martes, 28 de febrero de 2023

ENTREVISTA DE PRESENTACIÓN EN "TELEVISIÓN CANARIA"




La pasada semana asistí a los estudios de Televisión Canaria para hablar junto a Asun Bosch del apasionante proyecto de visibilización "Mujeres de Libro", del que somos coautoras, y anunciar también la inminente presentación de su segunda fase (adjunto a continuación el enlace de la entrevista). 
 
https://www.youtube.com/watch?v=WXutsskLGiU 

Coincidiendo con la llegada del señalado mes de marzo, le iremos dando cumplida cobertura a través de los diversos medios de comunicación. Y es que, tanto para nosotras como para la ilustradora Natalia de la Cruz, supone un inmenso honor contribuir a divulgar los perfiles de estas insignes figuras, tan injustamente tratadas a lo largo de los siglos.

viernes, 24 de febrero de 2023

TIEMPO DE CONVERSIÓN


Artículo publicado en El Día el 24 de febrero de 2023

Artículo publicado en La Provincia Diario de Las Palmas el 25 de febrero de 2023



Coincidiendo casi con el primer aniversario del inicio de la guerra de Ucrania, acaba de comenzar la Cuaresma, tiempo litúrgico dentro de la Iglesia Católica en el que los cristianos nos preparamos para vivir el Misterio Pascual: la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, fundamento y verdad de nuestra fe. Se trata de una época en la que se nos invita a volver la mirada a Dios, una etapa de perdón y de reconciliación, de purificación y de renovación, de reflexión y de conversión. Y es que, ante situaciones tan dramáticas como un conflicto bélico o un fenómeno de la naturaleza que asola y destruye ciudades enteras, resulta muy pertinente tomar conciencia de la caducidad y fragilidad de nuestra existencia, sin que ello deba asumirse como un mensaje de desesperación. Por el contrario, se alza como una gran oportunidad para conocer, reconocer y agradecer nuestros dones, más allá de ser creyentes. 

Así, cuando me asomo a diario a las portadas de los periódicos y constato que habito en un planeta convulso donde las crisis de valores, las desigualdades sociales y los enfrentamientos de toda índole, lejos de disminuir, se incrementan a pasos agigantados, hallo también noticias satisfactorias que me llenan de esperanza, figuras de muchos otros hombres y mujeres valientes que, portando el mensaje cristiano como inspiración de su entrega, encarnan potentes faros de luz para contrarrestar algunas de las tinieblas del universo. Sólo desde esa mezcla explosiva de coraje y fe puede explicarse la decisión de miles de seres comprometidos, tanto religiosos como laicos, que salen de su tierra y dejan atrás a sus familias para acudir a los enclaves más recónditos de la tierra a servir a los otros, a los invisibles. Su generosidad, grandeza de espíritu e inquebrantable amor por los demás les impulsan a emprender la revolución más pacífica de todas: dedicar la vida al prójimo. Pero no a cualquier prójimo, sino al más castigado por las circunstancias. Al carente de salud, de higiene, de educación, de trabajo y de afectos. 

Llaman a su puerta chapurreando idiomas impronunciables, pateando aldeas alejadas de la civilización, luchando contra el recelo y la incomprensión de propios y extraños, y soportando en silencio los ataques injustos de esos ideólogos de despacho que desprecian cualquier iniciativa con origen en la Iglesia y en la cruz. Por desgracia, la solidaridad realizada en nombre de Cristo ha de colocarse bajo sospecha y, paradójicamente, los justos de hoy deben continuar pagando las facturas de los pecadores de ayer, hayan transcurrido milenios, siglos, décadas, años, días o minutos. No seré yo quien niegue los abusos y atropellos cometidos en el seno de la Iglesia Católica a lo largo de la Historia. De hecho, los repudio al máximo, tanto en público como en privado, pero ello no me impide reconocer también la admirable labor que desde su creación lleva a cabo en beneficio de infinidad de personas. Sin embargo, no parece que existan muchos de estos modernos intelectuales que hayan acogido a niñas violadas y embarazadas en Asia y les hayan dado cobijo. Ni numerosos sesudos filósofos que hayan alfabetizado a cientos de alumnos y alumnas en miserables escuelas de América Latina. Ni tampoco demasiados reputados científicos que se hayan arriesgado al contagio del virus del ébola en poblados del África negra. 

