jueves, 30 de mayo de 2013

MI GRATITUD EN ESTE DÍA DE CANARIAS







Este 30 de mayo se celebra el Día de Canarias, siete islas extraordinarias que laten al unísono sobre un mismo mar, el inmenso Océano Atlántico.
 
Los caprichos del destino decidieron un día trasladar aquí mi cuerpo y mi alma quebrados, a sabiendas de que era el mejor enclave para devolverme a la vida, para amar y ser amada, para traer al mundo a un nuevo ser y para acoger los restos de mis padres.

Siete tierras singulares, diferentes entre sí pero plenas de idéntico encanto, abrazadas por el mejor clima del mundo y habitadas por gentes de acento dulce y de espíritus forjados en la lejanía.

A lo largo de estos tres lustros de adopción, he podido conocer a fondo todas ellas, desde Tenerife a La Gomera, desde La Palma a El Hierro, desde Gran Canaria a Fuerteventura, desde Lanzarote a La Graciosa  -tan pequeña, tan grande…-

Y en todas y cada una he sido feliz por distintos motivos, ya sean personales, profesionales, deportivos o lúdicos.

Ojalá aquel destino caprichoso me brinde la oportunidad de poder devolverles en el futuro todo lo que ellas me han regalado tan generosamente.

Mi gratitud en este Día de Canarias, entre isas y folías, entre volcanes y playas, entre papas y mojos, entre palmeras y dragos.

 

sábado, 25 de mayo de 2013

DE TRAGAR SAPOS A COMER INSECTOS


Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 25 de mayo de 2013

Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 27 de mayo de 2013



A veces sorprende (por no decir, conmueve) que determinadas recomendaciones -véase la más reciente surgida del seno de la Organización de las Naciones Unidas- lleguen a nuestras vidas tan a tiempo. Sin duda, la de comer insectos es una opción alimenticia a valorar,  máxime para los millones de habitantes de este planeta de las desigualdades que se mueren de hambre mientras sus homónimos del primer mundo se ponen a dieta de cara al verano, momento en el que la “Operación Bikini” da el pistoletazo de salida con su habitual puntualidad británica.


Lástima que este 2013 el sol estival no saldrá para millones de familias de nuestro país que se debaten entre el cero de sus ingresos y la nada de sus planes de futuro. Es una suerte para ellos, virtuales comedores de bichos alados, que lleven ya unos cuantos años acostumbrados a tragar sapos y a echar culebras por la boca. Yo misma me he unido al carro de la deglución anfibia desde que lo que queda de España se ha convertido en un lodazal por obra y gracia de sus mediocres dirigentes y de los sacrosantos mercados financieros. Y es que engullendo criaturas viscosas de ojos saltones no tenemos rival.


Una de las mayores es el drama del bipartidismo auspiciado por los dos partidos mayoritarios que, cómodamente instalados en la alternancia, no están por la labor de repartir su botín con ninguna otra formación política ajena a sus enjuagues y a sus tejemanejes. Animados por ese fin, mantienen eternamente una ley electoral perversa que, amén de no representar la voluntad popular, propicia la creación de unos pactos postelectorales que a menudo se limitan a prostituir los verdaderos deseos de los electores. Aritmética democrática, lo llaman. Ausencia de moral, lo llamo yo.


La modificación del modelo de Estado tampoco entra en sus planes y así, mientras la nación se desangra merced a diecisiete hemorragias autonómicas, ellos continúan colocando a sus cargos – sean electos, sean digitales- en cuantos Ayuntamientos, Diputaciones, Cabildos y empresas públicas sea menester. Reducir el gigantismo de la Administraciones no pasa de ser un mero argumento electoralista que, una vez alcanzado el Gobierno, condenan al olvido por espacio de otros cuatro años.


La independencia del Poder Judicial también pinta de verde rana y sus jugosas ancas empiezan por las consignas de la Fiscalía General del Estado y terminan con la politizada elección de los magistrados de los Altos Tribunales, desde el Supremo al Constitucional.
En cuanto a la Monarquía y sus vergonzosos escándalos asociados, tampoco conviene mover ficha, por más que la ejemplaridad de la institución se haya travestido asimismo de batracio de imposible digestión, para mofa y befa del resto de sociedades desarrolladas.


