jueves, 28 de julio de 2011

OPERACIÓN BIKINI: EL MÉTODO VERANIEGO DE AMARGARSE LA VIDA

Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 28 de julio de 2011




La Asociación Española de Dietistas y Nutricionistas ha revelado en su último estudio que, coincidiendo con la época estival, se produce un notable incremento de mujeres que se ponen a dieta, la inmensa mayoría de ellas sin recurrir a la supervisión de un experto en la materia. Parece ser que en torno a un 40% de la población femenina se sube al carro de una práctica que puede conllevar problemas de salud y derivar en un trastorno alimentario si bien, todo hay que decirlo, a las primeras de cambio acaban abandonándola, bien por aburrimiento, bien por incapacidad de vencer las numerosas tentaciones gastronómicas. El mismo informe  asegura también que el 90% de las entrevistadas utilizan como referentes a modelos y actrices de éxito que comparten como principal característica una delgadez en ocasiones extrema.


La clase médica lleva años alertando, principalmente a las adolescentes, del riesgo de sufrir desórdenes de alimentación cuyo origen se halla en la obsesión patológica por adelgazar a cualquier precio, llegando al 25% el porcentaje de jóvenes dispuestas a perder esos kilos que creen tener de sobra.  Alcanzar ese ideal de belleza con el que a diario nos bombardean la publicidad y los medios de comunicación es, salvo casos excepcionales, misión imposible. Pretender emular a las estrellas de la pantalla, además de una fantasía irrealizable, acarrea un cúmulo de inevitables decepciones para quien centra su existencia básicamente en el aspecto físico.


El panorama actual es de locura, ya que la presión del patrón cultural vigente incita a las masas a aplicar esta engañosa filosofía de las apariencias que se cobra cada año mil vidas de adultas y diez mil de jóvenes. La moda hace estragos y el coqueteo con la anorexia de numerosas profesionales de la pasarela, unido al diluvio de anuncios de cremas reductoras, alimentos bajos en calorías y aparatos de gimnasia, encuentran terreno abonado en la ya de por sí titubeante estructura psicológica de unas casi niñas que se lanzan en pos de unos cuerpos utópicos. De ahí a los ayunos cíclicos y a la contabilización detallada de miligramos no hay más que un paso. Por ello, se recomienda a los adultos extremar la precaución en cuanto a sus hábitos de vida saludable en el ámbito doméstico, habida cuenta que los niños tienden a reproducirlos.


Para complicar más si cabe esta situación, determinadas marcas comerciales falsean las medidas de las tallas confeccionando prendas más estrechas que las correspondientes a su número, generando aún mayores complejos en sus potenciales clientas a cuenta de la anchura de sus caderas o de la largura de sus piernas. Adelantándose a posibles soponcios en los probadores, resulta desolador conocer los planes dietéticos que diseñan algunas personas en plena despedida de la primavera, persiguiendo un recurrente propósito anual que les hace perder, no sólo peso, sino también alegría y estabilidad emocional. Incluso las relaciones sociales de estos esclavos de la báscula se ven perjudicadas cada vez que rehúyen cualquier celebración que implique saltarse su férrea abstinencia, culpabilizando además a los anfitriones de turno por cursarles la correspondiente invitación.


Definitivamente, vivimos en un mundo lleno de contradicciones y ya va siendo hora de reflexionar sobre algunas conductas sociales que, objetivamente, no tienen ni pies ni cabeza. Con un mínimo de dos dedos de frente es inasumible aceptar el hecho de que, mientras cientos de millones de seres humanos que habitan en países subdesarrollados padecen una hambruna feroz, sus homólogos de las naciones más pudientes les emulen voluntariamente con la triste excusa de lucir una carcasa más atractiva, aunque lleve impresa la fecha de caducidad.

miércoles, 20 de julio de 2011

LA OBJECIÓN DE CONCIENCIA, DE NUEVO EN EL OJO DEL HURACÁN

Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 20 de julio de 2011

 



