado para quedarse. Por ello, las mujeres también queremos conducirlas y sentar junto a los hombres las bases de otro modo de vida representado por un modelo inclusivo y respetuoso con todos los seres vivientes, así que propondremos cuantas modificaciones sean precisas para que las nuevas leyes derivadas de estos imparables avances tecnológicos no generen nuevas discriminaciones. 

Limitarnos a los logros obtenidos hasta la fecha no resulta suficiente. Resulta perentorio establecer los principios de una nueva gobernanza como fundamento y base de otro ideal de mundo, y no vamos a resignarnos a esperar cien años más para conseguir la plena igualdad real y efectiva. Nos corresponde reafirmar el derecho a la igualdad de todos los seres humanos como fuente de toda legitimidad y, para ello, juzgamos necesario dotar a la Corte Penal Internacional de una nueva Sección que sancione a los gobiernos infractores por las desigualdades por razón de sexo, así como elaborar un Código Penal Internacional que determine dichos delitos y sus penas asociadas, abogando por que se califiquen y persigan como delito de lesa humanidad la ablación o mutilación genital femenina, la violencia de género y la trata de mujeres, entre otros. 

Consideramos igualmente que los seres humanos debemos asumir una serie de obligaciones en favor de otros seres vivientes que, relacionadas con el cuidado, amparo y protección de la naturaleza, incluyen la obligación de velar y colaborar a su conservación para las generaciones futuras. Asimismo, y ante la multiplicación a nivel mundial de fenómenos migratorios que hacen necesaria una respuesta democrática y tolerante en la que destaquen valores como la solidaridad, la pluralidad y el respeto a la diferencia, apoyaremos el derecho a que todos los seres humanos gocen de una digna subsistencia, exigiendo a los gobiernos del mundo que combatan con rigor y convicción las desventajas y desigualdades existentes. 

Realizamos, por último, un llamamiento a todos los movimientos sociales e instituciones públicas y privadas del mundo entero para que se sumen a este manifiesto, en la búsqueda del mayor número de apoyos que hagan posible la toma en consideración de estas propuestas y desde el convencimiento más absoluto de que otro mundo es posible y necesario.

martes, 25 de mayo de 2021

TREINTA ANIVERSARIO DEL ESTRENO DE "THELMA Y LOUISE"



Se cumplen treinta años del estreno de una de mis películas de referencia, “Thelma & Louise”, que el 20 de mayo de 1991 ya se pudo ver en el Festival de Cannes y pocos días después llegó a las carteleras de Estados Unidos y Canadá. Con un presupuesto de dieciséis millones de dólares, recaudó más de cuarenta y cinco solamente en Norteamérica. 

Se trata de una cinta estadounidense del género "road movie", ideada y escrita por Callie Khouri, dirigida por Ridley Scott y protagonizada por Geena Davis en el papel de Thelma y Susan Sarandon asumiendo el personaje de Louise. 

Otros de sus intérpretes son Harvey Keitel -que da vida al detective que investiga los crímenes de las dos fugitivas-, Michael Madsen -el novio de Louise-, Christopher McDonald -como el marido de Thelma- y Brad Pitt en su primer papel importante en Hollywood -el ladrón que engaña a las dos mujeres-. 

El film obtuvo el Oscar y el Globo de Oro al mejor guión original, y fue candidato en las categorías de mejor dirección y mejor actriz para ambas protagonistas.

viernes, 21 de mayo de 2021

"O ESTÁS CONMIGO O ESTÁS CONTRA MÍ"


Artículo publicado en El Día el 21 de mayo de 2021

Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 22 de mayo de 2021




Como observadora constante de la realidad, no deja de sorprenderme la ligereza de no pocas personas a la hora de encasillar y etiquetar al prójimo. En alguna medida, a todos nos importa la opinión de los demás sobre nosotros mismos, pero la verdad es que vivimos en un mundo en el que nos atrevemos a definir a los demás con excesiva ligereza y a decidir cómo son y cómo piensan sin siquiera haberles preguntado ni escuchado. Imponemos numerosas etiquetas y procedemos a los encasillamientos en función de la forma de vestir, de la pertenencia a un club deportivo, de la proximidad a un partido político, de la profesión, de la formación, del tipo de amigos, del peinado, de la pareja o del barrio en que se vive, sin considerar que en un ser humano caben miles de matices que le avalan para no limitarse a encajar en un solo molde. 