Y tampoco el sector de los medios de comunicación se queda atrás, siquiera porque cuando la pobreza entra por la puerta, la imparcialidad salta por la ventana, al tiempo que la voz de su amo eleva el tono cuatro escalas.


De manera que, visto lo visto, la ingesta de saltamontes, arañas y gusanos va a ser un juego de niños  si, al menos, es cierto que su contenido en proteínas, vitaminas y minerales resulta tan similar a los de la carne y el pescado. Con embadurnarlos en mojo picón, listo. Después de todo, sus hermanos sapos ya se han encargado de facilitarles el acceso a unos estómagos a prueba de bombas. Qué lástima que la ONU no nos hay recomendado aún ningún brebaje para aliviar el agotamiento de nuestras mentes y el sufrimiento de nuestros espíritus. Lo espero ansiosamente.

lunes, 20 de mayo de 2013

SOL Y SOMBRA, LUZ Y OSCURIDAD






Partiré de dos premisas iniciales antes de abordar el fondo del asunto:

1. La historia de la Humanidad es también la del afán de sus pueblos por seguir unos determinados arquetipos que han ido mudando con el transcurso de los siglos. Así, mientras antaño eran las señoras entradas en carnes y con la tez empolvada de talco las que se llevaban el gato al agua, en la actualidad el formato supuestamente en boga lo encarnan las jóvenes delgadas en extremo que lucen un tono marrónoscurocasinegro.

2. Cada ser humano es libre de desoír cuantos consejos beneficiosos para su salud se le intenten transmitir, amparado en el planteamiento de que, como de algo hay que morirse, al menos que sea disfrutando. Es una opción que respeto aunque, obviamente, no comparto.

Dicho esto, el próximo viernes 24 de mayo se celebrará el Día Mundial del Melanoma con el fin de alertar de nuevo sobre las gravísimas consecuencias que la exposición solar incontrolada acarrea a un cada vez más elevado porcentaje de habitantes de nuestro planeta. Dermatólogos de todo el mundo llevan lustros consagrados a la ardua tarea de concienciar a la sociedad acerca de los riesgos de esta grave enfermedad, responsable del ochenta por ciento de las muertes por cáncer de piel. La incidencia de esta severa patología, cuyas principales causas residen en la radiación ultravioleta y en la predisposición genética, se ha multiplicado por dos en los últimos veinte años, inducida sin ningún género de duda por determinadas modas funestas ligadas al culto a la belleza, que se erigen como responsables de tan espectacular aumento. En estas fechas previas a la llegada del verano se abre la veda para conseguir a cualquier precio un cuerpo bronceado, objetivo absurdo donde los haya pero que lleva a infinidad de individuos a abusar de esta práctica, desoyendo las sencillas y asequibles recomendaciones de los expertos en la materia e injuriando su epidermis con quemaduras, manchas y arrugas de todos los tamaños y colores.

Las continuadas campañas informativas centran sus esfuerzos en tres pilares fundamentales, siendo el primero de ellos el uso imprescindible de cremas protectoras adaptadas a cada tipo de piel. El segundo, no por ello menos importante, consiste en evitar la absorción de los rayos en las horas centrales de la jornada, que se extienden entre las once de la mañana y las cuatro de la tarde. Y como tercer vértice de este triángulo figura el veto sin paliativos de la utilización de cabinas bronceadoras instaladas en centros de estética que, inexplicablemente, siguen funcionando sin restricción alguna.

