viernes, 20 de diciembre de 2013

QUE EL ESPÍRITU NAVIDEÑO NOS ACOMPAÑE DURANTE TODO EL AÑO






Vamos, cantemos,
somos siete sobre el mismo mar.
Siente el latir de un solo pulso,
llegó Navidad.

Fuerteventura, dunas y arena,
aulaga y soledad.
Sobre Tindaya trae el viento
arcanos desde el mar.
con un conjuro de libertad,
amor, futuro y paz.

Por la Gomera silba una estrella
al cedro y al brezal.
Órganos de basalto cantan
nuestra unidad.
Coge el guarapo y ven a brindar
en esta Navidad.

Bajo las lavas de Lanzarote
duerme un corazón.
En su latir cantan mi voz
los novios del Mojón.
Iza el Janubio en mares de sal
sus velas rumbo al sol.

Apunta el Nublo por Gran Canaria
el paso de mi andar
por los barrancos donde habita
el alma del Faycán.
Cuevas pintadas con mazapán
pregonan Navidad.

Canta la Palma por sirinoque
al son de mi niñez.
Por Taburiente arrullo y paz,
almendras, flor y miel.
Con los enanos se hará verdad
la magia que soñé.

Teide y retamas por Tenerife
aroman mi cantar.
Vuela en Ucanca la esperanza
verde del pinar.
Un Tajaraste ven a bailar
en esta Navidad.

Con las sabinas vive en el Hierro
el ansia de mi sed.
Dormido en pozos aún está
el árbol Garoé.
Busca mi faro y encontrarás
la senda del ayer.

Traza tu rumbo por siete estrellas
y se forjarán
con el poder de una canción
caminos sobre el mar.
Canarias una sola será
en esta Navidad.




domingo, 15 de diciembre de 2013

APRENDER DE LOS NIÑOS





Ayer, como casi todos los sábados de la última década, nos pegamos el madrugón de rigor para ir a animar al equipo de fútbol sala del colegio. Ahora juega el pequeño, normalmente por la banda izquierda (es zurdo, como su madre). Antes, lo hacía el mayor, de cierre (“hijo, que no pase ni el aire, que se note que eres de Pamplona”). Pocos espectáculos más apasionantes que el de ver a unos chavales de once años echar el resto con el balón en los pies. El parqué brillante, las caras sudorosas, las medias caídas y el amor propio a prueba de bombas. “Mamá, hoy ganamos seguro y, si marco, te dedico el gol y le mando un beso al abuelo mirando al cielo”. Y yo, mientras tanto, asintiendo y tragando saliva…

Sin embargo, en las gradas, un sector del público -madres, padres, abuelas, abuelos y otras hierbas- se afana en mostrar su peor versión, como en una perversa Ley de la Compensación, de yin y yang, de Bella y Bestia, de Jekyll y Hyde. Dos mundos tan cercanos y, a la vez, tan lejanos, sin apenas distancia física pero a años luz de toda lógica. Por un lado, el de esos adultos que descargan sus frustraciones ante el estupor de sus hijos, que asisten perplejos a la sarta de silbidos, exabruptos y salidas de tono de quienes están obligados a darles el mejor ejemplo posible de comportamiento. Y, por otro, el de esos niños condenados a cubrir unas expectativas deportivas que, a menudo, les superan y que (se supone) están ahí para hacer deporte pero, sobre todo, para disfrutar, no para defender el honor familiar ni para ser cazados por un ojeador de la Liga.

Los entrenadores van dando instrucciones que los progenitores cuestionan (“pero ¿por qué no le pone de delantero a mi niño, que es un crack?”, el árbitro se equivoca más que acierta (“date una vuelta por la óptica, pringao”) y los jugadores se vuelven locos tratando de agradar a entrenadores, progenitores y árbitro.

1-0

1-1

Tiempo muerto.

“¿Cuánto queda?”

“Cinco minutos”.

2-1

Aullidos paternos.

Arrecian las protestas y las miradas de reojo a los aficionados del equipo rival. “Os vais a ir a casa de vacío, por listos”.

En la última jugada, el tercero.

¡Qué mala suerte!

3-1

Y, de repente, el milagro. El autor del gol se dirige a sus seguidores y, colocando el dedo índice sobre la boca, les insta a guardar silencio para ahorrarle chanzas al rival. Nunca había visto en un campo mayor demostración de deportividad y de madurez. 

¡Cuánto tenemos que aprender de los niños!

Final del partido.

“Hay derrotas que saben a victoria y hoy ha sido una de ellas”, me digo para mis adentros.

No ha habido dedicatoria, aunque David se ha dejado la piel y, lo que es más importante, sin perder la sonrisa. Como siempre. Como es él. Una máquina de la felicidad.

"Tranquilo, tesoro, que el próximo lo ganamos. Fijo."  


martes, 10 de diciembre de 2013

HUYENDO DE LAS PERSONAS TÓXICAS





La proximidad de las fechas navideñas exacerba si cabe en las personas tóxicas ese nefasto carácter del que hacen gala durante el resto del año. Desgraciadamente, he conocido y padecido a muchas de ellas, aunque agradezco que me hayan servido como modelos involuntarios de lo que nunca he querido ser.

El hecho es que, mientras existen seres humanos que despliegan en sus actividades diarias un derroche de amor, equilibrio y positividad y se dedican a entregar una parte de sí mismos al prójimo, otros cargan un saco de decepciones, problemas y negatividad que van esparciendo permanentemente por el camino de la vida.