En cualquier caso, ese sentimiento de caridad que lleva nutriendo con potencia a multitud de misioneros y voluntarios desde tiempos inmemoriales se mantiene inquebrantable y así seguirá, sin duda alguna, hasta el final. Por ello, desde esta plataforma de la palabra escrita, manifiesto hoy mi más profundo agradecimiento a estos seres humanos con un corazón tan grande como para ir a evangelizar hasta los confines del orbe sin temor a poner en riesgo su propia existencia, esforzándose, aun en los peores escenarios, por construir un mundo mejor, y dando ejemplo de vida sin pedir nada a cambio.

viernes, 17 de febrero de 2023

SOMOS NUESTROS RECUERDOS


Artículo publicado en El Día el 17 de febrero de 2023

Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 18 de febrero de 2023



Como cinéfila empedernida, procuro visionar a estas alturas del calendario la mayoría de las películas que optan a los premios más prestigiosos de la industria del Séptimo Arte. La semana pasada le tocó el turno al último trabajo del maestro Steven Spielberg, “Los Fabelman”, un ejercicio de nostalgia que me llevó a concluir que en nuestro mundo hoy conviven sin dificultad determinados fenómenos aparentemente contradictorios. Así, mientras cientos de investigadores centran sus esfuerzos en remendar los hilos de la memoria, otros tantos recorren el camino a la inversa tratando de encontrar una vía que nos permita eliminar los malos recuerdos, una especie de borrador selectivo que anule aquellos que nos torturan insistentemente. Esta idea asociada a la ciencia ficción no es nueva y ha sido llevada a la literatura y al cine en numerosas ocasiones. Sin ir más lejos, las víctimas de un trastorno de estrés postraumático protagonizan a menudo historias de angustia y sufrimiento que pueblan bibliotecas y salas de proyección. 

Se trata de individuos que reviven su trauma una y otra vez, ya sea a través de pesadillas, flashbacks o remembranzas intrusas que escapan a cualquier control racional. En un porcentaje muy notable acuden a las consultas de los especialistas que, a través de terapias y medicación, luchan por rescatarles del pozo de unas dramáticas experiencias que no olvidan, pero cuya carga negativa consiguen rebajar con el paso del tiempo. Hace algunos años leí con gran interés el libro del prestigioso psiquiatra Luis Rojas Marcos “Somos nuestra memoria”, donde afirma que los seres humanos nacemos con una especial capacidad para almacenar en nuestra mente aquello que consideramos relevante para, en el momento oportuno, rememorarlo (Spielberg, por ejemplo, se sirve para ello de su filmografía). En consecuencia, nos resulta tremendamente difícil imaginar una vida despojada de recuerdos y en la que nada tenga significado, sin sentido del tiempo ni el espacio, sin recorrido de pasado ni conciencia de futuro. 

Manifiesta el también profesor Rojas Marcos, desde su dilatada experiencia profesional, que la lección más fascinante que ha aprendido sobre esta materia ha sido comprender que la memoria no es un archivo perfecto ni un disco duro de ordenador. Por el contrario, posee el don de renovar los datos que atesora, a fin de adaptarlos a los cambios que experimentamos en nuestra trayectoria vital. Así, con el transcurso de los años, sumamos y restamos detalles a las experiencias pasadas, de tal manera que reconstruimos nuestra historia con unas evocaciones modeladas y enmarcadas en el contexto de nuestras creencias y puntos de vista actuales. En definitiva, somos la suma de lo que hemos sufrido y de lo que hemos gozado. Y, por extraño que pueda parecer, un proceso de duelo bien llevado permite que el sufrimiento ocupe un espacio en el que los malos recuerdos no estorben. ¿Qué es la vida sino una mezcla de aciertos y de errores, de fracasos y de superación? Lo que nos hace verdaderamente personas es esa combinación singular de episodios dichosos y desoladores, y la hipotética posibilidad de manipularlos nos condenaría a ser una sociedad perturbada, una colectividad “contra natura”. 

A título particular, siempre me ha preocupado esta moderna tendencia de querer solucionarlo todo con pastillas, con lo que este consumo conlleva de síntoma, de retrato de una sociedad que no tolera el menor contratiempo, que siempre tiene prisa para superar los desengaños y que considera reprobable que alguien se encuentre mal y pida un respiro o ayuda. Parece que el ser humano no cuente ya con recursos suficientes para solventar sus problemas diarios, o que el entorno no esté preparado para explicarle y acompañarle en procesos que, en contra de sus deseos, no son inmediatos. Lo cierto y verdad es que, sin memoria, no somos. Dicho de otra manera, somos lo que recordamos de nosotros mismos. Por esa razón, yo no quiero olvidar mi pasado. Porque me ayuda a enfrentar mi presente y porque, a veces gratamente, recordar es volver a vivir.

