viernes, 25 de mayo de 2012

SOMOS NUESTRA MEMORIA



Estoy leyendo con gran interés el último libro del prestigioso psiquiatra, investigador y profesor Luis Rojas Marcos (Sevilla, 1943). Residente en Nueva York desde el año 1968, compagina en la actualidad la actividad ensayística con la docencia universitaria en la ciudad de los rascacielos. Su nombre está asociado a los trágicos acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, que vivió en primera persona como director de la red de Hospitales Públicos de la urbe norteamericana.

Hace algunos años tuve la oportunidad de acercarme a algunas de sus obras -“Nuestra felicidad”, “La fuerza del optimismo”- y siempre me sirven de vehículo para entenderme a mí misma y al universo que me rodea. En esta ocasión, el autor aborda el estudio en profundidad de un nuevo concepto de memoria, entendida como una facultad humana que hace algo más que guardar datos o albergar vivencias, dotada de creatividad y de poder para renovar la información que atesora, a fin de adaptarla a nuestras expectativas presentes.

Los seres humanos nacemos con una especial capacidad de almacenar en nuestra mente aquello que consideramos relevante para, en el momento oportuno, rememorarlo. Por ello, nos resulta tremendamente difícil imaginar una vida despojada de recuerdos, en la que nada tenga significado, sin sentido del tiempo ni del espacio, sin recorrido de pasado ni conciencia de futuro.

Rojas Marcos afirma desde su dilatada experiencia profesional que la lección más fascinante que ha aprendido sobre esta materia ha sido comprender que la memoria no es un archivo perfecto ni un disco duro de ordenador.  Por el contrario, posee el don de renovar los datos que atesora, con el fin de adaptarlos a los cambios que experimentamos en nuestra trayectoria vital. Con el transcurso del tiempo sumamos y restamos detalles a las experiencias pasadas, de tal manera que reconstruimos nuestra historia con unas remembranzas modeladas y enmarcadas en el contexto de nuestras creencias y puntos de vista actuales.

En conclusión, el funcionamiento de la memoria presenta una serie de aspectos fascinantes cuyos ingredientes forjan sobre nosotros una inmensa influencia desde que nacemos hasta que morimos. Sin memoria no somos. Mejor dicho, somos lo que recordamos de nosotros mismos.

1 comentario:

  1. Hola Myriam, hablando de memoria, que sepas que nunca me olvido de pasar por aquí, firme o no en el libro de visitas.
    De Rojas Marcos he leído varios libros, aunque no éste que citas (por cierto, uno sencillito, pero con miga: ‘Nuestra incierta vida normal’, Edic. Aguilar). Tengo a Rojas Marcos en el ranking de los sabios “socráticos” sencillos, junto con el Marina, ya sabes. No hay nada más difícil que hacer sencillo lo complicado, ni nada más fácil que hacer un lío con las cosas simples, léase icono-mistas o algo así.
    Lo que vale la memoria no se sabe hasta que se pierde, como todo; y si no, mira la gente con Alzhéimer. La amputación del pasado debe ser peor que la de las piernas, o que la ceguera. Alguien dijo que el hombre (y la mujer…RAE, pa´qué me acechas) es más biografía que biología. Vemos por ej. que la gente, llegados al “otoño tirando a invierno” de su vida, ante la tesitura de contar sus achaques biológicos o sus Memorias, prefieren lo último, sin perjuicio de la artrosis y tal y tal. Y si no saben escribir lo encargan a un negro, y si no hay negro disponible, pues se cuenta a palique limpio a los nietos. Vgr.: “Cuando estuve en Cuba, cortando caña, resulta que una tremenda mulata me ‘embobesió’ con rezados del Cobre …y ”. Y a continuación empieza a funcionar el procesador del pasado del abuelo, distorsionando más que un pelito (o pelín) la cosa, con tal de conciliarse con juveniles penurias.
    Visto hoy, esas estructuras estáticas de la mente (memoria, inteligencia, voluntad y etc.) , parecen primitivas conejeras o corrales (compartimentos estancos, en fino). Se ve que en el viejo almacén de la memoria no sólo hay trastos con telarañas sino fantasmas y brujas que mueven a escondidas las cosas de un sitio para otro, y quitando y poniendo según la señales que llegan desde un GPS vital, que no hay dios que lo decodifique.
    Cuanto más leo a estos sabios, más ignorante me veo. Creemos “memorizar bien, razonar bien”, y elegir y actuar…,bueeno”.., déjalo ahí.., y al final va a ser verdad que hay un duendecillo vital, al que no tenemos el gusto de conocer, pero que menea todo el cotarro, aunque haciéndonos ver que la memoria es neutral, que el entendimiento es neutral, que….”No somos nadie”, así se llama el juego, pero lo importante es saber las reglas, saber jugar. Digo, por decir.
    Un abrazo, y que gane el Osasuna cuanto toque, si Carlos Dívar lo tuviera a bien, fallando desde Mar-Bella.

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