Por circunstancias personales, durante una etapa de mi vida tuve la oportunidad de compartir la experiencia hospitalaria de varios afectados de melanoma y confieso que me marcó hasta el extremo de hacerme voluntaria de la Asociación Española contra el Cáncer. Recorrí entonces algunos centros escolares tinerfeños impartiendo charlas a los adolescentes sobre hábitos de vida saludable, una de las experiencias más gratificantes que he realizado jamás. Y puedo afirmar con rotundidad que, así como nadie desconfiaba acerca de los perjuicios del tabaco, todos ponían reparos a la hora de admitir los peligros del astro rey. La práctica totalidad de los chavales rechazaba el uso de protectores y frecuentaba piscinas y playas en los tramos horarios más nocivos, desconocedores de que el clima del archipiélago canario explica los elevados índices de este mal sobre su población. Sin embargo, conviene resaltar que el índice de curación de un melanoma diagnosticado en sus primeras fases se eleva casi al cien por cien de los casos. Por el contrario, cuando ya se ha extendido, el pronóstico es sumamente negativo y de ahí que la observancia de unas normas y el establecimiento de unas revisiones periódicas constituyan las medidas preventivas por excelencia.

Seamos, pues, inteligentes y no nos dejemos arrastrar por modas pasajeras que menoscaban nuestra calidad de vida.  


miércoles, 15 de mayo de 2013

ACERCA DE LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA



 
 
 
El concepto jurídico de presunción de inocencia, debido a su notable repercusión mediática, se utiliza muy a menudo en la órbita de la opinión pública, aunque no siempre de modo preciso. Por ello, y a fin de clarificar algunos extremos, cabe señalar que se trata de un principio jurídico penal que establece la inocencia de las personas, no como excepción, sino como regla, de tal manera que sólo a través de un juicio en el que se demuestre su culpabilidad podrá el Estado aplicarles la pena que les corresponda. También nuestra Carta Magna recoge esta figura en el punto 2 de su artículo 24 y la consagra como un derecho fundamental.
 
Aunque su aplicación es de ámbito general, si los imputados en un proceso penal son cargos políticos es frecuente que la sociedad realice un juicio paralelo en atención a los hechos dados a conocer a raíz de la apertura de los correspondientes sumarios. Así, los ciudadanos que un día depositaron su confianza en los acusados van sacando irremediablemente sus propias conclusiones  sobre la altura moral de los mismos, sin esperar a una resolución definitiva que, saltando de instancia en instancia, tardará años en dictarse, certificando el drama de una justicia cuya exasperante lentitud la convierte en injusta.
 
En el caso de un primer pronunciamiento absolutorio, a los afectados y a sus partidarios se les llena la boca hablando de linchamientos inadmisibles perpetrados en portadas de periódicos y en titulares de telediarios, al tiempo que aprovechan, repudiando esa libertad de información que sólo defienden cuando les beneficia, para matar al mensajero. Sin embargo, no es descartable que estos individuos de ejecutoria más que dudosa se libren de sus condenas  por los pelos – en ocasiones, por un simple defecto de forma- y, absolución en mano, proclamen a los cuatro vientos su condición de mártires que jamás cometieron pecado, por más que indicios harto contundentes avalen sus vergonzosos comportamientos.
 
Llegados a este punto cabe preguntarse si los votantes, habitualmente tratados como tontos de baba, debemos atenernos exclusivamente al resultado de un fallo judicial a veces recurrible o si, confiando en nuestra intuición y en las flagrantes evidencias, somos libres de pensar lo que nos venga en gana sobre  la indecencia de unos representantes públicos a quienes jamás compraríamos un coche de segunda mano y, acto seguido, obrar en consecuencia. Y la respuesta es NO, porque las reprobables conductas de estos sujetos quizá no puedan considerarse delictivas desde un punto de vista estrictamente jurídico pero, sin duda alguna, son imperdonables desde un punto de vista ético y es en ese terreno, en el de su estrecha obligación de dar el mejor de los ejemplos, donde las personas de bien han de castigar a las inmorales con su desprecio.
 
