viernes, 28 de septiembre de 2012

LIBROS DE PAPEL vs E-BOOKS





Como decía el entrañable Don Hilarión en la zarzuela “La Verbena de la Paloma”, hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad.

Esta realidad, por otra parte indiscutible, a algunos nostálgicos recalcitrantes como a mí nos cuesta digerirla convenientemente. Sin ir más lejos, como aficionada patológica a la lectura que soy,  para mí no existen más libros que los libros de papel. Sé que es un grave error instalarme en semejante postura tan inflexible pero, de momento, no estoy preparada psicológicamente para dar el salto al formato electrónico. Llegará, pero no tengo prisa.

Lo mismo que con la literatura me ocurre con el Séptimo arte. Para mí no existen más películas que las exhibidas en pantalla grande. Lo sé. Es un error instalarme en semejante postura tan inflexible pero, de momento, no estoy preparada psicológicamente para prescindir de uno de mis mayores placeres. La magia de la sala oscura, con sus filas de asientos, con su moqueta en paredes y suelos, con esa atmósfera creada por unos espectadores ávidos de nuevas experiencias, no puede compararse con la proyección de un DVD entre las cuatro paredes de una pequeña habitación. Tendrá otras ventajas, no digo yo que no, pero el impacto de la imagen y el sonido a gran escala no tiene rival.

No me duelen prendas al reconocer que, aunque los escritos de épocas pasadas se han conservado, sea grabados sobre piedras, papiros, pergaminos o tablas de madera, las nuevas tecnologías les han abierto un campo insospechado para su conservación y su difusión. Hasta los defensores más acérrimos de los libros tradicionales admitimos  las ventajas que ofrecen los e-books, entre ellas la capacidad de almacenamiento, la comodidad de su transporte e, incluso a la larga, el ahorro económico. Pero ¿dónde queda ese aroma a tinta recién impresa,  ese tacto de las hojas al pasar, esa sensación de acunar a un ser vivo entre los brazos? 

Todavía no quiero prescindir de ello. No puedo. Necesito subrayar las frases, marcar las páginas con los dibujos de mis hijos, colocar esos pétalos de rosas elegidos con vocación de eternidad. Aunque me tachen de antigua.


domingo, 23 de septiembre de 2012

LA BRECHA ENTRE LA LEGALIDAD Y LA JUSTICIA SE ACRECIENTA


Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 23 de septiembre de 2012

Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 24 de septiembre de 2012


La reciente sentencia de la sala de lo Penal de la Audiencia Nacional que confirma la excarcelación del etarra Josu Uribetxeberria Bolinaga en atención a su inminente fallecimiento ha colocado en el punto de mira de la opinión pública a los Magistrados que votaron a favor de esta medida. Es el enésimo espectáculo protagonizado por algunos miembros de la carrera judicial que, amparándose en la legalidad, abren entre ésta y la justicia una brecha difícilmente comprensible por el ciudadano de a pie. Además, en el caso de las víctimas del terrorismo -como José Antonio Ortega Lara, que pasó 532 días con sus noches custodiado en un zulo por quien ahora, sin mostrar el menor arrepentimiento, se beneficia de una vergonzante interpretación de la ley que parte del Gobierno de Mariano Rajoy-, a la incomprensión se unen el espanto y la amargura.

La primera reflexión que me asalta es si ese rechazo de los cuatro jueces en cuestión (el quinto votó en contra) al recurso de apelación de la Fiscalía no se sustenta en la innegable falta de separación de poderes que padece nuestro Estado de Derecho por culpa de los partidos mayoritarios y su reparto de cuotas de poder. Y es que, leyendo detenidamente el artículo 104.4 del Reglamento Penitenciario, la sombra de la duda planea sobre la decisión final:

 “Los penados enfermos muy graves con padecimientos incurables, según informe médico, con independencia de las variables intervinientes en el proceso de clasificación, PODRÁN ser clasificados en tercer grado por razones humanitarias y de dignidad personal, atendiendo a la dificultad para delinquir y a su escasa peligrosidad”.

