Hijo mío:
Mañana es el gran día. Otro 27 de enero. Así, hasta veintiuno que han pasado desde que, por vez primera, te tuve entre mis brazos, una tarde soleada de invierno pamplonés.
Nunca podré olvidar aquel momento mágico. Me pareciste el niño más precioso que había visto jamás. Tenías los ojos abiertos y mirabas mi rostro fijamente, como si ansiaras por fin ponerle cara a aquella mujer que llevaba nueve meses contándote sus cosas, esperándote con ansiedad, convencida de que lo mejor de su existencia estaba por llegar. Y no me equivoqué lo más mínimo.
Hoy, a través de estas breves líneas, no voy darte ninguna primicia. Tampoco voy a decirte nada que no sepas o que no te haya dicho ya un millón de veces.
Que te quiero más que a mi vida.
Que has sido mi brújula en tiempos difíciles, mi norte, mi guía, mi razón de vivir cuando todo estaba oscuro.
Que estoy profundamente orgullosa de ti.
Que me llenas de una felicidad imposible de ser expresada con palabras.
Este 2016 es el primer año que no celebraremos juntos tu cumpleaños y, aunque he tratado de prepararme para tal circunstancia, sé que me va a costar un mundo.
Por eso, a modo de extraña terapia, deseo dar testimonio escrito del inmenso amor que siento por ti y del agradecimiento que va unido a él.
Gracias por darme tantas satisfacciones.
Gracias por acompañarme en el camino.
Gracias por dejar que te abrace.
Gracias por recordarme a tu abuelo cuando caminas.
Gracias por acompañarme en el camino.
Gracias por dejar que te abrace.
Gracias por recordarme a tu abuelo cuando caminas.
Feliz cumpleaños, Miguel.
Feliz futuro.
Feliz vida.
Ayyyyy, me has hecho llorar, preciosa!
ResponderEliminarRose
Es que tú lo has vivido todo en primera persona, cuasihermana, y llevas mis experiencias grabadas en el corazón.
ResponderEliminarGracias por no haberme abandonado cuando todo estaba oscuro.
Te quiero. Siempre.
MYRIAM