viernes, 10 de febrero de 2023

HASTIADA DEL ELECTORALISMO EMOCIONAL


Artículo publicado en El Día el 10 de febrero de 2023


Ya en puertas de la enésima campaña electoral, encontrar a profesionales de la Política que hablen de modo inteligible y expongan ideas originales resulta misión imposible. Lo habitual es que apuesten por la nula innovación y el uso de obviedades, con discursos rayanos en la insensatez más que en la coherencia. En principio, comunicar para ser entendido no debería resultar tan difícil, pero para ello se antoja esencial tener voluntad sincera. Y es que oyendo a la mayoría de los actuales cargos públicos se constata con profunda decepción que la dialéctica y la oratoria continúan siendo las grandes olvidadas del sistema educativo español. Motivar al alumnado para que debata en clase y demuestre sus conocimientos a través de pruebas orales constituye aún una utopía. Como consecuencia, en España se adolece de esa imprescindible habilidad -tan desarrollada en países de nuestro entorno- para expresarse en público, así como de la necesaria capacidad discursiva, lo que, llevado al terreno de la disertación, da como resultado el preocupante escenario que reflejan el Parlamento Nacional y los Autonómicos. 

Para colmo de males, los candidatos a la Presidencia del Gobierno y los altos representantes de las Administraciones Públicas suelen abonarse a la utilización de su particular argot como herramienta que les permita dar contenido a sus, a menudo, incomprensibles y contradictorios mensajes. Como regla general, someten cualquier término a una perversa carga ideológica, con la doble finalidad de atacar las posiciones de sus rivales y enaltecer las propias. Además, para mayor confusión, conceptos tales como izquierda, derecha, conservadurismo o progresismo sufren con el paso del tiempo una patente desnaturalización por culpa de ese tenaz empeño en acomodarlos a una realidad cambiante, significando finalmente lo contrario de lo que querían decir en un principio. 

En este sentido, y por introducir una necesaria pincelada de humor, una de las aportaciones más hilarantes sobre este tema es la alusión al politiqués como ese pseudoidioma pleno de retórica, jactancia y sobredosis de muletillas que, llevado al extremo, deriva en el dialecto tertulianés, y que ni sus propios usuarios entienden a micrófono cerrado o una vez apagadas las cámaras. A menudo resulta altisonante, complicado y abstruso, una auténtica oda a los lugares comunes, cuando no a la ignorancia más supina. Abordando este espinoso asunto desde otra perspectiva, el inolvidable Mario Moreno nos dejó también como herencia su acreditado método para aparentar sabiduría en todas y cada una de las ramas del conocimiento denominado “cantinflear”, o sea, hablar sin decir nada. Si semejante vacío se reviste, además, de ambigüedad, polémica y agitación, el cuadro termina de completarse. El toque equívoco siempre ha resultado muy útil para captar a un número superior de miembros del electorado. Ocurre lo mismo con el tono alborotador, llamado a suscitar intensas adhesiones o profundos rechazos, y con la vertiente contenciosa, dirigida a derrotar a un adversario que, de no existir, conviene crear con urgencia. 

Es entonces cuando entra en juego la guerra por las audiencias, entablada en esos pseudocoloquios donde gritar sustituye a razonar, interrumpir a dialogar y simplificar a argumentar, convirtiendo los debates políticos en una mera alternativa de entretenimiento, como si de un espectáculo circense se tratara. A este fenómeno contribuye en gran medida la retroalimentación que vincula a los platós con las redes sociales, a través de sus colonizadores trending topics, hashtags y likes, y que trata de captar a un público ávido de figuras ganadoras que, a la postre, se tornan perdedoras, como sucedía en las luchas de gladiadores de antaño, aunque ahora la sangre sea virtual. Con las urnas de nuevo en el horizonte, las recientes palabras del profesor de la Universidad de Toronto Matthew Feinberg vienen como anillo al dedo. A su juicio, la política moderna, con sus controversias diarias, su incivilidad y su ineptitud, supone para la ciudadanía una pesada carga emocional. Y, dadas las circunstancias, creo que no le falta razón.

martes, 7 de febrero de 2023

"NO PODEMOS PERMITIRNOS OLVIDARTE"




Todavía tragando saliva y profundamente emocionada ante su impagable regalo, no tengo palabras para agradecer de todo corazón a mi querida Eva Castillo el presente texto, publicado el pasado sábado en su columna de Diario de Avisos. 