Dicho de otra manera, la concesión del tercer grado para los reclusos que sufren una enfermedad es puramente facultativa –por lo tanto, no obligatoria-, circunstancia que deja vacías de contenido las palabras del Ministro del Interior cuando trata de hacer creer a la ciudadanía que no ha tenido otro remedio que cumplir la ley. De hecho, año tras año se producen fallecimientos en las enfermerías de los centros de reclusión sin que nuestro ordenamiento jurídico sufra por ello quebranto alguno.

La triste realidad es que, una vez más, algunos representantes de las castas política y judicial se empeñan en hacernos comulgar a los ciudadanos de a pie con ruedas de molino, como si no fuéramos capaces de atar cabos y de sacar conclusiones acertadas sobre un proceso tan lamentable como éste.  No hace falta ser ningún lince, ahora que se cumple el primer aniversario del comunicado de alto el fuego de ETA, para sospechar que detrás de medidas como la que nos ocupa se esconde el cumplimiento de una hoja de ruta que incluye el acercamiento de presos de dicha organización a cárceles del País Vasco y la excarcelación de los que padezcan graves enfermedades.

No estaría de más que los responsables de estos tejemanejes se enteraran de una vez por todas de que legalidad, legitimidad y justicia -conceptos elementales que a los estudiantes de Derecho nos enseñan en el primer curso de la carrera- tendrían que ir íntimamente unidas. Pero, por desgracia, aunque la ley siempre es legal, no siempre es moral, con lo que eso implica de injusticia. El legislador no puede olvidar que la ley es un medio al servicio del fin de la justicia y que, como decía Montesquieu, “una cosa no es justa por el hecho de ser ley. Debe ser ley porque es justa.” Sin embargo, el devenir de los últimos acontecimientos nos demuestra a las claras que la brecha entre legalidad y justicia, lejos de disminuir, se acrecienta y que esa frase del ideólogo de la división de poderes es una quimera igual o mayor que la división misma.




viernes, 21 de septiembre de 2012

OTOÑO, LA ESTACIÓN ROMÁNTICA

 
 
 
 
 
 
Aprovechemos el otoño
 antes de que el invierno nos escombre.
 Entremos a codazos en la franja del sol
 y admiremos a los pájaros que emigran.
 
Ahora que calienta el corazón,
aunque sea de a ratos y de a poco,
pensemos y sintamos todavía
con el viejo cariño que nos queda.
 
Aprovechemos el otoño
antes de que el futuro se congele
y no haya sitio para la belleza
porque el futuro se nos vuelva escarcha.
 
 
Poema extraído del libro “Insomnio y duermevelas” de Mario Benedetti

 
 
 



lunes, 17 de septiembre de 2012

A FAVOR DE LA PRISIÓN PERMANENTE REVISABLE

Artículo publicado en la revista de habla hispana "La Ruptura" el 17 de septiembre de 2012
 
 
 
 

Cuando José Luis Rodríguez Zapatero todavía era Presidente del Gobierno de España, mantuvo una reunión con el padre de la difunta adolescente Marta del Castillo en el transcurso de la cual, el progenitor de la joven pidió la implantación de la cadena perpetua y el cumplimiento íntegro de las penas impuestas para delitos sexuales y agresiones contra menores. Aquel caso concreto se había venido a sumar a una lista de horrendos crímenes con nombres y apellidos, como los de Sandra Palo y Mari Luz Cortés, que habían generado gran alarma social, colocando al Tercer Poder en el punto de mira de la indignación ciudadana. El triste final de los hermanos Ruth y José Bretón, al parecer como consecuencia de la venganza por un divorcio no aceptado por la parte paterna, ha venido a sumarse a este siniestro catálogo que precisa de una respuesta acorde con su gravedad.
 
