viernes, 25 de enero de 2019

CUANDO MEDIAR EQUIVALE A REMEDIAR



Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 25 de enero de 2019

Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 26 de enero de 2019







El pasado 21 de enero se celebró una vez más el Día Internacional de la Mediación. Se trata de una jornada en la que se pretende dar a conocer de primera mano en qué consiste esta vía alternativa de resolución de conflictos y descubrir la posibilidad de alcanzar soluciones negociadas con la ayuda de un mediador y sin tener que acudir inevitablemente a la vía judicial. Es un procedimiento eficiente y susceptible de realizarse en poco tiempo de forma positiva, distinguiéndose además por su vocación de perdurabilidad, pues los pactos alcanzados entre las partes se mantienen a lo largo del tiempo. Supone la apuesta por la unión frente a la confrontación con miras a evitar la judicialización de las disputas y abre un nuevo horizonte a la Justicia, ya que promueve la “Cultura de la Paz” al constituir un método complementario sumamente idóneo para obtener la mejor tutela. De ahí el creciente afán de numerosas personas por acercarse a ella y formarse en su disciplina. 

Su espectro de aplicación es prácticamente ilimitado, extendiéndose a los ámbitos mercantil, laboral, comunitario, penal, médico, escolar y, por supuesto, familiar, entre otros. En este último, siempre está orientada a la prevalencia del interés superior del menor y a la preservación de su bienestar psicológico. Entre sus múltiples ventajas, destaca la no utilización de los hijos como monedas de cambio, tentación muy recurrente en no pocos procedimientos de separación y divorcio. Para llevar a cabo esta labor se deben poseer amplios conocimientos en distintas disciplinas provenientes del Derecho y la Psicología, además de una serie de cualidades tales como la flexibilidad, la tolerancia y la imparcialidad, no debiendo existir preferencia por que cualquiera de las partes resulte más favorecida que la otra en la negociación.

Características como la rapidez, la economía y la confidencialidad convierten a la Mediación en una opción muy recomendable, siendo un hecho contrastado que un elevado porcentaje de ciudadanos prefiere resolver sus conflictos a través de un acuerdo -aunque este les suponga realizar alguna concesión- y que sólo dos de cada diez son partidarios de trasladar sus discrepancias ante los tribunales. Además, sustituir la filosofía del litigio por la del acuerdo supone un notable ahorro de tiempo y de dinero e, incluso desde un punto de vista emocional, el grado de estrés que lleva aparejado es sustancialmente inferior al de cualquier proceso en sede judicial. 

No obstante, y tras siete años de implantación de la Ley 5/2012 de Mediación Civil y Mercantil, el reto continúa siendo transitar por este camino abordándolo como un proyecto común y superando algunos recelos entre los distintos sectores profesionales a quienes concierne -abogados, psicólogos, pedagogos, trabajadores sociales o educadores sociales, entre otros-, dado que, para alcanzar el objetivo, el trabajo en equipo es fundamental.  A fin de neutralizar algunos argumentos que surgen del escepticismo, cabe resaltar que esta actividad profesional no va en detrimento del ejercicio de la Abogacía, puesto que los propios abogados pueden acompañar a las partes en el proceso de mediación como figuras esenciales del mismo.

Aun así, por desgracia todavía no resulta nada fácil acudir a la Mediación para solventar conflictos en determinados ámbitos y la mera voluntariedad a la hora de recurrir a ella tampoco ha ayudado a ni a la progresión ni al éxito que se merece. Por ello, los mediadores hemos acogido con esperanza el reciente Proyecto de Ley que va a introducir en nuestro país la mediación obligatoria para determinados asuntos como paso previo a la vía judicial. Con dicha medida se torna previsible un descenso en la saturación de trabajo de los juzgados, además de un impulso a otra nueva y gratificante salida profesional para los jóvenes que culminan sus estudios universitarios y a menudo se ven obligados a emigrar en busca de salidas laborales. Ojalá este firme empeño de tantos profesionales fructifique de verdad, porque se precisa de una Justicia más humana, más cercana y más pacífica. 


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