viernes, 4 de julio de 2014

SAN FERMÍN EN LA MEMORIA


Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 4 de julio de 2014

Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 4 de julio de 2014




Los pamploneses bautizamos al 5 de julio “la víspera de la víspera”. Un día después dan comienzo nuestras fiestas patronales con el lanzamiento del cohete anunciador desde el balcón central del Ayuntamiento de la ciudad.  Finalmente, el siete del siete -último peldaño de esa popular escalera que comienza el uno del uno- se celebra la festividad de San Fermín, misionero, obispo y mártir, que comparte con San Francisco de Javier la condición de patrono de Navarra. Por ello, a estas alturas del calendario, mi corazón palpita ya a otro ritmo. Inevitablemente. Como todos los años. Como toda la vida.

Quienes hemos nacido en la capital de la Comunidad Foral pero, por diversas circunstancias, somos testigos de estas fechas desde la distancia, nos vemos invadidos sin remedio por una mezcla de emoción y nostalgia a partes iguales. En mi caso particular, emoción por sentir la explosión de júbilo en esas calles estrechas y antiguas de mi infancia, teñidas de blanco y rojo. Por escuchar el ruido de la pólvora al prenderse la mecha del Chupinazo, con los cánticos de la multitud componiendo la mejor banda sonora. Por contemplar una multicolor Plaza del Castillo, que danza en bloque al compás de gaitas, chistus y tamboriles. Por admirar la presencia magnífica de los toros bravos, que se convertirán durante nueve días en los otros protagonistas de la fiesta.

Y nostalgia por recordar un pasado feliz, de mañanas de chocolate con churros junto a mi inolvidable madre en la calle Estafeta, después del encierro. De tardes calurosas en el coso, disfrutando con los amigos de meriendas interminables mientras las primeras figuras del toreo desplegaban su arte sobre la arena entre pasodoble y pasodoble. Y de noches de sabia compañía paterna a las orillas del río Arga, observando ambos en silencio sepulcral el traslado de los morlacos a los corrales del Gas, con la luna como testigo principal de la ceremonia.

Desde esta hermosa tierra canaria de adopción, deseo con toda mi alma a paisanos y visitantes que sean capaces de atrapar el verdadero espíritu de los Sanfermines, que nada tiene que ver con el que, tristemente, se refleja en los medios de comunicación. El que les ha convertido en una celebración famosa en todos los rincones del orbe. El que es muestra de universalidad y ejemplo de acogimiento. El que enamoró a Ernest Hemingway e inspiró parte de su obra.

Confío en que los habituales excesos, las malas conductas y las reivindicaciones políticas extemporáneas no desluzcan unas jornadas diseñadas desde su origen para aunar tradición y modernidad, fervor religioso y herencia cultural, bullicio y tranquilidad. Ojalá el Santo morenico contribuya a este fin con su rojo manto protector, el mismo que despliega a diario sobre los mozos que corren delante de los astados y que, frente a su pequeña hornacina rodeada de velas, le piden que les guíe en el encierro y les dé su bendición.

4 comentarios:

  1. Querida Myr: Emocionante la estampa de los sanfermines de tu infancia, que, desgraciadamente, como bien sabes, no se reproduce en la actualidad. Me uno a tus votos de que el Santo morenico despliegue su capote sobre todos los pamploneses, sobre todo, sobre los que os encontráis lejos en estas fechas.
    VIVA SAN FERMÍN.
    Besicos presanfermineros desde la Cuesta de Santo Domingo, amiga!!!
    Rose

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    1. Gracias, tesoro.
      Entre mis recuerdos guardo uno muy especial de hace quince años, contigo y en un palco de la Monumental de Pamplona.
      Vale la pena vivir por compartir compañía y momentos como aquel.

      ¡FELICES FIESTAS DE SAN FERMÍN!

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  2. Coincido con Rose, Myriam. Atesora esos recuerdos porque lamentablemente, ahora los sanfermines se han convertido en unos días salvajes dentro de una ciudad sin ley. Y así luego, pasa lo que pasa. De todas formas no me resigno, e intento encotrar todavía en algún rincón el aroma de aquellos sanfermines de nuestra infancia y juventud que al igual que a tí, me emocionan.
    Viva San Fermín.
    Un gran abrazo.

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  3. Haces bien en no resignarte, ni ahora ni nunca. Sin duda, encontrarás rincones y aromas, enclaves y rostros, que te devolverán a un pasado que, por fortuna, viviste. Y te emocionarás de nuevo, como lo hago yo a miles de kilómetros de la Cuesta de Santo Domingo.

    ¡VIVA SAN FERMÍN, PRECIOSA!

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