Ha transcurrido ya una semana y transcurrirá un mes, un año, una década y un siglo. Pero nunca jamás olvidaremos a Alexis, ni sus risas ni sus abrazos. 

Como bien titulas, "no podemos permitirnos olvidarte". Y no lo haremos. Muy al contrario, le echaremos de menos toda la vida.

viernes, 3 de febrero de 2023

ORDINARIEZ Y VULGARIDAD HASTA LA NÁUSEA


Artículo publicado en El Día el 3 de febrero de 2023

Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas ) el 4 de febrero de 2023


Una de las definiciones de publicidad es aquella que la asimila al conjunto de técnicas, estrategias y formas de comunicación orientadas a persuadir sobre la conveniencia de adquirir una serie de productos o seguir determinadas tendencias con fines comerciales. Por lo tanto, se trata de atraer la atención de futuros clientes y de captar su interés por un objeto, una marca o una idea. En definitiva, de estimular su deseo para, acto seguido, provocarles una conducta orientada a la adquisición del artículo publicitado. A estas alturas, prácticamente nadie niega que los anuncios despliegan una influencia muy determinante en la transmisión de modelos éticos y estéticos que alcanzan repercusión mundial por mor de la globalización. Están ahí a todas horas, ya sea en las redes sociales, las pantallas de cine y televisión, las páginas de periódicos y revistas o las vallas de calles y avenidas. 

Y en este contexto, la mujer siempre ha sido objetivo prioritario por su doble condición de consumidora y, a su vez, de diana de consumo. Sobre este extremo, el de ceder su cuerpo para facilitar la finalidad de la venta, recae la eterna polémica de un sexismo caracterizado por consolidar y perpetuar ciertas pautas y roles asignados tradicionalmente a cada uno de los géneros. Muy reacios en la práctica a los cambios sociales y a las nuevas realidades, algunos profesionales del marketing continúan empeñados en reproducir un paradigma de belleza femenina configurado desde una perspectiva masculina muy concreta. Los spots en cuestión suelen mantener el tradicional reparto de espacios, reservándonos a nosotras la esfera privada (limpieza, cuidados, alimentación, infancia, higiene), tradicionalmente alejada del saber, y a ellos la pública, más asociada al prestigio, al conocimiento y, por qué no decirlo, a la autoridad. El envoltorio exterior, pues, opera como un valor añadido a las cualidades de la mercancía de referencia y se recurre a él (bocas, pies, cabello, tetas, culos) para lograr el efecto deseado, a saber, hacer negocio. 

Todavía recuerdo con horror un comercial financiado por una cadena norteamericana de comida rápida que fue emitido durante el intermedio de la final de la Super Bowl, acontecimiento deportivo que suscita una pasión desmesurada en cientos de millones de espectadores, sean o no estadounidenses. En él, una joven y voluptuosa rubia se paseaba aparentemente desnuda entre unos puestos callejeros de frutas y verduras, lo que le servía al cerebro de la ocurrencia para establecer una comparativa entre las manzanas, los melones y demás muestras hortofrutícolas con los esculturales atributos de la saludable muchacha, todo ello acompañado de un rosario de complacidas miradas varoniles. Casi al final, se desvelaba el misterio: en realidad, ella vestía un escueto bikini acompañado de una gigantesca y sugerente hamburguesa a la que propinaba un no menos gigantesco y sugerente mordisco. Obligado a salir al paso de las numerosas críticas recibidas, el director de la campaña en cuestión se defendió afirmando que “el anuncio va directamente dirigido al público objetivo básico de la marca, un hombre hambriento de 18 a 34 años. Sabemos, por nuestra historia, que este es el tipo de anuncio que quieren ver una y otra vez”. Suma y sigue. 

Seguramente estaba en lo cierto (basta con comprobar el éxito indiscutible de su propuesta) pero, en mi humilde opinión, el panorama a día de hoy continúa siendo desolador. Tal vez si se apostara decididamente por dar un giro a este tipo de perfiles, estaríamos en el buen camino para construir una sociedad más igualitaria y respetuosa, en la que se valorasen en mayor medida las mentes que los cuerpos, en la que no se provocara tanta frustración en los individuos a cuenta de su aspecto y en la que no se sexualizasen las imágenes y los discursos hasta la náusea. En definitiva, en la que la ordinariez y la vulgaridad no se aplaudieran ni siquiera cuando se disfrazan de broma inofensiva.