Conté mis
años y descubrí que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante que el
que viví hasta ahora.
Me siento
como aquel niño que ganó un paquete de dulces: los primeros los comió con
agrado pero, cuando percibió que quedaban pocos, comenzó a saborearlos
profundamente.
Ya no
tengo tiempo para reuniones interminables donde se discuten estatutos, normas,
procedimientos y reglamentos internos sabiendo que no se va a lograr nada.
Ya no
tengo tiempo para soportar a personas absurdas que, a pesar de su edad
cronológica, no han crecido.
Mi tiempo
es escaso como para discutir títulos.
Quiero la
esencia, mi alma tiene prisa sin muchos dulces en el paquete.
Quiero
vivir al lado de gente humana, muy humana.
Que sepa
reír de sus errores.
Que no se
envanezca con sus triunfos.
Que no se
considere electa antes de hora.
Que no
huya de sus responsabilidades.
Que
defienda la dignidad humana.
Y que
desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.
Lo
esencial es lo que hace que la vida valga la pena.
Quiero
rodearme de gente que sepa tocar el corazón de las personas.
Gente a quien
los golpes duros de la vida le enseñó a crecer con toques suaves en el alma.
Sí. Tengo
prisa por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar.
Pretendo
no desperdiciar parte alguna de los dulces que me quedan.
Estoy
seguro de que serán más exquisitos que los que hasta ahora he comido.
Mi meta es
llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia.
TENEMOS DOS VIDAS Y LA SEGUNDA COMIENZA CUANDO TE DAS CUENTA DE QUE SÓLO TIENES UNA.
Poema “GOLOSINAS”
Mario de Andrade
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