viernes, 1 de septiembre de 2017

VIVIR SIN MIEDO



Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 1 de septiembre de 2017

Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 2 de septiembre de 2017





Una buena amiga que ejerce la docencia en un colegio del sur de Tenerife me envió hace algunos días un video que, además de servirme para reflexionar, me inspiró este primer artículo de la temporada. En él, una profesora daba cuenta de un ejercicio que había encargado a sus alumnos y que consistía en comentar el contenido de un folio que les había repartido previamente. La hoja, de un blanco inmaculado, presentaba únicamente un punto negro en el centro y el trabajo consistía en que cada uno de los chicos escribieran qué es lo que veían. Pues bien, absolutamente todos se centraron en describir la mancha oscura. Ni uno solo hizo referencia alguna a la parte clara, que ocupaba casi el noventa por ciento del espacio. 

Cuando hubo terminado la revisión, la maestra trasladó a los muchachos su sorpresa ante el hecho de que nadie hubiera aludido a la blancura frente a la negrura, y se sirvió de esa circunstancia para realizar un paralelismo con la vida misma. Y es que probablemente con ella nos sucede lo mismo. El punto oscuro, que se traduce en problemas de salud, ausencia de empleo, falta de dinero o relaciones personales complicadas, ensombrece nuestras mentes. Sin embargo, la zona clara, por lo general más amplia, a menudo nos pasa desapercibida. 

Quizás este fue el espíritu que infundió hace ya medio siglo a los compositores James Rado, Gerome Ragni y Galt MacDermot su tema “A’int got no- I got life”, incluido en la banda sonora del musical “Hair” y cuya versión más emotiva corre a cargo de la inolvidable Nina Simone. En ella la cantante enumera una serie de bienes de los que carece. No tiene casa, ni zapatos, ni riqueza, ni clase. Tampoco falda, ni cama, ni perfume. Le falta cultura, un hombre, una madre. No dispone de un dios ni de un símbolo. Ni siquiera cuenta con un amigo. Entonces se pregunta por qué está viva de todos modos. Que es aquello que posee y que nadie le puede quitar. Y en esta ocasión detalla su cerebro, su cabeza, sus ojos, sus oídos, su nariz, su boca y su sonrisa. Se refiere a sus brazos, sus manos, sus pies y sus piernas. Alude a sus pechos, su sexo, su sangre, su corazón, su alma y su libertad. Y, por último, grita que tiene la vida y que la va a mantener. 

Tal vez fuera ese también el ánimo que impulsó a la directora francesa Blandine Lenoir a incorporar esta extraordinaria canción como trasfondo de una de las escenas más conmovedoras de su película “50 primaveras”, estrenada hace escasas semanas en nuestras carteleras. En ella la actriz gala Agnés Jaoui da vida de forma convincente y en tono de humor a Aurore, una mujer separada que acaba de quedarse en paro y que, casi de forma simultánea, recibe la noticia de que su hija mayor le va a hacer abuela. Con cincuenta años ya cumplidos y arrastrando una existencia estancada, se reencuentra por casualidad con un antiguo amor de juventud, lo que le origina un intenso terremoto a todos los niveles. Aun así, le cuesta admitir de entrada que podría estar ante la ocasión perfecta para iniciar una nueva etapa vital que le salve de tantas inseguridades y sinsabores acumulados. 

Por supuesto, no contaré el final, pero sí me abonaré a la teoría de que siempre se puede comenzar desde cero teniendo como faro el lado bueno de las cosas. Por esa razón, insisto en repetir que me encanta el mes de septiembre. Porque me insinúa que lo mejor está por venir. Porque me recuerda que hay decisiones que tan sólo dependen de mí. Y porque cada jornada, por mal que se presente, seguro que me brinda algún motivo para celebrar el privilegio de estar viva y para reforzar mi firme voluntad de vivir sin miedo.

4 comentarios:

  1. Brava, Myr. Siempre disfrutando del lado positivo de las cosas.
    Un besote grande desde Mordor.😋

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  2. Pues sí. Dejaremos el lado oscuro a un lado y nos centraremos en el luminoso.

    Otro beso para ti desde la soleada isla del volcán.

    MYRIAM

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  3. Lo cierto es que no valoramos nada de lo que tenemos hasta que corremos el riesgo de perderlo, o lo perdemos: la salud, un ser querido, un amor... Mi madre siempre me decia que al levantarse por la mañana habia que dar gracias siempre porque se nos concedia otro nuevo dia. Un dia para reir, soñar, amar, cambiar cosas y poder irradiar alegria a los demas.Hagamos pues ese sano ejercicio diario.

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  4. En ello estamos, Jose. Primero, ser conscientes de nuestro privilegio. Después, agradecerlo. Y, por último, compartirlo con los demás. Tan sencillo y, sin embargo, tan poco habitual. Habrá que seguir insistiendo, pues...

    GRACIAS POR ESTAR AHÍ

    Myriam

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