Estas prácticas gratuitas e injustas constituyen actos frívolos en los que subyace un ánimo de desprestigio que suele ir acompañado de una actitud de desdén y, en definitiva, encierran una perversa clasificación entre buenos y malos en función de su coincidencia o no con determinados criterios y posicionamientos. Sea como fuere, parece probado que, a mayor autoestima y seguridad en uno mismo, menor necesidad de encuadrar al resto de los mortales en compartimentos estancos, ni de proferir la demoledora expresión “o estás conmigo o estás contra mí”. A tenor de esta circunstancia, ya no sé si se trata de una virtud o un defecto pero he de admitir que, si existe alguna característica que me define razonablemente bien, es aquella que consiste en no entablar ninguna batalla que considero perdida de antemano. 

Disculpen esta inédita alusión a mi persona, pero me sirve para explicar que, con el transcurso de los años, he desarrollado un olfato especial para detectar tales contiendas, seguramente porque para mí el tiempo es oro y me disgusta malgastarlo en discusiones que, por su propia esencia, no pueden culminar en clave de victoria o derrota. No se trata de ganar o perder. Tampoco es cuestión de convencer o ser convencido. Paradójicamente, este concreto rasgo de mi personalidad suscita diversidad de opiniones en mi entorno. A algunos les agrada mientras que otros lo aborrecen, convencidos de que, por fuerza, conlleva algo de impostura. Los primeros valoran mi capacidad de diálogo, mi interés por escuchar y entender los razonamientos ajenos y mi propensión a colocarme en el lugar del otro. En cambio, no faltan quienes recelan de mi carácter conciliador, mi tendencia a la introspección y mi negativa a un enfrentamiento vano que, en el mejor de los casos, sólo le sirve como terapia a uno de los contendientes: el que, aun sin mala intención, decide trasladar sus demonios al otro en un día de furia. 

Bien es cierto que jamás he pretendido atraer a nadie hacia mis posturas ideológicas y espirituales. Bastante ya me cuesta conjurar mis fantasmas interiores lo mejor que puedo, intentando en la medida de mis posibilidades no salpicar a mi alrededor. Me he limitado a educar a mis hijos siguiendo el modelo que heredé de mis padres (y que tanto me ayuda en mi día a día). No obstante, cuando asuntos de tanto calado como la política o la religión se sitúan en el centro de los debates, echo en falta interlocutores capaces de mostrar sus discrepancias con educación y sin resentimiento, alejados de la violencia y la falta de respeto, y coherentes a la hora de exigir para sí los comportamientos que demandan a quienes no piensan como ellos. Me consta por propia experiencia que el ejercicio de tender puentes implica un esfuerzo notable, pero se alza como un empeño posible y necesario. Y, en ese camino, evitar las etiquetas y huir de los encasillamientos constituyen dos etapas imprescindibles para alcanzar la otra orilla.

viernes, 14 de mayo de 2021

POBRES CRIATURAS


Artículo publicado en El Día el 14 de mayo de 2021

Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 15 de mayo de 2021





No es esta la primera ocasión en la que dedico mi artículo semanal a un asunto que me preocupa sobremanera, y no sólo desde el punto de vista profesional sino, fundamentalmente, personal. La sociedad en su conjunto no puede permitirse el lujo de cerrar los ojos ante una realidad mucho más habitual de lo que parece: los diversos rostros del maltrato infantil derivado de los fracasos sentimentales de sus mayores. Cualquier maltrato, ya sea físico, psicológico o de otra índole, es rechazable, con independencia de su grado, pero los niños son niños y, por lo tanto, acreedores de una especial protección y merecedores de un cariño sin límite. Y si la lógica invita a considerar a los padres y madres como aquellos seres que deben amar, proteger y apoyar a sus vástagos a lo largo de toda su vida, resulta muy difícil de asumir por qué no se esfuerzan al máximo en dejarles al margen de sus conflictos o, al menos, en tratar de minimizárselos. 

