martes, 10 de julio de 2012

BORRAR LOS MALOS RECUERDOS NO ES UNA BUENA IDEA




Vivimos tiempos en los que conviven sin dificultad determinados fenómenos aparentemente contradictorios. Así, mientras cientos de investigadores centran sus esfuerzos en remendar los hilos de la memoria, otros tantos recorren el camino inversamente, tratando de encontrar una vía que nos permita eliminar los malos recuerdos, una especie de borrador selectivo que anule tan sólo aquéllos que nos torturan insistentemente.

Esta idea asociada a la ciencia ficción no es nueva y, de hecho, ha sido llevada a la literatura y al cine en numerosas ocasiones. Las víctimas de un TEPT (trastorno de estrés postraumático) protagonizan a menudo historias de angustia y sufrimiento que pueblan bibliotecas y salas de proyección. Son individuos que reviven su trauma una y otra vez, ya sea a través de pesadillas, de flashbacks o de remembranzas intrusas que escapan a cualquier control racional. En un porcentaje muy notable acuden a las consultas de psicólogos y psiquiatras que, a través de terapias o medicación, luchan por rescatarles del pozo de unas dramáticas experiencias que no olvidan pero cuya carga negativa consiguen rebajar con el paso del tiempo. 

Siempre me ha preocupado esta tendencia -a mi modo de ver, errónea- de querer solucionarlo todo con pastillas. Me resulta muy inquietante pensar que algún día sea factible tirar de goma de borrar para suprimir los recuerdos que nos causaron, nos causan y nos causarán dolor. Los desamores, las muertes, los fracasos laborales, las amistades perdidas, la distancia… Su hipotético olvido nos dejaría indefensos, sin armas con las que poder combatir los embates venideros del destino y expuestos a cometer los mismos errores, diseñados como estamos para tropezar una y otra vez con la misma piedra. 

Los seres humanos somos la suma de lo que hemos sufrido y de lo que hemos gozado. Por extraño que pueda parecer –y sé de lo que hablo- un proceso de duelo bien llevado permite que el sufrimiento ocupe un espacio en el que los malos recuerdos no estorban. ¿Qué es la vida sino una mezcla de aciertos y de errores, de fracasos y de superación? Lo que nos hace verdaderamente personas es nuestra memoria, formada por una combinación singular de episodios dichosos y desoladores y esa hipotética posibilidad de manipularla nos condenaría a ser una sociedad perturbada, una colectividad contra natura.

Yo no quiero olvidar mi pasado porque me ayuda a enfrentar mi presente.

Porque recordar es volver a vivir, en soledad  o entre fantasmas.


2 comentarios:

  1. Buscar en el pasado para entender el presente y poder predecir el futuro es consustancial a la especie humana. Recordar los buenos momentos es mucho mejor que los malos. La memoria es imposible borrarla, es historia y conocimiento, aunque nos empeñemos. La personal si se puede controlar, depende de nosotros mismos. Recordar en compañía es un acto placentero.
    Desde la soledad me acuerdo de ti que no es lo mismo que te recuerdo, porque empiezo a tener dificultades en acordarme de ti.
    Un recuerdo muy fuerte, querida amiga, desde tierras del norte.

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  2. Preciosa:

    ¡Qué alegría toparme con tus palabras, llenas de sensatez y de verdad! Tienes razón cuando dices que recordar los buenos momentos es mucho mejor que los malos. Esa es mi filosofía y la practico sin esfuerzo alguno. En todo caso, que sepas que, mientras la memoria no me falle, yo me acuerdo de ti y, además, te recuerdo. Tú te lo mereces.

    Besos desde las faldas del volcán.

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