Por su fuerte repercusión mediática, estas cuestiones son tema frecuente de tertulias en los entornos familiar y laboral y la diversidad de opiniones es manifiesta. Uno de los debates más recurrentes es el que tiene por objeto la conveniencia de la aplicación bien de la pena de muerte, bien de la cadena perpetua. Algunas personas se declaran firmes defensoras de la primera opción y argumentan los beneficios de su implantación en el hecho de que sirve para disuadir a los asesinos en potencia que, sabedores del futuro que les espera, se lo pensarán dos veces antes de cometer una fechoría. Consideran, asimismo, que no es de recibo dedicar un porcentaje de sus impuestos a mantener a semejantes sujetos en unas prisiones, por otra parte, cada vez más modernas y confortables.
 
Sin embargo otros, entre quienes me incluyo, estamos absolutamente en contra de esta medida. Mi principal razonamiento estriba en que ningún sistema penitenciario posee atribuciones para decidir de manera justa e infalible quién debe vivir y quién debe morir. Los derechos humanos, encabezados por el derecho a la vida, son inalienables y nadie debe privarlos ni ser privado de ellos, pues su esencia consiste en proteger a todos y cada uno de los ciudadanos, sean buenos o malos. De más está explicar que esta postura no es en absoluto incompatible con la ineludible exigencia de hacer justicia con las víctimas y, a la par, castigar con dureza a los criminales.
 
Abundando en esta idea, el actual Ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, ha presentado esta misma semana el proyecto de reforma del Código Penal, que introducirá por primera vez en la legislación española la figura de la prisión permanente revisable. Se aplicará en los casos de terrorismo, de asesinatos de menores de edad, de genocidio y de crímenes contra la humanidad. No obstante, se echa de menos una modificación de la Ley del Menor a fin de castigar de una forma más adecuada la responsabilidad penal de los jóvenes autores de delitos tan terribles como los anteriormente citados de Sandra Palo o Marta del Castillo, que a la hora de su comisión no alcanzan por escasos meses (en ocasiones, incluso días) la mayoría de edad.
 
La prisión permanente revisable no supone –como afirman algunos- una contradicción en sus términos. Aunque pueda traducirse en la permanencia del reo en una cárcel de por vida, no tiene por qué ser necesariamente así, habida cuenta que su régimen jurídico contempla la posibilidad, cumplidas determinadas condiciones, de la obtención de beneficios penitenciarios tales como permisos, régimen de tercer grado, libertad condicional y hasta plena. De hecho, el propio Tribunal Constitucional, a tenor del art.15 de la Carta Magna, no considera que se trate de una pena inhumana o degradante y su implantación - siempre y cuando se aplique con la garantía de los denominados juicios de revisión- no contradice ni la letra ni el espíritu de la Norma Suprema, que en su artículo 25 refiere con claridad que “las penas privativas de libertad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción y no podrán consistir en trabajos forzados”. Además, dicha pena tampoco sería desproporcionada en atención a los delitos a los que iría aparejada, es decir, los atentados terroristas más graves, los asesinatos múltiples o las agresiones sexuales reincidentes, por obra y gracia de unos individuos que ni siquiera muestran un arrepentimiento verdadero.
 
Ya es hora de cambiar de escenario. Las gentes de bien están convencidas con toda la razón de que la justicia no es igual para todos y de que España es un paraíso para los malhechores. Necesitan urgentemente recuperar la fe en aquéllos que deben velar por su seguridad, llámense gobernantes, legisladores o jueces.

http://www.feriadeldivorcio.com/2012/09/17/a-favor-de-la-prision-permanente-revisable/

jueves, 13 de septiembre de 2012

DE NUEVO EN LAS ONDAS DE INTER RADIO TENERIFE



 PRIMER PROGRAMA DE LA NUEVA TEMPORADA


Este 14 de septiembre me incorporo nuevamente a la tertulia matinal de Inter Radio Tenerife, cada viernes de 9 a 10 de la mañana -redifusión de 9 a 10 de la noche- (hora canaria) . Para escucharla, basta con pinchar el siguiente enlace:


www.interradiotenerife.es

Bajo la batuta del periodista Gabriel Mesa, desempeñando magníficamente su papel de moderador, ocuparé mi sillón habitual, el mismo al que fui invitada hace ya quince meses.

