viernes, 2 de diciembre de 2011

MUJERES (COMPLACIENTES) Y HOMBRES (PROTECTORES) Y VICEVERSA

Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 2 de diciembre de 2011


No era necesario aguardar, coincidiendo con la reciente celebración del Día Internacional contra la Violencia de Género, a la presentación del último y polémico informe de la Federación de Mujeres Progresistas para constatar una circunstancia más habitual de lo que nadie pudiera imaginar. Por increíble y anacrónico que parezca, la triste realidad es que el modelo adoptado por un considerable número de hombres y mujeres a la hora de establecer sus vínculos afectivos apenas ha evolucionado desde la caverna. Los demostrables avances femeninos en materias de toda índole se dan de bruces con unas estadísticas que ponen de manifiesto la reproducción de unos roles tradicionales que asocian a las hembras con la complacencia y a los varones con la protección.

Del referido estudio, basado en una encuesta realizada a jóvenes de entre catorce y dieciocho años residentes en Madrid y Burgos –aunque me temo que, por desgracia, el resultado sería muy similar de llevarse a cabo en las demás provincias españolas-, se desprende que continúan calcándose los estereotipos que otorgan a los chicos determinados rasgos como la valentía y la agresividad y a las chicas  otros como la ternura y la comprensión. Ocho de cada diez encuestados opina que ellas están llamadas a complacer a sus novios mientras que éstos asumirían la misión de protegerlas.

Asimismo, sorprende muy negativamente la vinculación lógica e, incluso, positiva que establecen entre amor y celos, o la aceptación tácita de prácticas tan rechazables como la revisión de los mensajes de móvil y la prohibición de utilizar determinadas prendas de vestir, convenientemente aderezadas con la excusa del enamoramiento. Y preocupa esta visión tan sesgada porque, mediante una simple asociación de ideas, algunas mujeres encontrarían “naturales” las manifestaciones violentas de su pareja y tenderían a justificarlas y hasta a comprenderlas.

Las adolescentes de las sociedades occidentales viven bajo una falsa apariencia de igualdad, que reside en hechos tan puntuales como la posibilidad de fumar y beber alcohol en la misma medida que sus compañeros, o de mantener relaciones sexuales tempranas sin las limitaciones de antaño, o de frecuentar idénticos ambientes hasta altas horas de la madrugada. Sin embargo, es con el desempeño de la actividad profesional llamando a sus puertas cuando comprueban la brecha tan notable que todavía las separa de la mitad masculina de la población. De hecho, centrándonos en el ámbito de la conciliación familiar y laboral, y pese a que el noventa por ciento contesta sobre el papel que las tareas del hogar deben repartirse entre todos sus miembros, el mismo porcentaje reconoce que es la madre quien se encarga de estas cuestiones, mientras que el resto de la familia tan sólo ayuda.

A la hora de encontrar explicaciones a estos comportamientos tan recurrentes, y sin olvidar el peso específico de la labor educativa ejercida por padres y profesores, se torna imprescindible actuar individual y socialmente contra dos enemigos muy poderosos: la televisión y el ordenador. La influencia perversa que tanto las series televisivas como los videos musicales ejercen sobre los chavales neutraliza cualquier esfuerzo dialéctico que se realice para combatir esta actual deriva juvenil. Tanto los guiones de las primeras como las letras y las imágenes de los segundos fomentan el mantenimiento de arquetipos machistas y reflejan patrones mentales que cualquier individuo con dos dedos de frente rechazaría de plano, transmitiendo unos modelos extremadamente alejados de lo que debería ser una relación sentimental basada en el respeto y en la igualdad, a la vez que ajena a discursos feministas trasnochados.

Por lo tanto, mientras se sigan emitiendo programas como Mujeres y hombres y viceversa y las megaestrellas de la música se sirvan de clips plagados de permanentes connotaciones sexuales para vender más discos, ésta será una batalla perdida.  


3 comentarios:

  1. Hola Myriam,ahora si soy Ana. Primero me gustaría felicitarte por esta idea que te permite lidiar con el mundo sin perder la perspectiva.
    Con respecto a este artículo, estoy completamente de acuerdo, pero querría añadir algo. Yo si me sorprendí cuando se publicó el informe, porque inocente de mi, pensé que los esos estereotipos los tenían edades más avanzadas. Pero cual fue mi sorpresa cuando veo el porcentaje de adolescentes de ambos sexos que siguen pensando como mi padre de 84 años. Es cierto que los medios de comunicación no favorecen una educación en igualdad, en absoluto, pero no debemos perder de vista el entorno del adolescente: la familia. Todo lo que ven y lo que oyen (cualquier comentario por inocente que este parezca) lo procesan y lo interpretan a su manera. Por ahí es por donde se debería empezar para poder abanzar, porque como vemos esto va muy lento.
    Saluditos.
    Ana

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  2. Querida Ana:
    Muchísimas gracias por tu comentario. Como imaginarás, no puedo estar más de acuerdo con tu valoración del informe en cuestión, aunque a mí no me sorprendió en absoluto. Es cierto que nos queda mucho camino por recorrer y sólo es posible transitarlo con ánimo, colaboración y, sobre todo, tiempo. Sin duda, la familia es la clave.
    Un abrazo muy fuerte.

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  3. hola mi llamo aicha soy una seguidora del programa mi gusta mocho este programa y mi encanta la presentadora.

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