viernes, 23 de enero de 2015

LA MATERNIDAD, EN EL PUNTO DE MIRA


Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 23 de enero de 2015




Todo parece indicar que la maternidad es la única atribución exclusivamente femenina. Por otra parte, también conviene insistir una y otra vez en que un embarazo no es ni una enfermedad ni un motivo de incapacidad, luego tampoco debería suponer freno alguno en el ámbito profesional de las gestantes, susceptibles de organizar su vida personal y familiar como quieran o, por desgracia y en demasiados casos, como puedan. Sin embargo, está visto que, cuando las interesadas presentan una imagen pública por razón de su cargo, la polémica está servida. 

El último revuelo mediático, al margen de las controvertidas declaraciones del Papa Francisco sobre el asunto de la procreación, está siendo protagonizado por la máxima mandataria del Ejecutivo andaluz, Susana Díaz, quien espera su primer hijo para el próximo verano, fecha altamente decisiva tanto para su futuro político como para el del Partido Socialista Obrero Español, formación a la que pertenece. Como quiera que, en no pocas ocasiones y por circunstancias asociadas a la edad, más de un tren nos pasa por delante al mismo tiempo, ella ha decidido compatibilizar ambos viajes, como ya hicieran otras cualificadas representantes de los sectores más influyentes de nuestro país, desde Carme Chacón -que dio a luz coincidiendo con su etapa de Ministra de Defensa- hasta la actual Vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría -que fue objeto de aceradas críticas por renunciar al permiso obligatorio de seis semanas tras el alumbramiento-. 

Recuerdo con claridad que en aquel noviembre de 2011, con las Elecciones Generales a la vuelta de la esquina, me sorprendieron enormemente las reacciones tan dispares que produjo aquella decisión. Debe ser porque soy una convencida de que, si bien los derechos han de conquistarse para proteger a quienes más fácilmente se ven privados de ellos, no por ello tienen que convertirse siempre, en todo caso y para todos, en obligaciones. Desde los sectores más conservadores se acusaba entonces a Sáenz de Santamaría de no ser un ejemplo a seguir por “la mujer española”, mientras que desde las filas progresistas se afirmaba con dureza que, si estos concretos derechos no se ejercen, se produce un retroceso en el campo de la conciliación. Pues bien, desde mi punto de vista, la libertad de decisión de cada individuo ha de estar por encima de cualquier otra consideración, máxime cuando existen millones de féminas cuyas circunstancias laborales, sociales y económicas son tan diversas y, por supuesto, tan respetables, como su intransferible manera de abordar la experiencia de la maternidad. 

En el campo de los derechos de la mujer, tan arduos de conquistar como de ejercer, resulta harto complicado acertar con su justa medida. Me asalta la sensación de que, hagamos lo que hagamos, erramos. Aquí nos movemos sobre arenas movedizas y transitamos campos minados, entre la necesidad de defender las medidas que favorezcan la maternidad y el riesgo de que éstas no acaben resultando perjudiciales para una igualdad real. En mi caso, no sólo decidí disfrutar de mis correspondientes bajas maternales sino que, además, dediqué a mis hijos un tiempo superior al legalmente establecido, aun a sabiendas de que mi profesión sufriría un parón y mi bolsillo una mengua. 

A día de hoy, sigo pensando que fue la mejor decisión de mi vida pero me siento incapaz de criticar a ninguna congénere que decida, en el incuestionable ejercicio de su libertad, incorporarse inmediatamente a su puesto de trabajo por la razón que esgrima, desde una autónoma que no puede permitirse el lujo de prescindir de ingresos hasta un alto cargo que cuenta con una infraestructura envidiable para sacar adelante a su bebé, pasando por aquella que elige que sea el padre de la criatura quien se ocupe de la crianza inicial. 

Es más que evidente que la tan traída y llevada conciliación no está diseñada para que se lleve a cabo exclusivamente por nosotras. Salvando las distancias, basta con darse una vuelta por el norte de Europa para constatarlo. De lo contrario, no dejará nunca de ser esa estafa consistente en trabajar el doble, dentro y fuera del domicilio. Por lo tanto, ha de calar profundamente la idea de que los hijos son responsabilidad de ambos progenitores. Tanto como la de que cada madre ha de actuar con libertad y no ver permanentemente cuestionadas sus decisiones.

3 comentarios:

  1. No puedo estar mas de acuerdo, Myr. Me parece imprescindible el respeto ante todo.
    Ojala todas pudieramos hacer lo que realmente queremos pero muchas veces las circunstancias obligan y nos encontramos con una situación que no queríamos y encima con las críticas gratuitas de algunas personas. Respeto si dejar de luchar por nuestros derechos por favor.
    Un fortísimo beso.

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    1. Ay! Se ha escapado la "n". (Debería poner sin y no si) Quería decir que además de respetar todas las elecciones personales también debemos seguir luchando por ampliar nuestros derechos y los de nuestros bebés.
      Besicos

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    2. Como de costumbre, plena sintonía entre ambas.

      Libertad y respeto son los pilares.

      Otro beso para ti y feliz última semana de enero.

      MYRIAM

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