La Organización Médica Colegial ha presentado esta semana un nuevo proyecto de Código Deontológico, que sustituye al vigente desde 1999 y que regulará por primera vez asuntos tan candentes como la objeción de conciencia en materias de aborto y de sedación en la agonía. Además, en este texto se condenará la participación de los facultativos en el controvertido asunto del dopaje deportivo. El doctor Juan José Rodríguez Sendín, en calidad de presidente de la OMC, explicó en rueda de prensa que este nuevo código consagrará como éticamente correctas tanto la citada sedación en las horas finales como la limitación del esfuerzo terapéutico, al mismo tiempo que rechazará la eutanasia cuya finalidad sea causar intencionadamente la muerte del paciente. En su articulado se expresa que los médicos tienen el deber de intentar la curación o la mejoría de los pacientes siempre que éstas sean posibles pero agrega que, cuando no lo sean, permanecerá la obligación de aplicar las medidas adecuadas para conseguir su bienestar, aun cuando de ello pudiera derivarse un acortamiento de la vida.

La Constitución Española en vigor regula explícitamente en su artículo 30.2 la figura de la objeción de conciencia con relación a los deberes militares, sin perjuicio de que el Tribunal Constitucional haya manifestado a través de numerosas sentencias que también se recoge de manera implícita en el artículo 16, donde se garantiza la libertad ideológica y religiosa. Los ámbitos en los que esta figura tiene cabida son diversos y exceden al del cumplimiento antaño obligatorio del servicio militar. Comparten la característica común de estar revestidos de una gran polémica y, junto a esa objeción que invocan los profesionales de la sanidad para negarse a practicar abortos,  eutanasias o manipulaciones genéticas, se sitúan los centrados en los ámbitos farmacéutico (no expedir preservativos o píldoras del día después) y educativo (no asistir a clase durante la impartición de la asignatura de Educación para la Ciudadanía, con cuyos contenidos éticos se está en desacuerdo).

Por lo tanto, no sería descabellado afirmar que, ante la negativa de cumplir un deber por darle preeminencia a la moral sobre la ley, de lo que en realidad estamos hablando es de contraponer la conciencia a un precepto oficial. La doctrina apunta tres elementos imprescindibles que dan forma a esta figura tan discutida. El primero es la existencia de una disposición jurídica injusta. El segundo, el rechazo voluntario del individuo a cumplir los contenidos impuestos por dicha norma. El tercero, la invocación de la propia conciencia individual para fundamentar dicha conducta.

Dentro de la tensión generada entre libertad personal y mandato estatal, el equilibrio cederá normalmente a favor de la primera en los concretos casos de conductas abstencionistas, es decir, las que comportan un no hacer. Llegados a este punto, no estaría de más recordar que la libertad de conciencia no es únicamente la que habilita al ser humano para escoger una determinada actitud filosófica o religiosa ante la vida sino que, además, incluye el derecho de adecuar su comportamiento a las propias convicciones, siempre y cuando no lesione ningún bien socialmente protegido. En definitiva, se trata de calibrar en qué medida el Estado debe ser respetuoso con las conciencias individuales sin limitar por ello su propia actuación, que tiene como finalidad primordial preservar el orden social.

Pero el sectarismo de determinados gobernantes les impulsa a creer que la objeción de conciencia, por mucho que esté inscrita en la Carta Europea de Derechos Fundamentales y en numerosos tratados internacionales suscritos por nuestro país, es un peligroso freno para los proyectos ideológicos que tratan de imponer cuando detentan el poder. Yo me niego a ser víctima del paternalismo ético de ciertos políticos que se empeñan en decidir qué es lo mejor para mí. No creo que sea mucho pedir que quienes con tanta insistencia nos piden el voto cada cuatro años limiten su campo de actuación a la esfera pública.


martes, 19 de julio de 2011

"USTED NO SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO"