Sobre la mesa de corcho se mezclarán por enésima vez los periódicos de la jornada, los cafés humeantes, los micrófonos, los cascos, los bolígrafos y los apuntes.

Vigilándonos estrechamente tras el cristal de su “pecera”, se situará nuestro particular mago de la técnica, Julio Ramos, rodeado de aparatos infernales y mesas de mezclas con los que hace milagros en forma de cuñas publicitarias, espacios musicales y participaciones de voz.

Estoy deseando reencontrarme con mis compañeras de debate, a quienes tanto aprecio y que, semana a semana, me recuerdan el incalculable valor de la tolerancia y del respeto a la diversidad de opiniones.

Asimismo, confío en que los oyentes del programa continúen a la escucha de las emisiones (tanto a través de internet (www.interradiotenerife.es) como del dial 96.8 FM)  después de estos meses de separación veraniega. Sus comentarios a través de la red nos resultan esenciales para saber de primera mano qué opinan los ciudadanos acerca de los actuales acontecimientos políticos y sociales que afectan, no sólo a Canarias, sino también al resto de España y del mundo.

Querido y admirado Lito:

Esta enamorada de la radio, probablemente el medio de comunicación más cercano y emocionante, nunca te agradecerá bastante la confianza y el afecto demostrados. Sabes de sobra que son mutuos.  

Después de las ingratas circunstancias que te está tocando vivir a consecuencia del anómalo concurso de licencias radiofónicas que sigue pendiente de resolución judicial, te deseo más que nunca la mayor de las suertes en tus futuros proyectos profesionales que, a pesar de las piedras en el camino, siguen adelante contra viento y marea.

En este momento es imprescindible que cada uno de nosotros aporte su grano de arena para intentar mejorar las cosas y no se refugie en la inacción y en la crítica permanente.

La solución de los problemas es tarea de todos y, como dice la máxima,  la unión hace la fuerza. 







domingo, 9 de septiembre de 2012

DEL SUEÑO AMERICANO A LA PESADILLA EUROPEA

Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 9 de septiembre de 2012

Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 12 de septiembre de 2012
 
 


Finiquitado el período veraniego y con el otoño llamando a la puerta, mucho me temo que las perspectivas políticas y económicas tanto nacionales como internacionales no van a resultarnos precisamente una fuente de satisfacción. Si, al menos, los sufridos ciudadanos pudiéramos albergar la esperanza de que nuestros mandatarios fueran capaces de aprender de sus errores,  tal vez nos resultaría más sencillo enfrentar con otra actitud el futuro que se nos avecina. El estar escuchando día sí, día también, que todos somos culpables de la desastrosa coyuntura actual, como si tuviéramos que repartirnos la responsabilidad del desaguisado en idénticos porcentajes, tampoco ayuda. Por lo menos a mí, que –deformación profesional, supongo- tengo excesivamente interiorizados los conceptos de justicia y de equidad y, en consecuencia, este burdo reparto de culpas me parece una estafa.

Sin embargo, lo que sí aprecio con claridad meridiana son las diferencias insalvables que presentan los distintos países de la Unión Europea y que, en mi humilde opinión, explican el fracaso de esa Europa global a la que, supuestamente, aspiran sus dirigentes. Para empezar, el sentimiento de europeidad no es el mismo en los veintisiete estados miembros. Incluso en algunos de ellos –particularmente los de la zona meridional- brilla por su ausencia. A su vez, el norte mira hacia el sur con recelo y, en ocasiones, no le falta razón. Por otra parte, la moneda común no ha sido argumento suficiente para crear ese vínculo de pertenencia imprescindible para sentirnos, además de lo que figure en nuestros respectivos carnés de identidad, también europeos.