Incluso después de una separación o un divorcio, ambos implicados habrán de seguir manteniendo una cierta relación de cara al futuro, si quiera porque comparten el vínculo común de la patria potestad, de modo que esmerarse en convivir se alza como la vía idónea para evitar confrontaciones no deseadas que perjudican a todos y cada uno de los miembros de las dos familias, víctimas que también sufren extraordinariamente a causa de estos desencuentros. En un relevante porcentaje, el trato entre separados no suele ser fácil, máxime en las primeras fases del proceso. Cuando las circunstancias les obligan a coincidir, reviven situaciones dolorosas y las emociones negativas se abren hueco en su ánimo, deseos de venganza incluidos. Además, con frecuencia no encuentran razón alguna para suavizar sus diferencias y, sabedores de los puntos débiles del contrario, no dudan en atacarlo, recurriendo si es preciso a lo más efectivo: sus descendientes. 

Por otra parte, la entrada en escena de nuevas parejas sentimentales suele venir a agravar una coyuntura ya de por sí delicada, y son una vez más los más pequeños quienes se ven sobreexpuestos a reacciones hasta contraproducentes de madres y padres. En honor a la verdad, resulta bastante habitual que los inicios de estas etapas entrañen dificultades y que, en ocasiones, un obstáculo que no se haya podido eludir desemboque en el punto final para esas segundas oportunidades amorosas. En ese sentido, resulta fundamental recurrir al tacto y a la inteligencia para que ese doble compromiso triunfe. No hay que olvidar que la ruptura del vínculo conlleva, por regla general, un período traumático para quienes, a menudo, conservan la esperanza de la reconciliación de sus progenitores y no se resignan a la incorporación de una tercera persona a la que se considera el o la rival a batir. 

Por esa razón, expertos en la materia aconsejan que los menores no sean incluidos en el nuevo organigrama afectivo ni demasiado pronto ni excesivamente tarde. Se habla del segundo año a partir de la crisis como fecha más recomendable, con el fin de no superponer ambas tareas: la de superar el duelo y la de construir otro hogar. En definitiva, nos enfrentamos a unas expectativas a medio plazo que únicamente se harán efectivas paso a paso, transitando por el lento pero seguro camino de la comprensión y el respeto mutuo. No me cansaré de insistir en la idea de que, para un crecimiento emocional adecuado, las hijas y los hijos precisan de las figuras de sus madres y de sus padres, aunque el enlace entre ellos se haya disuelto. Me consta que se trata de un esfuerzo personal muy intenso, pero han de llevarlo a cabo para demostrar esa madurez que, como adultos, se les exige. Cuanto mejor sea su ejemplo, así será el respeto y el cariño que obtendrán para siempre de quienes les deben la vida.

martes, 11 de mayo de 2021

ARROJAR LUZ SOBRE LAS SOMBRAS





Desde el orgullo y la admiración, suscribo los planteamientos (tanto del artículo adjunto como de las imágenes de TVE y RTVC) del experto constitucionalista Gerardo Pérez Sánchez sobre los recientes autos de los Tribunales Superiores de Justicia autonómicos. 

