domingo, 25 de diciembre de 2011

MÁS ALLÁ DEL TIEMPO Y DEL ESPACIO



Hace apenas dos semanas, el día 8 de diciembre, publiqué en este blog una entrada bajo el título “Empieza la cuenta atrás”. Hoy, 25 de diciembre, no es necesario seguir contando, porque ya es Navidad.
Voy a permitirme la licencia de publicar nuevamente un pequeño relato que escribí hace un año desde lo más profundo de mi corazón y que para mí sigue conservando la misma vigencia.  Su título es “Más allá del tiempo y del espacio” y se lo dedico tanto a quienes lo leyeron en su momento como a quienes lo leerán durante estos días.
A todos, Feliz Navidad

24 de diciembre. Cierro los ojos y puedo sentir el frío intenso en mi cara. Soy una niña sacando vaho por la boca para escribir mi nombre en los escaparates, la nariz pegada a los cristales. Está nevando y, a pesar de mis airadas protestas,  mamá me ha puesto botas, gorro, bufanda y guantes. Donde yo he nacido, el suelo está resbaladizo y la gente recorre las calles apresuradamente, las manos llenas de paquetes,  los corazones llenos de sentimientos, las mentes llenas de recuerdos. Cierro los ojos y puedo apreciar el fulgor de las luces a mi paso. Las luces del imponente árbol de Navidad que se yergue, orgulloso y colorido, en medio de la plaza principal de mi ciudad. Las luces del precioso Belén colocado a sus pies, con figuras clásicas representando el Nacimiento de Jesús. Cierro los ojos y puedo oír con claridad los villancicos de mi infancia, las panderetas y las zambombas, los gritos del castañero, ansioso por hacer su agosto en diciembre.  Cierro los ojos y puedo oler el maravilloso aroma del cardo cocinado con primor por mi tía en mitad de la mesa, la bandeja del turrón, la sidra. No falta nadie. Somos felices. Es Nochebuena.
24 de diciembre. Abro los ojos y veo flores y palmeras en la Rambla. Donde yo vivo, la atmósfera es cálida y el cielo azul, la bóveda perfecta. Lejos queda mi niñez y, a pesar de los años transcurridos, todavía no me acostumbro a una Navidad con sol, aunque me encanta y no la cambio por ninguna otra. Mis padres ya se fueron pero me dejaron su espíritu, permanente inspiración. Me encargaré de que sus nietos continúen  reviviendo estas fiestas como antes, como siempre. Y la gente seguirá recorriendo las calles. Y la iluminación navideña decorará plazas y avenidas. Y, en mi nueva tierra, al Recién Nacido le taparán con una manta esperancera. Y se oirán los mismos villancicos, las zambombas, las panderetas. Y las truchas no estarán rellenas de jamón sino de batata, poniendo el broche ideal a la velada. Y no faltará nadie, ni los presentes ni los ausentes, que nos acompañarán en la memoria de una noche más allá del tiempo y del espacio. Somos felices. Es Nochebuena.

1 comentario:

  1. Inaudito el que, en plena Navidad, una de las primera iniciativas de Rajoy (antes que incluso que las medidas anticrisis) haya sido cambiar la denostada y atrabiliaria Ley Memoria de Histórica. Dejo enlace de la sorprendente noticia:

    http://www.youtube.com/watch?v=PMcA8c2Jl2M&feature=related

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