Pocas frases definen más y mejor (o sea, peor) al individuo que pronuncia ésta que da título a mi entrada de blog. Quien recurre a ella suele estar revestido de una prepotencia basada en su convencimiento de sentirse un ser superior, normalmente gracias a un puesto de privilegio que ocupa de manera temporal. La citada expresión se hizo muy popular en esta España de nuestros pecados hace más de tres décadas, cuando determinados incautos (generalmente, en el estricto cumplimiento de sus tareas profesionales) pretendían que el correspondiente jerifalte de turno cumpliera como todo hijo de vecino con la ley y las buenas costumbres. Desde el guardia urbano que multaba el coche de algún subsecretario ministerial al profesor que suspendía al hijo del Gobernador Civil, pasando por el camarero que rogaba al borracho de rigor que, a poder ser, en su establecimiento se abstuviera de cantar la Jota de la Dolores a voz en grito -ignorante de que estaba ante un concejal de Urbanismo-, la historia se repite una y otra vez.

Los especímenes que creen pertenecer a una raza superior proliferan como las setas en otoño y no pocos de ellos integran la casta política patria. Nunca pierden del todo sus deplorables maneras de proceder. Muy al contrario, estos supuestos altos cargos se resisten a adornar sus bocazas con la frasecita de marras, sobre todo si, cuando  se encuentran en la fase etílica de los cantos regionales, la autoridad competente, amén de sobria, les está llamando a capítulo en su afán de recordarles su condición de simples mortales. Por cierto, que a las Fuerzas de Seguridad estas actitudes chulescas de quienes nos imparten clases de democracia y progresismo pero, apenas tocan poder, se arrogan una serie derechos más propios de la Edad Media, les cabrea hasta el extremo.

La explicación de cuanto acabo de relatar viene impuesta por una noticia en la que se involucra a un conocido mandatario y senador canario en un turbio asunto que tuvo lugar la pasada semana en Madrid y cuyas circunstancias están siendo todavía investigadas. Sin perjuicio de poner por delante su presunción de inocencia, lo que a mí me indigna -si finalmente se demuestra la veracidad de los testimonios aportados- no es el hecho de que terminara la velada en un club de alterne con su hijo, ambos pasados de copas. Tal opción simplemente me da la medida de su escaso gusto y del nulo respeto que progenitor y vástago guardan por su esposa y madre, respectivamente. Lo realmente lamentable es que un señor que ostenta un cargo representativo se conduzca con esa falta de educación y esa bravuconería más propias del saloon de una película del Oeste, por la sencilla razón de que se considera por encima del bien y del mal.

Y todavía encajo peor las imperdonables declaraciones de uno de sus compañeros de partido cuando, con ánimo de defenderle, afirma, entre otras lindezas, que “se trata de un suceso acaecido en el ámbito privado, no se le está juzgando por quedarse con dinero público ni con delitos relacionados con su actividad política. No creo que irse una noche de putas tenga trascendencia política” y, también, que “a este paso habrá que introducir en la ley que para presentarse a las elecciones no se puede beber ni emborracharse, hay que ser fiel a la pareja toda la vida o que para conducir siempre hay que tener en la cartera el carné de conducir". Literal. Según su sólida opinión de ex presidente y ex alcalde, con este tipo de actitudes "casi nadie querría meterse en política".

¿Cómo hacer entender a mentes tan obtusas que no es un problema de puritanismo sino de dignidad personal, que tipos tan impresentables no pueden representarse ni a sí mismos, que resultar elegido en las urnas no conlleva una patente de corso? En aras de una higiene democrática mínima, su dimisión es obligatoria. Y, más, después de haber leido el atestado de la Guardia Civil.

jueves, 14 de julio de 2011

ESTRÉS, HORMONAS Y MEDALLAS




Me acabo de desayunar con la enésima estadística veraniega. En esta ocasión, la compañía Nielsen, a la que no tengo el gusto de conocer pero que, por lo visto, se dedica a la investigación e información de mercados internacionales, ha elaborado un sesudo estudio (¿?) denominado “Mujeres del mañana” en el que concluye que las mujeres españolas ocupamos un honroso quinto puesto en la carrera mundial de estrés. Un diploma olímpico en toda regla. Tan sólo nos superan hindúes –medalla de oro-, mexicanas -de plata-, rusas -de bronce- y brasileñas, que quedan en esa cuarta posición que todo deportista repudia.

