sábado, 2 de julio de 2011

DE LAS TERESITAS A ALMÁCIGA, LA TRAGEDIA VERANIEGA SE REPITE

Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 2 de julio de 2011




A medida que se acerca el ansiado fin de semana, los residentes en Santa Cruz de Tenerife sueñan con escaparse unas horas a alguna de las playas del municipio, preferiblemente la de Las Teresitas, a pesar de que la nefasta gestión de los políticos isleños ha condenado a este maravilloso enclave natural a la penosa situación en la que se encuentra y que, salvo milagro, tiene visos de eternizarse.

Con la llegada del verano y ante los monumentales atascos que aumentan de año en año, la Policía Municipal capitalina ha advertido a los futuros bañistas de que tendrá que tomar las medidas necesarias y oportunas para garantizar la fluidez de la circulación de los vehículos que acceden al recinto playero, entre las que se halla el cierre de la entrada al mismo en cuanto se completen sus plazas de aparcamiento.

La alternativa ofrecida por la autoridad competente pasa por utilizar la guagua y aplicar descuentos a aquellos usuarios que dejen sus coches en el intercambiador. Así que quien opte por la solución consistorial podrá arrastrar tras de sí a abuelos, hijos, sombrilla, nevera, mesa, sillas, cubo, pala, rastrillo, baraja de cartas y aparato de radio sin necesidad de madrugar. Además, evitará una más que probable lipotimia colectiva, resultante de pasar una hora larga a más de treinta grados en un horno de cuatro ruedas, que es el tiempo estimado que le llevará recorrer la distancia existente entre Valleseco y San Andrés en su vehículo particular. Hasta aquí la alternativa para el sábado.



Pero como el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, llega el domingo y con él otra posibilidad de meter la pata hasta el fondo que no se puede desperdiciar. De manera que el sufrido contribuyente de turno se levanta a la misma hora que si fuera a trabajar –suponiendo que no sea uno de los cinco millones de parados que pueblan la geografía hispana-, repudia a Titsa*, esta vez deja a los abuelos en casa, prescinde incluso de la mesa y las sillas, si me apuran hasta de la baraja de cartas y la radio –la nevera azul y blanca, el cubo, la pala y el rastrillo, obviamente, son innegociables- y emprende volante en mano la paradisíaca ruta que atraviesa el Parque Rural de Anaga, aspirante con las bendiciones del Cabildo Insular a ser considerado Reserva Mundial de la Biosfera.

Cambia la arena blanca por la negra y el palmeral por los roques para, decenas de curvas después, vislumbrar en lontananza la espectacular belleza de Almáciga, persuadido de que la jornada dominical  resultará inolvidable. Y acierta. El panorama que se abre ante sus ojos no puede ser más desolador. A ambos lados de la carretera se alinean decenas de utilitarios y camionetas que obstaculizan el tránsito, formando una especie de campamento espontáneo colonizado por decenas de individuos incapaces de adaptarse a unas mínimas normas de convivencia que se dedican a atemorizar a cualquier vecino o forastero que ose censurar su permanente burla de la legalidad, amparados en que no existe ninguna señal que les impida montar sus chiringuitos en los arcenes -por cierto, el mismo argumento que esgrimen las fuerzas del orden para no desmantelar semejante tenderete-.

La espeluznante visión incluye fulano gritón de aspecto disuasorio, poseedor de una furgoneta con toldo multiusos bajo cuyo amparo se amontonan la colchoneta para siestas diurnas y sueños nocturnos, un infiernillo donde calentar los ranchos correspondientes, la tabla de surf –si procede-, una cuerda atada a dos varillas para colgar bañadores y vestimentas varias, un reproductor de música estridente y un barreño para poner la vajilla en remojo. Ni el mismísimo Dante hubiera imaginado un averno más estremecedor, a no ser que, huyendo de los perros peligrosos sin bozal cuyos dueños se creen los amos de la naturaleza, se hubiera aventurado también a bajar a la playa sorteando los excrementos humanos que adornan el sendero. Por favor, que llegue el lunes cuanto antes.


*Nota: Titsa es la empresa de transportes interurbanos de Tenerife.


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