Otro año más, tras el vacacional mes de agosto, doy paso a las emotivas despedidas familiares, la cíclica incorporación a las actividades profesionales y el estimulante retorno a los proyectos parroquiales.
Guiada por una voluntad férrea de continuar desarrollando acciones positivas y esperanzadoras que mejoren, en la medida de mis posibilidades, estos tiempos tan convulsos que atravesamos, les deseo desde ahora mismo un feliz reencuentro.
Que así sea.