Según la propia encuesta, tanto en los países pobres como en los ricos las mujeres desempeñan varios papeles a la vez y esta circunstancia es la que contribuye a su permanente estado de nervios almodovariano.

En palabras de Julia Vidal, directora de Área Humana Psicología “estamos empezando a afrontar una realidad como la que vivieron nuestras madres que, al incorporarse a la vida laboral, tenían que luchar contra muchas opiniones y escuchar frases como «tienes que cuidar de tu marido» , además de contar con menos aceptación y ayuda". Esta situación no está totalmente normalizada en España puesto que no ha transcurrido aún el tiempo suficiente. La citada psicóloga manifiesta que las españolas de hoy tienen que demostrar que son buenas esposas y madres, amén de profesionales válidas en el trabajo. Pero también deben arreglárselas para quedar con los amigos y tomar cañas con los compañeros, de modo que la presión que pueden causarles tantos compromisos y responsabilidades y la sensación de no llegar a tiempo a todo favorecen sus cuadros de nervios y estrés.

El perfil tipo en el que se basa este análisis es el de una mujer en la treintena, trabajadora, con dos hijos y con un marido que no accede al reparto equitativo de tareas por considerar que su pareja le exige demasiada colaboración doméstica.

Los responsables de Nielsen tampoco han resistido la tentación de caer en las argumentaciones biológicas para justificar todos los padecimientos del sexo débil. Según estos expertos “existen muchas hipótesis que explican que todas las mujeres presentan mayores dificultades  a nivel emocional" y, para rematar la faena, afirman con rotundidad que "los niños toman como modelo a sus madres y aprenden a estresarse como ellas". Me imagino que, tras semejante sobreesfuerzo intelectual, estarán convencidos de haber descubierto la pólvora. Sin comentarios. 

sábado, 9 de julio de 2011

CATÁLOGO DE ESPECIES A EXTINGUIR: IV. LOS CONCURSANTES DE "REALITIES"


Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 9 de julio de 2011


Pretender mantenerse al margen de los innumerables reality shows que invaden nuestras cadenas privadas de televisión es misión imposible, salvo que seas un ermitaño y vivas en una cueva. Y hago esta afirmación con rotundidad porque yo misma he intentado, no ya una, sino varias veces, aislarme de cualquier influencia proveniente de la telebasura y he fracasado estrepitosamente. Si no es por la mañana, será por la tarde o, a más tardar, por la noche, pero basta con sentarse frente al televisor y, mando a distancia en mano, hacer un barrido, para toparse inevitablemente con las imágenes que ilustran las aventuras y desventuras de las víctimas voluntarias de estos patéticos experimentos.

Para no aburrir al respetable con la relación de concursos que se emiten a través de la pequeña pantalla, me centraré tan sólo en uno de ellos que, como en ediciones anteriores, se perpetra en una isla caribeña supuestamente desierta. Los artífices del deplorable invento, al parecer profundos conocedores de los gustos del telespectador tipo, hallaron hace algunos años la piedra filosofal y se afanaron en explotar el filón de las audiencias a base de técnicas de entretenimiento basadas en la ordinariez y la agresividad. Para ello, y como primera medida, procedieron a reclutar en torno a una docena de joyas cuyas discutibles virtudes les hacían acreedoras de tan alto honor. Desde aquel estreno, muchos han sido los agraciados que han desfilado por estas ínsulas azotadas por el calor, los mosquitos y el hambre. Pero los que están mostrando sus aptitudes en la presente edición no tienen desperdicio. No en vano han superado el exhaustivo casting al que les someten las mentes enfermas responsables de semejante bodrio. En todo caso, y teniendo en cuenta que lo único que se les exige es montar el numerito, cabría concluir que para ese viaje no hacían falta alforjas.