Basta con escuchar los discursos de la Primera Dama y del líder hispano Julián Castro dando el pistoletazo de salida a la campaña electoral norteamericana para constatar que en el Viejo Continente estamos a años luz de compartir un mismo espíritu, de percibirnos a nosotros mismos –seamos españoles, alemanes, griegos o franceses- como un bloque homogéneo.    

Y, reconociendo de antemano que las comparaciones son odiosas y que tampoco al otro lado del Atlántico es oro todo lo que reluce, confieso que la idea del “sueño americano” me provoca una envidia sana, comparable a la de la defensa prácticamente unánime que los orgullosos ciudadanos estadounidenses –con independencia de sus inclinaciones demócratas o republicanas y ya sean de California, Florida o Wisconsin- hacen de su nación como un todo. En ese país sigue vigente la sensación de que, si alguien trabaja intensamente y cumple con la ley, puede llegar hasta donde el talento y la suerte se lo permitan, y casos como el del citado alcalde tejano-mexicano o el mismísimo Barack Obama son buena prueba de ello.

Sin embargo aquí hemos llegado a un punto de no retorno en el que el manido debate de la Europa de dos velocidades está a punto de reeditarse demorando la mejor solución, que pasa por abandonar los patrones antiguos y comenzar un edificio nuevo desde la base. En cierto modo, es un fenómeno que los propios españoles ya estamos padeciendo desde hace tiempo por obra y gracia del modelo autonómico, en virtud del cual un recién nacido canario o extremeño no parte en igualdad de condiciones respecto de otro navarro o madrileño, por citar tan sólo un par de ejemplos.

Pero el pecado de los líderes europeos actuales radica en que están demasiado atados a sus realidades nacionales –en definitiva, las que les aseguran o no la reelección de sus cargos- y, mientras tanto, su negativa a dar el salto definitivo a la verdadera unión salpica a toda la ciudadanía, hundiéndola en unas desigualdades económicas y sociales cada vez más flagrantes.

Sin una mayor integración política, la propia integración económica se verá abocada al fracaso definitivo y creo que expulsar a quienes ahora atraviesan por mayores dificultades no es el camino. Europa necesita replantearse qué quiere ser dentro de un mundo que avanza con o sin ella y cuyo futuro está en Asia o, según dicen los científicos de la NASA, en Marte.

 

martes, 4 de septiembre de 2012

PADRES, HIJOS Y EX PAREJAS: UN COMPLEJO TRIÁNGULO EMOCIONAL

Artículo publicado en la revista de habla hispana "La Ruptura" el 4 de septiembre de 2012
 
 
 
No es la primera vez que centro mi atención en un asunto que me preocupa extraordinariamente y no solo desde el punto de vista profesional sino también personal.
 
El verano que está a punto de terminar ha estado salpicado de noticias como el más que probable crimen de los niños de Córdoba, que provocan un enorme rechazo social y escandalizan a cualquier persona de bien, tenga o no tenga hijos. Por suerte,  desenlaces como el que nos ocupa –derivado, al parecer, de una ruptura matrimonial no aceptada por el progenitor- son muy excepcionales. Pero, sin necesidad de llegar a estos extremos, la sociedad en su conjunto no puede permitirse el lujo de cerrar los ojos a una realidad mucho más habitual de lo que parece: los diversos rostros del maltrato infantil derivado de los fracasos sentimentales de los adultos.
 
Si la lógica invita a considerar a los padres de familia como aquellos seres que deben amar, proteger y apoyar a sus vástagos a lo largo de toda su vida, resulta muy difícil de entender por qué no se esfuerzan al máximo en dejarles al margen de sus conflictos de adultos o, como mínimo, en tratar de minimizárselos.  Una vez producida la separación, es obvio que los otrora cónyuges habrán de seguir manteniendo cierta relación en el futuro, aunque solo sea porque comparten el vínculo común de la paternidad. En ese sentido, aprender a negociar se torna como la mejor vía para evitar confrontaciones no deseadas que perjudican a todos y cada uno de los miembros de la familia.
 