Suelen creerse en posesión de la verdad absoluta y, en consecuencia, consideran que su forma de proceder está plenamente justificada. Se pueden encontrar en cualquier parte, dentro de la propia familia, en el ámbito laboral o entre los amigos y conocidos, y son fácilmente reconocibles merced a su carácter hiriente, agresivo e inflexible.

A menudo se exaltan cuando se les contradice y se caracterizan por no respetar las opiniones distintas a las suyas. El rasgo que mejor les define es su incapacidad de aceptar a los demás tal y como son, con sus pros y sus contras, sus luces y sus sombras, sus virtudes y sus defectos. Se haga lo que se haga, con ellas nunca se acierta, debido a esa patología que les impide ser felices y percibir el lado bueno de las cosas.

Siempre contribuyen a generar ambientes de tensión y nerviosismo, de tal manera que, cuando abandonan cualquier reunión, la atmósfera mejora invariablemente y en su ausencia se restablece la sensación de alivio originaria.

Presentan un compendio de frustración, inseguridad, resentimiento, crítica, necesidad de aprobación y baja autoestima, todo ello con el inevitable trasfondo de la envidia, el pecado más habitual y el que mayor sufrimiento produce en quien lo arrastra.

Por ello, es imprescindible detectarlas con prontitud y, sobre todo, alejarse de ellas lo antes posible. Lo deseable es que, al igual que elegimos objetos o actividades que nos resulten gratos y beneficiosos en detrimento de otros perjudiciales y desagradables, hagamos lo propio con las personas que se cruzan en nuestro destino y optemos por aquellas que nos aporten belleza espiritual y equilibrio emocional.


Colguémonos un cartel virtual que rece “Reservado el derecho de admisión” y huyamos de las personas tóxicas. 

jueves, 5 de diciembre de 2013

SOBRE LAICOS Y GILIPOLLAS


Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 7 de diciembre de 2013

Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 7 de diciembre de 2013





Por si no fuera suficiente tener que sortear desde mitades de octubre los pasillos del hipermercado evitando los palés de turrones y mazapanes, por si no bastaba con padecer el engendro de anuncio perpetrado este 2013 por los responsables del Organismo Nacional de Loterías, ha tenido que entrar en escena la Vicesecretaria General del PSOE para rematar la faena prenavideña. Y es que Elena Valenciano es una de esas personas que, si no existiera, habría que inventarla. Cuando abre la boca es una fiesta, característica que comparte con el Secretario de Organización, Óscar López, que pasará a la Historia por olvidarse de uno de los tres exiguos motivos que esgrimió para votar a su jefe de filas, Alfredo Pérez Rubalcaba, en las últimas elecciones generales.

Según refleja el currículum de la mano derecha del líder, entró en la formación política a los diecisiete años y, al parecer, ha ido subiendo enteros a lo largo de tres décadas hasta llegar a ostentar su actual y flamante cargo. Por lo visto, tras desempeñar el papel de coordinadora de la campaña electoral de Rubalcaba, el ascenso estaba cantado. Eso y, probablemente, la paritaria cuota femenina, unida a una preparación académica consistente en “tener estudios” en Derecho y Ciencias Políticas, aunque no los suficientes como para obtener ninguna de ambas Licenciaturas.

El caso es que la dirigente progresista acaba de manifestar en rueda de prensa que el Comité Federal socialista no se celebrará en diciembre ni en enero porque “hay una cosa que se llama Navidad y cae como una losa en todos los calendarios del mundo", para añadir, reprimiendo una incipiente carcajada, que “somos laicos, pero no gilipollas”. Pues para ser tan avispados y tan alejados de la religión, no entiendo por qué no se han decidido a hacer añicos el Concordato con la Santa Sede en los amplios períodos en los que han ocupado el Gobierno de la nación, primero con Felipe González (dos mayorías absolutas) y después con José Luis Rodríguez Zapatero.

Tal vez sea porque entre su militancia existen más creyentes y practicantes de los que a sus jefes les gustaría. Yo misma conozco a varios de ellos que, por cierto, ni son laicos ni, menos aún, gilipollas. Suscriben el mensaje cristiano, que también predica la solidaridad y la defensa de los más necesitados. Son, simplemente, socialistas de bien, respetuosos y plurales, que asisten perplejos a la deriva de unas siglas vacías de contenido, que no saben de qué van sus camaradas del Partido Socialista de Cataluña, que reniegan de las declaraciones de tipos como el ex ministro de Economía y Hacienda Pedro Solbes, cuando afirma que tanto él como su superior ZP eran perfectos conocedores de la crisis desde 2007 y que se abochornan del latrocinio de los dirigentes de su sindicato hermano, la Unión General de Trabajadores.

Cómo me recuerdan a esos otros votantes y simpatizantes del Partido Popular, con creencias religiosas o sin ellas, respetuosos y plurales, que asisten perplejos al ninguneo institucional de la víctimas del terrorismo después de la escandalosa sentencia de la Doctrina Parot, que no saben de qué van sus acomplejados mandamases de Cataluña y el País Vasco, que reniegan de los incumplimientos del programa que les aupó al poder y que se abochornan de tesoreros y demás chusma dedicada al reparto de sobres con dinero negro.

A ver si, cuando pase “esa cosa que se llama Navidad y que cae como una losa en todos los calendarios del mundo”, estos “laicos pero no gilipollas” que cortan el bacalao en el antaño Partido Socialista Obrero Español materializan las eternas amenazas anticlericales que sólo vierten cuando están en la oposición. Se admiten apuestas.