A fin de preparar este potaje, sus cocineros mediáticos recurren una y otra vez a idénticos ingredientes. Encabezando el listado, se sitúan un par de actrices porno que, ataviadas con un exiguo tanga, exhiben sus prótesis de silicona mientras se rebozan en el barro o recogen caracolas marinas en la playa. Conviene que estén acompañadas por algún aspirante fracasado de Míster España o, en su defecto, por un chulo de discoteca que presume de entrepierna cuya misión será reír las gracias de las neumáticas y sobarles el lomo si han podido optar a un lingotazo tras ganar alguna prueba de supervivencia. Resulta igualmente imprescindible el personaje del frikie sesentón de escasa estatura física y artística que agita al viento estampas de vírgenes y santos mientras entona alguno de sus bochornosos éxitos musicales.

Tampoco conviene olvidar a los descendientes de toreros y/o folklóricas de tronío, muchachotes de simpatía desbordante que, millonarios desde la cuna, no saben a qué despropósito apuntarse para matar el aburrimiento. Provoca especial tristeza, por lo que supone de asalto a la intimidad, la inclusión de concursantes anónimos cuyos ases en la manga se reducen a salir del armario o a descubrir que, pese a las apariencias, son transexuales, aunque es justo reconocer que sus lacrimógenas confesiones suelen alcanzar las más altas cotas del share.

Pero, sin duda, es la figura de la esposa y madre de mediana edad que, liándose la manta a la cabeza, se lanza desde un helicóptero a los brazos de una nueva vida, la que se erige como la gran revelación de este particular zoológico. Ni San Pablo cayendo del caballo a las puertas de Damasco vio una luz tan cegadora como la de esta mujer en permanente batalla contra sus hormonas. Reconozco que sus reflexiones existenciales me tienen fascinada. Durmiendo al raso y comiendo cocos se ha dado cuenta de que no ha vivido. Como suena. Quién le iba a decir a estas alturas de la película que rodearse de strippers y ligones de medio pelo era el remedio indicado para  sanar su ceguera…   

martes, 5 de julio de 2011

LA VÍSPERA DE LA VÍSPERA



Al día 5 de julio los pamploneses lo bautizamos como “la víspera de la víspera”. Mañana dan comienzo nuestras fiestas patronales con el lanzamiento del cohete anunciador desde el balcón central del Ayuntamiento de la ciudad y, finalmente, el próximo jueves se celebra la festividad de San Fermín, misionero, obispo y mártir. A estas alturas del calendario mi corazón ya palpita a otro ritmo, inevitablemente, como cada año, como toda la vida.
Quienes hemos nacido en la capital navarra pero, por diversas circunstancias,  vivimos estas fechas alejados de Pamplona, nos vemos invadidos sin remedio por la emoción y la nostalgia. En mi caso, emoción por ver la explosión de júbilo en las calles teñidas de blanco y rojo, por escuchar el ruido de la pólvora al prenderse la mecha del Chupinazo a las doce en punto del mediodía, por contemplar una Plaza del Castillo multicolor que danza al compás de la música, por admirar la presencia magnífica de los toros bravos que se convertirán durante nueve días en los otros protagonistas de la fiesta.
Y nostalgia por recordar un pasado feliz de mañanas de chocolate con churros con mi madre en la calle Estafeta después del encierro, de tardes en la Plaza en compañía de los amigos disfrutando de meriendas interminables mientras los maestros del toreo desplegaban su arte sobre la arena, de noches junto a mi padre a las orillas del Arga para observar en silencio el traslado de los morlacos a los corrales con la luna como único testigo.
Deseo con toda mi alma a paisanos y visitantes que sean capaces de atrapar el verdadero espíritu de los Sanfermines, ése que le ha convertido en una celebración famosa en todos los rincones del orbe, muestra de universalidad y ejemplo de acogimiento. Confío en que los excesos y las malas conductas no desluzcan unas jornadas diseñadas para aunar tradición y modernidad, fervor religioso y actos culturales, bullicio y  tranquilidad. Estoy segura de que el Santo morenico contribuirá a este fin con su manto protector, el mismo que despliega a diario sobre los mozos que corren delante de los astados.