Gracias una y mil veces por compartir públicamente tus vastos conocimientos jurídicos con rigor, sensatez y generosidad. En las actuales circunstancias, arrojar luz sobre las sombras entraña una labor que, aunque en ocasiones acarree incomprensión, merece el mayor de los reconocimientos.

https://www.eldia.es/sociedad/2021/05/11/gobernad-desastre-51663817.amp.html

https://www.facebook.com/100011486167071/videos/1446271089099083/




viernes, 7 de mayo de 2021

ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL CIBERACOSO EN PANDEMIA



Artículo publicado en El Día el 7 de mayo de 2021

Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 8 de mayo de 2021



El acoso es el acto de perseguir de un modo constante, evidente y sin tregua a un individuo. Los motivos que lo impulsan pueden ser variados y admiten múltiples opciones, en función de si se ejerce por parte de una o varias personas, de modo visible o tácito, y según la esfera de actuación, ya sea física, sexual, laboral y, de un tiempo a esta parte, cibernética, entre otras. Abundando en este fenómeno, el reciente 2 de mayo, Día Internacional contra el Acoso Escolar, se ha puesto de manifiesto que, a raíz de la terrible pandemia de coronavirus, los índices de ciberacoso han aumentado sustancialmente, trasladándose de las aulas a las redes sociales. 

La intrusión electrónica ya estaba resultando bastante habitual en las relaciones sentimentales establecidas en edades tempranas. Con personalidades inseguras como telón de fondo, los adolescentes de hoy utilizan las omnipresentes Facebook, Twitter, WhatsApp o Instagram como herramientas de vigilancia de sus parejas. De hecho, no pocas jóvenes consideran asumibles determinadas actitudes de asedio para mantener el enamoramiento, mientras que los chicos se centran, más que en la idea del amor, en la de control. Según un estudio que realizó el Centro de Investigaciones Sociológicas para la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género, este tipo de situaciones se están manifestando en esta concreta etapa vital con una alarmante frecuencia al alza. 

Ante la deriva preocupante de este fenómeno asociado a las nuevas tecnologías, se lanzó hace algunos años una campaña institucional que, bajo el título “Diez formas de violencia de género digital”, se dirigía al citado colectivo, del que casi un 30% de sus integrantes reconoce ser víctima. Ya en aquel decálogo (que invito a revisar) figuraban comportamientos tales como interferir en las amistades de la novia con terceros, espiar los contenidos de sus conversaciones de chat, exigirle las contraseñas de seguridad de las cuentas, monitorizar su geolocalización, reclamar respuesta inmediata a los mensajes recibidos o pedirle el envío de fotografías íntimas, entre otras. Lo más paradójico del asunto es que tales prácticas no se califican ni se perciben por parte de sus protagonistas como formas de violencia de género, así que la primera medida para no llamarse a engaño sigue siendo la de otorgarles su verdadera y perversa carta de naturaleza. 

A tenor de las últimas estadísticas, continúa resultando esencial sumar esfuerzos colectivos para combatir esta lacra, desde los medios de comunicación a los padres, pasando por los colegios, las empresas y otras organizaciones. Recuerdo que los ejemplos de aquella campaña identificaban formas de daño psicológico y presentaban a mujeres empoderadas y apoyadas por su entorno que se negaban a admitir el acoso al que se veían sometidas y que se resistían abiertamente a los distintos requerimientos. Así, acompañada de unos dibujos, cada acción se hallaba asociada a una breve animación que ayudaba a comprender mejor el mensaje que se pretendía transmitir y que empatizaba con los diferentes contextos, contribuyendo a su visibilización y viralizando los contenidos en las diferentes plataformas de difusión. 

Por desgracia, aquella iniciativa mantiene plenamente su vigencia ya que, por mucho que el imparable progreso de la técnica cuente con aspectos positivos, lo cierto es que también ha abierto la veda a vías de maltrato más específicas, y el ámbito escolar no escapa a su influencia. En definitiva, se precisa ahora más que nunca de una respuesta ciudadana que, por un lado, visualice el rechazo que provocan estas conductas y, por otro, contribuya a su eliminación. No me cansaré de insistir en que la lacra de la violencia de género es una cuestión de Estado que exige una firme contestación política y social. Se trata de un gravísimo problema que nos atañe como sociedad y ante el que no podemos girar la cabeza. Implicarnos en su erradicación se alza, pues, como una misión urgente e ineludible que nos concierne colectivamente.