Yo misma, como ciudadana que siempre acude a votar responsablemente, mantengo una opinión formada acerca de algunos escándalos con nombres y apellidos – Filesa, Rumasa, Gal, Faisán, Albertos, Naseiro, Garzón…-, con independencia de si sus protagonistas hayan sido absueltos o condenados y hayan pisado o no un centro penitenciario. Por fortuna, la Historia con mayúsculas no se escribe exclusivamente en los tribunales, de modo que una sentencia absolutoria no supone en todos los casos un certificado de inocencia real, como tampoco acredita una conducta ejemplar. De hecho, no es infrecuente que los encargados de investigar actuaciones de esta naturaleza reúnan pruebas numerosísimas que, por no ser lo suficientemente concluyentes, aboquen a jueces y magistrados a dictar un fallo no condenatorio en el estricto cumplimiento de la máxima “in dubio pro reo”. Pero, de ahí, a colegir que constituye un refrendo de la honorabilidad de los imputados o a afirmar que los hechos enjuiciados jamás sucedieron, va un abismo. Podemos ser tontos, pero no tanto.


viernes, 10 de mayo de 2013

DE AMORES OTOÑALES Y HERENCIAS EN PELIGRO


Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 11 de mayo de 2013 
 
 
 
 
De entre los múltiples asuntos que recalan en los despachos de abogados, los relativos a las herencias son, probablemente, aquellos que generan más conflictos y que mejor dibujan la condición humana. Naturalmente, para mal. Cuánta razón tenía Francisco de Quevedo al expresar su certero “poderoso caballero es Don Dinero”. Por eso, nada le hubiera extrañado al insigne escritor del Siglo de Oro leer las recientes noticias acerca de la presunta incapacitación de Alfredo Di Stefano por parte de sus cinco hijos. La firme decisión de “la saeta rubia” de contraer matrimonio con una cuidadora costarricense medio siglo menor que él ha hecho saltar en pedazos todas las alarmas de sus herederos, que vislumbran con horror la sustancial mengua de las ganancias que su progenitor amasó merced a sus habilidades futbolísticas y que, en ausencia de este amor otoñal, recaería exclusivamente en sus filiales manos. Así que, como no están dispuestos a tolerar las supuestas veleidades de su anciano padre, que ha perdido la cabeza por su futura y millonaria madrastra, han decidido incapacitarle por su bien. Por el bien del astro argentino, dicen.

 
Años ha, estuvo a punto de caer en idéntica tentación la también numerosa prole de la mediática Duquesa de Alba, dama de dicción y cabellera peculiares que, cuando conoció al apuesto funcionario Alfonso Díez (cinco lustros les separan) sufrió en cuerpo y alma una transformación similar a la de San Pablo al caer de su montura a las puertas de Damasco. Asistir a los rostros demudados de los seis vástagos de doña Cayetana en los realities de sobremesa fue un espectáculo digno de ver.  Menos mal que, a la postre, depusieron su inicial actitud y, previo reparto del botín materno, accedieron al enlace de la aristócrata con su apolíneo enamorado. Por cierto, que ahí sigue, feliz de la vida, de la Maestranza a Las Ventas, de la Feria de Abril a la Semana Grande donostiarra y de Tailandia a Egipto, demostrando una vitalidad superior a la de cualquiera de sus rancios y grisáceos descendientes.

 
Dadas las circunstancias, y en previsión de que el cabreo de los Di Stefano cree tendencia en otros herederos con similares deseos de pasar por caja antes de tiempo, me permitiré la licencia de advertir que incapacitar a una persona es una decisión sumamente seria que tan sólo se toma en circunstancias muy especiales. Tal y como recoge el artículo 200 del Código Civil, “son causas de incapacitación las enfermedades o deficiencias persistentes de carácter físico o psíquico que impidan a la persona gobernarse por sí misma”. En estas patologías se englobarían los trastornos de personalidad, las ludopatías, la psicosis crónica, los retrasos mentales, el alcoholismo y la drogodependencia. La demanda también puede sustentarse sobre la figura de la prodigalidad o dilapidación de los bienes, aunque tirar el dinero es, amén del motivo menos habitual, el más difícil de acreditar, ya que el demandado no está obligado a acudir al médico y, sin la revisión de un facultativo, no hay procedimiento que valga. Algo me dice que, por suerte para él, el Presidente de Honor del Real Madrid no encaja en ninguno de estos supuestos.