En un porcentaje notable, el trato entre los divorciados no suele ser fácil, al menos en las primeras fases del proceso. Cuando las circunstancias les obligan a coincidir, recuerdan situaciones dolorosas y las emociones negativas se abren hueco en su ánimo, deseos de venganza incluidos. Además, puesto que el divorcio ya se ha hecho efectivo, no ven razón alguna para suavizar sus diferencias. Sabedores de los puntos débiles del contrario, no dudan en atacarlo, recurriendo si es preciso a lo más efectivo: los niños.
 
Por otra parte, la entrada en escena de nuevas parejas suele venir a agravar una situación ya de por sí delicada y son de nuevo los más pequeños quienes se ven más expuestos a las reacciones de madres y padres.
 
No me cansaré de insistir en la idea de que, para un crecimiento emocional adecuado, los hijos deben contar en la medida de lo posible con ambos progenitores, aunque éstos ya no sigan siendo marido y mujer. No cabe duda de que se trata de un sobreesfuerzo personal muy notable pero es el momento indicado para que demuestren la madurez adulta que se les presume y, cuanto mejor sea su ejemplo, mayor será el respeto y el cariño que obtendrán de sus hijos. 
 
 
Cualquier maltrato infantil, ya sea físico, psicológico o de otra índole, es rechazable, con independencia de su grado. Los niños son niños y, por lo tanto, acreedores de una especial protección y merecedores de un cariño sin límite. No existe ninguna circunstancia que justifique la rebaja de su dignidad.

 

sábado, 1 de septiembre de 2012

NUNCA SON MALOS TIEMPOS PARA LA LÍRICA

 
 
 
 

Con cada inicio de curso, con cada cambio de temporada, me asalta inevitablemente la misma reflexión en torno al paso del tiempo. Constato que la vida es una rueda que avanza sin parar de girar. Día tras día. Mes tras mes. Año tras año.

Sin embargo, confieso que esta realidad no me produce ningún rechazo y en todos mis cumpleaños me pregunto qué me deparará el destino durante las siguientes cincuenta y dos semanas. 

Unas veces me ha salpicado de tragedia. Otras, sin embargo, ha sido la comedia la que se ha impuesto. Exactamente igual que en mi adorado Séptimo Arte. 

En ocasiones ha zarandeado mi alma con dolorosas despedidas pero, en una suerte de justicia compensatoria, también me ha cubierto de afectos a través de bienvenidas maravillosas y de inesperados reencuentros.

Aunque no siempre ha sido generoso conmigo, me ha brindado los mejores mimbres para  trenzar mi personal cesto de esperanza y de fe en el futuro.

Y aquí sigo, entera y agradecida por poder disponer todavía de mis cinco sentidos. Consciente del privilegio que supone ver, oír, tocar, oler y gustar. Con la curiosidad intacta y con la capacidad de sorpresa aún vigente.

Mientras la calle ruge que son malos tiempos para la lírica –imposible olvidar a Golpes Bajos: “el azul del mar inunda mis ojos, el aroma de las flores me envuelve”-, mi innato optimismo pugna por abrirse paso entre las sombras. Espero triunfar en el intento porque todo lo que he vivido hasta la fecha ha educado mi mirada para descubrir el lado positivo de las cosas.

No se trata de una actitud inocente. Tampoco de una pose de cara a la galería. Es más bien un ejercicio de voluntarismo con argumentos, de firme convencimiento de que a ser feliz también se aprende. Y yo no quiero perderme ninguna clase de la asignatura más importante.

Seguir teniendo sueños por cumplir es un magnífico punto de partida para este septiembre recién estrenado y a mí, una Cáncer de libro, sueños nunca me han faltado.

Sueños como el de abrazar a quienes tanto he querido, quiero y seguiré queriendo.

Sueños como el de pasear en otoño por los parques de Pamplona.

Sueños como el de continuar escribiendo.