VIVA SAN FERMÍN
  

sábado, 2 de julio de 2011

DE LAS TERESITAS A ALMÁCIGA, LA TRAGEDIA VERANIEGA SE REPITE

Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 2 de julio de 2011




A medida que se acerca el ansiado fin de semana, los residentes en Santa Cruz de Tenerife sueñan con escaparse unas horas a alguna de las playas del municipio, preferiblemente la de Las Teresitas, a pesar de que la nefasta gestión de los políticos isleños ha condenado a este maravilloso enclave natural a la penosa situación en la que se encuentra y que, salvo milagro, tiene visos de eternizarse.

Con la llegada del verano y ante los monumentales atascos que aumentan de año en año, la Policía Municipal capitalina ha advertido a los futuros bañistas de que tendrá que tomar las medidas necesarias y oportunas para garantizar la fluidez de la circulación de los vehículos que acceden al recinto playero, entre las que se halla el cierre de la entrada al mismo en cuanto se completen sus plazas de aparcamiento.

La alternativa ofrecida por la autoridad competente pasa por utilizar la guagua y aplicar descuentos a aquellos usuarios que dejen sus coches en el intercambiador. Así que quien opte por la solución consistorial podrá arrastrar tras de sí a abuelos, hijos, sombrilla, nevera, mesa, sillas, cubo, pala, rastrillo, baraja de cartas y aparato de radio sin necesidad de madrugar. Además, evitará una más que probable lipotimia colectiva, resultante de pasar una hora larga a más de treinta grados en un horno de cuatro ruedas, que es el tiempo estimado que le llevará recorrer la distancia existente entre Valleseco y San Andrés en su vehículo particular. Hasta aquí la alternativa para el sábado.



Pero como el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, llega el domingo y con él otra posibilidad de meter la pata hasta el fondo que no se puede desperdiciar. De manera que el sufrido contribuyente de turno se levanta a la misma hora que si fuera a trabajar –suponiendo que no sea uno de los cinco millones de parados que pueblan la geografía hispana-, repudia a Titsa*, esta vez deja a los abuelos en casa, prescinde incluso de la mesa y las sillas, si me apuran hasta de la baraja de cartas y la radio –la nevera azul y blanca, el cubo, la pala y el rastrillo, obviamente, son innegociables- y emprende volante en mano la paradisíaca ruta que atraviesa el Parque Rural de Anaga, aspirante con las bendiciones del Cabildo Insular a ser considerado Reserva Mundial de la Biosfera.

Cambia la arena blanca por la negra y el palmeral por los roques para, decenas de curvas después, vislumbrar en lontananza la espectacular belleza de Almáciga, persuadido de que la jornada dominical  resultará inolvidable. Y acierta. El panorama que se abre ante sus ojos no puede ser más desolador. A ambos lados de la carretera se alinean decenas de utilitarios y camionetas que obstaculizan el tránsito, formando una especie de campamento espontáneo colonizado por decenas de individuos incapaces de adaptarse a unas mínimas normas de convivencia que se dedican a atemorizar a cualquier vecino o forastero que ose censurar su permanente burla de la legalidad, amparados en que no existe ninguna señal que les impida montar sus chiringuitos en los arcenes -por cierto, el mismo argumento que esgrimen las fuerzas del orden para no desmantelar semejante tenderete-.

La espeluznante visión incluye fulano gritón de aspecto disuasorio, poseedor de una furgoneta con toldo multiusos bajo cuyo amparo se amontonan la colchoneta para siestas diurnas y sueños nocturnos, un infiernillo donde calentar los ranchos correspondientes, la tabla de surf –si procede-, una cuerda atada a dos varillas para colgar bañadores y vestimentas varias, un reproductor de música estridente y un barreño para poner la vajilla en remojo. Ni el mismísimo Dante hubiera imaginado un averno más estremecedor, a no ser que, huyendo de los perros peligrosos sin bozal cuyos dueños se creen los amos de la naturaleza, se hubiera aventurado también a bajar a la playa sorteando los excrementos humanos que adornan el sendero. Por favor, que llegue el lunes cuanto antes.


*Nota: Titsa es la empresa de transportes interurbanos de Tenerife.