 
No sé qué final le aguardará al romance que mantiene con la mujer que empuja su silla de ruedas. Desconozco asimismo si las intenciones de la flamante novia son tan honorables como las que quieren hacer creer los beneficiarios de su fortuna, carne de su carne y sangre de su sangre. En todo caso, vaya por delante mi felicitación a la singular pareja. Tal y como están las cosas, y puesto que de lo suyo gasta, considero que don Alfredo está en su perfecto derecho de disfrutar de los años que le queden de vida como le plazca. ¿O acaso no fue él quien marcó los goles? Pues eso.

http://www.laopinion.es/opinion/2013/05/11/amores-otonales-herencias-peligro/474794.html


 
 
 
 

 

domingo, 5 de mayo de 2013

EN EL DÍA DE LA MADRE




 
MAMÁ:
 
DONDE YO ESTOY, AHÍ ESTÁS TÚ.
 
TE QUISE, TE QUIERO Y TE QUERRÉ.
 
POR SIEMPRE JAMÁS.

miércoles, 1 de mayo de 2013

LOS ABUELOS, LAS OTRAS VÍCTIMAS DEL DIVORCIO



Articulo publicado en la revista de habla hispana "La Ruptura" el 7 de mayo de 2013




Por desgracia, las consecuencias de una separación o de un divorcio afectan también a otras personas que trascienden tanto a la pareja implicada como a los hijos que ésta tiene en común. Me refiero a la llamada familia extensa (abuelos, tíos, primos…) y a los amigos, vecinos y conocidos con quienes se han compartido vivencias hasta el momento mismo de la ruptura.

Por su especial relevancia me centraré en la figura de los abuelos, convencida de que las crisis sobrevenidas no deberían suponer en ningún caso una ruptura de los vínculos del menor con unos seres tan esenciales para su desarrollo afectivo. En la actualidad, la tercera edad desempeña un papel casi irremplazable en el universo infantil y, a menudo, poco reconocido, pese a coadyuvar a que los progenitores trabajen fuera de casa. Los mayores se encargan frecuentemente de llevar y de recoger a los pequeños de guarderías y colegios, les dan la comida y hasta supervisan sus tareas y su ocio. En otras palabras,  muchos de ellos están expuestos a diversas sobrecargas ocupacionales por mor de la nueva estructura social en la que estamos inmersos, dando lugar al fenómeno denominado “Síndrome del abuelo esclavo”. Excesos aparte, su función en circunstancias normales debería ser la de correa de transmisión de la memoria y de la experiencia como mejor complemento educativo de sus propios hijos, aunque nunca reemplazando la misión de éstos como padres.

Sin embargo, uno de los efectos más devastadores del divorcio viene provocado por la decisión del progenitor custodio (todavía, mayoritariamente, la madre) de cortar o, en el mejor de los casos, reducir, la relación con sus suegros como medida adicional para enterrar cualquier vínculo con su pasado, de tal manera que no es infrecuente que impida a su ex familia política visitar a los más pequeños. Por lo tanto, la lista de víctimas de la nueva realidad se amplía sustancialmente. Además, mientras algunos juristas –pensando en el bien de los más pequeños- defienden el reconocimiento de los derechos de sus abuelos y del resto de sus afectos, otros consideran esta opción como una intromisión y una dificultad añadida a la hora de cerrar las heridas abiertas tras la separación matrimonial. La disparidad de criterios entre los propios profesionales está, pues, servida.

Tal es la naturaleza del conflicto que dio lugar en el año 2003 a la elaboración de una ley específica que permite que los abuelos puedan reclamar judicialmente un régimen de visitas con respecto a sus nietos, si bien conviene constatar que de poco ha servido la citada normativa, toda vez que la práctica judicial cede al progenitor custodio la capacidad fáctica de veto por la vía del incumplimiento del régimen de visitas, siendo contadas las ocasiones en que tales conductas son castigadas, a pesar de estar tipificadas en el Código Penal.

Por enésima vez, se impone una reflexión seria y adulta sobre una problemática que incide tan directamente en el desarrollo psíquico y afectivo de niños y adolescentes. Sustraerles cariño es hacerles un flaco favor y lo es también infligir un profundo sufrimiento a quienes han ayudado a su crianza desde la cuna. Es algo peor que la injusticia.